CANCIONES PARA ENMARCAR, Jaime Urrutia
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JAIME URRUTIA, Canciones para enmarcar, Larousse, Barcelona, 2014, 224 páginas.
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En ¡Caray con Jaime! (pp. 5-6) Jesús Ordovás se admira de la "selección de canciones tan atractiva" con la que sorprende el que fuera líder de Gabinete Caligari.
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Esta tarde vi llover [Armando Manzanero], Del LP A mi amor con amor, 1967.
Debe de ser una de las canciones más tristes que he escuchado jamás. Una desapacible tarde de domingo del mes de febrero de finales de los 60, salimos la familia Urrutia con nuestra madre a dar un paseo por el barrio, supongo que por sugerencia de don Julio, nuestro padre, que querría poder descansar un rato de tanto niño junto dando la tabarra en casa. Vivíamos en la calle Goya de Madrid, junto al Palacio de los Deportes, donde hacia poco se había inaugurado un nuevo El Corte Inglés. No es mi deseo hacer publicidad de los conocidos grandes almacenes, pero he de hablar de ellos para explicar la impresión que para un niño de ocho años significaba, de repente, tan inmenso edificio al lado de casa. Pues fue allí, observando admirado la esplendidez del nuevo centro comercial, que, de repente y de forma inesperada, comenzó a llover a raudales, como el mismísimo diluvio universal, sobre Madrid. Sin paraguas, los hermanos y mi madre salimos de estampida hacia el portal de casa y llegamos, divertidos y empapados, a ella.
Impresionado por esa lluvia torrencial que veía por primera vez en mi vida y mientras mi madre preparaba en la cocina un Cola-Cao para hacernos entrar en calor a todos, me puse a mirar la calle por la ventana del salón. Había anochecido y seguía lloviendo, pero ya con menos insistencia. La lluvia golpeaba en el cristal de la ventana cuando alguien puso la televisión y sonó Esta tarde vi llover, cantada por un señor muy bajito llamado Armando Manzanero. Yo, que estaba casi hechizado con la incesante avalancha de gotas que no cesaban de regar la calle, mientras escuchaba la canción empecé a sentir una extraña melancolía; era como si el mundo se hubiera vuelto muy grande y lejano a través de aquella ventana en la que, como en una burbuja, estábamos nosotros. La canción se quedó en mi memoria ilustrando aquella tarde infantil en la que la lluvia tomó un protagonismo como nunca antes.
Años después, desde un punto de vista más adulto, me parece un pedazo de canción, así como su intérprete y autor, Armando Manzanero, un genio del bolero mexicano y una de las mejores voces del género, clara, limpia y bien timbrada.
Manzanero, que nació en Yucatán (México) en 1935 y que sigue en activo, es uno de los compositores más prolíficos de su país y del mundo del bolero. Cuenta en su haber con más de cuatrocientas canciones y parte de su repertorio ha sido interpretado por artistas como Frank Sinatra, Luis Miguel, Francisco Céspedes y Pablo Milanés, entre otros muchos artistas. Este pequeño zran hombre, como se le conoce, debido a su escasa estatura y a su enorme talento, logró hacer que sus temas traspasaran fronteras; canciones de amor como Somos novios le supusieron un éxito más allá de lo que él mismo hubiera imaginado.
Sus composiciones románticas y melancólicas, como Somos novios, Adoro, Cuando estoy contigo, Mientras existas tú y, por supuesto, Esta tarde vi llover, se han convertido en clásicos del bolero, canciones que todos, en mayor o menor medida, hemos cantado, bajito, para nosotros. Y al escucharlas nos llevan irremediablemente a ese estado, el mismo que sentí yo de niño, en el que después, en algún momento de amor o desamor, ¿quién no se ha visto reflejado?
Manzanero es una persona que irradia una sensibilidad extraordinaria, al igual que sus canciones. Tiene lo que solo los grandes creadores poseen: una fórmula que nace de la intuición y un vocabulario musical, mediante el cual ha elaborado un concepto original del bolero contemporáneo, que él se ha inventado. Forma parte de esa gente que ama la música de la manera más profunda, disfrutando al cantar, tocar el piano y escribir canciones.
Esta tarde vi llover remite en su letra a una infinita soledad en medio del tumulto, esa sensación tan frecuente que se agudiza ante la ausencia del ser amado y la añoranza, la tristeza en medio de la lluvia.
Esta tarde vi llover,
vi gente correr y no estabas tú.
La otra noche vi brillar
un lucero azul y no estabas tú.
La otra tarde
vi que un ave enamorada
daba besos a su amor, ilusionada, y no estabas.
Esta tarde vi llover,
vi gente correr y no estabas tú.
El otoño vi llegar,
al mar oí cantar y no estabas tú.
Yo no sé cuánto me quieres,
si me extrañas o me engañas,
solo sé que vi llover,
vi gente correr y no estabas tú.
Cuando uno escucha esta canción, es fácil imaginarse todo tipo de situaciones de lacónico dolor y evocación. Siempre se da por sentado que estas letras tan poéticas vienen de alguna vivencia dolorosa por parte de su autor, y muchas veces así es. Lo curioso es que, en una entrevista reciente, Armando Manzanero relató la historia de cómo nació la canción: en 1966, se dirigía hacia un restaurante llamado La Fuente. De camino, se sentó en un banco pues ya había pasado la temporada de lluvia y hacía una temperatura deliciosa, cuando sucedió algo inesperado, de repente empezó a llover y toda la gente buscó un refugio, y mientras observaba la escena, divertido, se le vino a la mente la primera frase de la canción: «Esta tarde vi llover, vi gente correr y no estabas tú», lo cual le impresionó a él mismo, pues en esa etapa de su vida no tenía a nadie a quien extrañar, y es así como explica que no es cuestión de que la inspiración tampoco tiene que surgir necesariamente de una situación real sino que las canciones simplemente nacen.
Yo, como compositor, siempre digo que las grandes letras vienen de momentos duros y experiencias dolorosas, pero también puedo suscribir las palabras de Manzanero. Hay ocasiones en que las canciones nacen como sí estuvieran en el aire y son ellas las que vienen a capturarte a través de la lluvia.
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