QUIÉN, QUÉ, CUÁNDO, Julia Rothman, Jenny Volvoski & Matt Lamothe

0



JULIA ROTHMAN, JENNY VOLVOSKI & MATT LAMOTHE, Quién, qué, cuándo, Nórdica Libros, Madrid, 2018, 144 páginas.


**********
65 semblanzas de entrenadores, dentistas, colegas, esposas, madres, padres, secretarios, mentores, editores de. «Detras de cada gran persona hay alguien que posibilita su ascensión» escriben en la introducción Rothman, Volvoski y Lamothe. Cada una de estas semblanzas está escrita e ilustrada por distintos autores.
**********

CARLO [1849-1866]: EL PERRO DE EMILY DICKINSON 

   Cuando tenía diecinueve años, a Emily Dickinson le regalaron un cachorro de terranova. Le llamó Carlo por el perro que aparece en Jane Eyre. «Me pregunta por mis compañeros —escribió Dickinson años después a un amigo—. Las colinas —señor— y el atardecer — y un perro tan grande como yo que me regaló mi padre — son mejores que los seres humanos — porque saben — pero no dicen». Carlo era sigiloso, como todos los perros, pero, probablemente, de mayor tamaño que Dickinson. Los terranova macho pesan unos setenta kilos; Dickinson medía un metro sesenta y dos centímetros y era «pequeña, como un reyezuelo».
   La leyenda de Dickinson recluida en su hogar es difícil de mantener sabiendo el tiempo que pasó con este animado animal. (Un poema empieza: «Empecé muy temprano — cogí a mi perro —». Tal como recordaba un amigo en otro texto «Emily iba con su perro y una linterna», lo que sugiere que Dickinson caminaba con Carlo de noche). Cuando Dickinson exploraba el bosque de Pelham en las praderas circundantes, Carlo la acompañaba, aportándole confianza física y libertad mental. Ella le elogiaba por ser «valiente y mudo».
   Carlo era negro o marrón y, al igual que todos los terranova. mudaba mucho el pelo. Aunque corre una leyenda según la cual Dickinson se vestía «completamente de blanco», ella reconocía ser aficionada al «calicó», y que le gustaba llevar «un vestido marrón con una capa, si es posible, de color más marrón» —un color más práctico para una mujer cubierta de pelo de perro—. Nunca se quejó por tener un perro tan grande —en un poema le canta a las patas embarradas de los perros—, pero sabemos que odiaba las tareas domésticas. «Hoy están limpiando la casa, Susie, y me he retirado rápidamente a mi pequeño cuarto». Puede que la criatura a la que llama «aliado peludo» estuviera durmiendo a sus pies cuando escribía; puede que le babeara en el vestido y en el papel de escribir.
   La palabra «puede» tiene una importancia fundamental en todas las biografías de Dickinson, dado el celo con el que guardaba sus secretos. Uno de esos misterios perdurables tiene que ver con tres cartas de amor que Dickinson escribió, pero que nunca envió. No sabemos si el hombre al que iban dirigidas esas cartas era real o imaginario, pero, cuando Dickinson le pregunta: «Carlo, tú y yo podríamos / pasear durante una hora por las praderas», no queda duda de a quién se imaginaba acompañándoles en su cita. Carlo vivió más de dieciséis años y Dickinson escribió algunos de sus poemas más importantes durante ese tiempo. Cuando el terranova falleció, esta forjadora de un nuevo lenguaje poético habló muy poco sobre el suceso. Escribió a su amigo Thomas Higginson: «Carlo ha muerto. ¿Me dices qué debo hacer?». Más tarde anotó:«Exploro muy poco desde que mi callado confederado» falleció. Nunca tuvo otro perro.
Sara Levine
 Sarah Jacoby

0 comentarios en "QUIÉN, QUÉ, CUÁNDO, Julia Rothman, Jenny Volvoski & Matt Lamothe"