LA REVOLUCIÓN DE LA PACIENCIA, Francisco Ferrero

0


FRANCISCO FERRERO, La revolución de la paciencia, Libros al Albur, Sevilla, 2018, 52 páginas.
**********
Llamamos impulso al deseo que no hemos sabido amaestrar.
***
Descansas cuando permites que tu vida sea revolucionada con gentileza.
***
Sé puerta: si es de entrada o de salida, que lo decida el mundo.
***
Ciertas miradas nos remiten directamente a nuestros secretos.
***
Se denigra la libertad que no se puede tener.
***
A las palabras se las lleva el viento para ser nómadas del sentido.
***
La reflexión percibe cada parte del mundo. La contemplación percibe el mundo de cada parte.
***
Detrás de un método suele haber un milagro.

EL SUPLICIO DE LAS MOSCAS, Elias Canetti

0


ELIAS CANETTI, El suplicio de las moscas, Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1994, 156 páginas. Traducción de Cristina García Ohlrich.

**********
Ninguna escritura es lo suficientemente secreta como para que el hombre se exprese en ella con veracidad.
***
Su sueño es instalar a las personas que ama en estrellas separadas.
***
Hay personas tan ínfimas que no es posible decirles las cosas a la cara, uno no encuentra ninguna máscara adecuada para hablarles.
***
Es fácil ser razonable cuando no se ama a nadie, ni siquiera a sí mismo.
***
En los días hermosos se siente demasiado seguro de su vida.
***
Un mundo en el que cada cual puede morir las veces que quiera, pero sólo por un tiempo limitado.
***
Hay cierta tristeza en las palabras desnudas, pero yo no soy sastre, y antes que probarles un traje prefiero seguir triste.
***
Espera poder seguir viviendo en todas las imágenes excitantes que ha conocido.
***
Grados de la desesperación: no recordar nada, algo, todo.
***
En otoño el sol se agradece a sí mismo.

RELATOS DE BOLSILLO, Patricia Calvelo

0


PATRICIA CALVELO, Relatos de bolsillo, EDIUNJu, San Salvador de Jujuy, 2015.

**********
NO TE DUERMAS

   Se ha despertado transpirada y temblando y por unos minutos le cuesta entender que está de este lado del sueño, que ha sido sólo una pesadilla. Algo abominable la perseguía por túneles oscuros y húmedos, tratando de engullirla con sus enormes fauces malolientes, hasta que pudo llegar a una puerta y, al cruzarla, despertó. Más calmada, se dispone a dormir nuevamente. Pero antes de apagar la luz, sólo para confirmar que ha sido un sueño, se mira el brazo donde la mordió y entonces ve la huella, nítida y profunda, de los enormes dientes de ese ser que la está esperando, del otro lado, hambriento.

TRAYECTOS, Miguel Armillas

0


MIGUEL ARMILLAS, Trayectos, Lulu, 2010, 144 páginas.

**********

Un frágil amor,
el roce ávido y fugaz
del cercanías.

HAIKUS CONTRACORRIENTE, Elena Gallego & Seiko Ota

0


ELENA GALLEGO & SEIKO OTA (editores y traductores), Haikus contracorriente, Hiperión, Madrid, 2018, 170 páginas.
**********

















Kikanjuu miken ni akaki hana ga saku




Ametralladora.
Entre las cejas
florece una flor roja.



Saito Sanki

EN POCAS PALABRAS, Manuel Casal

0


MANUEL CASAL, En pocas palabras. Aforismos, Playa de Ákaba, 2016, 112 páginas.
**********
Hay que saber amar, como hay que saber hacer el pan, apreciar el vino, cuidar de las plantas o educar a los hijos.
***
Hacer algo sin saber no es más que fabricar un disparate o una tragedia.
***
El baile es una forma creativa de materializar visiblemente el sonido de la música.
***
La elegancia no es ninguna pose, sino la expresión honesta de una manera de entender la vida.
***
Hay unos raros momentos en los que la línea recta y la línea curva se encuentran y comienzan a danzar juntas. Unas veces la curva se desliza sobre la recta y otras veces es al revés. Son capaces, entonces, de crear una belleza sublime.
***
La línea curva es capaz de abrazar aquello que se encuentra. La línea recta, en cambio, siempre pasa de largo.
***
Quisieron ser todos diferentes, pero lo intentaron de maneras tan similares que terminaron siendo muy parecidos.
***
Todos los minutos tienen sesenta segundos, pero no duran lo mismo para todas las personas.
***
Lo malo de la soledad no es que no nos quiera nadie, sino que no tenemos a nadie a quien querer.

EL LECHO DE PROCRUSTO, Nassim Nicholas Taleb

0


NASSIM NICHOLAS TALEB, El lecho de Procrusto: aforismos filosóficos y prácticos, Paidós, Barcelona, 2010, 160 páginas.
**********
No es posible divertirte cuando lo intentas.
***
Lo que los tontos llaman "perder el tiempo" es a menudo la mejor inversión.
***
Un hombre sin una inclinación heroica comienza a morir a la edad de treinta años.
***
La preocupación por la eficacia es el principal obstáculo para una vida poética, elegante, robusta y heroica.
***
Nacen, los ponen en una caja; se van a casa a vivir en una caja; estudian marcando casillas; van a lo que se llama "trabajo" en una caja, donde se sientan en su cubículo; conducen hasta el supermercado en una caja para comprar comida en una caja; hablan de pensar "fuera de la caja"; y cuando mueren, los ponen en una caja.
***
La persona que más miedo tienes de contradecir es a ti mismo.
***
Al menos una vez al día necesitamos sentirnos un poco perdidos, física o intelectualmente, en algún lugar.
***
Si quieres que te ayuden desconocidos, sonríe. Para quienes te son más cercanos, grita.
***
La mayoría de los errores empeoran cuando tratas de enmendarlos.
***
Nunca ganamos una discusión hasta que nos atacan en términos personales.

CUESTIÓN DE HÁBITO, Roberto Perinelli

0


ROBERTO PERINELLI, Cuestión de hábito, Macedonia Ediciones, Morón, 2018, 132 páginas.

