DICCIONARIO DE ATEOS, Sylvain Maréchal

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SYLVIAN MARÉCHAL, Diccionario de ateos, Laetoli, Pamplona, 2013, 368 páginas.

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En el Discurso preliminar o respuesta a la pregunta: ¿qué es un ateo? (pp. 9-31), el intelectual francés Sylvian Maréchal (1750-1803) concluye: "Demasiado orgulloso para obedecer a nadie, incluso a dios, el ateo sólo obedece las órdenes que le dicta su conciencia".
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Adriano, emperador [76-138]. Los versos latinos que dirigió a su alma en el momento de morir muestran las dudas que tenía acerca de la otra vida.

N. B. Si hubiese creído firmemente en Dios no habría sufrido se­mejante incertidumbre, pero no a todos se les concede la gracia de cre­er, y seguramente aún se le concedió menos a un Adriano que llegó a divinizar a Antinoo. Pero esta escandalosa apoteosis ordenada por Adria­no puede que no sea más que una sátira de la religión y una forma de reírse de una plebe crédula hasta la imbecilidad, porque se trataba de un príncipe versado en filosofía.

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Bruno, Giordano [1548-1600]. Filósofo napolitano.

«El dogma de la inmensidad de Dios no resulta menos impío en Giordano Bruno que en Spinoza; ambos autores son unitaristas ra­dicales. Sólo aceptan la existencia de una sustancia única en la natu­raleza» (Bayle).
Algunos avispados, como el obispo de Avranches Huet [Pierre-Da­niel, 1630-1721], piensan que Descartes tomó prestadas algunas ide­as de Bruno.
«Si se juntara lo que Giordano Bruno ha dicho sobre la naturale­za de Dios en distintas obras, poco le quedaría a Spinoza por decir de su cosecha» (Encyclopédie).
Giordano Bruno fue quemado vivo en Roma en 1600 por haber enseñado que la única religión verdadera y buena era la virtud.
«Podemos trazar el plano exacto de una ciudad y dibujar un re­trato muy convincente de su príncipe, pero no podemos disponer de un retrato del Ser soberano ni de un mapa del cielo, y todo hace pen­sar que no podremos contar con ellos nunca» (prólogo al Jordanus Brunus redivivus o Traité des erreurs populaires, 1771).


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Galaicos. Gentes de Galicia. Callaicos hispanos nihil de diis sensisse per­ hibent [Se dice que los gallegos hispanos no saben nada de dioses] (Estrabón, Geografía, III). Otros autores señalan que los galaicos eran ateos.

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Juan, Don. Escena del Don Juan de Molière [1665] que se suprimió en la segunda representación. Don Juan se encuentra con un pobre en el bosque y le pregunta en qué pasa su vida:

Pobre:   La paso rezando a Dios por las buenas personas que me dan limosna.
Don Juan:   ¿Te pasas la vida rezando? Si es así, debes en­contrarte muy a gusto.
Pobre:  Ay, señor, a veces no tengo qué comer.
Don Juan (con ironía): Eso es imposible. Dios no puede de­jar que mueran de hambre quienes se pasan el día rezando. To­ma un luis de oro, pero te lo doy como un mero gesto humanitario.

N. B. El ateo español Don Juan existió, pero no como gustan re­presentarlo disfrazado en escena los autores dramáticos. La única es­cena en la que aparecía tal cual era la prohibieron.

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Simplicio [de Cilicia, 490-560]. Filósofo peripatético.
«Los primeros que utilizaron el nombre de Dios se lo dieron a los astros a causa de la rapidez de sus movimientos, pues la palabra de la que deriva Dios quiere decir correr y moverse rápidamente».

N. B. «La palabra teos viene de tein, correr» ([André] Dacier [1651-1722]).

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