EL ARTE JOVIAL, Emilio López Medina

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EMILIO LÓPEZ MEDINA, El arte jovial, Libros al Albur, Sevilla, 2018, 80 páginas.
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Un buen aforismo es aquel que hace reír a los inocentes y deja serios a los filósofos.
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Es curioso: los escritos (como las acciones) del enemigo siempre parecen más inteligentes que los del amigo. Debe de ser la reducción a un caso particular de aquel principio de que nadie es profeta en su tierra.
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Hay dos tipos de literatura: la que se lee para olvidar y la que se lee para conocer y recordar lo que somos. En consecuencia, existen dos tipos, no ya de lectores, sino previamente de personas.
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La Filosofía se pregunta qué es el hombre. La Literatura dice quién es.
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Un teólogo ve fantasmas en las cosas, un filósofo en los conceptos, y un literato en las palabras.
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La obra de arte emociona; la obra genial, además, conmociona.
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Un buen escritor es aquel que describe una nueva variedad de agonía.
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El humor es la alegría sin movimiento. La risa es el movimiento de la alegría.
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Lo que hay de conmovedor en la persona fantasiosa es que sea él mismo algo real.
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El aforismo es la filosofía que no quiere renunciar a ser arte.

AQUELLA ORILLA NUESTRA, Elvira Sastre

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ELVIRA SASTRE, Aquella orilla nuestra, Alfaguara, Barcelona, 2018, 176 páginas.

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Emba ilustra estos poemas breves o aforismos líricos.
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Olvidar es construir un recuerdo sobre lo ya vivido.


MUEVO MI SOMBRA, Ozaki Hoosai

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OZAKI HOOSAI, Muevo mi sombra (Haikus escogidos), Hiperión, Madrid, 2018, 112 páginas.
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Pocas sombras serían posibles en un libro que, presentado en edición bilingüe (traducción de Teresa Herrero), reúne una selección de los sugerentes haikus en verso libre del monje Ozaki Hoosai en compañía de los calikanjigramas de Noni Lazaga.

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海が明け居り窓一つ開かれたり

umi ga akeori mado hitotsu akaretari

El mar se ha vuelto luz;
habrán abierto una ventana.

EPIGRAMAS VENECIANOS, Johann Wolfgang von Goethe

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JOHANN WOLFGANG VON GOETHE, Epigramas venecianos. Venezianische Epigramme, Hiperión, Madrid, 2008, 144 páginas. Versión española de Jesús Munárriz.

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Tu cuello se inclina hacia un lado. ¿Un milagro?
Te soporta toda con frecuencia; tú eres ágil,
pero tu cuello es muy pesado.
No me molesta en absoluto tu cabeza inclinada.
Jamás cabeza alguna se inclinó bajo tan hermosa carga.

A LA DE TRES, Javier Almuzara

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JAVIER ALMUZARA, A la de tres, Renacimiento, Sevilla, 2017, 80 páginas.

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Sobre la acera
no hay nada más pesado
que el gorrión muerto.

DE CUNA Y SEPULTURA, Javier Sánchez Menéndez

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JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ, De cuna y sepultura, El Gallo de Oro, Bilbao, 2018, 106 páginas.

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SOMOS NOSOTROS

   Respiramos la vida mientras somos nosotros.

CAPILAR, Lilian Elphick

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LILIAN ELPHICK, CapilarEutôpia Ediciones, Santiago de Chile, 2018.
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CUATRO

   La calle era nuestra patria. Fuimos los perseguidos, los condenados a muerte, los exiliados, los asesinados por la espalda. No nos importó la lluvia ni el frío: siempre estuvimos ahí para caminar todo eso que nos faltaba.
   La calle era nuestra patria. Hacíamos el amor en la esquina de las revueltas. A mí me gustaba que acariciaras mi miedo, que pasaras la mano una y otra vez hasta llegar a la entrepierna. Nos miraban y nosotros reíamos, el pelo erizado ante el palo que golpeaba el deseo, el palo rabioso que mordía la luna caliente de tus labios.
   En la calle te perdiste, amante compañero. Los años te llevan conmigo.

LA BRISA Y LA LAVA, Carmen Canet

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CARMEN CANET, La brisa y la lava. Aforismos sobre el aforismo, Libros al Albur, Sevilla, 2018, 50 páginas. 
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Manuel Neila, en el prólogo de esta excelente colección meta-aforística, subraya que "tanto por su agudeza de pensamiento como por su arte de ingenio, la autora de La brisa y la lava está llamada a ocupar un lugar preferente entre quienes se sientan tentados por la literatura aforística".
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El aforismo tiene la levedad de la brisa y el fuego de la lava.
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Los aforismos tienen vida por debajo.
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Lanzada al aire la idea, el aforista tropieza y recoge vidas sucesivas, incluida la propia.
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El silencio es una salida que entra en el aforismo.
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A veces, los aforismos son espejos donde nos podemos mirar.
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Los aforismos se construyen para reconstruir la vida.
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Todo pensamiento abre su propio paisaje.
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Los aforismos pese a ser breves y ligeros ayudan a hacer grande y menos pesado el mundo.
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Aforista: malabarista de palabras.
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Dicen que se escribe como se ama, entonces los aforistas aman intensamente con ironía.