**********
ÉXITO

El hombre se convenció de las virtudes del ajo, comprobó que consumiendo en abundancia reconstituye los tejidos, mejora el organismo y alarga la vida. Acertó, el ajo dio esos efectos: vivió 142 años, pero murió célibe y sin amigos.

(DES)ENLACES, Cony Salomón

0


CONY SALOMÓN, (Des)enlaces, PiEdiciones, Grado, 2018.
**********
ENJAULADO

   Ya me empiezan a entrar dudas. Fui demasiado franca.
   Él dedicó un buen rato a acicalar la jaula mientras lo animaba a gorjear: «¡Pichurri, hoy te he puesto colorante para las plumas!»
   No me contuve, me acerqué y, con voz solemne, le dije:
   —¿Cómo te sentirías tú si te atasen los pies y te pusieran una galleta en la boca? Por muy adornada que tengas su celda, seguirá sintiéndose preso.

ARROJANDO MICRORRELATOS AL MAR, Enrique del Acebo Ibáñez

0


ENRIQUE DEL ACEBO IBÁÑEZ, Arrojando microrrelatos al mar, Macedonia, Morón, 2018, 180 páginas.
**********
CHEFS

   Los dos chefs trabajaban juntos en la cocina de un afamado restaurante del puerto de Buenos Aires. En una nublada mañana de invierno, fueron colocando cuidadosamente cada uno de los ingredientes de la nueva receta. El plato presagiaba exquisitez. Ambos sabían que la elección de carne fresca a utilizar era crucial en esa comida. Sólo uno pudo degustar el plato. 

LAS AGUAS MADRES, Raúl Brasca

0


RAÚL BRASCA, Las aguas madres, Sudamericana, Buenos Aires, 1994, 166 páginas.

**********
PESCANDO

   Lo veía allá abajo empequeñeciéndose por la distancia. Agitaba los brazos como una marioneta en medio de un enjambre de puntos blancos y su gorra boyaba1 lejos, solitaria. Después la imagen empezó a nublarse, ya casi no lo veo. Trato de hacer memoria. Estábamos en la escollera, él había intentado proteger sus sardinas de las gaviotas; recuerdo un revuelo de alas blancas alrededor de la cabeza y, confusamente, el aleteo violento que le castigó la cara cuando un picotazo certero nos separó. Y a él que se quedaba allí, hueco, debatiéndose. Y yo que me iba -que me voy- cautivo, por el aire cada vez más seco, mirándolo.

FÁBULAS SALVAJES, Marcelo Birmajer

1


MARCELO BIRMAJER, Fábulas salvajes, Santillana, Buenos Aires, 2016 (1996), 72 páginas.

**********
LA PACIENCIA

   Según los hombres, la virtud del elefante es ser paciente. Estaban un día juntos el elefante y la jirafa, recostados en la tierra, rodeado de árboles frutales, a pocos paso de un río, tomando el sol. Los intensos rayos de Febo y el espeso calor hicieron decir a la jirafa: —Estoy muerta de sed. Acompáñame al río.
   —Qué impaciente has resultado —respondió el elefante—. Espera que el río venga a nosotros.
Pero como no había bifurcación alguna que les trajera el río, la jirafa se acercó solo hasta el cauce y bebió. Por la tarde, el cielo se encapotó y llovió torrencialmente. El río se desbordó y el agua le llegó al elefante. Unas horas después, la jirafa dijo: —Ya hemos saciado la sed. Ahora tengo hambre, y creo que tú también. Incorporémonos y comamos los frutos de los árboles.
   —No te sabía tan impaciente —dijo el elefante—. Deja que los frutos vengan a nosotros.
   Pero como ningún viento azotaba a los árboles, la jirafa se incorporó, estiró un poco el cuello y comió. Unos minutos después, un ananá maduro y henchido se desprendió de la rama, atravesó un peral en la caída, soltando algunos frutos, y explotó en el piso. Todo aterrizó a la trompa del elefante.
   Esa noche, cuando después de hacer la digestión se disponían a dormir, apareció la Muerte. Fosforescentes, la calavera y la guadaña brillaban en la oscuridad. El elefante se alzó en sus pesadas patas y salió corriendo con ligereza impropia de un ser tan gigantesco. La jirafa, creyendo haber aprendido y estar superando a su maestro, se quedó sentada, sin mover ni un músculo mientras la muerte se le acercaba. 
   —¡Pobre jirafa! —exclamó el elefante internándose en la selva—. ¡Tan impaciente por todo, incluso por morir!

LOS DÍAS Y SUS DONES, Rodrigo Soto

0


RODRIGO SOTO, Los días y sus dones (Aforismos, notas y apuntes, 1980-2001), Guayaba Ediciones, San José, 2018, 170 páginas. 
**********
No solo hay que desconfiar, es preciso impugnar la división estricta de los géneros literarios. Pero no es que lo narrativo, lo poético y lo ensayístico no se distinguen, es que la vida los contiene o los incluye a todos, y a eso mismo debe aspirar la obra.
***
Es necesario escribir con todo el cuerpo.
***
El tiempo es un gran humorista: todo lo convierte en caricatura.
***
Cada vez somos más un recuerdo de nosotros mismos.
***
Cuando el cuerpo baila, el espíritu vuela.
***
Buena parte de la maravilla de la vida deriva del gozo de nuestra corporalidad.
***
Recordar que la vida es un desafío, una apuesta insensatamente hermosa contra la voracidad de lo inerte.
***
Ser conscientes de nuestra irrisoria pequeñez sabiéndonos partícipes de la gran Danza universal: esa es nuestra grandeza. Solo por eso, si existen, los dioses y los ángeles han de considerarnos con ternura y condescendencia.
***
Que nada escape a tu asombro, que nada quede libre de tu curiosidad, de tu insaciable vocación de mundo.

NÚMEROS PARA CONTAR, Manuel Lino

0


MANUEL LINO, Números para contar, Ficticia, Ciudad de México, 2007, 120 páginas.

**********
CONFUSIÓN

   Si digo que la burra es parda es porque la confundí con un gato. Y si tengo los pelos en la mano es porque me los quite de la lengua. No, no me comí al gato. Bueno, sí. Es que estaba muy oscuro.

