MADRE SOLO HAY UNA Y AQUÍ ESTÁN TODAS, Raquel Díaz Reguera

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RAQUEL DÍAZ REGUERA, Madre no hay más que una y aquí están todas, Lumen, Barcelona, 2013, 42 páginas.

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Otra vez lo ha vuelto a conseguir: estos textos ingeniosísimos que catalogan hasta treinta modelos de madre (desde la Madre Nadasetira hasta la Madresuegra), están acompañados por las bellísmas ilustraciones a las que nos ha acostumbrado Raquel Díaz Reguera. Además completan el álbum nueve Páginas especiales que, por ejemplo, permiten inventariar el tipo de bolso de cada madre o las frases a las que más frecuentemente recurren. Para lectores inteligentes de todas las edades. ¡Ah! Que nadie espere encontrar aquí ninguna ñoñería. 
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MADRE DOMADORA DE PENAS

   Todas las madres, o como mínimo el cien por cien de ellas y cada una a su manera, hacen lo indecible por ver felices a los miem­bros de su prole. Pero los niños no pueden estar alegres las ocho mil se­tecientas sesenta horas del año, porque sería agotador incluso para ellos. Los hijos también tienen días en los que se levantan con el pie izquierdo o se sienten como si llevaran aburridos «tooooooda» su vida, o tienen una pena insondable que se materializa en un llanto constante insufrible para los padres, que ni imitando todas las voces de animales parlantes de los dibujos animados consiguen que cese la llorera.
   En esos días no hay nada mejor que tener en casa una Madre Domadora de penas. Y es que estas madres tienen una sabiduría natural para ponerle un final feliz a los «momentos dramáticos» Es un don que las hace capaces de domesticar las penas más salvajes. A modo de estrellas circenses, consiguen que las lágrimas hagan toda suerte de acrobacias y equilibrios hasta que se convierten en risas desternillantes. Saben cómo meter en cintura a la tristeza y son expertas en darle la vuelta a la tortilla. Ellas ponen en práctica la estrategia «no hay mejor defensa que un buen ataque», así que para defenderse de un llanto lastimero contraatacan con una sobredosis de cosquillas, con una ristra de chistes o con un discurso que en otras madres podría sonar como aleccionador y, sin embargo, en sus palabras y a su modo, calma todas las congojas. Transforman los pu­cheros en caras con sonrisas de oreja a oreja. Las Madres Domadoras de Penas son dueñas de la carcajada más contagiosa del mundo, la única capaz de amendrentar a una tristeza leonina, haciendo que esta huya por donde llegó con el rabo entre las piernas.


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