EL LIBRO DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS, Artemidoro de Daldis

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ARTEMIDORO DE DALDIS, El libro de la interpretación de los sueños, Akal, Madrid, 1999, 432 páginas.
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Esta edición de la que son responsables también como traductores los doctores María del Carmen Barrigón Fuentes y Jesús Mª Nieto Ibáñez, presenta la figura de Artemidoro, autor de estos cinco libros pseudocientíficos publicados a lo largo del siglo II después de Cristo. Como cabe esperar en una edición crítica, la introducción y las notas copiosas permiten una lectura que satisface también al erudito.  
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LOS DIFUNTOS

   El puro hecho de ver a los muertos en una visión onírica, sin hacer o sufrir nada digno de mención, significa que el soñante mantendrá una actitud análoga a la que esta­blecía con los fallecidos cuando éstos aún vivían. Si eran agradables y benefactores, indican bienes de fortuna y un placentero transcurrir del tiempo presente; si no, lo contra­rio. Si los difuntos reciben algún objeto, por ejemplo, los que se depositan junto a ellos, es funesto. Pero los más per­judiciales de todos son los que se apoderan de los vestidos, del dinero o de los alimentos, pues anuncian la muerte del propio soñador o de alguno de sus parientes. En el caso de que arrebataran otra cosa, es necesario interpretar según los criterios de analogía. Los fallecidos, incluso cuando dan algo, resultan desfavorables, excepto si hacen entrega de alimentos, dinero o indumentaria. [Yo he conocido a un hombre que soñó que mataba a su propia esposa y que des­de entonces arreglaba la casa y hacía la cama. Al día siguiente sucedió que se ponían enfermos la mayoría de los sanos. Y el sueño pareció claro después de lo sucedido. pues los enfermos requieren, según la necesidad, de la preparación de las camas, no los que están sanos].

¡OH, JUSTO, SUTIL Y PODEROSO VENENO!, Julio Camba

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JULIO CAMBA, ¡Oh, justo, sutil y poderoso veneno!, Pepitas de Calabaza, Logroño, 2014, 584 páginas.

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Julián Lacalle edita, prologa y anota Los escritos de la Anarquía (1901-1907), firmados por el talentoso joven, que, "como otros muchos de sus contemporáneos, había caído bajo el influjo de las ideas individualistas de Max Stirner y de Friedrich Nietzsche. 
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LA JOVEN LITERATURA

