EL TRIGO Y LA CIZAÑA, Matteo Rampin

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MATTEO RAMPIN, El trigo y la cizaña, Alianza, Madrid, 2010,112 páginas.


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Rampin recoge ejemplos “para modificar la clave de lectura de la realidad y de ese modo actuar en la realidad con la finalidad de reducir o eliminar el sufrimiento.”
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EL LEGADO DE CAÍN O «LE ODIO»

   La existencia de gente odiosa, que se hace odiar, o que todos odiarían, es una verdad científica.
   Pero la posibilidad de que uno enferme roído por el odio no deja de ser otra verdad tanto o más cierta que no suele tenerse en cuenta.
   Quienes dicen: «No consigo evitar odiar a X» están diciendo al mismo tiempo «me estoy haciendo mala sangre», pero a menudo no se dan cuenta. Conviene pues enseñarles la otra cara de la moneda: basta sugerirles que al odiar a alguien le damos también la capacidad de volver odiosa nuestra propia vida. La frase apropiada podría ser:

Odiar a alguien equivale a permitirle hacernos vivir mal.
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OTRA VEZ CAÍN O (DE NUEVO) «LE ODIO»

   Otra forma de sugerir que odiar es una tontería es mostrar toda la ambigüedad y ambivalencia que hay en esta perniciosa emoción.
   Odiar tiene consecuencias malas también (o sólo) para quien odia. Con todo, quien odia se encariña extrañamente de ese sentimiento, que se convierte en una droga, y por la misma razón en una esclavitud. En efecto, quien odia no es libre: su cabeza no está libre de tensiones, su voluntad está llena de obstáculos, su salud se ve afligida por continuos tormentos.
   Odiar es ridículo, pero quien odia no lo sabe. Para que le entre esa duda a veces basta decirle:

¿Te gusta odiarle?
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SIMETRÍA Y RECIPROCIDAD O «TE DAN MIEDO LOS OTROS»

   A veces nos olvidamos que «los otros» son «otros» con respecto a «nosotros». Es decir,
que para alguien yo también soy «otro»: todos somos otros con respecto a otros.
   Preguntarse quién tiene miedo de nosotros en lugar de preguntarse de quién tenemos que tener miedo puede ser útil para descubrir situaciones, momentos y relaciones en los que podemos disfrutar mejor de los demás. Ésa es la utilidad de la siguiente observación:
Todos somos «los otros» con respecto a alguien.

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PESIMISMO O «TODO SIGUE IGUAL»

   La tendencia al pesimismo puede insinuarse de varias formas en el camino de quien está tratando de cambiar en situaciones críticas; una de las más frecuentes es la que lleva a decir que a pesar de todos los esfuerzos aún no se ven los resultados.
   Esa afirmación se puede completar fácilmente, haciéndole adquirir un significado mucho más positivo:
Si no cambias no empeoras. Eso ya es un cambio.

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