AQUÍ PASAN COSAS RARAS, Luisa Valenzuela
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LUISA VALENZUELA, Aquí pasan cosas raras, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1991 (1975), 126 páginas.
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PAVADA DE SUICIDIO
Ismael agarró el revolver y se lo pasó por la cara despacito. Después, oprimió el gatillo y se oyó un disparo. Pam. Un muerto más en la ciudad; la cosa ya es un vicio. Primero agarró el revólver que estaba en un cajón del escritorio; después se lo pasó suavemente por la cara. Después, se lo plantó sobre la sien y disparó. Sin decir palabra. Pam. Muerto.
Recapitulemos: el escritorio es bien solemne, de veras ministerial (nos referimos a la estancia-escritorio). El mueble escritorio también, muy ministerial y cubierto con un vidrio que debe haber reflejado la escena y el asombro. Ismael sabía donde se encontraba el revólver; él mismo lo había escondido allí. Así que no perdió tiempo en eso, le bastó con abrir el cajón correspondiente y meter la mano hasta el fondo. Después, lo sujeto bien, se lo pasó por la cara con una cierta voluptuosidad antes de apoyárselo contra la sien y oprimir el gatillo. Fue algo casi sensual y bastante inesperado.
Hasta para él mismo pero ni tuvo tiempo de pensarlo. Un gesto sin importancia y la bala ya había sido disparada.
Falta algo: Ismael en el bar con un vaso en la mano, reflexionando sobre un futura acción y las posibles consecuencias.
Hay que retroceder más aun si se quiere llegar a la verdad: Ismael en la cuna llorando porque está sucio y no lo cambian. No tanto.
Ismael en la primaria peleándose con un compañerito que mucho más tarde llegaría a ser ministro, seria su amigo, seria traidor.
No. Ismael en el ministerio, sin poder denunciar lo que sabía, amordazado. Ismael en el bar, con el vaso en la mano y la decisión irrevocable: mejor la muerte.
Ismael empujando la puerta giratoria de entrada al edificio, empujando la puerta vaivén de entrada al cuerpo de oficinas, saludando a la guardia, empujando la puerta de entrada a su despacho. Una vez en su despacho, siete pasos hasta su escritorio. Asombro. La acción de abrir el cajón, retirar el revólver y pasárselo por la cara, casi única y muy rápida. La acción de apoyárselo contra la sien y oprimir el gatillo. Pam. Muerto. E Ismael, saliendo aliviado de su despacho aun previendo lo que le esperaría fuera.
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