ENJAMBRE DE HISTORIAS, Javier Perucho

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JAVIER PERUCHO, Enjambre de historias, UNAM-CCH Naucalpan, México, 2015, 75 páginas.

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Hasta ahora Javier Perucho visitaba la mesa camilla de Micronesia para tomar café con Máximo y parlotear sobre sus distintas antologías y estudios sobre el microrrelato. Hoy, mientras esperan que les sirvan sus consumiciones, la conversación gravita en torno a su primera obra de creación. En las distintas secciones de Enjambre de historias (Qué noche tan triste, Los derrumbres de la noche, Enjambre de historias, Lola la parvularia y Pregones), se suceden distintas narraciones seriadas que le permiten al autor construir un espacio nítido en el que las referencias intertextuales dan la mano a las preocupaciones sociales y la denuncia bien fundada. Embellecen esta hermosa edición las ilustraciones de Rubén Guerra.
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PASTRANA

   ¿Qué si soy la mujer más fea del mundo? ¿Acaso no se han visto por la mañana en el espejo? Pues háganlo seguido, así entenderán por qué me cepillo la barba, la cabellera encrespada y pespunto mi luengo bigote. Las pilosidades también me crecen en demasía en recodos ignotos, pero eso a ustedes no les importa, ni les hablaré de ello, aunque sí les aseguro que tengo quien me atienda esas zonas, no sólo el zopenco de mi marido, sino también el domador, el acróbata y el contorsionista, pero ya estoy incumpliendo una palabra empeñada entre las sábanas. ¡Ultimadamadremente qué!, ¿a ustedes les importa mi vida entre los colchones? ¿Qué no me preguntaron? Entonces sigo con lo mío. ¿Se miraron cuando enjugaban su rostro en el lavabo? Yo lo hago cada mañana, antes del ocaso y cuando comparezco por las inclemencias del insomnio. Nada les pasará cuando se miren. Después de contemplarse ya no querrán salir a la calle blandiendo una daga, ni querrán guarecerla en el vientre de su esposa, menos aun empuñar la espada para trozar al vecino escandaloso.
   Apenas me miro en el espejo entiendo por qué me endilgaron los motes de Mujer Oso, Hembra Lobo, La Más Fea, comprendo entonces por qué ladro, aúllo o rebuzno mientras contemplo mi rostro en esa planicie cenagosa intitulada espejo, ese maldito azogue que titila una belleza de otro tiempo. Una beldad arrancada de otras comarcas. En cuanto me ojeo, abandono la daga que acampa en mi cintura y plugo al Señor que nadie se espante cuando vagabundeo por la calle, o que ninguna señora cuchichee en esa lengua de perros mientras la estilista me aplaca el demasiado cabello.
   Si se asoma el temor en la pupila de los peatones, o aquellas metiches bisbisean mi fealdad mientras paseo, yo los maldigo, ¡Infelices! ¿Qué no se han visto ante el espejo? ¡Háganlo, Julia Pastrana se los encomienda! Cuando así comparezcan, dispondremos de menos huérfanos, pocas viudas y entierros menos. Entonces entenderán que ninguna belleza los acompaña, que debajo de su piel supura el odio contra sus semejantes. Entonces entenderán que aún no han aplacado a ese maldito mal emboscado en su alma. La bella soy yo, se los digo a ustedes antes de que partan a sus hogares cuando termine la función. Y antes de que concluya mi acto les pregunto, ¿se miraron en el espejo por la mañana? Ya lo sabremos en el desayuno, cuando el voceador pregone los muertos abandonados a la vera del camino.

1 comentarios en "ENJAMBRE DE HISTORIAS, Javier Perucho"

  1. Gracias, sigo en deuda con ustedes. Un abrazo,