ESCRITOS SOBRE PINTURA, Henri Michaux
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En la Introducción (pp. 15-47), Chantal Maillard, editora y traductora, señala: «Nada más lejos de la intención de Michaux. Nada más lejos y más opuesto a su tarea. Michaux no es un artista sino un buscador de infinitos.»
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Los libros son aburridos de leer. No se circula libremente. Se le invita a seguir. El camino está trazado, de vía única.
Del todo diferente, el cuadro: inmediato, total. A la izquierda, también, a la derecha, en profundidad, como se quiera.
No hay trayecto sino mil trayectos, y las pausas no están indicadas. En cuanto uno lo desea, el cuadro está ahí de nuevo, entero. En un instante, todo está ahí. Todo, pero nada aún es conocido. Entonces es cuando hay que empezar A LEER.
Aventura poco apreciada, aunque apta para todos. Todos pueden leer una pintura. hay materia que descubrir (y meses después, materias nuevas) para todos, los respetuosos, los generosos, los insolentes, los que le son fieles a su efigie, los que están perdidos en su sangre, los de bata blanca con sus tubos de ensayo, aquéllos para quienes un trazo es como un salmón que se tira al agua y cualquier perro que se encuentren, un perro que poner en la mesa de operaciones con el fin de estudiar sus reflejos, aquéllos que prefieren jugar con el perro, conocerlo reconociéndose en él, aquéllos que en el otro no festejan con nadie más que consigo mismo, en fin, aquéllos que ven sobre todo la Gran Marea, portadora a un tiempo de la pintura, del pintor del país, del clima, del medio, de la época entera y de sus factores, de los acontecimientos aún no audibles y de otros que ya se ponen a tocar furiosamente las campanas.
Sí, hay algo para todos en el lienzo, incluso para los ineptos que simplemente dejan girar en ella sus alas de molino sin ver en realidad la diferencia, pero existe y cuán instructiva.
No se demoren mucho, sin embargo». Éste es el momento. Aún no hay reglas. Pero no tardarán...
Del todo diferente, el cuadro: inmediato, total. A la izquierda, también, a la derecha, en profundidad, como se quiera.
No hay trayecto sino mil trayectos, y las pausas no están indicadas. En cuanto uno lo desea, el cuadro está ahí de nuevo, entero. En un instante, todo está ahí. Todo, pero nada aún es conocido. Entonces es cuando hay que empezar A LEER.
Aventura poco apreciada, aunque apta para todos. Todos pueden leer una pintura. hay materia que descubrir (y meses después, materias nuevas) para todos, los respetuosos, los generosos, los insolentes, los que le son fieles a su efigie, los que están perdidos en su sangre, los de bata blanca con sus tubos de ensayo, aquéllos para quienes un trazo es como un salmón que se tira al agua y cualquier perro que se encuentren, un perro que poner en la mesa de operaciones con el fin de estudiar sus reflejos, aquéllos que prefieren jugar con el perro, conocerlo reconociéndose en él, aquéllos que en el otro no festejan con nadie más que consigo mismo, en fin, aquéllos que ven sobre todo la Gran Marea, portadora a un tiempo de la pintura, del pintor del país, del clima, del medio, de la época entera y de sus factores, de los acontecimientos aún no audibles y de otros que ya se ponen a tocar furiosamente las campanas.
Sí, hay algo para todos en el lienzo, incluso para los ineptos que simplemente dejan girar en ella sus alas de molino sin ver en realidad la diferencia, pero existe y cuán instructiva.
No se demoren mucho, sin embargo». Éste es el momento. Aún no hay reglas. Pero no tardarán...
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