   Se nos pregunta a los jóvenes cuál es nuestra obra: nuestra obra terminante, definitiva y representativa. A veces, y acaso para ma­yor claridad, la pregunta es formulada en francés. Entonces se nos dice: «¿Cuál es la cheuf d’oeuvre que presentan ustedes a la consideración de los críticos?».
   Señores críticos: los jóvenes no tienen cheuf d’oeuvre alguna que someter a su consideración. Ni cheuf d’oeuvre ni siquiera un programa de estética, más o menos igual a aquellos de las capillas de París donde se tomaba té y se leían versos un día por semana. Aquí estamos divorciados los unos de los otros, si no por grandes diferencias de temperamento o de mentalidad, al menos por un noble afán de personalismo. Cuando tomamos té lo hacemos in­dividualmente y a cuenta nuestra, ¡oh, paternas mensualidades, sueldos de los periódicos, cobro de las colaboraciones!
   En cuanto a esta joven literatura es, asimismo, personal e in­dependiente. Y es, además, una literatura en formación que no ha hallado todavía su fórmula concreta y que tiene todos los matices y todas las irisaciones de lo mutable. He aquí su valor, su interés y su porvenir. La anterior literatura, ya hecha, ya concluida, con sus leyes y con sus reglas, no despierta la curiosidad de nadie y no puede satisfacer el ansia de novedad que experimenta nuestro público: ansia que responde a la ley, perfectamente natural de la evolución. Los viejos les han dado a las gentes sus obras maestras, y las gentes las han leído. Han dicho entonces las gentes: «¡muy bien!», o han dicho: «¡muy mal!». Y después, han colocado en sus estantes los libros categóricos y han comenzado a hojear los nuevos libros, llenos de vacilaciones, de anhelos y de inquietudes. Aquello ya se conocía y no iba con ello a saciarse el vivo afán de arte que se siente. ¡Oh, la ingenuidad del buen señor que compra seis ejemplares de La Correspondencia—seis ejemplares de un mismo número— para entretener sus ocios de un día!...
   En esta novísima literatura hay, para el estudio del crítico, dos cosas fundamentales: un espíritu de reacción contra la literatura anterior y una intensa tendencia de progreso en la forma y en el fondo: una tendencia, entendido bien, y no un programa. Es esta una época de crisis. Acaso de ella no salga nada útil y acaso se llegue a producir una vigorosa legión de escritores, algunos de los cuales pueden ser los mismos de hoy cuando hayan hallado la suficiente serenidad intelectual. Los demás serán los hijos de este ambiente, un ambiente más propicio, sin duda, que cualquier otro, para la formación de los espíritus y de las mentalidades. La generación actual ha suscitado el amor a nuestros casi olvidados primitivos y ha hecho que se tuviese en cuenta el actual movimiento artístico del extranjero. Todo esto constituye un elemento de cultura que los redactores de Gente Vieja ignoraban o despreciaban. Aún hoy se opone a él gran número de personas. «¿Acaso no basta leer a Gar­cía Gutiérrez, a Martínez de la Rosa, a Hartzenbusch, a Gil y Zára­te?». Y ved como, en este abolengo de gloria, se omite siempre al dulce autor de las Rimas, a Campoamor, que es un poeta único en el mundo, a Zorrilla, el maravilloso dominador del ritmo, al fuerte Espronceda y a este espíritu complejo y multiforme de Mariano José de Larra, el más grande prosista castellano de toda la época.
   Los jóvenes creen que no basta el catálogo que se les ofrece. Acaso les baste a quienes tengan menor sed de ideal; pero a ellos, no. ¿Qué mal hay, señores, en que leamos mucho? Concedemos que nuestra época romántica haya sido muy valiosa. Lo que ocu­rre es que en ningún momento de la vida llegan las cosas a ser perfectas en ese grado absoluto que se necesitaría para detener toda evolución. Con este criterio, pensamos y trabajamos. Nues­tro afán es huir de los retranquillos, de las fórmulas, de los moldes, aunque fueran moldes creados por nosotros, en los cuales hubié­ranse de vaciar, para siempre, las ideas y las sensaciones. Hemos procurado adquirir los necesarios medios de arte y nos valemos de ellos para efectuar nuestra labor. Y ved, por ejemplo, el último libro de Rubén Darío: Cantos de vida y esperanza. Un crítico inteli­gente podría no gustar de sus versos; pero hallaría en ellos asunto para un estudio largo e interesantísimo, puesto que el autor va a buscar su materia de belleza en la entraña, viva y virgen, del idio­ma. Es Darío un poeta que no se conforma jamás con lo ya hecho y que procura un nuevo interés y un nuevo motivo y una expre­sión nueva para cada una de sus poesías. En cuanto a los más jóvenes —prosistas o poetas— hállanse todos en el mismo caso. Hay excepciones, como es justo y el mal será para ellas. Así, yo au­guro un próximo fracaso de Azorín si no rompe con esa su pose, que está bien como un fuego de artificio, para llamar la atención y hacerse el reclamo; pero que solo puede tolerarse a cambio de algo substancial y positivo. La simple pirotecnia, el anzuelo en seco y la pose inútil, cansarán muy pronto a las gentes.
   Nosotros queremos que se reconozca toda esta modestia, toda esta franqueza inopinada con que verificamos nuestro acto de presentación. No pretendemos traer sobre las frentes la llama divina. Consideramos, tan solo, que, como hijos de un distinto ambiente, debemos realizar una obra distinta a la de nuestros padres. Al fin y al cabo, estos buenos ancianos acabarán por mo­rirse, y nosotros tendremos que sustituirlos. Entonces daremos origen a esta crítica comparativa que hoy resulta insensato y ab­surdo establecer. Y con todo, es ahora cuando los críticos podrían hallar en nosotros un serio motivo de estudio: una vez formados y definidos careceremos de curiosidad. Más interesante creo yo que sea el balbuceo que la palabra: tiene, sin duda, el balbuceo una sinceridad mayor y carece en absoluto de convencionalismo. Lo que importa no es clasificar o catalogar el insecto, sino seguir el proceso biológico de la larva. Ved a esta reciente legión de es­critores: Manuel Bueno, Pío Baroja, Martínez Ruiz, Ramiro de Maeztu, Antonio Palomero, Alejandro Sawa... Acaso ahora val­gan más que hace algunos años —en Germinal, en Vida Nueva, en Electra, en Juventud y en El País— cuando suministraban un serio motivo de investigación crítica. Hoy, casi todos ellos han adquirido su fórmula. Ya los conocemos. Su labor futura será una prolongación de su labor actual.
   Y esta crítica de que hablo necesítase que sea culta, conscien­te, serena, flexible, desapasionada. Solo así podrá cumplir su mi­sión y nosotros no la tendríamos en cuenta siendo de otro modo.
7 de agosto de 1905

