LA REALIDAD QUEBRADIZA, José María Merino

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JOSÉ MARÍA MERINO, La realidad quebradiza, Páginas de Espuma, Madrid, 2012, 262 páginas.
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 Esta Antología de cuentos al cuidado de Juan Jacinto Muñoz Rengel, recoge Minicuentos (pp. 217-240). Una sección de Viaje al centro de la mente de José María Merino (pp. 9-23) se titula significativamente: Nanocirugía: viaje al mundo de lo micro. Cierra el tomo Una conversación con José María Merino (pp. 241-262).
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CRISIS DE PERCEPCIÓN
        
   Durante muchos años mi percepción de esas cosas ha sido la que tiene el común de mis compatriotas, y no sé cuál pudo ser la causa de que comenzase a manifestarse la anomalía, pero con ocasión de la entrega de aquel premio descubrí que el rey estaba desnudo, sin que nadie se inmutase, y continué viéndolo desnudo en todas las ceremonias que retransmitía la televisión. Aficionado como soy a la ópera y a los espectáculos teatrales, en aquellas mismas fechas empecé a percibir que a menudo el escenario permanecía vacío y que los actores, cuando salían a escena, no cantaban ni recitaban, lo que no impedía el entusiasmo de los espectadores ante la supuesta representación. Lo mismo me ocurrió con las películas y las novelas. En aquellas, mientras la gente encontraba escenas hilarantes, conmovedoras o llenas de intriga, yo sólo veía una continua imagen borrosa; en estas, los elogios de la crítica o la fama que algún premio les había deparado no conseguían que yo encontrase otra cosa que páginas en blanco o impresas con las mismas palabras, machaconamente repetidas. Consciente de la gravedad del caso, oculté durante mucho tiempo lo que me pasaba, hasta que llegué a sentirme tan desganado de mi comunidad que busqué la ayuda de los médicos. Me dijeron que mi dolencia era muy rara, una pérdida grave del sentido de la convención, me internaron, me dieron muchas medicinas, pero no me sentía mejorar. Al fin he resuelto intentar curarme por mi propia voluntad y, tras mentir convincentemente a los facultativos, he vuelto a mi casa y me esftterzo por ver al rey vestido, por encontrar en los escenarios y en las pantallas los estupendos espectáculos que dicen que suceden, y en esas novelas las admirables y bien contadas historias que celebran tantos lectores. Creo que si continúo intentándolo, conseguiré curarme del todo.

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