EL SEMBRADOR DE ORO Y OTROS CUENTOS DEL TIBET, Iñaki Preciado
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IÑAKI PRECIADO, El sembrador de oro y otros cuentos del Tíbet, Oberon, Madrid, 2004, 272 páginas.
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En la Introducción (pp. 11-14), Iñaki Preciado, editor y antólogo, apunta que la literatura tibetana "comienza en el siglo VII, luego de la creación de la escritura tibetana". De una producción tan extensa (mitos y leyendas históricas y populares), Preciado recrea una muestra significativa a la que acompañan con notas esclarecedoras.
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EL LEÓN QUE CARGÓ CON UN ELEFANTE
En otro tiempo, había un zorro que siempre iba tras un león. Lo hacía por saciar el hambre con los despojos que aquél dejaba tras devorar a sus presas. Un día, el león mató a un elefante, y dijo al zorro:
—¡Eh, tú! Carga con este elefante; si no haces lo que te digo, no volverás jamás a comer carne.
Entonces el zorro dijo entre sí: «Es imposible, yo no puedo cargar con el cadáver de un elefante; mas, si no lo hago, ¿cómo voy a comer carne?» Así que, hablando con mucho respeto, dijo al león:
—Señor león, puedo llevar el cadáver del elefante, pero hay dos cosas que no puedo hacer al mismo tiempo, por lo que os ruego, señor, tengáis a bien ayudarme.
—¿Qué dos cosas? —preguntó el león.
—En este mundo hay una norma que todos respetan y observan, a saber, que cuando un animal importante lleva a cuestas una pesada carga, otro animal debe ir detrás marcándole el ritmo con un canto de ánimo. Así que si yo cargo con el elefante alguien ha de venir detrás marcándome el ritmo, pues las dos cosas no puedo hacerlas a la vez.
Oyendo lo cual, dijo para sí el león: «¿Cómo puedo yo, que soy rey de los animales, ir detrás de este vulgar zorro, cantando para marcarle el ritmo? Prefiero ser yo el que cargue con el elefante y que sea él el que me cante y anime».
Así que al final, el león caminó delante llevando el elefante a cuestas, mientras detrás le seguía el zorro, cantando, pero también aguantando la risa que casi le hacía reventar.
El estúpido, como hace las cosas sin saber,
Acaba siendo esclavo del más débil.
Ved, si no, al zorro: debía llevar un gran peso,
Que al final es el león el que lo carga.
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