DE RASTROS Y ENCANTES, José Carlos Cataño
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JOSÉ CARLOS CATAÑO, De rastros y encantes, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 2011, 216 páginas.
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En el Prólogo (pp. 7-14), el autor apunta: "Probablemente debería haber subtitulado De rastros y encantes como "diario de libros". Completa este segundo libro diarístico del autor canario un apéndice de fotografías (pp. I-XXXII).
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DÍA INVERNAL DE UN AÑO QUE NO RECUERDO
Un día de invierno de un año que no recuerdo, encontré por los suelos La Biblia en España, en la traducción de Manuel Azaña para la colección Granada del editor Jiménez Fraud.
Lo que sí recuerdo es que el vendedor, volviendo la cara con desdén, me pidió por los tomos de don Tomás Borrow cincuenta euros. De la consternación no se me ocurrió regatearle. Sin saber, por entonces, que regatearle al Manolo significa que suba el precio.
Hoy el Manolo no estaba en los Encantes; me lo tropecé, a la vuelta, en el portal de su tienda, abierta en Consejo de Ciento, sin su consabida gorra de visera. Pero a la espalda llevaba yo La Biblia en España a euro el tomo.
Y pudo salirme gratis, porque los traperos estaban asentando una de esas jaimas de paños levantados que proliferan en el zoco estos días de verano. Andaban con su tarea y yo iba acumulando libros viejos y antiguos, dudando a duras penas si dejarme vencer por la cleptomanía o la honradez. Cuando salí del sitio habiendo pagado una ridiculez por el Borrow y otros títulos me sentí deshonestamente honrado.
A todo eso, iba a los Encantes con la sola misión de remitirme las librerías de nogal de media pared que ayer le había apalabrado a Hadj.
Pero uno mira a su alrededor, quiero decir, al suelo.
Estaba cuando llegué, de lo temprano que era, todo medio embalado. Ese es un momento único, cuando de las momias y los bultos bajo las lonas comienzan a surgir las porcelanas, los libros, las carroñas. La pieza irrepetible, la pieza que se irá devaluando, lo redundante, la minucia, la birria.
Esa pobre cabeza de ciervo, por ejemplo, me la he ido encontrado el miércoles, el viernes y hoy sábado en distintas esquinas y diversas posturas. También la acuarela que me enamoró esta misma semana y por la que me pedían ciento cincuenta y ayer veinticinco y que desapareció y ha vuelto a aparecer esta mañana, solo que apenas ya llevaba dinero.
Y luego dicen que el miércoles es el mejor día en los Encantes. Como dicen, unos, que la primera es la hora buena, y otros, que la última.
Vuelve siempre lo que aparece.
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