SIEMPRE LECTURAS NO OBLIGATORIAS, Wislawa Szymborska
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WISLAWA SZYMBORSKA, Siempre lecturas no obligatorias, Alfabia, Barcelona, 2014, 250 páginas.
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EINSTEIN EN CITAS
Una hora con Einstein
Era un genio, tenía aptitudes y un buen número de dones. Con su genialidad, solo los especialistas pueden deleitarse. Nosotros, miserables profanos, tendremos que conformarnos solo con sus aptitudes y sus dones. Tenía dos grandes aptitudes: por una parte, para la música, como recuerdan aquellos que lo conocieron; y para la literatura, como nosotros mismos podremos convencernos leyendo este libro. Pero, además, había sido agraciado con multitud de dones. Cualquiera de ellos merecería nuestra atención, pero yo me quedo con su capacidad para filosofar, su apasionado interés por el mundo, su maestría para expresar ideas de forma diáfana y su sentido del humor. Aún podría hacer más larga esta lista, porque ser un amigo leal y saber rectificar los errores propios es algo así como un don también. Pero, antes de sumergirlo completamente en miel, debemos reconocer que había dos cosas para las que no reunía aptitudes: la política y el matrimonio. Sus ideas políticas son una mezcolanza de gran perspicacia y pueril ingenuidad. Además, sabía perfectamente que no eran su terreno. A la pregunta de por qué los científicos fueron capaces de inventar la bomba atómica, pero no de predecir su uso, respondió: «Es sencillo. amigo mío: porque la política es más complicada que la física». Durante los primeros años de existencia del Estado de Israel, Ben Gurion le propuso la presidencia (mientras en el fondo de su alma rezaba para que Einstein declinase la oferta). El gran científico siempre se sintió muy fuertemente unido a su pueblo, pero al mismo tiempo se sentía un ciudadano del mundo, y algo así como un gato que debía seguir su camino. Con un cargo así, todo habrían sido problemas. Por eso, cuando rechazó la propuesta, Ben Gurion se quitó un peso de encima... Con la vida familiar tampoco acababa de congeniar. Se casó dos veces, aunque no debió haberlo hecho ninguna. De alguien tan ocupado y eternamente atareado no podía salir un marido solícito ni un padre que llevase los niños al parque... Las citas incluidas en el libro proceden de numerosas entrevistas, cartas y artículos ocasionales. No soy una gran entusiasta de arrancar las ideas de su contexto, pero en este caso me doy por satisfecha. Pasar una hora con una personalidad tan extraordinaria también cuenta. Se le dedica relativamente bastante espacio a las ideas de Einstein sobre Dios, la religión y la filosofía. El mismo se definía como un «ateo profundamente creyente», y al mismo tiempo reconocía que las alturas a las que había llegado como investigador le colmaban de humildad y admiración por la estructura del mundo, y que una fascinación así ya era una vivencia religiosa. Y añadía: «Si Dios creó este mundo, con seguridad no le preocupaba si nos resultaría fácil o no comprenderlo». Y aún otra cita más, esta algo más ligera. Científicos y pseudocientíficos de todo tipo le enviaban montañas de trabajos con el ruego de que los evaluase o respaldase. Si se hubiese decidido a leerlos, no le habría quedado tiempo para nada más.
Finalmente se agotó su paciencia y dictó a su secretaria: «En lo referente a las publicaciones que usted ha enviado, el Prof. Einstein le pide encarecidamente que, durante un tiempo, lo considere fallecido».
Recopilación de Alice Calaprice, traducción del inglés de Marek Kro~niak. Varsovia: Wydawnictwo Prószyríski i S-ka, 1977.
Los genios tambien necesitan que se les deje tranquilos, a veces...
Saludos