QUINTAESENCIA, Antonio Gala

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ANTONIO GALA, Quintaesencia, Planeta, Barcelona, 2012, 336 páginas.

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Cuando el amor se va, nosotros somos otros: miramos de otra forma, entrecerramos de otra forma el libro que leemos, escuchamos de otra forma la música, aguardamos la muerte. Cuando el amor se va, nos deja moribundos de nuevo. Los que fuimos, los amantes que fuimos, se van tras el amor a esa provincia, melancólica y sólida, donde habita el olvido...
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Sea la belleza lo que quiera —una propiedad intrínseca de los seres, o un producto de nuestra mente que sólo en cada uno de nosotros rige—, es en el cuerpo y a su través donde se asienta y como se percibe. Sea universal y absoluta, o variable y dependiente de nuestros espíritus, el cuerpo es su camino y su posada.
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Se nos asegura la libertad religiosa y filosófica, la oportunidad de creer o no creer en este o aquel dogma; pero en el instante en el que el supremo tránsito se va a efectuar, la sociedad —el Estado— enmudece, se desentiende, vuelve la cara hacia otro lado. No nos deja evitar la inútil aflicción con que la vida arrastra su resaca.
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Para acercarse a la felicidad es imprescindible romper las ataduras del miedo, al contrario de lo que normalmente hacemos: creer que la felicidad consiste en aferrarnos a ellas. La atadura de impresionar en favor nuestro a los demás; la atadura de ganar dinero; la atadura de mantener el estatus; la del éxito en el trabajo y en el mundo... Y mientras nos preocupamos de que no se nos escapen nuestras ataduras, se nos escapa la vida: lo único que realmente tenemos.
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La muerte tiene nuestra sangre, es de nuestra familia. Para mí es un viejo pariente que vive fuera y ha anunciado, una vez y otra vez su vuelta a casa. Sorprende, más que su venida, que no haya ya llegado. Por temporadas, nos olvidamos de él; otras, lo echamos casi de menos, con el remordimiento que provoca el olvido. Quizá un día, de pronto, nos decidamos nosotros mismos a ir en busca del lejano pariente, y a tocar en su puerta.
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No es una vocación, sino un destino, que no puede ser contradicho y que ha de hacerse y que ha de hacerse bien: ésa es la obligación, no la de estar orgulloso o alegre de cumplirlo. Una voz le apercibe: «Sigue tu camino, deprisa. Sino, no llegarás.» «Pero ¿adónde debo llegar y cuál es mi camino?» «Tú sigue, sigue...» Y sigue el creador, como un caballo que perdió a su jinete y continúa aún participando en ya no sabe qué carrera ciega... Hasta que el cazador, siempre al acecho, dispara y lo detiene.
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En castellano, la palabra soledad tiene dos acepciones que el inglés, por ejemplo, diversifica: solitude —aislamiento pleno y tranquilo: un gozo— y lonelíness —emoción brotada de la pérdida de algo o de alguien: un pesar—. Yo, por supuesto, me refiero a la primera. Y hay que dejar muy claro que tal soledad es la más rotunda negación del egoísmo. No es un fin en sí, ni una meta, ni se justifica sin la solidaridad, ni consiste en otra cosa que en una escala que asciende o desciende.
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La vida adquiere más valor cuando uno empieza a comprobar que ha emprendido su viaje de regreso. Cuando uno empieza a vivir más despacio, con la consciencia de que muchas cosas las realiza por última vez: viajes, deseos, miradas.
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El tiempo no transcurre; transcurrimos nosotros.


