EL DEDO Y LA LUNA, Alejandro Jodorowsky
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ALEJANDRO JODOROWSKY, El dedo y la luna, Ediciones Obelisco, Barcelona, 2003, 142 páginas.
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En el Prólogo (pp. 7-8) de este volumen subtitulado Cuentos zen, Haikus y Koans, Jodorowsky confiesa: "mis interpretaciones de las historias y de los koans nacen de mi encuentro con este maestro tan grande como humilde", Ejo Takata.
EL INFIERNO Y EL PARAÍSO
Un samurái le pidió a un maestro que le explicara la diferencia entre cielo e infierno. Sin responderle, el maestro se puso a dirigirle gran cantidad de insultos. Furioso, el samurái desenvainó su sable para decapitarle.
—He aquí el infierno —dijo el maestro antes de que el samurái pasara a la acción. El guerrero, impresionado por estas palabras, se calmó al instante y volvió a enfundar el sable.
Al hacer este último gesto, el maestro añadió:
—He aquí el cielo.
Al entrar en determinados estados, nos creamos nuestro propio infierno, así como al entrar en otros estados nos creamos nuestro propio paraíso. El infierno y el paraíso dependen de nosotros.
***
EL INFINITO
Cuando el pez está en el océano, el océano es infinito.
Cuando el pájaro está en el cielo, el cielo es infinito.
El pájaro y el pez deben estar en el elemento que les corresponde para que éste sea infinito: el pájaro, en el agua, se ahoga y el pez, en el aire, se asfixia.
***
Es preciso que abandone el deseo de conservar mi vida y también que abandone la idea de no conservarla. Sólo hay que vivir. Es la violeta lo que es importante, no mi deseo de utilizarla. Hay que vivir en el mundo sin deseo de utilizarlo, estar alegre con uno mismo como la violeta, la modesta violeta.
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EL INFIERNO Y EL PARAÍSO
Un samurái le pidió a un maestro que le explicara la diferencia entre cielo e infierno. Sin responderle, el maestro se puso a dirigirle gran cantidad de insultos. Furioso, el samurái desenvainó su sable para decapitarle.
—He aquí el infierno —dijo el maestro antes de que el samurái pasara a la acción. El guerrero, impresionado por estas palabras, se calmó al instante y volvió a enfundar el sable.
Al hacer este último gesto, el maestro añadió:
—He aquí el cielo.
Al entrar en determinados estados, nos creamos nuestro propio infierno, así como al entrar en otros estados nos creamos nuestro propio paraíso. El infierno y el paraíso dependen de nosotros.
***
EL INFINITO
Cuando el pez está en el océano, el océano es infinito.
Cuando el pájaro está en el cielo, el cielo es infinito.
El pájaro y el pez deben estar en el elemento que les corresponde para que éste sea infinito: el pájaro, en el agua, se ahoga y el pez, en el aire, se asfixia.
***
Cogerla, ¡qué lástima!
Dejarla, ¡qué lástima!
¡Ah, esta violeta!
Es preciso que abandone el deseo de conservar mi vida y también que abandone la idea de no conservarla. Sólo hay que vivir. Es la violeta lo que es importante, no mi deseo de utilizarla. Hay que vivir en el mundo sin deseo de utilizarlo, estar alegre con uno mismo como la violeta, la modesta violeta.
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