PENITENCIA Y REHABILITACIÓN, Maximiliano de Habsburgo
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MAXIMILIANO DE HABSBURGO, Penitencia y rehabilitación [Aforismos], Renacimiento, Sevilla, 2016, 108 páginas.
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Las palabras de Alfonso Reyes en Maximiliano descubre el colibrí (pp. 7-17), datadas en 1936, no sólo suponen un recorrido por la bibliografía del emperador mexicano previa a su llegada a América, sino que, con la sugerencia paradigmática de un prólogo, muestran su fascinación por aquello que el propio vienés describe como "una vibración incesante, un zumbido, una oscilación mil veces repetida. Se diría un pensamiento atrapado al vuelo y encerrado en una palpitación de alas, flotante y suspensa en el espacio." El epílogo de Javier Perucho (El Ateneo, hogar de las musas menores, pp. 73-95), también responsable de esta cuidada edición, tiende ese puente necesario entre los pensamientos de Maximiliano de Habsburgo y la práctica explícita del aforismo en México; así, se detiene en establecer las fronteras genéricas que permiten distanciarlo del microrrelato, ya que los integrantes del Ateneo, con el mencionado Reyes y Julio Torri a la cabeza, "embalaron en un solo y mismo cajón las más variadas expresiones narrativas de carácter menudo". Una Bibliografía selecta (pp. 97-100) pone el broche a un volumen que funciona tanto como gema literaria como verdadero manual del aforismo mexicano.
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La vida no es más que un olvido perpetuo.
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El miedo y la ambición son los motores de la rueda del mundo.
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El que no teme a la muerte, ha progresado mucho en el arte de vivir.
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El que siembra odios, cosecha lágrimas.
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Los libros son el alimento del alma, pero por eso con ellos se pueden producir indigestiones morales.
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La tenacidad es la gran palanca de la ambición.
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Tarda más el cuerpo en descomponerse, que la memoria del muerto en borrarse.
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Por desgracia en el arte, domina más la moda que los principios.
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En la soledad es donde el alma alcanza pensamientos sublimes.
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El rasgo distintivo de la fatuidad, es referir a sí mismo las cosas más remotas y más extrañas, y persuadirse de que es el centro de todas ellas.
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¡Cuántos deben su reputación de hombres de talento a una serie de felices casualidades!
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Las naciones viejas padecen la enfermedad de los recuerdos.
Gracias por compartir, su tiempo de lectura y ponderación.
Un abrazo,
JP