ENTREVISTAS BREVES CON HOMBRES REPULSIVOS, David Foster Wallace

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DAVID FOSTER WALLACE, Entrevistas breves con hombres repulsivos, Mondadori, Barcelona, 2001, 326 páginas.

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En esta colección de narraciones de diversas extensiones caben también algunos microrrelatos. 
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PENSAR

   Ella tiene el cierre del sujetador por delante. Las arrugas de la frente de él se disipan de pronto. Él considera la posibilidad de arrodillarse. Pero sabe lo que ella puede pensar si él se arrodilla. Lo que ha hecho que se disiparan las arrugas de su frente ha sido una especie de revelación. A ella se le han salido los pechos del sujetador. Él piensa en su mujer y en su hijo. Los pechos de ella se han liberado. Ella es la hermana menor de la compañera de habitación de su mujer en la universidad. Todos los demás se han ido al centro comercial, unos de compras y otros a ver una película en el multicine del centro comercial. De pie junto a la cama, la hermana con pechos tiene una mirada decidida y una ligera sonrisa, ligera y humosa, aprendida en el cine o la televisión. Ella ve que él se ruboriza y que se le alisa la frente como si hubiera tenido una revelación: por qué ella ha insistido en no ir al centro comercial, el significado de ciertos comentarios, miradas y momentos distendidos a lo largo del fin de semana que él había pensado que eran fruto de su vanidad y su fantasía. Vemos esas cosas una docena de veces al día en la tele, pero pensamos que nuestras propias fantasías son descabelladas. Otro hombre diría que lo que ha visto era que ella se llevaba la mano al sujetador y se liberaba los pechos. Las piernas de él tiemblan un poco cuando ella le pregunta en qué está pensando. La expresión de ella está sacada de la página 18 del catálogo de Victoria’s Secret. Él piensa que ella es de esas mujeres que se dejarían puestos los zapatos de tacón si él se lo pidiera. Incluso si nunca antes se hubiera dejado puestos los zapatos de tacón, ella le dedicaría una sonrisa cómplice y humosa, sacada de la página 18. Visto fugazmente de perfil cuando ella se gira para cerrar la puerta, su pecho es una media esfera por debajo y la curva de una pista de saltos de esquí por encima. El gesto lánguido con que ella hace girar la puerta y la empuja están cargados de significado. Él se da cuenta de que ella está reproduciendo la escena de alguna película que le gusta. En el retablo que ocupa la imaginación de él, su mujer tiene la mano en el hombro diminuto de su hijo en un gesto casi paternal.
   No es que él decida arrodillarse, simplemente le parece notar una fuerza que le hace doblar las rodillas. Su posición puede hacerle pensar a ella que él quiere quitarle la ropa interior. Cuando ella se le acerca, la ropa interior le queda a la altura de la cara. Él casi nota la textura de la tela de sus pantalones y el tacto de la alfombra que tiene debajo, contra las rodillas. La expresión de ella es una combinación de seducción y excitación, además de un revestimiento ligeramente burlón destinado a denotar sofisticación, la pérdida de todas las ilusiones hace mucho tiempo. Cuando él junta las manos delante del pecho queda claro que se ha arrodillado para rezar. Tiene la cara de un color muy subido. Cuando ella deja de caminar, sus pechos detienen su ligero temblor y su balanceo. Ella sigue estando en el mismo lado de la cama, pero todavía no está encima de él. Él clava una mirada suplicante en el techo. Sus labios se mueven sin hacer ruido. Ella parece confusa. La conciencia de su propia desnudez se convierte en una clase distinta de conciencia. La hermana de ella, su marido y sus niños, la mujer y el hijo del hombre han cogido la furgoneta de este para ir al centro comercial. Ella se cruza de brazos y mira fugazmente hacia atrás: hacia la puerta, su blusa, el sujetador y el tocador de anticuario de la esposa salpicado de la luz del sol que entra a través de las hojas de la ventana. Ella puede intentar, solo por un momento, imaginar lo que está pasando por la cabeza de él. El extremo de una báscula de baño sobresale ligeramente junto a los pies de la cama, por debajo del dobladillo vaporoso del edredón. Por un solo instante, ella puede intentar ponerse en el lugar de él.
   La pregunta de ella hace que a él se le arrugue la frente y se le escape una mueca de dolor. Ella ha cruzado los brazos. Es una pregunta de tres palabras.
   —No es lo que estás pensando —dice él. Su mirada no se desvía del punto medio entre el techo y ellos dos. Ella acaba de fijarse en su propia postura, en lo idiota que puede parecer desde una ventana. No es la excitación lo que le ha endurecido los pezones. También a ella se le forma una línea perpleja en la frente.
   —No tengo miedo de lo que estás pensando —dice él.
   Y qué pasaría si ella se arrodillara en el suelo con él, así sin más, unidos en actitud suplicante: así sin más.

