ENTRE ZARZAS Y ASFALTO, Alejandro López Andrada
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SILUETAS
La cabeza flotante de Bart Simpson tatuada en la silueta de una encina, como una broma en el oscurecer. El corazón violeta de la tarde rasgado por un vuelo de estorninos. Letras de amor, los álamos. Mi voz arrinconada, muerta entre las piedras, tan sólo pronunciada para mí. Las células del viento apelmazándose en la metástasis azul del horizonte que tira del silencio en la llanura. Esta melancolía que me lleva mientras camino solo. La canción lejana de The Sweet que suena en mí, muy dentro, en mi recuerdo, acortando la límpida metáfora del sol.
Alejandro, no dejas de hacernos ver tu mundo interior, tan rico, tan generoso y tan espiritual a través de tus textos. Derramas a chorros esa riqueza interior, que tan bien te define e identifica, entre tus lectores, que son muchos y han de ser más. El espejo de tu alma se transparenta a través de esa radiografía que son las palabras y ellas nos dicen que hay algo ahí que suena como la piedra al dar con el agua en el fondo del aljibe. Tus palabras son chispas de luz que brotan al frotar de los palos resecos y que acaban encendiendo el fuego, contagiando, a quienes te leen. Gracias por esa inmolación de ti mismo, máximo acto de generosidad en la entrega, que puede llevar a cabo un escritor y un ser humano de tu categoría.