POR QUÉ NOS GUSTAN LAS GUAPAS, Rafael Azcona

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RAFAEL AZCONA, Por qué nos gustan las guapas, Pepitas de calabaza & Fulgencio Pimentel, Logroño, 2012, 512 páginas.

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Este tomo contiene los textos publicados por Azcona en La Codorniz desde 1952 a 1955. Este feliz proyecto editorial continuará con ¿Son de alguna utilidad los cuñados?  y Repelencias. Anuncian un Prologuito los editores, del que se encarga Bernardo Sánchez Salas. En Salvado por el humor (pp. 11-61) queda perfectamente dibujada orígenes de la trayectoria del genial escritor riojano. 
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AÑO NUEVO, VIDA NUEVA

   La mosca Fernanda se posó sobre el calendario y con el gesto peculiar de los miopes miró la fecha.
   —¡Caramba!—aleteó moviendo las patitas—: ¡Si resulta que —ya es día uno!
   Investigó un poco en la cola del taco de hojas —todavía fresca— y no encontrándola de su gusto, abandonó el almanaque volando como Prototipo de reacción en día de festival aéreo.
   Tomó tierra en la calva de don Fulgencio —que por ser día uno de enero había hecho gimnasia— y reflexionó: «Es una vergüenza que yo lleve esta vida. Siempre volando como una idiota de un lado para otro y sin pensar en nada práctico. Debo rectificar mi manera de ser. Desde hoy, nada de vuelos a lo tonto. Voy a cambiar de estilo y de carácter, seré amable, diligente, ahorradora, buena y económica. ¡Eso es!».
   Y satisfechísima de haberse mostrado tan sensata, dio un picotazo a la preciosa calva y salió arreando deseosa de empezar a vivir con dignidad.
   Salió al pasillo y lo cruzó como una flecha para colarse en la cocina cuando la criada franqueó la entrada; una vez sobre la mantequilla, la mosca Fernanda se vio asaltada por la perplejidad: ¿qué demonios de vida nueva podía emprender ella?
   Automáticamente, comprendió que quien formulaba aquella objeción era su propia indolencia. Heroica, la mosca batió sus alas, se frotó las patas y atacó la mantequilla. ¡Había que trabajar! La zafia mano de la criada amagó un dedazo, y Fernanda salió de su botín como un helicóptero. ¡Lucharía contra todas las dificultades! De un vuelo se colocó sobre el azucarero, y previos los tanteos de rigor, halló el resquicio por el que penetrar en el interior. Durante media hora estuvo trabajando como una negra en el azúcar. Luego, de nuevo la perplejidad: ¿no era aquello lo que siempre había hecho?
   Incapaz de seguir luchando, la mosca Fernanda se olvidó de proyectos... ¡Para qué complicarse la vida!
   Y por ahí anda y vuela, como una idiota, hasta que un jeringazo de DDT la haga polvo.

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