LA POESÍA Y TÚ, Kepa Murua

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KEPA MURUA, La poesía y tú, Brosquil, Valencia, 2003, 132 páginas.

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Un banco de peces sin rumbo, un mar sin ruido, una playa desierta es la poesía que mira desde las alturas.
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La originalidad es reconocer lo anterior como verdadero.
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El contorno es lo que delimita, el saber lo que destruye, la ignorancia lo que nos ciega.
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La poesía es un campo de batalla, las manos dagas que coagulan el vientre de las palabras.
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Un susurro es un conjuro para secar las lágrimas de antaño.
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Un limón como pisapapeles es un seno cortado por un milagro pobre.
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Las arrugas son la filarmónica de la vejez, la falta de dientes, el abecedario sin hache; y la derrota, el deseo de atacar de nuevo.
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Los instantes efímeros no son habituales.
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La poesía ha tocado la puerta y ha preguntado de qué vives, de qué comes, por qué como los demás no trabajas. No se ha marchado.

LECTURAS NO OBLIGATORIAS, Wislawa Szymborska

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WISLAWA SZYMBORSKA, Lecturas no obligatorias, Alfabia, Barcelona, 2009, 256 páginas.


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Manuel Bellmunt Serrano en La prosa de Szymborska: entre el humanismo y la ironía (pp. 11-19), señala que estas columnas "no son reseñas literarias, sino comentarios a obras que no acaparan la atención del crítico". Como en toda la obra de Szymborska, flota sobre estas páginas, aparentemente circunstanciales, su humanismo anti-antropocentrista.
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PROFESORES DESPISTADOS

