EL ARROYO DE LA LLORONA Y OTROS CUENTOS, Sandra Cisneros

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SANDRA CISNEROS, El arroyo de la llorona y otros cuentos, Vintage, Nueva York, 1996

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Liliana Valenzuela traduce al español estos cuentos publicados en Estados Unidos.
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EL HOMBRE MARLBORO

   Se llamaba Durango. No en la vida real. No me acuerdo de su verdadero nombre, pero ya me vendrá a la mente. Lo tengo en la libreta de teléfonos, en mi casa. Mi amiga Romelia vivía antes con él. Hasta la conoces. La muy bonita, la de los labiototes, que vino a la mesa en el Beauregard’s mientras tocaban los Number Two Dinners.
   ¿La de cola de caballo?
   No. Su amiga. Bueno, pues resulta que vivió con él un año, aunque ya estaba muy viejo para ella.
   ¿De veras? Pero yo creí que el hombre Marlboro era gay.
   ¿Gay? Romelia nunca me dijo eso.
   Sí. Estoy segurísima. Me acuerdo porque le traía unas ganas locas y un día que veo un anuncio para 60 Minutos, ¿no? PROGRAMA ESPECIAL. ¡ESTA NOCHE! EL HOMBRE MARLBORO. Me acuerdo que pensé, Chinelas, no me lo puedo perder.
   Tal vez Romelia sí me lo insinuó y yo ni me di cuenta.
   ¿Cómo se llama? El tipo de 60 Minutos.
   ¿Andy Rooney?
   Andy Rooney no, ¡girlfriend! El otro tipo. El que siempre se ve triste.
   Dan Rather.
   Ándale, él. Dan Rather lo entrevistó para 60 Minutos. Ya sabes, “Qué fue del hombre Marlboro” y toda esa mierda. Dan Rather lo entrevistó. El hombre Marlboro estaba trabajando como voluntario en una clínica para el SIDA y hasta murió de eso.
   No, cállate. Murió de cáncer. Demasiados cigarros, yo creo.
   ¿Estamos hablando del mismo hombre Marlboro?
   Él y Romelia vivían en un terreno fabuloso en las lomas, cerca de Fredericksburg. Una casa preciosa sobre un acantilado, junto a unos ranchos ganaderos. Haz de cuenta que estabas a millas de la civilización, entre venados y guajolotes silvestres y correcaminos y halcones y todo eso, pero estaba a sólo diez minutos en carro de la ciudad. Hicieron un party un Cuatro de Julio e invitaron a todas las personalidades. Willie Nelson, Esteban Jordán, Augie Meyers, toda esa gente.
   No me digas.
   Tenía la costumbre de quitarse la ropa en público. Me lo encontré una vez en el Liberty y traía puesto un traje exquisito. Como los de la revista GQ, ¿ya sabes, no? Très élégant. Bueno, le hice la seña a Romelia, como diciendo que luego iba a acercarme al bar y saludarla. Pero para cuando llegué a mi pay de nuez, él ya iba a salir a la calle sin más ropa que una servilleta de papel. Te juro que era algo serio.
   ¡Hijo Jesú! Me estás matando. Yo antes soñaba que iba a ser el padre de mis hijos.
   Bueno, sí. Eso si estamos hablando del mismo hombre Marlboro. Ha habido docenas de hombres Marlboro. Así como ha habido docenas de Lassies, docenas de ballenas Shamú y docenas de Ralph, el Puerquito Nadador. Bueno, ¿pues qué piensas, girlfriend? Tantos anuncios. ¡Tantos años!
   ¿Tenía bigote?
   Sí.
   ¿Y había tenido papeles insignificantes en las películas del oeste de Clint Eastwood?
   Creo que sí. Por lo menos actuó en unos anuncios del banco Wells Fargo, que yo sepa.
   ¿Y era del norte de California, tenía un hermano menor medio retrasado mental y había hecho algunas películas pornográficas antes de que los de Marlboro lo descubrieran?
   Bueno, yo sólo sé que se llamaba Durango. Y que tenía un rancho en las lomas que había sido antes de Lady Bird Johnson. Y que él y unos amigos del grupo los Texas Tornadoes perdieron un montón de lana al invertir en un estudio de grabación que se suponía iba a tener treinta y seis pistas en lugar de las típicas dieciséis, o algo así. Y le dio mucha lata a Romelia, siempre detrás de cualquier fulanita y…
   Pero Dan Rather dijo que aquél era el hombre Marlboro original.
  El original, ¿eh?… Bueno, a la mejor del que te estoy hablando, el que vivió con Romelia, no era el hombre Marlboro de verdad.… Pero que estaba viejo.

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