SIRENALIA, Javier Perucho
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JAVIER PERUCHO, Sirenalia, Ciudad de México, Edición de autor, 2017, 56 páginas.
MARINA
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Cuando el lector haya atravesado el umbral, Inventario. Polvo y ceniza (pp. i-vi), sabrá por qué en este libro bellamente ilustrado por Mario Escoto, palpitan acompasados dos corazones: el de Javier Perucho y el del maestro Arreola.
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MARINA
Me dijo la última vez, antes de azotar la puerta, Voy por cigarros. Desde entonces no la volví a ver, hasta ahora que me la encontré con un chamaco entre sus brazos. Al pie de una fuente pedía unas monedas a los transeúntes, que la miraban con rencor por la cauda de sirena, le lanzaban unos centavos o la ignoraban en su paso apresurado y torpe por la cola de tela enmugrecida que arrastraba. A distancia prudente la vigilé hasta que dejó de mendigar al anochecer. Seguí sus pasos. Cuando quiso entrar a un edificio abandonado la alcancé, entonces la llamé por su nombre, Marina, pero no quiso reconocerme, la jalé del brazo para que atendiera mis reclamos, le exigí que volviera a casa, le pedí cargar a mi hijo, que cargaba en sus brazos, pero todo fue en vano. Entró y azotó el portón. Vuelvo cada día al atardecer a la fuente. La vigilo detrás de un pilar hasta que deja de limosnear y emprende su camino a casa.
Amigos, apenas me entero de que lo incluyeron en su inventario; su breve recensión me honra. Nomás solicito una enmienda: yo sí me llamo Javier, como reza la cumbia.
Un abrazo con mi agradecimiento,