LAS CHICAS SON GUERRERAS, Irene Cívico & Sergio Parra
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IRENE CÍVICO & SERGIO PARRA, Las chicas son guerreras, Montena, Barcelona, 2016, 242 páginas.
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«Para las chicas guerreas, el único límite es el cielo». Irene Cívico y Sergio Parra escriben y Nuria Aparicio ilustra estas semblanzas de 26 mujeres modelo también para hombres.
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NANCY WAKE
Fecha de nacimiento
30 de agosto de 1912 (Wellington, Nueva Zelanda)
Su mayor logro
Ser la pieza más va1iosa de la Resistencia para
acabar con el régimen nazi.
Su lema
«La libertad es lo único por lo que vale la pena
vivir porque, sin libertad, la vida no tiene sentido.»
Cópiale
No importa el peligro si la causa es justa.
No es de extrañar que Nancy Wake haya pasado a la
historia corno la persona más temida por los nazis, ya que desde muy
jovencita Nancy se caracterizó por ser valiente, decidida y no tener
miedo a nada. Con tan solo 16 años se fugó de casa y viajó hasta
Nueva York, donde se convirtió en periodista de forma autodidacta
porque ¿qué mejor que vivir las noticias en primera persona? Su
trabajo la llevó hasta París, donde ejerció como corresponsal de
la Hearst Corporation, que todavía hoy es una de las corporaciones
de periodismo más importantes. Su trabajo en Hearst fue lo que le
permitió entrevistar a Hitler en 1933 y lo que vio la horrorizó
tanto que se prometió a sí misma que haría lo que estuviera en sus
manos para detener esa locura. Y vaya silo hizo.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y el
ejército nazi alemán empezó a invadir Francia, Nancy y Henri, el
millonario francés con el que se había casado, en lugar de huir
como hacían todos los que tenían dinero para hacerlo, decidieron
quedarse y unirse a la Resistencia para contener a los nazis.
Como nadie sospechaba de la esposa bonica de un
señor ricachón, Nancy se convirtió en la mensajera oficial de la
Resistencia, llevando mensajes y comida de contrabando a los grupos
resistentes del sur de Francia. Ayudada por una vieja ambulancia,
disfrazada de enfermera, empezó a trasladar a gente a escondidas
hasta España. Enseguida destacó frente a los demás miembros de la
Resistencia por su extraordinaria capacidad para evitar ser atrapada:
siempre que los nazis creían haberla localizado, ella ya se había
esfumado. Para ellos era desesperante; para la Resistencia, su mayor
activo.
Era tan escurridiza y lista que los nazis
empezaron a llamarla el «Ratón Blanco» y pronto se convirtió en
uno de sus objetivos prioritarios. De hecho, los nazis estaban tan
cabreados por que Nancy se les escapara siempre de las manos, que
pusieron precio a su cabeza. Ofrecían 5 millones de francos a
cualquiera que la atrapara, una cifra enorme que la convirtió en la
persona más buscada de la Segunda Guerra Mundial.
Era tan buena haciendo su trabajo que incluso
cuando la detuvieron fue por error: Nancy fue detenida al ser
confundida con otra chica de la Resistencia que había hecho explotar
una bomba. A pesar de que la torturaron durante 4 días, Nancy jamás
soltó información a los nazis y, como si de una película se
tratara, un compañero consiguió liberarla diciendo que esa chica no
era más que su amante. Es inexplicable cómo pudo colar esa trola;
quizá su carisma y naturalidad al enfrentarse a situaciones
complicadas surtieron el efecto deseado, y como ella solía decir:
«Basta con un poco de maquillaje y una copa en la mano». Sus
compañeros de batallas decían que era la chica más femenina del
mundo, pero que en cuanto empezaba la batalla, Nancy era más dura
que 5 marineros juntos.
Su coraje era tan rotundo que, tras unirse a la
Dirección de Operaciones Especiales en Inglaterra, la lanzaron en
paracaídas sobre Francia para que actuara como persona de contacto
entre Londres y los maquis en Francia. Se dedicó a mover armamento,
sabotear las comunicaciones nazis y reclutar nuevos miembros para los
grupos de maquis de la Resistencia (¡se las ingenió para montar un
despliegue paramilitar de 7.500 personas! (¡Todo un ejército!). En
una ocasión, llegó a recorrer 500 kilómetros en bicicleta durante
71 horas, ¡sin parar! cruzando varios puntos de control alemanes sin
ser descubierta, para entregar unos códigos secretos a los aliados.
De todas las hazañas increíbles que Nancy protagonizó durante la
guerra, ella siempre pensó que ese maratón en bici que se pegó fue
su aportación más valiosa a la causa.
Pero no fue esa su aportación más valiosa, sino
la cantidad de vidas que llegó a salvar. Desde abril de 1944 hasta
la liberación total de Francia, sus hombres se enfrentaron a los
alemanes en una lucha sin cuartel en la que murieron más de 1.400
nazis, mientras que Nancy solo perdió a 100 hombres. Ella misma mató
a más de uno con sus propias manos, porque Nancy no tenía miedo a
la muerte. Estaba demasiado ocupada salvando el mundo.
Por supuesto, nuestro ratón blanco sobrevivió a
la guerra y se convirtió en la mujer más condecorada de la Segunda
Guerra Mundial. Pero a Nancy no le podían importar menos los
reconocimientos, así que se vendió todas las medallas y pasó los
últimos años de su vida viviendo del dinero que le habían dado por
ellas. Cuando le preguntaron por qué se había vendido esos
reconocimientos tan importantes, Nancy les dijo que mejor sacar algo
de las medallas en vida, porque, como de todos modos iba a ir al
infierno, allí se hubiesen fundido con el calor.
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