EL IMITADOR DE VOCES, Thomas Bernhard
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THOMAS BERNHARD, El imitador de voces, Alfaguara, Madrid, 1984 (1978), 153 páginas.
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EN SERIO
Un actor cómico, que durante decenios vivió sólo de ser cómico y que había llenado siempre, hasta la última butaca, todas las salas en que había actuado, fue de pronto, para un grupo de excursionistas bávaros que lo descubrieron en el saliente que domina el llamado Abrevadero de Salzburgo, la sensación largo tiempo esperada. El actor cómico aseguró ante el grupo de excursionistas que, tal como estaba, con pantalones de cuero y un sombrero tirolés en la cabeza, se precipitaría al vacío, lo que hizo que el grupo de excursionistas, como de costumbre, se riera a carcajadas. El actor cómico, sin embargo, dijo al parecer que hablaba en serio, y real e instantáneamente se precipitó en el vacío.
Un actor cómico, que durante decenios vivió sólo de ser cómico y que había llenado siempre, hasta la última butaca, todas las salas en que había actuado, fue de pronto, para un grupo de excursionistas bávaros que lo descubrieron en el saliente que domina el llamado Abrevadero de Salzburgo, la sensación largo tiempo esperada. El actor cómico aseguró ante el grupo de excursionistas que, tal como estaba, con pantalones de cuero y un sombrero tirolés en la cabeza, se precipitaría al vacío, lo que hizo que el grupo de excursionistas, como de costumbre, se riera a carcajadas. El actor cómico, sin embargo, dijo al parecer que hablaba en serio, y real e instantáneamente se precipitó en el vacío.
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