CUENTOS Y LEYENDAS DE LOS JAWI, Pierre Le Roux & Claire Merleau

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CLAIRE MERLEAU & PIERRE LE ROUX, Cuentos y leyendas de los Jawi, un pueblo de Tailandia, Kókinos, Madrid, 2010, 66 páginas.

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El etnólogo Pierre Le Roux recopila los cuentos que ilustra Peggy Adam.
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UNA SEMILLA MUY EXTRAÑA

   Antiguamente, un sabio maestro había abierto una escuela para la enseñanza de la religión musulmana. Era muy famosa y tenía miles de alumnos. Un día se presentó en su escuela un estudiante muy extraño. El maestro lo acogió y éste siguió sus enseñanzas durante varios años.
   El maestro comía, dormía, se despertaba, iba al lavabo, pero el nuevo alumno ni comía ni dormía ni iba a jamás al servicio. ¡Qué raro era! Un día el maestro le preguntó delante de otros estudiantes:
   —¿Por qué tú no comes, no duermes y no vas a nunca al lavabo? ¿Por qué no eres como los demás, que tenemos que comer, dormir, despertarnos, ir al servicio...?
   El hombre no respondió.
   «¿Será este hombre un dios, un ángel, un espíritu?», se preguntaba el maestro.
   Para aclarar aquel misterio pidió a sus alumnos que no dejaran de vigilarle. No le ouitaron ojo durante días, semanas, meses. Era lo único que les preocupaba. Por fin, una noche un estudiante fue a buscar al maestro y le dijo:
   —¡Es un espíritu! ¡Ha venido para confundirnos, para tergiversar los libros sagrados! ¡Es Hibléh, el diablo...!
   El maestro ordenó a sus discípulos que le detuviesen, pero cuando intentaron agarrarle el espíritu huyó a toda velocidad. Corrió, corrió, corrió con sus perseguidores tras él, que corrían lo más rápido que daban sus piernas. Uno de ellos, por fin, consiguió alcanzarle y, metiendo la mano por debajo de su pareo, le agarró por los testículos.
   Como el espíritu quería escapar, tiró con tanta fuerza que se quedó con uno de ellos en la mano. Fue donde estaba el maestro y le dijo:
   —Maestro, ¿qué hacemos con este testículo que no tiene dueño?
   —Id a enterrarlo delante de la casa —respondió éste enseguida.
   Los discípulos hicieron un agujero y dejaron allí el testículo.
   El tiempo paso, los dias sucedieron a los días, las semanas a las semanas, los meses en los meses, y el testículo comenzó a echar brotes.
   El maestro, muy sorprendido fue a verlo.
   «Vaya si ha crecido», pensó.
   Pasaron las estaciones, pasaron los años, y aquel tallo siguió desarrollándose... ¡Un día apareció una hoja! El maestro fue a verlo de nuevo: «Vaya. Parece que están saliéndole hojas», se dijo.
   Pasaron cuatro, cinco, seis, siete años, y de aquel testículo creció un gran árbol.
   El maestro consideró:
   «Vaya, tiene un tronco verdaderamente hermoso. Voy a cortarlo.»
   Entonces lo golpeó con el hacha y el árbol comenzó a sangrar...caucho.
   ¡Había un árbol del caucho en la escuela!
   El maestro siguió enseñando año tras año. Un día el árbol dio un fruto.
   «¡Vaya, la criatura ha dado un fruto!», dijo el maestro.
   El tiempo pasó, el fruto maduró, cayó del árbol y se convirtió en semilla.
   «¡Vaya, ahora una semilla!», gritó el maestro.
   Se puso a pensar. Aquel arbol de caucho podía hacer que su escuela fuera famosa. Sólo tenía que difundir por el ancho mundo la noticia de que allí había un árbol de caucho.
   Envió semillas al extranjero. En aquellos países jamás habían visto nada semejante. Plantaron las semillas del maestro y las cultivaron. Luego, al sajar el tronco con la punta de un cuchillo curvo, comprobaron que, en efecto, de él salía caucho.
   «Con estos árboles de caucho se puede ganar mucho dinero», se dijeron. Y fueron a pedir al maestro más semillas. Todos querían ver el árbol y todos compraron semillas.
   Los días fueron pasando y el interés por la enseñanza fue decayendo. Cada vez había menos alumnos: un año hubo diez, al año siguiente ocho, al siguiente seis... Un día ya no quedó ningún alumno pues todos se dedicaban a comerciar.
   El maestro dejó de enseñar y también se hizo comerciante: abrió una tienda y se dedicó en exclusiva a vender semillas de árbol de caucho.
   Y esta es la historia de las semillas del árbol del caucho que nacieron de un testículo del diablo.


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