   Las anécdotas sobre los grandes hombres son una lectura reconfortante. De acuerdo, pensará el lector, cierto es que no he descubierto el cloroformo, pero al menos no era el peor estudiante de la escuela como Liebig. Naturalmente no fui el primero en hallar la arsfenamina, pero al menos no soy tan despistado como Ehrlich, quien se escribía cartas a sí mismo. En cuestión de elementos, está claro que Mendeléyev me supera, pero seguro que soy mucho más aseado y presentable que él por lo que al pelo respecta. ¿Y he olvidado alguna vez presentarme en mi propia boda como Pasteur? ¿Acaso he cerrado alguna vez el azucarero con llave como Laplace para que no lo utilizara mi mujer? La verdad es que, comparados con ellos, todos nos sentimos un poco más sensatos, mejor educados e, incluso, más magnánimos por lo que respecta al día a día. Además, la perspectiva del tiempo nos ha permitido saber qué científico tenía razón y cuál estaba vergonzosamente equivocado. ¡Qué inofensivo nos parece hoy un tal Pettenhoffer! Fue un médico que combatió de un modo vehemente los estudios sobre la acción patógena de las bacterias. Cuando Koch descubrió la bacteria Vibrio cholerae, Pettenhoffer se bebió una probeta entera llena de esos desagradables gérmenes durante una demostración pública tratando de demostrar que los bacteriólogos, con Koch a la cabeza, eran unos mitómanos peligrosos. La singular grandeza de esta anécdota radica en el hecho de que no le pasó nada a Pettenhoffer. Conservó su salud y hasta el último de sus días pregonó burlonamente que tenía razón. Por qué no enfermó continúa siendo un misterio para la medicina. Pero no para la psicología. A veces aparecen personas con una resistencia excepcionalmente vigorosa a los hechos evidentes. ¡Qué agradable y honroso es no ser como Pettenhoffer!


Los científicos y sus anécdotas, Waclaw Golebowicz, Varsovia: "Viedza Powszechna", 2º edición 1968.

QUÉ HACER CUANDO EN LA PANTALLA APARECE THE END, Paula Bonet

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PAULA BONET, Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End, Lunwerg, Barcelona, 2014, 200 páginas.
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AMNESIA

   En el año cuarenta y tres de su vida, William Stoner aprendió aquello que otros mucho más jóvenes habían aprendido antes que él: que la persona que se ama al principio no es la persona que se ama al final, y que el amor no es un fin, sino un pro ceso durante el cual una persona intenta conocer a otra.
   Nunca he entendido las canciones en las que el protagonista se dirige a alguien a quien ya ha olvidado. 


FARO DEL BOSQUE, Susana Benet

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SUSANA BENET, Faro del bosque, Pre-Textos, Valencia, 2006, 96 páginas.

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Golpea el sol
la puerta de madera
buscando sombra.

DICCIONARIO DE LAS IDEAS RECIBIDAS, Gustave Flaubert

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GUSTAVE FLAUBERT, Diccionario de las ideas recibidas o Catálogo de las opiniones elegantes, VerdeHalago, México, 2009, 94 páginas.

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ACADEMIA FRANCESA. Denigrada, pero tratar de formar parte de ella si se puede.
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CAMELLO. Tiene dos jorobas y el dromedario sólo una. O bien; el camello tiene una joroba y el dromedario dos (nunca se sabe, uno se confunde siempre).
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DENTADURA POSTIZA. Tercera dentición. Tener cuidado de no tragársela al dormir.
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ERECCIÓN. Sólo se habla de ella al referirse a monumentos.
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HUEVO. Punto de partida de disertación filosófica sobre el génesis de los seres.
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IMBÉCILES (sic). Todos los que no piensan como nosotros.
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PEDERASTIA. Enfermedad de la que todos los hombres se ven afectados a cierta edad.
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WAGNER. Burlarse al oír su nombre y hacer bromas sobre el futuro de la música.

MONTAÑA ROJA, Rafael Fombellida

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RAFAEL FOMBELLIDA, Montaña roja, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2008, 76 páginas.

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Besé la luna
partida en dos mitades.
Bendito sueño.

BREVES Y BRAVOS, Luis Barrera Linares

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LUIS BARRERA LINARES, Breves y bravos, Lector Cómplice, Caracas, 2014, 110 páginas.

