ARTISTAS SIN OBRA. «I WOULD PREFER NOT TO», Jean-Yves Jounnais

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JEAN-YVES JOUANNAIS, Artistas sin obra. «I would prefer not to», Acantilado, Barcelona, 2014, 160 páginas.

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Relata Enrique Vila-Matas en Doble Shandy (pp. 9-20) el impacto que le produjo la lectura en una noche de 1998 de Artistes sans oeuvres. «I would prefer not to». Este libro le devolvió «los deseos de explorar el misterioso asunto de los escritores que se retiran de la escritura», por lo tanto fue no sólo el estímulo para proseguir Bartleby y compañía y el comienzo de una fértil conversación con Jouannais.
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FÉLIX FÉNÉON, ESCRITOR POSTUMO 

   Invisible fue también la obra de Félix Fénéon (1861-1944) en vida. O al menos sólo la reivindicó discretamente. Escribió artículos, muchísimos, pero o no los firmaba o lo hacía sólo con sus iniciales. «Félix Fénéon se preocupaba más de ejercer su inteligencia mediante la escritura que de firmar lo que había escrito», escribe Georges Bernier.1 Su firma apareció en 1886, en la cubierta de un modesto librito de cuarenta y tres páginas titulado Les impressionistes, del que tan sólo se editaron doscientos veintisiete ejemplares. Y después nada más hasta 1944, la fecha de su muerte, a la edad de ochenta y dos años. Si bien no fue escritor en vida, Fénéon lo fue una vez muerto. Jean Paulhan publicó en 1948 las Œuvres2: aquella obra, que jamás se había publicado individualmente, se hizo plural. Después hubo que esperar hasta 1970 para que Joan Halperin reuniera lo que ella llamó las Œuvres plus que completes [Obras más que completas] en dos volúmenes3, el segundo de los cuales cuenta con un centenar de páginas de las «famosas» Nouvelles en tris lignes [Novelas en tres líneas] que escribió para Le Matin a partir de 1906. Éstas eran sucesos en tres líneas, como el haikú es un poema en tres versos, y se presentan como novelas elípticas, como vastas sagas depuradas, reducidas tan sólo a sus costuras, La comedia humana condensada en un punto de antimateria donde se precipitan sin esperanza de reflexión las substancias dramáticas del bovarismo, de lo burlesco de los tópicos, de lo sórdido de los actos irreversibles: «Abandonada por Delorce, Cécile Ward rechaza acogerlo de nuevo, salvo en matrimonio. El la apuñala, puesto que esta condición le había parecido escandalosa».4 
   Pascal Pia afirma que: «Lo que distingue a Fénéon es la diversidad de sus aptitudes y conocimientos, la constante pertinencia de sus palabras y, por último, su negligencia en el empleo de tantas capacidades. Cuántos autores que no tienen nada que decir producen cada año uno o varios libros nuevos. Fénéon, que hubiera podido tratar cualquier tema sin decir estupideces, no escribió casi nada que no fuera por obligación profesional o con el propósito de servir a personas que apreciaba»5. Y añade: «Convengámoslo: Fénéon, estilista incomparable, no era un hombre de letras. Casi me atrevería a decir que se empeñó en no llegar a ser un literato». Por este mismo retrato en negativo, imagen del amor a los condicionales, optará Florence Delay: «La verdadera bomba de Fénéon fue su silencio. En la encrucijada del siglo XIX con el XX, un perfecto escritor evitó escribir»6
   Y de hecho hubo otra bomba, no menos cierta que la evocada por Florence Delay, una máquina infernal que explotó el 4 de abril de 1894 en el restaurante Foyot, a dos pasos del Senado, y que, según la hipótesis de Joan Halperin, habría lanzado Fénéon. Era efectivamente anarquista, se lo consideró sospechoso y compareció en el Proceso de los Treinta. Jean Halperin, confrontando los testimonios, menciona una bomba escondida en una maceta de jacintos. En efecto, tal cosa hubiera armonizado con el irónico estilo que le hacía desear ver florecer las tumbas que se proponía excavar. No hubo muertos, tan sólo un herido: el escritor Laurent Tailhade, también anarquista y amigo muy querido de Fénéon. 
   Afirmar que Félix Fénéon no tuvo obra en vida significa que delante del escritor, del dandy, del crítico, se alzaba, como una pantalla, la figura enmascarada, oculta, del anarquista. La costumbre precavida de no firmar, de no darse a conocer, de prohibir cualquier publicidad de su nombre, se aplicaba a todos los aspectos de su vida. 
   Y por añadidura, la feliz carrera de Fénéon es en sí misma la refutación más eficaz a quienes proclaman que no firmar los libros es no creer en la literatura, a los irascibles que vociferan contra el nihilismo de hombres según ellos sin convicciones. Puesto que Félix Fénéon renunció pronto a una carrera personal para poner al servicio de los demás su inteligencia y su sensibilidad de hombre de gusto. Fénéon amó mucho más la literatura que muchos urdidores de páginas y demás perpetradores de novelas. A través de las revistas que animó o dirigió, La Libre Revue, La Revue indépendante. La Vogue, Les Entretiens politiques et littéraires y, más tarde, La Revue blanche, le debemos el descubrimiento de Dostoievski, Tolstói, Ibsen, Gorki y Strindberg. Asimismo, en 1923, fue él quien hizo publicar en Francia el Dedalus de James Joyce. Y a él se debe la publicación de algunos de los textos más célebres de Verlaine, Laforgue, Mallarmé, Gide, Jarry, Apollinaire, y sobre todo las Iluminaciones de Rimbaud7
   Producir, para Félix Fénéon, lejos de las connotaciones capitalistas y vanidosas, no se podía afrontar más que en su sentido etimológico estricto, el más generoso: “poner delante”. En este caso, poner una obra ante el público, compartir un impulso, un arrebato; el sacerdocio completamente alegre de un hombre que no estaba enamorado de su nombre8


