MOMENTOS DE INADVERTIDA FELICIDAD, Francesco Piccolo
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FRANCESCO PICCOLO, Momentos de inadvertida felicidad, Anagrama, Barcelona, 2012, 152 páginas.
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En la contraportada una analogía: "A medio camino entre Me acuerdo de Perec y las implacables leyes de Murphy, pero con ese gusto tan italiano por la divagación". Los apuntes diarísticos, los microrrelatos, los aforismos... se suceden a ritmo del vals escrito por Rodgers & Hammerstein para The sound of the music: I simply remember my favorite things, and then I don't feel so bad.
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Entro en una zapatería porque he visto en el escaparate unos zapatos que me gustan. Se los señalo a la dependienta, le digo mi número, el 46. Ella vuelve y me dice: lo siento, pero no tenemos de su número.
Luego añade siempre: tenemos el 41.
Y me mira, en silencio, porque quiere una respuesta.
Y a mí, al menos una vez, me gustaría decirle: vale, de acuerdo, déme el 41.
***
Cuando la mujer con la que duermo ha llegado a comprender que cada uno tiene que dormir en su lado. Que puede abrazarse antes, o cuando nos despertamos por la mañana, pero cuando se duerme es necesario que cada uno vaya a lo suyo. Dividiendo la cama con la misma meticulosidad con que se trazaba la línea de división del pupitre con el compañero de pupitre, en el colegio.
***
En los pasillos del supermercado, estudio siempre los carritos de la gente, y me imagino sus desayunos, sus cenas, ciertos parecidos con mi forma de vida. Hay algunas personas que hacen una compra que realizaría exactamente yo también, una compra que suscribiría.
***
Cuando mi mujer se pone una camiseta mía.
***
Encontrarte después de mucho tiempo con alguien con quien te has peleado. Cuando lo ves, sólo te acuerdas de que te has peleado, pero ya no te acuerdas de por qué. Y tampoco él se acuerda. Te acercas para charlar, y charláis, porque ya no podéis sentir aquella enemistad.
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La certeza de que no volveré a tener dieciséis años.
Luego añade siempre: tenemos el 41.
Y me mira, en silencio, porque quiere una respuesta.
Y a mí, al menos una vez, me gustaría decirle: vale, de acuerdo, déme el 41.
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Cuando la mujer con la que duermo ha llegado a comprender que cada uno tiene que dormir en su lado. Que puede abrazarse antes, o cuando nos despertamos por la mañana, pero cuando se duerme es necesario que cada uno vaya a lo suyo. Dividiendo la cama con la misma meticulosidad con que se trazaba la línea de división del pupitre con el compañero de pupitre, en el colegio.
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En los pasillos del supermercado, estudio siempre los carritos de la gente, y me imagino sus desayunos, sus cenas, ciertos parecidos con mi forma de vida. Hay algunas personas que hacen una compra que realizaría exactamente yo también, una compra que suscribiría.
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Cuando mi mujer se pone una camiseta mía.
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Encontrarte después de mucho tiempo con alguien con quien te has peleado. Cuando lo ves, sólo te acuerdas de que te has peleado, pero ya no te acuerdas de por qué. Y tampoco él se acuerda. Te acercas para charlar, y charláis, porque ya no podéis sentir aquella enemistad.
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La certeza de que no volveré a tener dieciséis años.
Perec se inspiró en el "Me acuerdo" de J. Brainard.
Innegable: Brainard publicó su libro en 1975.
Después: los demás, a los que desde aquí agradecemos el empeño.
http://documentaminima.blogspot.com.es/search/label/ME%20ACUERDO
Gracias por la visita: la recordaremos...