EL GRAN LIBRO DE LOS SEÑORES IMPORTANTES, Natasha Lelenco

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NATASHA LELENCO, El gran libro de los señores importantes, Editora Agrimensora, Fisterra, 2017, 144 páginas.

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Tomás Lijó relata en La historia de los señores importantes (p. 134) el proyecto de la artista moldava: Lelenco pintó sobre madera cuarenta y cinco personajes a los que atribuyó una semblanza. Con la campaña Adopta Un Señor Importante comenzó el fin de su intervención: aquellas obras por las que nadie pujó, conocieron el fuego purificador de la noche de San Juan de 2017.
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PRINCESA HIPOCONDRÍACA

  Era un horror. Hacía días que llegaban noticias de las muertes en el frente. Se contaban por cientos los jóvenes que caían en combate y en los barrios pobres de las ciudades los niños morían como pajaritos y eran enterrados en fosas comunes. Se sabía de industrias paradas por falta de trabajadores y de familias enteras arrasadas por la peste. No se hablaba de otra cosa.
  Día tras día.
  En casa el jardín estaba marchito porque el jardinero, con aquello de la muerte de sus hijos había decidido dejarnos. Crecían las malas hierbas por todas las esquinas, las flores de loto estaban secas y el estanque era un asqueroso lodazal lleno de insectos que me impedían dar aquellos paseos vespertinos tan recomendables para mi lumbalgia. No resistía el sopor, el aburrimiento infinito.
  Por si eso fuera poco tenía una alergia insoportable y sufría unas jaquecas horrorosas horrorosas que me quitaban las ganas de vivir. Y lo peor de todo, con los envíos semanales ya no nos llegaba el chocolate ni aquel delicioso te de la India que tanto me gustaba.

AVENTURAS Y DESVENTURAS DE LOS ALIMENTOS QUE CAMBIARON EL MUNDFO, Teresa Beníetez

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TERESA BENÉITEZ, Aventuras y desventuras de los alimentos que cambiaron el mundo, A fin de cuentos, Bilbao, 2016, 80 páginas.

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Flavia Zorrilla ilustra este libro informativo ganador del I Premio Iberoamericano al mejor libro informativo para niños. Dividido en dos bloques (Mapa de los alimentos que se llevaron a América y Mapa de los alimentos que se trajeron de América) da noticia, entre otros, sobre trigo, olivo, arroz, vid; maíz, pimiento, patata y tomate.
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CACAO
[Aquellos tiempos en los que el dinero crecía en los árboles]

   CarL Von Linneo, el botánico sueco del siglo XVIII que inicio el sistema científico de clasificación de las plantas, le dio al árbol del cacao el género Theobroma cacao que literalmente significa «cacao alimento de los dioses». ¡Ahí es nada!
   ¿Qué tiene el chocolate para que hayan caído rendidos a sus píes mayas, aztecas, conquistadores, monjas, curas, papas, reyes, nobles, Linneo, el señor y la Neststlé, y supongo que tú mismo? 
   Curiosamente, a los primeros europeos que lo probaron, que fueron Hernán Cortés y sus hombres, les pareció horrible. Para hacer el chocolate, los aztecas tostaban las habas del cacaotero, las machacaban hasta hacer una pasta y le echaban agua hirviendo. Después batían la mezcla, por aquello de la espumilla, y le añadían harina de maíz, pimiento picante (chile), vainilla o miel. Los españoles pensaron que aquel brebaje era «más adecuado para echarlo a los cerdos que para consumirlo los hombres», aunque se quedaron con la boca abierta al descubrir su valor energético. En sus cartas a Carlos V, Hernán Cortés le decía al rey que era suficiente con una taza de esa bebida para sostener la marcha de un soldado durante todo un día.
   El cacahuaquchtl —así lo llamaban los mayas— es un árbol de cuatro a diez metros de altura, que crecía en las selvas vírgenes del Yucatán y de Guatemala desde hace al menos 4000 años. Los aztecas, como antes los mayas usaban sus grandes almendras como moneda. Y cuando llegaron los españoles, también se siguieron utilizando durante largo tiempo.
   La historia del chocolate dio un giro de 180 grados cuando a alguien se le ocurrió cambiar el chile picante por azúcar. ¿A quién se debió esta extraordinaria innovación? ¡Quién sabe! Lo que es seguro es que Cortés o alguno de sus compañeros lo llevaron a España en la década de 1520. A finales de siglo «esta preciada y medicinal bebida» ya estaba de moda; se tomaba en el desayuno y la merienda. 
   Como el consumo crecía y crecía, los cacaotales de México y Guatemala empezaron a agotarse, así que los españoles crearon nuevas plantaciones en Venezuela.
   En el XVIII, el chocolate se conocía ya en casi toda Europa y cada vez eran más los países que importaban cacao de América. Se abrieron áreas de cultivo en Jamaica y Santo Domingo, pero Venezuela siguió siendo el principal exportador a Europa, sobre todo de los mejores chocolates, los que se llaman criollos. En poco más de 40 años, la Compañía Guipuzcoana de Caracas, envió a la península ¡50.000 toneladas de cacao! Montañas y montañas de cacao únicamente para disfrute de los nobles y el alto clero, los únicos que podían pagarlo. Sin embargo, los nuevos procesos industriales del siglo XIX, que trajeron inventos tan importantes como el cacao en polvo, los bombones o el chocolate con leche, abarataron su precio. Gracias a ello todo el mundo pudo disfrutar, por fin, del alimento de los dioses. 