LOS LIBROS Y LA LOCURA Y OTROS ENSAYOS, G.K. Chesterston

0


G. K. CHESTERSTON, Los libros y la locura y otros ensayos, B de el buey mudo, Madrid, 2010, 174 páginas.

**********
Contiene este volumen XXXVII artículos publicado en el Daily News entre 1901 y 1911. 
**********

EL FANÁTICO [1910]

   El fanatismo es la incapacidad de concebir seriamente la alternativa de una proposición. No tiene nada que ver con la creencia en la proposición misma. Un hombre puede estar suficientemente seguro de algo como para dejarse quemar por ello, o para dar guerra a todo el mundo, y sin embargo no estar ni un milímetro más cerca de ser fanático. Es fanático solamente cuando no puede comprender que su dogma es un dogma, aunque sea verdad. La persecución puede ser inmoral, pero no es necesariamente irracional; el perseguidor puede comprender con el intelecto los errores que ahuyenta con su lanza. No es fanatismo, por ejemplo tratar al Corán como sobrenatural. Pero es fanatismo tratar al Corán como natural, como evidente para cualquiera y común a todos. No es fanatismo de parte de un cristiano considerar a los chinos como paganos. Su fanatismo empieza, más bien, cuando insiste en mirarlos como cristianos.
   Una de las formas de fanatismo más de moda es la que se demuestra en la exhibición de explicaciones fantásticas y triviales sobre cosas que no necesitan de ninguna explicación. Estamos sumidos en esta tierra nebulosa del prejuicio, por ejemplo, cuando decimos que un hombre se vuelve ateo porque quiere ir de francachela, o que un hombre se hace católico porque los curas lo han atrapado, o que un hombre se convierte en socialista porque envidia a los ricos. Pues todas estas explicaciones remotas y al azar demuestran que nunca hemos visto, como un diagrama claro, la verdadera explicación: que el ateísmo, el catolicismo y el socialismo son todas filosofías muy plausibles. No es necesario que a una persona se la empuje o se la atrape o se la soborne para que las adopte, pues esa persona puede convencerse de ellas.
   La verdadera liberalidad en resumen, consiste en ser capaz de imaginarse al enemigo. El hombre libre no es aquel que piensa que todas las opiniones son igualmente verdaderas o falsas: eso no es libertad, sino debilidad mental. El hombre libre es aquel que ve los errores con la misma claridad con que ve la verdad. Mientras más sólidamente convencido esté un hombre, menos usará frases como: «Ninguna persona culta puede sostener realmente...», o «no puedo comprender cómo el señor Jones puede llegar a afirmar...», seguidas de una opinión muy antigua, moderada y defendible. Una persona progresista puede opinar lo que le agrade. Yo comprendo perfectamente cómo el señor Jones sostiene esas opiniones maniáticas que sostiene. Si un hombre cree sinceramente que tiene el mapa del laberinto, éste debe mostrar igualmente los buenos y los malos caminos. El debería ser capaz de imaginar el panorama completo de un error, la lógica compléta de una falacia. Debe ser capaz de pensarlo, si no es capaz de creerlo.
   Se acepta, incluso en los diccionarios, que un ejemplo ayuda a una definición. Tomaré el ejemplo de un error de fanatismo de mi propia biografía, por así decirlo. Nada más acentuado en esta extraña época nuestra que la combinación de un tacto exquisito y una simpatía por las cosas de gusto y estilo artístico, con una estupidez casi brutal en las cosas que se refieren al pensamiento  abstracto. No hay grandes filósofos combativos hoy en día porque nos preocupamos del gusto, y no existe disputa sobre gustos. Un destacado crítico del New Age hizo hace poco una observación sobre mí que me divirtió bastante. Después de decir muchas cosas demasiado elogiosas, pero maravillosamente simpáticas, y de hacer muchas criticas que eran realmente delicadas y exactas, terminaba —hasta donde la memoria me es fiel— con estas sorprendentes palabras: «Pero yo nunca puedo considerar mi igual intelectual a un hombre que cree en algún dogma». Era como ver a un buen escalador alpino caer tres mil metros para dar en el barro.
   Porque esta última frase es esa antigua, inocente y rancia cosa que se llama fanatismo: es la incapacidad de una mente para imaginarse otra mente. Mi infortunado crítico está entre los más pobres de los hijos de los hombres. Tiene un solo universo. Todos, por cierto, deben ver un cosmos como el verdadero; pero él no puede ver ningún otro cosmos, ni siquiera como una hipótesis.
   Mi inteligencia es menos fina, pero por lo menos es más libre. Yo puedo ver cinco o seis universos con toda claridad. Puedo ver el universo espiral por el que se arrastra, esperanzadamente, la señora de Besant; puedo ver el mundo de mecanismo relojero a cuyo compás tictaquea tan efectivamente el cerebro del señor McCabe; puedo ver el mundo de pesadillas del señor Hardy, y su Creador cruel y necio como un tonto de pueblo; puedo ver el mundo ilusorio del señor Yeats, una bellísima cortina que cubre sólo oscuridad; y no me cabe duda de que podré ver la filosofía de mi crítico también, si es que alguna vez se llega a dar el trabajo de expresarla en términos inteligentes. Pero como la expresión «cualquiera que cree en cualquier dogma» no significa, para una mente racional, ni más ni menos que «la-larira-ra», lamentó que por el momento sólo pueda colocarlo entre los grandes fanáticos de la historia.

HAIKUS DE GUERRA, Elena Gallego & Seiko Ota

0


ELENA GALLEGO & SEIKO OTA (editores y traductores), Haikus de guerra, Hiperión, Madrid, 2016, 216 páginas. 

**********


















Sentoo wa
wa ga mae wo yuku
choo no mabushisa




La batalla:
ante mí, va el deslumbramiento
de la mariposa.



Tomizawa Kakio

HASTA AHÍ NOMÁS, Mario Capasso

0


MARIO CAPASSO, Hasta ahí nomásAsociación Santafesina de Escritores, Santa Fe, 2014.

