FÁBULAS SALVAJES, Marcelo Birmajer
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MARCELO BIRMAJER, Fábulas salvajes, Santillana, Buenos Aires, 2016 (1996), 72 páginas.
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LA PACIENCIA
Según los hombres, la virtud del elefante es ser paciente. Estaban un día juntos el elefante y la jirafa, recostados en la tierra, rodeado de árboles frutales, a pocos paso de un río, tomando el sol. Los intensos rayos de Febo y el espeso calor hicieron decir a la jirafa: —Estoy muerta de sed. Acompáñame al río.
—Qué impaciente has resultado —respondió el elefante—. Espera que el río venga a nosotros.
Pero como no había bifurcación alguna que les trajera el río, la jirafa se acercó solo hasta el cauce y bebió. Por la tarde, el cielo se encapotó y llovió torrencialmente. El río se desbordó y el agua le llegó al elefante. Unas horas después, la jirafa dijo: —Ya hemos saciado la sed. Ahora tengo hambre, y creo que tú también. Incorporémonos y comamos los frutos de los árboles.
—No te sabía tan impaciente —dijo el elefante—. Deja que los frutos vengan a nosotros.
Pero como ningún viento azotaba a los árboles, la jirafa se incorporó, estiró un poco el cuello y comió. Unos minutos después, un ananá maduro y henchido se desprendió de la rama, atravesó un peral en la caída, soltando algunos frutos, y explotó en el piso. Todo aterrizó a la trompa del elefante.
Esa noche, cuando después de hacer la digestión se disponían a dormir, apareció la Muerte. Fosforescentes, la calavera y la guadaña brillaban en la oscuridad. El elefante se alzó en sus pesadas patas y salió corriendo con ligereza impropia de un ser tan gigantesco. La jirafa, creyendo haber aprendido y estar superando a su maestro, se quedó sentada, sin mover ni un músculo mientras la muerte se le acercaba.
—¡Pobre jirafa! —exclamó el elefante internándose en la selva—. ¡Tan impaciente por todo, incluso por morir!
Bello.