CINE Y JAZZ, Carlos Aguilar

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CARLOS AGUILAR, Cine y jazz, Cátedra, Madrid, 2014 (2013), 384 páginas.

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En Cine & Jazz: reunión (pp. 7-31) Carlos Aguilar  afirma que, emergiendo al unísono, «no es desorbitado afirmar que desde entonces devienen expresiones artísticas colectivas particularmente representativas de sus décadas de existencia». Las múltiples entradas se detienen en títulos cinematográficos, estéticas y jazzmen´s.
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ALREDEDOR DE LA MEDIANOCHE (Round Midnight, Bertrand Tavernier, 1986).

 

   Uno de los títulos clave de la relación entre cine y jazz, coproducción entre Francia y Estados Unidos, que coincidió en las carteleras con otro de tales hitos, el americano Bird (Clint Eastwood, 1988), no por casualidad ambos distribuidos por Warner Brothers. La base estriba en el libro La danse des infideles (1985) que Francis Paudras, un dibujante industrial apasionado del jazz, escribió sobre la etapa en París del pianista americano Bud Powell en el decenio de los 60, con base en la amistad que surgió entre ambos; empero, la trama agrega asimismo detalles que recuerdan momentos, generales o concretos, de la vida de otras glorias del sector, sobre todo el saxofonista Lester Young. Por añadidura, el protagonismo de otro gran saxofonista, Dexter Gordon, que además había tocado con Powell, comporta que este y su personaje ficticio, Dale Turner, a menudo se confundan y hasta fundan, por supuesto con plena intención; no en vano Gordon también conoció un exilio europeo y arrastró problemas de alcoholismo y drogadicción. La fascinación del director Tavernier por el jazz casa argumentalmente con el tema de la amistad viril intergeneracional, desde siempre asociado al western, lo cual remata el embelesado reconocimiento del autor respecto a cardinales ítems de la cultura estadounidense. Según sus declaraciones: «Aporté mucho de mis recuerdos con determinados cineastas. De hecho, la relación entre el joven aficionado y el músico alcoholizado está inspirada básicamente en las dos semanas que pasé con John Ford. Tras aquello, no me costó nada identificarme con el personaje del joven». No obstante, el desarrollo matiza tal admiración mediante un soterrado chauvinismo, y confiere con frecuencia a los dos personajes centrales una cualidad casi simbólica, de forma que la conclusión sugiera una tesis no por fundada menos tendenciosa: el jazz lo crearon los negros americanos, por instinto, pero lo legitimaron los blancos franceses, por talento. Ahora bien, la sensibilidad mediante la cual Tavernier aúna la perspectiva mítica con el naturalismo dignifica este ingrediente tan discutible del planteamiento, sensibilidad reforzada por una disposición narrativa que juega semánticamente con las propiedades lingüísticas del jazz en lugar de plegarse a una preceptiva cinematográfica ortodoxa, anticipándose así a Bird, acentuada por un tono bien guardado que fluctúa entre la tristeza y la melancolía, embellecida por la primorosa dirección artística del gran Alexandre Trauner (destacable sobre todo la reconstrucción del legendario club parisiense Blue Note) y magnificada por el asombro que produce Dexter Gordon en su actuación cinematográfica, tan sumamente verosímil en su espontaneidad que desaconseja especular sobre los resultados si su rol estuviera personificado por un actor profesional. Dolorosamente peor resulta a su lado François Cluzet, al recordar al repelente Jean-Pierre Léaud, personificando el trasunto del escritor Paudras, y competentes en sus respectivos cameos los cineastas americanos John Berry, en su momento también exiliado en París, y un soberbio Martín Scorsese como el representante de Turner/Gordon. Por lo demás, escoger como título el paradigmático tema Round Midnight de Thelonious Monk (disponible en diversidad de versiones, sea cantadas o instrumentales) representó un acierto desde cualquier punto de vista; para la película lo interpreta, en intimista scat, Bobby McFerrin. Otros standards comparecen (Body and Soul, How Long This Been Going On, etc.) en una banda sonora a cargo del pianista Herbie Hancock, premiada con el Óscar de la modalidad. Chet Baker, que también conoció su correspondiente etapa de jazzman americano en París, comparece en off, cantando Fair Weather. Y en persona, actuando con Gordon/Turner, se reconoce, además del antedicho Hancock, al trompetista Freddie Hubbard, el guitarrista John MCLaughlin, el pianista Cedar Walton, los bajistas Pierre Michelot y Ron Carter y la cantante Lonette McKee, principalmente.

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