**********
EL LÁPIZ

   Un gesto de complacencia se dibujó en el cuerpo del historietista cuando vio que el lápiz bosquejaba sobre el papel una sonrisa bonachona en la cara del villano. Al fin había logrado vencerlo, se dijo. Sin demasiados firuletes el bien se había impuesto y la humanidad podía respirar aliviada de una punta a la otra, fuera de peligro por los siglos de los siglos. Al menos algo así pensó el creador de la historia, puesto de perfil, creyéndose a salvo, apenas unos pocos segundos antes de comenzar a escuchar los pasos acercándose. Cuando giró la cabeza, el tablero se sacudió y, muy a su pesar, sin atinar a un bosquejo de defensa, el entorno comenzó a desdibujarse y a rumbear para el lado equivocado, el de la maldad sin nombre ni límites ni compasión, que en seguida se delineó en la cara del dibujante y quedó plasmado en la representación de un enorme ceño fruncido, a punto de quedar afuera del cuadrito correspondiente, en una acción que forma parte de otra historieta que aún está por esbozarse, según alcanzó a decirse, todavía con las palabras dentro del globo.

MEDITACIONES EN TIEMPOS DE CRISIS, John Donne

0


JOHN DONNE, Meditaciones en tiempos de crisis, Ariel, Barcelona, 2012, 112 páginas.

**********
En John Donne, «Antes muerto que mudado» (pp. 7-19) Vicente Campos anota: «Las imágenes de Donne son intensas y perdurables, no iluminan fugazmente, como fuegos artificiales, sino que persisten como bengalas sobre un campo de una batalla que todos sabemos perdida de antemano».
**********


Nunc lento sonitu dicunt, morieris
Ahora, esas campanas que doblan despacio por otro me dicen: «Debes morir»


DECIMOSÉPTIMA MEDITACIÓN

   Quizá, aquél por el que doblan esas campanas está tan enfermo que no sabe que doblan por él; y quizá creo que me encuentro mucho mejor de lo que estoy, de manera que los que me rodean y ven mi estado han hecho que doblen por mí, y yo no lo sé. La Iglesia es católica, universal, así son todas sus acciones; todo lo que hace es de todos. Cuando bautiza a un niño, esa acción me concierne, pues ese niño se une entonces a esa cabeza que es también mi cabeza y se implanta en ese cuerpo del que soy miembro. Y cuando entierra a un hombre, esa acción me concierne: toda la humanidad es de un mismo autor y está en un mismo volumen. Cuando un hombre muere, no se arranca ese capítulo del libro, sino que se traduce a un lenguaje mejor; y cada capítulo debe traducirse así; Dios utiliza varios traductores; determinados fragmentos los traduce la vejez, y otros la enfermedad, algunos la guerra, otros la justicia; pero la mano de Dios está en cada traducción; y su mano ensamblará de nuevo todas nuestras hojas sueltas, en esa biblioteca en la que todos los libros estarán abiertos unos al lado de otros. Así, igual que las campanas que tocan a plegaría no llaman solamente al sacerdote sino a toda la congregación, también esas campanas nos llaman a todos, pero más a mí, a quien esta enfermedad conduce tan cerca de la puerta. Hubo un contencioso que llegó a ser proceso judicial (en el que tanto la piedad como el honor, tanto la religión como la opinión se mezclaron): saber qué orden religiosa debía tocar primero las oraciones del alba, y se decidió que tocarían primero las campanas de aquellos que se levantasen más temprano. Si entendemos bien la dignidad de esas campanas que tocan para nuestras oraciones vespertinas, seremos felices al hacerlas nuestras levantándonos temprano, con la esperanza de que sean tan nuestras como de aquél a quien en realidad pertenecen. Las campanas doblan verdaderamente por aquel que piensa que lo hacen por él, y a pesar de que se vuelvan a detener, desde el instante en que este hecho tiene un efecto sobre él, queda unido a Dios. ¿Quién no eleva los ojos al sol cuando se levanta? Pero ¿quién aparta la mirada de un cometa cuando aparece? ¿Quién no presta oídos a unas campanas que doblan por cualquier acontecimiento? Pero ¿quién puede apartarlos de las campanas que hacen que se vaya una parte de sí mismo fuera de este mundo?
   Ningún hombre es una isla, completa en sí misma; cada hombre es un pedazo del continente, una parte del todo; si el mar se lleva un trozo de tierra, Europa mengua, como si fuese un promontorio, como si fuese la casa solariega de tus amigos o la tuya. La muerte de cualquier hombre me disminuye, pues soy parte de la humanidad. Y, por lo tanto, nunca mandes a nadie preguntar por quién doblan las campanas, pues doblan por ti. Y no podemos llamarle a eso mendigar miseria o pedir miseria prestada, como si no fuésemos bastante miserables por nosotros mismos, y debiéramos tomar más de la casa de al lado, apropiándonos de la miseria de nuestros vecinos. En realidad, sería una codicia excusable si lo hiciéramos, pues la aflicción es un tesoro, y no hay hombre que tenga bastante. Ningún hombre tiene suficiente aflicción si no ha madurado y se ha perfeccionado gracias a ella, y preparado para Dios mediante esta aflicción. Si un hombre lleva un tesoro en lingotes o en monedas, pero no lo ha acuñado en moneda de uso corriente, su tesoro no le servirá durante sus viajes: la tribulación es un tesoro por su naturaleza, pero no es moneda de uso corriente que se pueda utilizar, solamente cuando por ella nos acercamos mucho a nuestro domicilio, el paraíso. Otro hombre puede estar también enfermo, y enfermo de muerte, y esta aflicción puede enterrarse en sus entrañas, como el oro en la mina, y no serle de ninguna utilidad; pero esas campanas que me hablan de su aflicción desentierran ese oro y me lo transmiten; considerando el peligro de otro, logro contemplar el mío, y así me protejo recurriendo a mi Dios, que es nuestra única protección.

LA NAVE DE LOS NECIOS, Sebastian Brant

0


SEBASTIAN BRANT, La nave de los necios, Akal, Madrid, 1998, 344 páginas.