LA LOCURA, Varios Autores

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VARIOS AUTORES, La locura, Litoral, Málaga, 2017, 292 páginas.

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Escribe Lorenzo Saval en la Presentación (p. 7): «Hemos convivido siempre con la locura, estamos rodeados de locos, hemos leído todo tipo de textos demenciales, nos hemos quedado extasiados con cuadros o fotografías donde se dibujan los perfiles del extravío. [...] Hay algo hipnótico en la locura que invita a seguirla». Componen este tomo, que concede un lugar de referencia a las ilustraciones, ensayos, relatos, microrrelatos y aforismos.
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Si el miedo y la tristeza se prolongan, es melancolía.
Hipócrates
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La imaginación es como un sol, obra dentro de su mundo do quiera que luzca. El hombre es lo que puensa. Si piensa fuego, está ardiendo, si piensa guerra está guerreando.
Paracelso
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¡Corría como un loco!
Detrás de sí dejaba diez años de manicomio...
Wilson Gori

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SENSACIONES

   El paciente de la 103 se queja de que le pica la pierna izquierda. A veces, cuando entro a cambiarle la sonda, o el suero, me pide que le rasque, me implora con los ojos. Yo me hago la despistada, no sé cómo decirle que la ha perdido, que ya no estaba ahí cuando subió del quirófano.
   No es mi mayor preocupación, en todo caso. Porque tampoco sé cómo decirle que lleva un día entero hablando con un sillón vacío, como si también le picara su mujer.

Jesús Esnaola

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SU AMOR NO ERA SENCILLO

   Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.

Mario Benedetti

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   Me bañé, afeité, vestí; me miré en el espejo. «¡Vamos!», le dije a mi agorafobia, y salimos juntos a dar un paseo por el parque.

Enrique Anderson Imbert



EL TESTAMENTO DE AMOR DE PATRICIO JULVE, Antón Castro

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ANTÓN CASTRO, El testamento de amor de Patricio Julve, Xordica, Zaragoza, 2011, 208 páginas.

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Xordica reedita los relatos inspirados por el fotógrafo Patricio Julve.
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BILL MANLEY

A Julio Alejandro de Castro 

   Winston Churchill lo nombró lugarteniente de guerra y se sentaba con él, en los altos miradores de Londres, a estudiar estrategias, celadas en un matorral impensado o el cauteloso paso de una columna de soldados antes del asedio. En medio de la reyerta, se intercambiaban largas epístolas con planos de empalizadas, desembarcos y resoluciones a partidas de ajedrez que duraban más de tres meses. Fingían estar sitiados para inventar una fuga inverosímil, soñaban peligros de los que salían indemnes frente a un batallón de marinos por un largo playerío minado de dinamita. Y al final de cada carta, hablaban siempre de las mariposas: Bill Manley, incluso en los días más abmptos de bombardeos, tenía tiempo para explorar un campo de cieno, escalar un minarete coronado de yedras o adentrarse en un caserón siniestro donde revoloteaban las mariposas como en un edén olvidado de zarzamoras, mientras sus hombres tragaban polvo en el cielo cruzado de las trincheras.
   Algunos años después, Manley visitó Italia y en Lombardía, en una de esas tardes tórridas de verano, le sonrió una joven. Se acercó y vio su dentadura blanca, un vestido crema adornado de flores y tres claveles en el pelo. No le dijo nada o quizá se lo dijo todo, porque a los dos días se casaron en una ermita adornada de sarmientas, bajo una explosión insólita de mariposas de colores. Pasaron los años y el héroe de guerra apenas hizo otra cosa que cazar esos insectos alados y eligió España para sus hazañas. Viajó por Albarracín, por el Javalambre, por Cantavieja, por los montes escindidos de Mirambel. Un día se encontró con una pareja de nativos que buscaban una hermosa muestra, la pandoriana pandora. Manley, que jamás quiso hablar en otro idioma que no fuese el inglés, le indicó: «En un puente del Guadalaviar, de pretil bajo, cabe mismo de la ciudad amurallada de los Azagra, entre las nueve y las nueve y media de la mañana, encontrarán un ejemplar». Y así sucedió.
   De su estancia por España, Manley nos legó un bello libro: A field guide of butterflies and burnetts of Spain, donde había una revelación final: en un lugar innominado del Maestrazgo halló una variante insólita de la apatura ilia, tornasolada a los diversos ángulos de la luz y pigmentada de azul, y la bautizó con el nombre de Margarita, en recuerdo de su esposa, aquella muchacha lombarda de vestido crema y claveles en el cabello. Ése fue, al parecer, su testamento de amor antes de morirse en un accidente doméstico en la agreste ribera del Támesis.

