ANATOMÍA DE UNA ILUSIÓN, Javier Perucho

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JAVIER PERUCHO, Anatomía de una ilusión, UNAM, México D.F., 2016, 136 páginas.

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Ana María Shua en Sobre anatomía de una ilusión  (pp. 9-11) señala la capacidad de Perucho para alternar realismo y fantasía, la feliz osadía de transitar exitosamente entre la caricatura y el absurdo. Encontará el lector en Anatomía de una ilusión bastante más que una colección de microrrelatos: un crisol de historias que transitan por caminos paralelos hasta confluir en un escenario común en el que la ternura y la violencia entrechocan sus espaldas para sorpresa del conmovido lector.
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ARQUEOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA

   Con Abuela me sentaba en un madero rústico durante las vacaciones escolares. Todas las mañanas, hasta que terminaba el programa matutino de la radio, ahí permanecía con ella para escucharlo. Apenas si nos movíamos mientras duraba la transmisión, que hablaba de un héroe, su compinche y muchas hazañas que debían transitar durante media hora para conquistar a una dama, resolver un dilema o vencer a unos villanos con sus poderes mágicos, fuerza o astucia. Al final de sus conquistas, venía una musiquilla que anunciaba el final del programa, entonces Abuela me ordenaba que la ayudara a levantarse, esforzadamente la apoyaba, mis piernas abiertas en tijera para poder soportar su cuerpo que se erguía lentamente desde la madera. Ya en pie me pedía que la acompañara a la cocina, donde preparaba café para ella, té de canela para mí, mientras en el comal recalentaba tortillas, a las que espolvoreaba con azúcar por la mañana, o pizcas de sal si ya era hora de la comida. Luego me ordenaba que barriera el patio o recogiera los trastos sucios. Más tarde me decía que le acercara unos leños para encender el fogón y preparar la comida, así lo hacía cada día, después de su programa matutino, para luego comer tortillas duras con té de naranja o café.
   Abuela murió el día del temblor. El hospital donde convalecía cayó como un acordeón sobre su cuerpo, ahí se recuperaba de una operación en la cadera. Días después la encontraron entre los despojos de paredes, camillas, tanques de oxígeno y otros cuerpos en descomposición. Ahora des- cansa en su tumba, pero a veces se aparece en mis sueños para aconsejarme que no deje de correr, que si me canso, siga adelante. El sueño no es ninguna realidad pero hay que alcanzarlo, así me habla. Allá me espera para que siga acercándole los maderos y nunca se apague el fogón.

1 comentarios en "ANATOMÍA DE UNA ILUSIÓN, Javier Perucho"

  1. Gracias.