**********
En la muy documentada Introducción (pp. 5-61) Antonio Regales Serna sostiene la originalidad de la obra del humanista alsaciano, a pesar de que «ninguno de los elementos fundamentales de La nave de los necios es nuevo: ni la figura del necio, ni el carro o la nave cargado de ellos, ni la sátira social, ni el verso dividido en cuatro partes». Reproduce las xilografías que ya contenía la edición de 1494, atribuidas, entre otros autores, a Durero. 
**********


DEL JACTARSE DE LA FELICIDAD

   Un necio es quien osa jactarse de que le sonríe mucho la fortuna y tiene suerte en todas las cosas: éste espera el rayo sobre el tejado. Pues la fortuna es un signo de la fugacidad de las cosas y una señal de que Dios se despreocupa del hombre, a quien no visita en todo momento. En el proverbio se dice comúnmente: «el amigo visita a menudo al otro». El padre reprende con frecuencia a su hijo, para que tenga temor y aprenda a obrar rectamente; el médico proporciona bebedizos ácidos y amargos, para que el enfermo cure tanto más pronto; el cirujano sonda y saja la herida, para que el enfermo sane en seguida, y pobre del enfermo si el médico pierde el valor y no amonesta ni dice: «esto no debería haberlo hecho el enfermo, y eso y aquello debería haberlo dejado»; sino que dice: «dadle en buena hora todo lo que quiera y le guste». A quien el diablo quiere engañar, le da felicidad y mucha riqueza. La paciencia es mejor en la pobreza que toda la felicidad, la riqueza y los bienes del mundo. De su felicidad nadie se jacte, pues, si Dios lo desea, se la arrebatará. Un necio es quien a menudo se lamenta: «¡Oh felicidad! ¿Por qué me abandonas? ¡Oh felicidad! ¿Qué me reprochas? ¡Dame lo suficiente para seguir sien do un necio más tiempo!» Por ello, nunca han existido necios más gran des que los que aquí siempre tuvieron felicidad.


 Quien piensa que nada le falta y que tiene la mejor felicidad el mundo, acaba recibiendo el mazo del cielo.

ACTRICES SECUNDARIAS, Purificación García Díaz

0


PURIFICACIÓN GARCÍA DÍAZ, Actrices secundarias, 2018, 128 páginas.

**********
POÉTICA DEL AGUA 

   A mi amiga no le gusta la lluvia. Dice que es como cuando lloras, lloras mucho, y parece que tus propias lágrimas te inundan. Pues igual. Dice que siente que el agua que cae sobre los cristales, la terraza, sus plantas, las aceras y la calle, lo va a inundar todo. Que siente como si se ahogara. Que mira a las alcantarillas y parece que se la van a tragar a ella también, junto con el agua, hasta el mar. 
   A mí me ocurre algo muy parecido a mi amiga cuando llueve y estoy sola. Cuando estoy sola hago como ella, cierro las persianas para no ver, para no oír el ruido del agua calle abajo. 
   Sin embargo, cuando llueve y estoy con él, el agua se lleva mis miedos. 
   Me abraza. Y el sonido de la lluvia es corno otra caricia. Es como oír a Priscilla Ahn. Rain. Siento como si el agua se llevara todo lo negro, lo desagradable, lo triste. Me deja limpia por dentro. Casi blanca. Con olor a jazmín. 
   Y es que no llueve igual cuando una está sola. Eso dice mi amiga. 

EL ARTE DEL INGENIO, Oscar Wilde

0


OSCAR WILDE, El arte del ingenio, Valdemar, Madrid, 2009, 228 páginas.

**********
Leemos en Wilde o el arte del ingenio: el efecto que causaba Wilde «nunca deja de ser la fascinación, la sorpresa, el desconcierto, el asombro, la diversión». El volumen, que recoge citas de sus obras, reproduce en La estulticia contra el genio: los juicios a Oscar Wilde (pp. 9-34) dos de los tres juicios a los que fue sometido.
**********

Todos nacemos dioses, y la mayoría de nosotros muere en el exilio, como casi todos los dioses.
***
La razón de que a todos nos guste pensar bien de los demás es que todos tenemos miedo de nosotros mismos. La base del optimismo es el puro temor.
***
Una idea que no sea peligrosa no merece recibir ese nombre.
***
Siempre hay algo ridículo en los sentimientos de las personas que uno ha dejado de amar.
***
Ningún hombre es lo bastante rico para recuperar su pasado.
***
Creer es muy aburrido; dudar, completamente obsesivo; estar alerta es vivir; adormecerse en la seguridad significa la muerte.
***
El único pecado que existe es la estupidez.
***
...Mentir, decir bellas falsedades: ese es el fin propio del Arte.

INFINITO EN LO COTIDIANO, Álvaro Ruiz de Mendarozqueta

0


ÁLVARO RUIZ DE MENDAROZQUETA, Infinito en lo cotidiano, Alción Editora, Córdoba, 2018.

**********
ASESINO EN SERIE

   La mejor manera que encontré para descargar la parte oscura que llevamos dentro, fue asesinando gente en los cuentos. Forjé cierta reputación y aparezco en antologías de la serie “Letra negra”. Incluyo algo de sadismo y toques eróticos —tan de moda—.
   Sin ir más lejos acabo de mutilar a la vecina de arriba que me tiene harto con sus tacos resonando a las seis de la mañana. Disfruté mucho relatando como la desmembré con el cuchillo grande que uso para el asado.
   Salgo de casa a comprar algo para festejar. En la vereda dos policías se me acercan; detrás de ellos, un empleado de la editorial me señala con el dedo. 

TRASPIÉS VOLUNTARIOS (CONSTRUCCIÓN O DERRIBO DE UNA CONDUCTA), Julio Jurado

0


JULIO JURADO, Traspiés voluntarios (construcción o derribo de una conducta), Adeshoras, Madrid, 2018, 140 páginas.

**********
CORRUPCIÓN EN LA GRANJA

   Un escritor vegano desaparece en una visita campestre. Las autoridades sospechan que fue confundido con un puñado de hortalizas. Los cerdos de la granja se mostraron en todo momento irrespetuosos con los medios informativos desplazados al lugar: «No vamos a hacer ninguna declaración al respecto. Confiamos plenamente en la Justicia». Mientras las protestas crecían tras la valla metálica, los cerdos volvieron a enfangarse con visible normalidad.

VIAJES Y VIAJEROS, Virginia Woolf

0


VIRGINIA WOOLF, Viajes y viajeros, Plaza y Janés, Barcelona, 2001, 204 páginas.