1 En La Revue blanche, ses amis, ses artistes, Paris, Hazan, 1991. Thadée Natanson, en 1895, le propone el puesto de secretario de redacción de la revista. Trabajará en ella hasta 1903, y publicará numerosos textos, pero «no se decidió más que dos veces a dejar su nombre completo y en los dos casos fue como traductor».
2 Félix Fénéon, Œuvres, París, Gallimard, 1948. 

3 Félix Fénéon, Œuvres plus que complètes, Ginebra, Droz, 1970.  
4 Honore Balzac, La peal de chagrin [La piel de zapa]: «¿Donde encontraréis, en el océano de la literatura, un libro que sobresalga y que pueda competir en fuerza seminal con esta noticia breve de un periódico? “Ayer a las cuatro de la mañana, una joven se tiró al Sena desde lo alto del Pont-des-Arts”». 
5 Pascal Pia, en Discordante  n.º I, París, La Différence, 1978. 
6 Florence Delay, Petites formes en prose après Edison, París, Hachette, 1987. 
7 En este último caso, el manuscrito se lo habría dado Verlaine a Gustave Kahn para su publicación en La Vogue, creada en 1886. donde trabajaba entonces Fénéon. 
8 Como algunos escritores sin obra—que deben fascinar a los otros escritores, a los que escriben, firman y publican—, Félix Fénéon, igual que Jacques Rigau o Roberto Bazlen, integraron por otras vías la literatura que habían esquivado, al convertirse ellos mismos en personajes novelescos. Félix Fénéon fue el modelo explícito de algunos personajes, por ejemplo en Une passade de Pierre Veber y Willy, en Le roman d'un singe de Armand Charpentier, o en Les cœurs utiles: l'époque de Paul Adam.

1 comentarios en "ARTISTAS SIN OBRA. «I WOULD PREFER NOT TO», Jean-Yves Jounnais"

  1. Rafa dice:

    Qué razón tiene... Cuántos pseudoescritores que no tienen nada que aportar al panorama literario vienen publicando dos o tres libros todos los años...