LA MEDIDA DEL HOMBRE, Petrarca

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PETRARCA, La medida del hombre, Península, Barcelona, 1999, 192 páginas.

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En la Presentación (pp. 11-15) a estos Remedios contra la buena y la mala suerte José María Micó señala que Petrarca «completa y supera» el modelo de Séneca «con una concienzuda voluntad enciclopédica y una inextinguible capacidad de contemplación de la fortuna y sus efectos».
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LXXXVI 

EL INSOMNIO

   Dolor. No puedo dormir.
   Razón. Vela y diviértete: se te ha aumentado el tiempo de la vida. ¿Qué diferencia hay entre el sueño y la muerte, salvo que el uno es temporal y la otra perpetua? De modo que puede decirse que el sueño es una muerte breve, y la muerte un sueño largo o eterno.
   Dolor. He perdido el sueño.
   Razón. No podrás recuperarlo por la fuerza, sino con halagos. Si lo fuerzas no conseguirás nada. Prueba otro modo: descansa la cabeza, pon tu mente en cosas triviales y el sueño llegará sin que te des cuenta, porque se introduce con prontitud en las almas desocupadas y en los cuerpos cansados.
   Dolor. A menudo se interrumpe mi sueño.
   Razón. Haz lo que César Augusto acostumbraba a hacer: busca a quien te lea o te cuente algún cuento y repararás tu sueño. Y si son asuntos muy graves los que lo rompen, déjalos a un lado y volverás a dormir; en ellos pensaba Virgilio cuando dijo que las preocupaciones rompen los sueños más saludables.
   Dolor. He perdido el reposo en el sueño.
   Razón. También has perdido el espanto de los sueños y los terrores de la noche. Aristóteles dijo, y será verdad, que las fantasías son buenas en el sueño del sabio. Sin embargo, tanto aquel hombre, grande en ingenio y en poder, como el otro, excelente en santidad y en paciencia (de los cuales he hablado hace poco), sufrieron grandes enojos a causa de sus sueños. Cada cual sabe lo que puede padecer y tiene a su cama por testigo de las visiones, burlas y terrores de los sueños. Según está escrito, el primero de los que acabo de mencionar pasó sus últimos tiempos aterrorizado por los sueños, y al segundo, entre los muchos enojos de su vida, lo atormentaban mientras dormía las pesadillas y las visiones.
   Dolor. Duermo menos de lo que solía.
   Razón. Entonces vives más de lo que solías, pues si, como dicen los sabios, el sueño es muerte, velar será vivir.
   Dolor. La enfermedad me ha quitado el sueño.
   Razón. Sanarás y lo recuperarás.
   Dolor. El amor ha expulsado mi sueño.
  Razón. Has dicho dos veces lo mismo. El amor es una enfermedad; es la mayor de todas las enfermedades.
   Dolor. El miedo me ha quitado el sueño.
   Razón. La seguridad lo resucitará.
   Dolor. La vejez me ha quitado el sueño.
   Razón. La muerte, su vecina, te lo devolverá.

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