***********
Marta Pesarrodona en La otra Virginia Woolf recuerda que la obra de Woolf no gozó de una buena difusión en vida. Recoge este volumen ensayos dedicados al viaje.
***********

VIAJES POR ESPAÑA (1905)

   Antes de emprender un viaje, el tema de qué guía elegir surge por sí solo de forma natural. Lo que necesitas no es, en conjunto, algo sencillo y, aunque muchas manifiestan que van a suministrártelo, pocas encuentras, cuando se las pone a prueba, que lo consigan. Una Baedeker te asegura el hotel y el monto de la propina que se espera que des al camarero, pero nadie sospecha de una Baedeker que sea un crítico de arte. El asterisco con el que te dirige hacia el mejor cuadro y las alabanzas que señala que debes invertir, parecen una solución demasiado simple a las dificultades de la crítica. Aunque la consultes subrepticiamente, a menudo acabas dependiendo sólo de ella. Como generaciones de viajeros agradecidos pueden atestiguarlo, se trata de una necesidad, aunque apenas de un lujo. Nadie piensa en leerla por placer, porque quizá sea el más impersonal de los libros, e incluso a los turistas les gusta que los traten como a seres humanos. Proporciona datos en abundancia, pero espera que el lector saque sus propias conclusiones. Así, cuando el viajero acaba por escoger se encuentra con que las guías se dividen en dos clases, y ninguna de ellas le procura de forma total y compacta lo que él quiere. Libros de la clase que tenemos ante nosotros rechazan, si no desprecian, el nombre de guía. Cuando Sterne se inventó el título de «Viaje sentimental», no que creó un tipo de libro que parece ser más popular cuanto más viajamos y más sentimentales acabamos siendo. Su intención es procurar lo que Baedeker ignora; pero como su intención es más ambiciosa, así su éxito rara vez es tan completo. Los viajes sentimentales que lo consiguen se encuentran entre los libros más deliciosos de la lengua; Sterne lo consiguió, y también Borrow, y lord Dufferin, y Mr. Henry James. Pero la lista, si contamos a los rivales, no es muy larga. Los suyos son libros que podemos leer casi con el mismo placer en el país del que hablan que sentados a miles de kilómetros sin ninguna perspectiva de ver nunca tal lugar, excepto con la imaginación. Deben su éxito no sólo a la rareza de las cosas que vieron o a las aventuras con que toparon en el viaje, sino a su facultad de ver e interpretar esa visión para los otros. Un libro de semejantes características es tanto una guía de la mente del hombre que lo escribió como lo es de cualquier región determinada de la superficie de la tierra. Al mismo tiempo, se mantiene el equilibrio; no se permite que el sentimiento reemplace al hecho, aunque lo coloree profundamente. La Biblia en España, por ejemplo, es tanto un claro retrato de Borrow como de España, pero resultaría difícil decir dónde acaba España y dónde empieza Borrow. Una amalgama de esta guisa reclama un raro genio literario, y no es una dura crítica a los escritores que nos precedieron si decimos que el secreto no es suyo.
   El señor Thirlmere nos ofrece dos sustanciosos volúmenes de Letters of Catalonia, en los que hay considerablemente más información sobre el señor Thirlmere que sobre Cataluña. Deducimos que Cataluña es un lugar que, como muchos otros, posee crepúsculos y estrellas y mosquitos y catedrales. El senor Thirlmere tiene muchas cosas agradables que decir sobre todos estos temas, y dan lugar a reflexiones que nos llevan en muchas direcciones que no figuran en el mapa de España. El sentimiento es totalmente desproporcionado respecto del viaje. Sin embargo, es justo admitir que se nos advierte previamente de que se tratarán muchos temas, «tales como crepúsculos, el ingenio de los campesinos, Alemania, política, y así sucesivamente»; y cuando llega a la página ochocientas, el señor Thirlmere se sorprende ingenuamente al comprobar que raramente le ha parecido necesario aludir a Cataluña. En consecuencia, el libro consiste en una variada colección de meditaciones, datos y opiniones personales que esconden detrás de un velo movedizo cualquier posible perfil definitivo de Cataluña. El viajero aún precisará de su Murray, pero los dos grandes volúmenes, aunque no reclaman nada en especial de los viajeros, puede leerlos con agrado cualquiera a quien le guste la lectura ligera de carácter variado. El valor del libro aumenta gracias a muchas reproducciones excelentes de pinturas y fotografías de España, destacando en este aspecto los dibujos de Mr. Frank Brangwyn.
   El volumen de Mr. Somerset Maugham, The Land of the Blessed Virgin, es delgado y reticente. En él se escribe sobre Andalucía y, por decirlo de alguna manera, se hace una versión cuidadosa del país. El autor selecciona ciertas escenas que han quedado en su pensamiento como típicas e ilustrativas del país que tan bien conoce, y que no son necesariamente las que prescribe una guía. En su obra también prepondera el elemento personal: en más de un caso se contenta con dejar que surja una impresión, como una relación permanente que fue coloreada por hechos de significado puramente personal. Pero posee un dominio total de su pluma, y aquí y allí consigue imágenes que son auténticas en sí mismas y, no obstante, sólo podía haberlas visto una persona. «¡Ay, las cosas bonitas que yo he visto y que otros hombres no han visto!», exclama, y tiene un sincero deseo de encontrar la palabra justa para la belleza que él sinceramente quiere y que, en consecuencia, le interesa más que toda peculiaridad del individuo que la observa. Por lo tanto, su libro, aun cuando el deseo esté más allá del poder de satisfacerlo, es valioso tanto para el viajero como para el lector que sigue en la butaca de su estudio.

TRAS LAS LETRAS, Antonio Rubio

0


ANTONIO RUBIO, Tras las letras, Oxford, Barcelona, 2010, 124 páginas.