EL AMÉN DE LOS ÁRBOLES, Jesús Montiel

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JESÚS MONTIEL, El amén de los árboles, Esdrújula, Granada, 2019, 66 páginas.
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Se nos olvida estar vivos.
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Un colegio con más pizarras que ventanas sería el fin del mundo.
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Mis hijos me dan a luz.
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El asombro adelanta a la prisa.
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Escribo para dejarme en paz.
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Tantas veces pedimos perdón sin perdonarnos.
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Una época que ridiculiza lo sagrado sacraliza lo ridículo.
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Estoy en guerra con la costumbre. Lo que escribo, mis libros, son las ruinas de ese combate.
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Se necesitan muchos años de ensayo para estar vivos un solo segundo.

¿Y SI ESCRIBES UN HAIKU?

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JOSEP M. RODRÍGUEZ (editor), ¿Y si escribes un haiku?, La Garúa, Santa Coloma de Gramenet, 2019, 92 páginas.
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Josep Maria Rodríguez lanzó la pregunta: "¿Y si escribes un haiku?" Setenta y tres poetas, que hasta entonces no se habían asomado a este género breve, aceptaron el reto.

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En la ventana
una habitación nueva
me perseguía
Álex Chico

PEQUEÑOS CRÍMENES FAMILIARES Y OTROS MICRORRELATOS, Maria Pons Vidal

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MARIA PONS VIDAL, Pequeños crímenes familiares y otros microrrelatos, Editorial Milenio, Lleida, 2017, 168 páginas.
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CONVERSACIONES TELEFÓNICAS

   —¿Cómo  sabes  que  está  muerto?
   —Porque  no  ronca.
   —¡La  Virgen!  Que  no  ronque  no  quiere  decir  que  no  respire.
   —No,  él  no  respira  nunca  en  la  cama,  solo  ronca.
   —Para  ya  de  decir  tonterías  y  ponle  el  dedo  delante  de  la  nariz.
   —¿Para  qué?
   —Para  ver  si  respira.
   —¡Y  una  puñeta!  Qué  asco  poner  el  dedo  delante  de  la  nariz  de  un  muerto.
   —¡Pues  tócale  el  pecho!
   —¿Para  qué?
   —Para  ver  si  le  late  el  corazón.
   —¡Cómo  quieres  que  le  lata  el  corazón  si  está  muerto!
   —¿Y  cómo  sabes  que  está  muerto?
   —Primero  porque  no  ronca;  y,  segundo,  porque  lo  he  envenenado.

50 CONCEPTOS CRUCIALES DEL JAZZ: ESTILOS Y ARTISTAS, Dave Gelly

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DAVE GELLY, 50 conceptos cruciales del jazz: estilos y artistas, Blume, Barcelona, 2017, 160 páginas.

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En la Introducción (pp. 6-8) leemos a Dave Gelly: «la historia de la música del jazz es como la de una película a cámara rápida que muestra en unos segundos la vida de una planta desde que es una semilla hasta que se encuentra en plena flor».
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JOHN COLTRANE, A LOVE SUPREME

   A Love Supreme, muy influyente, incluye a cuatro músicos en la cima de sus carreras, totalmente conectados en cuanto a creatividad, que transmiten un mensaje que trasciende la música. Producto de las creencias espirituales y de la inmensa musicalidad de John Coltrane. A Love Supreme apareció em 1965 coincidiendo con una intensa etapa de cambios sociales y políticos en Estados Unidos, junto a una revolución creativa en el campo de la música popular. El carácter espiritual coherente de este conciso álbum de 32 minutos llegó a un público mucho más amplio que el compuesto por su base de seguidores habituales y la comunidad del jazz. Además, inspiró a una generación de jóvenes músicos de jazz a ampliar sus horizontes creativos.
   A Love Supreme se grabó en diciembre de 1964 y se lanzó con el sello Impulse! en febrero de 1965. Representó una recapitulación de las exploraciones musicales y espirituales de John Coltrane durante los diez años anteriores. A finales de la década de 1950, su trabajo con Miles Davis y sus propias grabaciones le señalaron como saxofonista tenor virtuoso, improvisador inspirado y compositor de obras maestras del jazz tan originales como «Giant Steps» y «Countdown». Durante cuatro años, Coltrane trabajó de manera intensiva con los tres músicos que aparecen en A Love Supreme: el pianista McCoy Tyner, el contrabajista Jimmy Garrison y el batería Elvin Jones (el John Coltrane Quartet clásico). Con poco más de 32 minutos, el álbum abarca una progresión de cuatro piezas. «Acknowledgement» establece el carácter del álbum como búsqueda espiritual. El saxo tenor de Coltrane reformula el motivo de cuatro notas del titulo del álbum (que más tarde canta). «Resolution», con su melodía descendente, muestra los talentos de Tyner mientras la batería de Jones proporciona la incansable base rítmica; sus platillos colorean y responden al flujo de ideas de Tyner y Coltrane. «Pursuance» es mas rápida, y el solo de Coltrane introduce una sensación de urgencia. Un meditabundo solo de contrabajo de Garrison establece el tono de la última pieza, «Psalm», en la que los fraseos sencillos y pausados de Coltrane llevan al álbum a una satisfactoria conclusión.

