COSAS QUE PASAN CADA DÍA, Kestutis Kasparavicius
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KESTUTIS KASPARAVICIUS, Cosas que pasan cada día, Thule Ediciones, Barcelona, 2005, 80 páginas.
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LA VACA DE BIBLIOTECA
La Vaca de Biblioteca no se alimentaba de pasto, como el resto de las vacas, sino de letras. Durante un día era capaz de comerse un poema y a veces hasta un cuento entero. Cada mañana su dueño la ataba junto a una página nueva. Era una vaca bien educada, de modo que antes de zamparse las letras leía lo que decían. Algunos libros le parecía que debían de ser importantes, ya que estaban cerrados bajo llave y la Vaca no podía entrar en ellos y darles un apetitoso bocado.
Una vez encontró uno de estos libros sin cerrar y se puso manos a la obra. ¡Nunca había probado un libro más delicioso! Tragaba palabra tras palabra, frase tras frase y de repente se asustó. Al final de la página ponía:"¡No te atragantes!"
La Vaquita se lo pensó y decidió que sería mejor mordisquear un geranio que crecía en el alféizar de la ventana.
La Vaca de Biblioteca no se alimentaba de pasto, como el resto de las vacas, sino de letras. Durante un día era capaz de comerse un poema y a veces hasta un cuento entero. Cada mañana su dueño la ataba junto a una página nueva. Era una vaca bien educada, de modo que antes de zamparse las letras leía lo que decían. Algunos libros le parecía que debían de ser importantes, ya que estaban cerrados bajo llave y la Vaca no podía entrar en ellos y darles un apetitoso bocado.
Una vez encontró uno de estos libros sin cerrar y se puso manos a la obra. ¡Nunca había probado un libro más delicioso! Tragaba palabra tras palabra, frase tras frase y de repente se asustó. Al final de la página ponía:"¡No te atragantes!"
La Vaquita se lo pensó y decidió que sería mejor mordisquear un geranio que crecía en el alféizar de la ventana.
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