***********
Cada uno de los veintiocho relatos está ilustrado por Leticia Ruifernández.
***********
LL DE LLAVE

   Aquella llave era muy pequeña.  Servía para abrir una caja. Una caja de tesoros.
   Aquella llave estaba muy orgullosa de ser la llave de un tesoro.
   Otras llaves servían para abrir una puerta, o un armario, o una maleta, pero no una caja de tesoros.
   Todas estaban colgadas en un llavero a la entrada de la casa.
   Cada día, los mayores de la casa usaban aquellas llaves. Usaban todas menos la llave del tesoro
  Aquella llave era del niño de la casa. Y la utilizaba de vez en cuando para comprobar que sus tesoros seguían dentro de la caja.
   Cuando el pequeño comprobaba que en la caja estaban su sacapuntas de metal, su moneda de 10 céntimos y su chicle de fresa, volvía a cerrarla.
   Y, muy tranquilo, colocaba otra vez la llave en el llavero. 

ARS FRAGMINIS, José María Piñeiro

0


JOSÉ MARÍA PIÑEIRO, Ars fragminis, Celesta, Madrid, 2015, 118 páginas.
**********
Si la fugacidad es hermosa, quizás no haya una segunda parte de esta vida.
***
Comprender lo elemental de una cosa produce el efecto de una revelación.
***
El mundo es la versión que hagamos de él.
***
Hay que construir, idear, remontar la incesante inercia.
***
Hoy eres indefinidamente tú.
***
Mientras vemos una película, ¿qué sucede con el resto del universo?
***
Algunas tardes, las cosas adoptan un plácido aspecto milenario.
***
Irremediablemente, la rosa es una repetición,

CAPULLO DE CRISÁLIDA, César Klauer

0


CÉSAR KLAUER, Capullo de crisálida, Micrópolis, Lima, 2018.
**********

 CAPULLO DE CRISÁLIDA

   En un bar sin nombre, tuve una conversación sobre la muerte con un personaje brumoso salido de la nada. Tenía la mirada llena de cicatrices y en su voz flotaban los restos de un naufragio.
Sentí que habitaba en una realidad donde todo era vértigo, que lo que teníamos para intercambiar era tiempo, donde las palabras iban y venían como bofetadas.
   Poco a poco nos deslizamos en los efluvios vaporosos del alcohol. Caímos en su torrente y no supimos cómo salir. En eso, los sonidos del ambiente fueron apartándose: sólo quedó su voz descascarada en medio de un silencio sin remordimiento.
   Entonces se detuvo y me observó con extrañeza. Se dio cuenta que no sabía quién era yo. Ni él.
   Lo vi salir con la alegría consumida y diluirse en el pliegue sin fin de la noche. Su rostro era el de quien ha extraviado algo y no sabe dónde empezar a buscarlo.
   Quedé pensativo, aferrado  a un vaso húmedo, como si la vida estuviera por comenzar otra vez.
   Mientras tanto, las mariposas del llanto asomaban y la realidad iba envolviéndome como el capullo de una crisálida.

ESCRITOS BREVES (DESDE EL BORDE), Armando Páez

0



ARMANDO PÁEZ, Escritos breves (desde el borde), Eón, Ciudad de México, 2007, 150 páginas.
**********

JAZZ

   El negro alrededor de los ojos. El azul en los párpados. El carmín en los labios. El cepillo por el suave cabello que esconde su color ante el brillo producido por la luz. Perfume. El vestido blanco para resaltar el color de su piel. El collar y los aretes plateados que guarda para ocasiones especiales, como ésta. La sonrisa siempre ha estado. El taxi espera. Revisa el bolso. Una última visita al espejo. Eres bella, le dirá. Se sonrojará. Y tú muy apuesto, contestará dándole un beso en la mejilla. Ocuparan una de las mesas cerca del piano. Pedirán pan, queso y una pequeña botella de vino. Compartirán parte de su pasado, de su presente, de su futuro, algo de sí mismos. Se mirarán a los ojos, otra vez. Irá al tocador, él ajustará su corbata. Volverán a mirarse a los ojos. Querrá tocarlo, no lo hará. Tampoco externarán sus más secretos pensamientos. Guardarán las caricias para otra ocasión. Escucharán el piano, a los dos les gusta el piano, se conocieron en un recital. A las 22:30 se despedirá, tiene que estar temprano en casa. Un regalo. Otro beso en la mejilla. A las 7:00 despertará y observará la rosa que colocó en el florero antes de dormir, como hace 47 años. Él la besará en el hombro, como hace 46, dejará la cama y pondrá otro disco, de jazz. 

RETABLO DE QUIMERAS, Luis Bernardo Pérez

0


LUIS BERNARDO PÉREZ, Retablo de quimeras, Ficticia, Ciudad de México, 2002, 96 páginas.

**********
SIRENAS

   Como es bien sabido, hay en todos los puertos del mundo por lo menos una taberna en la que, a cambio de un vaso de vino o de algunas monedas, algún viejo marinero relata sus largas travesías y sus amores breves e intensos con las sirenas. ¿Habrá bajo el mar lugares donde las viejas sirenas narren sus antiguos amores con los marineros?

LA MUERTE DE LA POLILLA Y OTROS ESCRITOS, Virginia Woolf

0


VIRGINIA WOOLF, La muerte de la polilla y otros escritos, Capitán Swing, Madrid, 2010, 272 páginas.
**********
En la Presentación (pp. 11-25) Gloria Fortún destaca de estos escritos de Woolf una minuciosidad «no reñida con cierto tono conversacional que otorga a los textos la inmediatez de una charla durante una cena entre amigos».
**********