Charles Alexander


LA MEDIDA DEL HOMBRE, Petrarca

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PETRARCA, La medida del hombre, Península, Barcelona, 1999, 192 páginas.

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En la Presentación (pp. 11-15) a estos Remedios contra la buena y la mala suerte José María Micó señala que Petrarca «completa y supera» el modelo de Séneca «con una concienzuda voluntad enciclopédica y una inextinguible capacidad de contemplación de la fortuna y sus efectos».
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LXXXVI 

EL INSOMNIO

   Dolor. No puedo dormir.
   Razón. Vela y diviértete: se te ha aumentado el tiempo de la vida. ¿Qué diferencia hay entre el sueño y la muerte, salvo que el uno es temporal y la otra perpetua? De modo que puede decirse que el sueño es una muerte breve, y la muerte un sueño largo o eterno.
   Dolor. He perdido el sueño.
   Razón. No podrás recuperarlo por la fuerza, sino con halagos. Si lo fuerzas no conseguirás nada. Prueba otro modo: descansa la cabeza, pon tu mente en cosas triviales y el sueño llegará sin que te des cuenta, porque se introduce con prontitud en las almas desocupadas y en los cuerpos cansados.
   Dolor. A menudo se interrumpe mi sueño.
   Razón. Haz lo que César Augusto acostumbraba a hacer: busca a quien te lea o te cuente algún cuento y repararás tu sueño. Y si son asuntos muy graves los que lo rompen, déjalos a un lado y volverás a dormir; en ellos pensaba Virgilio cuando dijo que las preocupaciones rompen los sueños más saludables.
   Dolor. He perdido el reposo en el sueño.
   Razón. También has perdido el espanto de los sueños y los terrores de la noche. Aristóteles dijo, y será verdad, que las fantasías son buenas en el sueño del sabio. Sin embargo, tanto aquel hombre, grande en ingenio y en poder, como el otro, excelente en santidad y en paciencia (de los cuales he hablado hace poco), sufrieron grandes enojos a causa de sus sueños. Cada cual sabe lo que puede padecer y tiene a su cama por testigo de las visiones, burlas y terrores de los sueños. Según está escrito, el primero de los que acabo de mencionar pasó sus últimos tiempos aterrorizado por los sueños, y al segundo, entre los muchos enojos de su vida, lo atormentaban mientras dormía las pesadillas y las visiones.
   Dolor. Duermo menos de lo que solía.
   Razón. Entonces vives más de lo que solías, pues si, como dicen los sabios, el sueño es muerte, velar será vivir.
   Dolor. La enfermedad me ha quitado el sueño.
   Razón. Sanarás y lo recuperarás.
   Dolor. El amor ha expulsado mi sueño.
  Razón. Has dicho dos veces lo mismo. El amor es una enfermedad; es la mayor de todas las enfermedades.
   Dolor. El miedo me ha quitado el sueño.
   Razón. La seguridad lo resucitará.
   Dolor. La vejez me ha quitado el sueño.
   Razón. La muerte, su vecina, te lo devolverá.

MUJERES EN ELE DEPORTE, Rachel Ignotofsky

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RACHEL IGNOTOFSKY, Mujeres en el deporte ciencia, Nórdica / Capitán Swing, Madrid, 2018, 128 páginas.
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«Este libro está lleno de historias de niñas que crecieron para lograr sus mayores sueños» leemos en la Introducción (pp. 6-7) a las semblanzas de 50 intrépidas pioneras que jugaron para ganar: De Nicola Adams a Babe Didrikson Zaharias.

