SUEÑOS, Theodor W. Adorno

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THEODOR W. ADORNO, Sueños, Akal, Madrid, 2008, 128 páginas.

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LOS ÁNGELES, NOVIEMBRE DE 1942 

   Yo me hallaba con mi padre en Londres cuando las sirenas que alertaban de un bombardeo aéreo se pusieron a sonar. Nos dirigíamos en metro desde W2 al centro de la ciudad, y la cosa comenzó con el tren precipitándose a toda velocidad durante un buen trecho, de Lancaster Gate a Tottenham Court Road, sin detenerse en una sola parada. En Tottenham Court Road salimos todos. Por doquier había diseminados grandes rótulos, pancartas en realidad, con la inscripción: PÁNICO. Pero era como si con ello no tanto se advirtiera contra el pánico, sino más bien se lo decretara. A través de una salida lateral, llegamos enseguida, y fuimos los únicos, a la calle. Pero yo no pude alegrarme mucho de nuestra suerte. Tenía la sensación de que habíamos hecho algo prohibido al salvarnos a través de la salida incorrecta, que sin duda estaba reservada para el personal del metro, y durante todo el sueño estuve esperando el castigo que inevitablemente se nos impondría por ello. Caminamos hacia el sur, en dirección al Soho, y llegamos a una calle muy ancha, bonita, pero sin vida alguna. Allí pasamos por delante de un pequeño restaurante, que al punto reconocí como yugoslavo. Lo único que en su interior se veía eran mesitas con manteles de un blanco deslumbrante, sin un solo cliente. Una camarera de aspecto muy agradable salió a la puerta y nos invitó a entrar. Yo sentí un irreprimible deseo de comer en aquel restaurante. Mi padre se negó a ello con sorna. Sería francamente ridículo gastarnos nuestro precioso dinero en la estupenda comida de un local como aquél a causa de una alar- ma aérea. Me hizo seguir hasta que llegamos a una boca de alcantarilla en la calle. La tapa estaba abierta. Mi padre insistió en que bajáramos a las cloacas. Allí abajo sería mucho más seguro que en el restaurante. 

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