Documenta minima

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NACIÓ

   asustada, pobrecita.

   La trataron con pastillas, gotitas que recetó el médico, hierbas medicinales que le dio la curandera del lugar. Le tiraron el cuerito. La trataron contra el susto, el mal de ojo y la envidia. Nada. Siguió asustada.

   De los cucos, de los perros, de la gente, del almacenero, de las arañas amarillas, de las estrellas en las noches estrelladas.

   Se encerró en la casa. En la pieza con su madre. Sin su madre. En la cama.

   No había caso. Seguía asustada. Cada vez más.

   Le trajeron el cura y el rabino. Al fin la dejaron sola.

   Ahora se transforma por las noches y sale de ronda asustando gente tirándoles los pies y mientras aúlla como lobo se le escapa sin querer alguna risa feliz.