LA MUERTE DE LA POLILLA

   Las polillas que vuelan durante el día no deben ser denominadas polillas; no suscitan esa placentera sensación de las oscuras noches de otoño y de hiedra en flor que la mariposa nocturna más común, dormida a la sombra de una cortina, nunca deja de despertar en nosotros. Son criaturas híbridas, ni alegres como las mariposas ni sombrías como las de su propia especie. No obstante, el espécimen actual, con sus alas estrechas de color paja, ribeteadas con una borla del mismo color, parecía estar satisfecha con la vida. Era una mañana agradable, de mediados de septiembre, templada, benigna, aunque con una brisa más intensa que la que sopla en los meses de verano. El arado ya surcaba el campo que se extendía delante de la ventana, y por donde había pasado la reja la tierra estaba llana y brillaba con la humedad. Destilaban tanta energía los campos y la colina que se elevaba más allá que resultaba difícil mantener la vista fija en el libro. Los grajos también celebraban una de sus festividades anuales; volaban alrededor de las copas de los árboles, hasta que llegó un momento en que dio la impresión de que había sido arrojada al aire una inmensa red con miles de nudos negros; ésta, pasados unos instantes, descendió lentamente sobre los árboles hasta que todas las ramitas parecieron tener un nudo en su extremo. Entonces, de pronto, la red volvió a ser arrojada al aire en un círculo más amplio esta vez, con el mayor clamor y vocerío, como si ser arrojada al aire y depositarse despacio sobre las copas de los árboles fuera una experiencia sumamente apasionante.
   El mismo vigor que inspiraba a los grajos, a los labradores, a los caballos e incluso, por lo que parece, a las suaves colinas desnudas, hacía que la polilla revoloteara de un lado a otro de su cuadrado de cristal de la ventana. Una no podía evitar observarla. Una era, de hecho, consciente de tener un extraño sentimiento de lástima por ella. Las posibilidades de obtener placer parecían esa mañana tan enormes y tan variadas que desempeñar tan sólo el papel de una polilla en la vida, y de una polilla diurna además, parecían un destino duro, y el entusiasmo con que aprovechaba sus escasas oportunidades al máximo, patético. Voló enérgicamente a un rincón de su compartimento, y después de esperar allí un segundo, se desplazó hacia el otro. ¿Qué le quedaba sino volar hacia un tercer rincón y después hacia un cuarto? Esto era lo único que podía hacer, a pesar del tamaño de las colinas, la anchura del cielo, el humo lejano de las casas y la romántica voz que, de vez en cuando, emitía un barco de vapor mar adentro. Lo que podía hacer lo hacía. Observándola, se diría que una fibra muy fina pero pura, con la enorme energía del mundo había sido introducida en ese cuerpo frágil y diminuto. Con la misma asiduidad con la que cruzaba el cristal, me imaginaba que un hilo de luz vital se hacía visible. Ella era apenas o solamente vida.
   Sin embargo, por ser una forma tan pequeña y sencilla de la energía que se deslizaba por la ventana abierta y se abría paso a través de muchos pasillos estrechos e intrincados de mi propio cerebro y de los de otros seres humanos, había algo maravilloso así como patético en ella. Era como si alguien hubiera tomado un abalorio diminuto de pura vida y, engalanándolo del modo más ligero posible de vello y plumas, lo hubiera puesto a bailar y a zigzaguear para mostrarnos la verdadera naturaleza de la vida. Presentada así, era imposible dejar de maravillarse ante su rareza. Se tiene tendencia a olvidarlo todo sobre la vida, viéndola encorvada, dominada, adornada e impedida de modo que debe moverse con la mayor circunspección y dignidad. De nuevo, la idea de todo lo que esa vida habría podido ser si hubiera nacido con cualquier otra forma nos hacía ver sus sencillas actividades con una especie de lástima.
   Al cabo de un tiempo, cansada de su baile al parecer, se posó sobre el alféizar de la ventana, al sol, y al estar ese curioso espectáculo a punto de terminar, me olvidé de ella. Luego, al levantar la vista, me llamó la atención. Trataba de reanudar su baile, pero parecía tan rígida o bien tan torpe que tan sólo pudo aletear hasta la base del cristal; y al intentar cruzarlo de un vuelo, fracasó. Concentrada en otras cuestiones, observé esos intentos fútiles durante un rato sin pensar, esperando de forma inconsciente a que la polilla reanudara su vuelo, tal como se espera que una máquina que se ha parado por un momento arranque de nuevo sin considerar la razón del fallo. Después de quizá siete intentos, resbaló del alféizar de madera y cayó, aleteando, de espaldas sobre la repisa de la ventana. El desamparo de su actitud me conmovió. Se me ocurrió de repente que estaba en apuros, que ya no podía levantarse, que sus patas luchaban en vano. Pero cuando le acerqué un lápiz con la intención de ayudarla a enderezarse, me dio la sensación de que ese fracaso y esa torpeza eran la proximidad de la muerte. Volví a dejar el lápiz.
   Las patas se agitaron una vez más. Miré como si buscara al enemigo contra el que la polilla luchaba. Miré hacia el exterior. ¿Qué había ocurrido allí? Es de suponer que era mediodía y toda labor había cesado en los campos. La calma y el silencio habían sustituido la animación anterior. Los pájaros se habían alejado para alimentarse en los arroyos. Los caballos estaban inmóviles. Sin embargo, el poder estaba ahí de todas formas, concentrado fuera, indiferente, impersonal, sin prestar atención a nada en particular. De algún modo se oponía a la pequeña polilla de color paja. Era inútil intentar hacer algo. No quedaba sino observar los esfuerzos extraordinarios que realizaban esas patas diminutas contra una muerte cercana que podía, de haber querido, sumergir una ciudad entera, y no simplemente una ciudad, sino masas de seres humanos; nada, lo sabía, tenía oportunidad alguna contra la muerte. No obstante, tras una pausa por agotamiento, las patas volvieron a estremecerse. Fue soberbia esta última protesta, y tan desesperada que la polilla consiguió al fin enderezarse. Nuestras simpatías, por supuesto, estaban todas con la vida. Además, al no haber nadie que se preocupara o se interesara, este esfuerzo gigantesco que realizaba una pequeña polilla insignificante en contra de un poder de tal magnitud, a fin de conservar lo que nadie más valoraba ni deseaba, conmovía de un modo extraño. De nuevo, de algún modo, veíamos vida, un simple abalorio. Levanté el lápiz una vez más, aun sabiendo que no serviría para nada. Pero en el mismo momento en que lo hacía, se manifestaron las señales inequívocas de la muerte. El cuerpo se relajó y, al cabo de un instante, se quedó rígido. La lucha había terminado. Aquella pequeña criatura insignificante conocía ya la muerte. Mientras miraba la polilla muerta, me llenó de asombro este mínimo triunfo a medias de una fuerza tan grande en oposición a un contrincante tan miserable. Del mismo modo que la existencia había sido extraña unos minutos antes, igual de extraña era en este momento la muerte. La polilla, habiéndose enderezado, yacía en este momento en una serenidad de lo más decente y resignada. Ah sí, parecía decir, la muerte es más fuerte que yo.