AQUÍ YACEN DRAGONES, Fernando León de Aranoa
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FERNANDO LEÓN DE ARANOA, Aquí yacen dragones, Seix Barral, Barcelona, 2013, 200 páginas.
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Afirma el propio autor en Aviso a lectores (pp. 9-11): "Es allí, donde el conocimiento no alcanza, donde la ficción se hace más necesaria. Porque ofrece explicaciones, y ayuda a construir un modelo, una réplica efica, coherente".
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LA MELODÍA
Apoyado en la pared de adobe llena de
agujeros, el soldado silba una melodía sencilla mientras el pelotón que va a ejecutarle
carga, apunta y dispara sus armas.
El capitán al mando se sorprende esa misma
noche en la cantina, tarareando la melodía. Evita a las soldaderas, le incomoda
su risa.
Rechaza el alcohol y la euforia con la que
sus oficiales celebran la victoria de hoy y conjuran el miedo a la derrota de
mañana.
Pasa la guerra, se olvida. Si se ganó o se
perdió, pocos lo recuerdan ya.
El capitán se hace brigada y el brigada,
general, sin que la melodía se borre de donde sea que haya quedado grabada.
Pueden pasar meses sin que vuelva a su cabeza, pero sabe que en el instante en
el que lo desee podrá tararearla otra vez y, sin saber por qué, lo percibe como
una amenaza.
Así sucede el día de la comunión de Andrés,
su hijo; una tarde en los caballos, en la que apostaron cuarenta pesos a Veloz
y perdieron; la mañana que a su mujer le dieron la terrible noticia y tres
meses después, justo después de su entierro, en una cafetería del centro de la
ciudad a la que no había regresado desde que se fueron a vivir al barrio alto,
en los años setenta.
La silbará por última vez ausente, en su
lecho de muerte. Su hijo, ya un joven cadete de la escuela de oficiales
Baltasar Luengo, pregunta por su origen, pero el anciano militar le miente.
Años más tarde la tararea él también en un
bar, una noche, sin darse cuenta. Una joven, que le escucha, se enamora de él
dos mesas más allá. La melodía le es familiar. Su padre la silbaba cuando ella
era niña, cuando el mundo comenzaba y terminaba en el caballo imaginario de sus
rodillas. Pero eso fue hace mucho, antes incluso de la guerra, en la que había
muerto fusilado.
La joven tiene una mirada hermosa: hay tanta
vida en sus ojos que asusta. Y sin embargo, sin que pueda comprender por qué,
al joven cadete le cuesta sostenérsela.
Siente que le debe una explicación, pero no
sabe cuál.
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