LAS FÁBULAS DE AMOR DEL VIEJO MARINERO, Ramiro Calle

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RAMIRO CALLE, Las fábulas de amor del viejo marinero, Temas de Hoy, Madrid, 2005, 183 páginas.
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Un relato marco entre el narrador y Rafael, el viejo marinero, permite a Ramiro Calle enhebrar historias sobre el amor, que resultan enriquecidas por los comentarios sugerentes que vierten sobre ellas ambos personajes.
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AMOR Y ODIO

   Un sabio y sosegado maestro declaró ante un buen número de asistentes:
   —Amor y odio son dos grandes potencias. Son magia y tienen mucho poder. En el amor hay una gran potencia constructiva; en el odio, una gran potencia destructiva. Pero hay, creedme, una notable diferencia en su poder.
   Intrigados, los asistentes se preguntaron para sí cuál sería aquella diferencia.
   El sabio insistió:
   —Hay, sí, un gran poder en el amor y en el odio; los dos tienen una gran fuerza pero hay una diferencia en su poder.
   Todos esperaban expectantes. Tras una pausa, el sabio agregó:
   —El amor es como el perfume; el odio es como el veneno.  Los dos tienen una gran fuerza, pero no hay una diferencia muy grande en su poder.
   Hizo otra pausa y los asistentes se mostraban muy impacientes por saber la diferencia, tanto es así que uno de ellos no pudo reprimir el preguntar en voz alta:
   —Pero, ¿cual es la gran diferencia?
   El sabio sonrió amablemente y dijo:
   —El amor es balsámico; el odio es tóxico. Ambos son muy poderosos, pero hay una gran diferencia en su poder.
   La concurrencia comenzaba a exasperarse y el sabio se daba cuenta de ello y lo que pretendía es que cada uno pudiera descubrir esa gran diferencia, pero ya fueron muchos los asistentes que levantaron la voz para preguntar:
   —Pero, ¿cual es la diferencia?
   —¡Es tan simple! —exclamó el sabio—. El amor tiene mayor alcance y nadie puede frenarlo. El odio es poderoso, sí, pero puede ser atajado. Os pondré un ejemplo. El odio es veneno. Cuando el veneno está bien sellado en un recipiente, no puede hacer daño, ¿verdad?
   —Así es.
   —Pero el amor es perfume. Aunque el perfume esté bien cerrado en un frasquito, su aroma emerge y es perceptible. Nadie puede limitar el amor.

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