CUATRO VECES FUEGO, Lara Moreno

0


LARA MORENO, Cuatro veces fuego, Tropo, Madrid, 2008, 250 páginas.

*********
PRIMER DÍA SIN RELOJ

   Querida:
   El día ha sido largo, tal y como me esperaba, pero aún así no lo considero suficiente. Quiero advertirte que aún no se ha marchado del todo, que todavía conservo algo de luz en la parte más baja de las ventanas. Estoy por hacer algo con esto que se acaba en las baldosas, con este brillo que ya me resulta inhóspito, porque sé que no apaciguará lo que vendrá más tarde, cuando todo termine. La mañana comenzó brumosa y el café tardó más de lo habitual en hacer su ruido catastrófico. Ahora sí, pensé, ahora ya no es sólo mi intuición la que rompe el silencio de tus gritos. Miré la cama tibia y escupí dos veces sobre las sábanas vacías. No había forma de ensuciar aquella destrucción de años inútiles. Tal y como me dijiste, he intentado sobreponerme a los excesos de la cotidianeidad. Los vecinos han subido las escaleras como siempre, la hora precisa. Me agaché tras la puerta, por si alguno escuchaba mis gemidos y venía a decirme algo. Ya sé que ésa no era tu recomendación, pero no puedo ahora rebelarme ante mi desobediencia congénita. He observado las plantas del alféizar: ninguna se ha movido ni un ápice, y eso que ha salido el sol, ferozmente, alrededor de las tres de la tarde. También a ellas les he gemido un poco, para que te compartieran. No se han inmutado, igual que hacías tú, cuando yo pretendía todo ese aluvión innecesario de reproches. La tarde me ha cogido por sorpresa. Ya queda menos, he suspirado, y he fingido luego remontar las tareas domésticas que me atañen ahora: el frigorífico repleto de sustancias y los armarios tal y como los dejaste. Huelen a hombre, mi amor, es la primera vez en todos estos años que soy capaz de reconocer mi olor entre mis dedos, mi propio olor incombustible a pesar de todo. Me huelo, por lo tanto estoy, pero no consigo verme en los espejos. Otra desobediencia más: no he recitado los versos que me dijiste en el baño, no quiero recapacitar, mi vida, quiero mantenerme vivo, simplemente, sin asperezas intelectuales que te regresen. La tarde me conmueve, como siempre, pero he notado un ronco arrepentimiento, una brusca lamentación con las nubes bajas al final de la calle. Es cierto que la tarde tiene luz, pero ahora no lleva adjunta ninguna prolongación de llegada. La tarde es tarde, nada más, es igual que la mañana pero con más horas encima, con más lucidez para observar el resultado de lo que ahora somos, esta acumulación de obsesiones inservibles y alejadas. Y ya se acaba. Tengo que encender la luz para continuar escribiéndote. Se acabó el día. Sólo es el primero, y se me ha hecho corto; quizá me mude a África, o a dondequiera que haya días infinitos. La noche es el recuento de tu huida, y yo te entiendo. Pero quizá me duela más la oscuridad con sus sombras infalibles y tenaces. No me has dejado solo, compañera, es todo como antes de que vinieras. Sólo queda arrancar que un día estuviste. 

0 comentarios en "CUATRO VECES FUEGO, Lara Moreno"