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SUSAN BUTCHER


   La Iditarod es considerada «la última gran carrera sobre la Tierra» A lo largo de l688 kilómetros, los mushers (guías del trineo) se han de enfrentar a temperaturas bajo cero, animales salvajes, ríos helados y a la peligrosa tierra salvaje de Ataska. Un musher debe ser lo suficientemente fuerte para empujar el trineo y tener la resistencia mental y física necesaria para una carrera tan larga. Susan Butcher quería ser la musher más grande de ta historia.
   Susan Howlet Butcher nació en 1954 y creció en Massachusetts. Descubrió su vocación cuando su madre le regaló un husky siberiano. Después de ta universidad, se trasladó a Colorado y empezó a entrenar a perros de trineo. Luego. se trasladó a Alaska y empezó a entrenarse para la Iditarod. Cuando buscaba un equipo de perros, el dueño de una perrera le proporcionó algunos huskies preparados para la carrera a cambio de que entrenase a sus perros más jóvenes. En la Iditarod de 1978, quedó en el puesto decimonoveno —la primera mujer que terminaba «forrada»—. 
   A pesar de que Susan tuvo muchos éxitos, la competición era muy peligrosa, y cada vez que partía hacia la Iditarod debía afrontar nuevos desafíos. En la carrera de 1982, se estrelló contra un árbol: luego se vio atrapada en una tormenta de nieve, pero aun así quedó segunda. En su carrera de 1964. un río helado cedió bajo su trineo: casi se ahoga, pero sus perros la sacaron y la pusieron a salvo. Quedó de nuevo en segundo lugar. En 1985. Susan tuvo que repeler a un enojado alce con un hacha; el alce mató a dos de sus perros e hirió a otros trece, y Susan quedó fuera de la carrera. Otra mujer. Libby Riddtes. se convirtió en la primera mujer en ganar la Iditarod ese año. A pesar de esos reveses. Susan continuó esforzándose para ser la más grande de todos los tiempos.
   Finalmente, en 1986. Susan ganó su primera Iditarod, establecienrio un nuevo récord de velocidad. Ganó los dos años siguientes convirtiéndosé en la primera persona en ganarla tres años seguidos. En 1990, volvió a ganar, finalizando horas antes que sus competidores y estableciendo un nuevo récord de la carrera: 11 días, 1 hora. 53 minutos y 23 segundos.
   Susan Butcher se convirtió en una de las mejores de un deporte en que compiten juntos hombres y mujeres. Murió a los cincuenta y un años por culpa de una leucemia y todavía es recordada como una de tas personas más influyentes en el mundo de tas carreras de trineos tirados por perros.

EVASIONES, Eva Piquer

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EVA PIQUER, Evasiones, Bridge, Barcelona, 2018, 136 páginas.

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Eva Armisén ilustra este bellísimo álbum.
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LA VIDA NUEVA

   El avión ha tenido el detalle de no caerse y has ido a parar a un mundo diferente. Donde los taxis son amarillos o las calles son canales o vas en manga corta y es febrero. Hablan un idioma que entiendes como si fuera el tuyo o que entiendes poco o que no entiendes nada. Pero hay calles y personas y casas y sol.
   Podrías romper el billete de vuelta. Podrías intentar camuflarte entre desconocidos. Dejar plantada la vida que has llevado y empezar otra. Sin hipotecas ni amigos de a-ver-cuándo-quedamos ni conversaciones pendientes.
   No llega a ser una tentación. Tienes hijos y lazos y obligaciones. Es una idea discreta que vuela a sus anchas porque se sabe imposible. Tal vez la libertad sea este desarraigo imaginario, este billete solo de ida hacia ninguna parte. 


CANTO LIBRE DEL ORFEO REBELDE, Miguel Torga

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MIGUEL TORGA, Canto libre del Orfeo rebelde, Edhasa, Barcelona, 1998, 128 páginas.

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Recoge João Terra en ¿Quién es Miguel Torga? (pp. 11-20) la siguiente sentencia: «La peor desgracia que le puede acontecer a un artista es el empezar por la literatura en vez de empezar por la vida... Sólo la experiencia, el dolor y el trabajo le traen dignidad a una obra literaria». 
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Un tirano es el agricultor que planta un árbol seco y se empecina en esperar que eche brotes.
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Debe estar el oído más atento al silencio del futuro que a las palmas del presente.
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Lo malo del arte moderno está en que la imaginación de los procesos sustituye a la imaginación craedora y la gente en vez de saciar el hambre del espíritu con la belleza de la obra, se llena con el talento de los autores.
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Negar a Dios. Muy bien. Pero que no sea para divinizar sucedáneos más absurdos que él.
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El cobarde duda entre el decúbito cómodo de la sepultura y la verticalidad dolorosa del exisitr.
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Los dioses son realmente respuestas transitorias a nuestras preguntas eternas.
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La vida no se ocasiona, se cumple. He intentado que en la mía la determinación moderase, hasta donde fuera posible, la fatalidad. El sentimiento de frustración es nuestra más exacta medida. Baliza la distancia que va de lo que quisimos a lo que hemos podido.

EL TESTAMENTO DE AMOR DE PATRICIO JULVE, Antón Castro

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ANTÓN CASTRO, El testamento de amor de Patricio Julve, Destino, Barcelona, 1995, 222 páginas.

