VIDAS POST-IT, Iolanda Zúñiga

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IOLANDA ZÚÑIGA, Vidas Post-it, Pulp Books, Cangas do Morrazo, 2011 (2007), 136 páginas.

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...PRESTISSIMO...

   La punkie de Patri se fue a vivir con el indie de Ramón. Se disputan el equipo de música para poner esos singles de coleccionistas traídos de Piccadilly St. Sex Pistols y Ramones mientras la tortilla de patata con champiñones se queda cruda por el medio, que es como le gusta a Patri, con el huevo resbalando por la comisura izquierda de los labios hendidos por el frío al lado del río Lérez, donde anda en busca de insectos para el instituto de investigaciones biológicas de la ciudad. Y eso que Ramón siempre le dice que no se olvide la barra de cacao Neutrógena que vende en la farmacia en la que él trabaja, que es de su abuela, que vota al PP y hace encaje de bolillos por no levantar la mirada y descubrir que, en efecto, su marido está liado con la chica de la herboristería de la misma calle. The Clash y Los Planetas mientras centrifuga la lavadora, que aún se tambalea por no calzarla con un libro, y el despertador avisa de que son las ocho de la mañana y no de la tarde del viernes. Antes de abrir la farmacia, Ramón hace fitness, spinning, stepping y llega very tired al trabajo que, como total es de la familia, que trabajen ios empleados que no son nietos de la empresaria. Pero este enredo a lo Falcon Crest no le va nada a la punkie de Patri, que siempre insta a Ramón a que deje el negocio y la herencia futura del piso en la calle Juan Flórez, que se compre una furgoneta con varias vidas en el dibujo desdibujado del neumático y se aventuren unos cientos de kilómetros. A Patri comienzan a pesarle los stocks de su vida: rutina, apariencia y comida con sus suegros en la casa del jardín octogonal. Y Ramón no canaliza que su niña se conforme con una vida de cíngaros, vida de mercado ambulante, sin productos bío, mesoterapia de balneario y suelas Devor-Olor.
   La camiseta negra de Sonic Youth del indie de Ramón destiñó en la lavadora sobre ios pantalones rojos a cuadros escoceses de la punkie de Patri, que se trajo a los trece años de Amsterdam. Y, mientras Ramón ya tiene su cita ineludible e hiperprogramada en Benicassim, Patri siente que la vida se le arruina, se le destiñe. Pero contentará a Ramón e irá, en tono pop, a acampar, cerca de los escenarios, esperando el resurgir de un post-punk que la lleve por festivales, como aquel en el que se conocieron, a pie de escenario, de pie.
   El otro día me encontré con ella saliendo de una tienda de moda en serie y me enseñó falda por la rodilla, blusa sobria, medias opacas y zapato bajo abierto. Se lo probó, para que le diese mi opinión, y le sentaba bien, pero no la reconocía y así se lo dije. Haciéndole caso al sedentarismo de Ramón, y oídos sordos a sus aspiraciones, había decidido quedarse en tierra. La familia política le había conseguido trabajo en una agencia de viajes muy moderna, de ordenadores con pantalla plana y teclado táctil revolucionario. Resignación virtual. No conseguí alertarla. No conseguí desengañarla, no conseguí decirle que... los teclados táctiles salen malos y apenas tienen garantía.

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