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Algunos de estos veinticuatro relatos adoptan formas breves.
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EL MILICIANO
(Teruel, otoño de 1937) 

   Alguien me lo dijo: «Sal a las calles que vienen esta tarde». Y claro que salí. Recorrí los alrededores de la catedral y los túneles oscuros de las torres. Luego me asomé a los jardines del Seminario y me oculté entre las higueras y la fronda de las adelfas nevadas. El cielo se había serenado y el puente se perfiló con toda su nitidez. Estaba imponente, desierto e inundado de escombros. Abajo se extendían los campos de remolacha, una columna interminable de árboles y las tierras roturadas del cereal. Aparecieron al instante. Había soldados, mendigas, reporteros, mujeres y pasajeros de ultramar: gente desconocida que cantaba y ondeaba una banderola al viento. Y en medio, venía él. No sé por qué me deslumbró. Era alto, lucía mostacho poblado, usaba una guerrera polvorienta y se reía a mandíbula batiente entre una gavilla de milicianas. Creo que se me trastabillaron las piernas o que el corazón se me estremeció de emoción y de pánico. Salí de mi escondrijo y le chisté. Me miró y se detuvo un momento; me acerqué a él y le ofrecí chorizos, mermelada de higos, longaniza y pan. El sonrío y me abrazó con fuerza como si quisiera descuartizar mis huesos entre sus manos. Me sentí como una alondra a punto de ser devorada por un cernícalo. Creo que me levantó del suelo y sentí su espeso aliento de lumbre y de tabaco. Esa noche escribí mi primera carta de amor y al amanecer, herida por el estruendo de los abuses y la pena, la arrojé a la hoguera.
   Muchos años después, cayó un libro en mis manos. Entre sus páginas, el narrador describía una escena semejante, aquella misma escena, sin duda, y dibujaba una hermosa adolescente que recibió en plena guerra, antes de la derrota definitiva, su primer beso de amor, de agradecimiento o tal vez de caridad. Cerré el volumen y leí el nombre de su autor: Ernest Hemingway.

   No quisiera engañar a nadie. Estamos ante una narración que no pertenece al autor de estos relatos. Una tarde fui invitado a la casa palacio de Las Tres Notarías en La Iglesuela del Cid con el médico de Cantavieja, Alfredo Sanz. En una habitación enorme, adornada con cuadros de vírgenes góticas y aljofainas barnizadas, al otro lado de una cama con dosel y con sobrecubierta de lino, había una cómoda con estantes repletos de libros. Curioseé los volúmenes y extraje un ejemplar en lengua original de la History of decline and fall of roman Empire (Historia de la decadencia y la ruina del Imperio Romano) de Edward Gibbon. Estaba datado en Londres a mediados del siglo XIX. En la página 33, resuelto con una caligrafía redondeada sobre papel delineado de carta, encontré este texto anónimo. No dije nada a nadie y, con total disimulo, me lo apropié. Ignoro a quién perteneció.

PALABRAS DE VIDA Y PALABRAS DE MUERTE EN EL ANTIGUO DAHOMEY, Gbeme-ho, Kutome-ho

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GBEME-HO, KUTOME-HO, Palabras de vida y palabras de muerte en el antiguo Dahomey, Edhasa, Barcelona, 2001, 160 páginas. Edición de Manuel Serrat Crespo.
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El ojo que no ha sido arrancado podrá ver muchas cosas.
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Aunque su aliento sea fétido, el hombre sigue tragando saliva.
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También mañana existe.
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El hombre puede cambiar de lengua pero no de mejilla.
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No corráis detrás de la felicidad. La tenéis a vuestra espalda.
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Sólo tienes la palabra que te imponen.
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No es posible ocultar la herida que se lleva en el rostro.
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La paciencia es el talismán de la vida.
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Una buena acción nunca se pierde.
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Mientras no se haya muerto, todo es posible.

PRESENCIA Y OTROS CUENTOS, Juan Carlos Onetti

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JUAN CARLOS ONETTI, Presencia y otros cuentos, Almarabu, Madrid, 1986, 64 páginas.
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EL MERCADO

   Por exceso de festejos Martha se despertó en medio de la noche, trajinó y no quiso llorar como acostumbraba para conquistar los mimos de Helena. Trató de recuperar su sueño de felicidad y fracasó. Ahora sí lloró, pero con la cara dolida contra la almohada, tan sola y sin dicha en la noche negra.
   Pero Helena supo, presintió sin oír y vino desde el otro dormitorio. Paciente, estuvo escuchando la tragedia.
   —Que me robaron la mitad de un sueño feliz con una playa y un mar con sus caballos de tiza.
   La otra niña, Judith, se agregó al desconsuelo.
   —Yo tuve un buen sueño raro pero cuando me despertaron se fue, lo perdí, no me acuerdo de nada.
   Así que en la mañana Helena vistió a las niñas y fueron al mercado.
   La entrada era ancha pero al poco andar se tropezaba con gruesas columnas de mármol veteadas de intensos colores como en la mezquita de Córdoba y que obligaban, al avanzar, a desfilar y hombrearse e intentar caminos tortuosos hasta alcanzar el gran patio de azulejos con una fuente incesante de agua. Junto al techo revoloteaban lentas marmotas aladas y semidormidas. Una de ellas descendió y, sin mirar a Helena, mordisqueó suavemente las cabezas de las niñas y las fue llevando a través de un nuevo bosque de columnas hasta un pequeño altar donde un serafín las recibió sonriente y no necesitó preguntas para saber qué querían.
   Helena aún en la puerta, quién sabe, olvidada, e impedida por columnas que se elevaban, enormes y gruesos cilindros jaspeados, surgiendo a cada paso, ordenándose para obligarla a seguir un sendero viboreante, que se transformó en laberinto imperioso y desembocó, guiándola sin violencia hasta la puerta sin hojas, hasta la acera donde ya la esperaban las niñas con los conocidos pétalos de amapola que garantizan el sueño y su intocable absurdo.

EL SILENCIO EN LA ERA DEL RUIDO, Erling Kagge

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ERLING KAGGE, El silencio en la era del ruido. El placer de evadirse del mundo, Taurus, Barcelona, 2017, 176 páginas.

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Erling Kagge, aventurero y editor noruego, comparte breves reflexiones para acercarse a responder, desde la indagación y la sugerencia, preguntas fundamentales que él mismo se plantea sobre el silencio: “¿Qué es el silencio? ¿Dónde está? ¿Por qué es más importante que nunca?”
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III

   Cuando iba camino del Polo Sur me imaginaba que «el hombre» cuya cara vemos en la luna estaba mirando la Tierra. Ninguno de los ruidos de nuestro planeta puede recorrer los trescientos noventa mil kilómetros que nos separan de él, pero él sí que podía ver nuestro planeta y dirigir la vista hacia el sur. Allí observó a un tipo con un anorak azul que se iba adentrando cada vez más en el hielo, hasta que llegaba la noche y montaba una tienda. Al día siguiente, se repetía la operación. Veía al esquiador caminar en la misma dirección semana tras semana. El hombre de allá arriba debía de pensar que estaba loco. La idea me desanimó un poco mientras caminaba en medio de aquella soledad.
   Un día, ya entrada la tarde, un poco antes de parar de esquiar para montar la tienda levanté la vista al cielo e imaginé que ese hombre de la luna desviaba la mirada hacia el norte. Allí descubría miles, por no decir millones de personas que salían de sus casas diminutas por la mañana para meterse en un atasco que podía durar unos minutos o una hora. Como una película muda. Luego llegaban a un gran edificio. Permanecían allí ocho horas, o diez o doce, delante de unas pantallas, antes de volver por el mismo atasco a la misma casa diminuta. Una vez allí, cenaban y veían las noticias en la tele, cada noche a la misma hora. Año tras año.
   De pronto pensé que, con el tiempo, la única diferencia sería que los más afanosos podrían volver a una casa un poco más grande que las de los demás. Cuando me quité los esquís para acampar por la noche, me sentía más sereno y más satisfecho.

LA MILITANCIA, Rocco Laguzzi

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ROCCO LAGUZZI, La militancia, Macedonia Ediciones, Morón, 2017, 114 páginas.

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SIN REPARO

   Cuando la bomba cayó, destruyendo por completo el edificio donde se alojaba la tropa, los soldados quedaron en medio de un páramo devastado, sin un muro donde parapetarse, sin un techo bajo el cual guarecerse. A partir de ese momento fue, literalmente, una guerra sin cuartel. 

DISOLUCIÓN, Antonio Orihuela

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ANTONIO ORIHUELA, Disolución, El Desvelo, Santander, 2018, 208 páginas.
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Volando sobre tu casa
ahora comprendo
a las golondrinas.

MÁXIMAS Y MALOS PENSAMIENTOS, Santiago Rusiñol

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SANTIAGO RUSIÑOL, Máximas y malos pensamientos. Piensa mal y no errarás, Vaso Roto, Madrid, 2014, 80 páginas. Traducción de Francisco Fuster.  
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Al trabajo le llaman virtud quienes no tienen que trabajar, para engañar a quienes les hacen el trabajo.
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El triunfo de las mayorías no es razonamiento, son empujones.
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Engañar a los hombres, de uno en uno, es bastante más difícil que engañarlos de mil en mil.
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Cuando un hombre pide justicia, quiere decir que le den la razón.
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Muchas veces se condena a un hombre porque un jurado ha pasado mala noche y está de mal humor.
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Quienes buscan la verdad merecen el castigo de encontrarla.
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Cuando un hombre tiene un picor en el brazo, se rasca; cuando lo tiene en el cerebro, hace animaladas.
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La inconsciencia es un libro alegre. La experiencia es un libro tristísimo. 
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Todos decimos tonterías. Los filósofos son los únicos que las dicen seriamente.
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El escritor que cuida demasiado el estilo lo hace porque tiene pocas cosas que decir; el que no lo cuida nada, mejor sería que no las dijera.

EL GATO Y LA MADEJA, Florencio Luque

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FLORENCIO LUQUE, El gato y la madeja, Karima Editora, Puzol, 2018, 116 páginas.
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«Todos estamos locos; de ahí la dificultad del diagnóstico.»
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«Desaparecer en el poema como guijarro en el agua mientras leves círculos llevan su eco a la tierra.»
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También el árbol tiene la cabeza llena de pájaros.
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El camino se deshace, la vida lo acompaña.
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Poema: fulgor de ceniza.
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Ningún rico entrará en el Reino de Dios. Sin novedad: aquí tampoco frecuentan los mismos lugares que los pobres.
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La serenidad sabe de la nada de todo horizonte.
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La derrota nos reconcilia con un ingente número de frustrados.