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ORADORA

   La señora pasaba las noches releyendo sus libritos mediocres y soñando con entrar a la Academia de la Lengua. Rezaba y rezaba y rezaba con insistencia para que falleciera alguno de los numerarios y la incorporaran a ella en su lugar.  Al mes siguiente murió un académico. «Es mi turno» –pensó la golosa señora.  Y en efecto fue su oportunidad.
   El día que ingresó y oralizaba su discurso, pomposa, sonriente, no se imaginó que acababa de incorporarse a la fila de los que andan en las oraciones de mucha gente. Varios de los supuestos futuros académicos que estaban en el público, escuchando su escritura destemplada, ya comenzaban a orar por su futura alma en pena.

LAS MEJORES CITAS DE PROVOCACIÓN, Samuel Red

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SAMUEL RED, Las mejores citas de provocación, Robin Book, Barcelona, 2008, 320 páginas.

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Subtitulada Lo más corrosivo e insultante que han dicho personajes de la cultura, la política, el deporte y mucho más, esta antología de Samuel Red está organizada en varios bloques.
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¿Qué sabe el pez del agua donde nada toda su vida?
Albert Einstein 
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Detesto la vulgaridad del realismo en la literatura. Al que es capaz de llamarle pala a una pala deberían obligarle a usar una. Es lo único para que sirve.
Oscar Wilde
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Cuán vano es sentarse a escribir cuando aún no te has levantado para vivir.
Henry David Thoreau
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Un marido que ama a su mujer es un hombre que no tiene el mérito suficiente para hacerse amar por otra.
Montesquieu
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Digamos que la mujer es un bello animal cuya piel es muy cotizada a pesar de que luego ningún peletero pueda aprovecharla.
Jules Renard
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Hay mujeres que prefieren hacer sufrir a varios hombres a la vez, y otras que prefieren concentrase en unos solo: éstas son las mujeres fieles.
Alfred Capus
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Mi esposa es un objeto sexual. Cada ves que le pido sexo, ella objeta.
Bob Hope
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Que otros se jacten de las páginas que han escrito: a mí me enorgullecen las que he leído.
Jorge Luis Borges
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Mi novia siempre se ríe mientras le hago el amor: no importa lo que esté leyendo.
Steve Jobs
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Esta sinvergüenza rastrera merece que un asno la mate a patadas...y yo soy la indicada para hacerlo.
Claudia Schiffer sobre Naomi Campbell
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Siempre que veo la tele y veo esos pobre niños hambrientos en todo el mundo, no puedo evitar llorar. Quiero decir, me encantaría ser así de flaquita, pero no con todas esas moscas, y muerte, y esas cosas...
Mariah Carey
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Las mujeres son capaces de fingir un orgasmo, pero los hombres pueden fingir una relación entera.
Sharon Stone

GUÍA DE LOS SERES FANTÁSTICOS DEL HOGAR, Albert Alforcea

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ALBERT ALFORCEA, Guía de los seres fantásticos del hogar, Ediciones B, Barcelona, 2010, 72 páginas.


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Albert Alforcea comparte sus secretos con este Bestiario en el que quedan desvelados los defectos y las virtudes del trasgo del frigorífico o el ser arlequinado de los recuerdos.
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EL TROL ANFIBIO DE LAS CAÑERÍAS [EL ATASCATUBERÍAS]

   Esta criatura verrugosa rivaliza en mal gusto con el rondador de techo. Aunque se lo clasifique en la familia de los sombríos, se le conoce algún poder de transformación propio de los místicos. Se dice que cuando sale de las cañerías se convierte en escarabajo.
   Este trol es un ser anfibio.
   Cuando las cañerías emiten su familiar ruido, se trata de esta criatura enderezando su espalda. También se divierte mucho atascando tuberías. No sabe hablar, pero imita como un niño las palabras que oye de los demás.
   Come todo lo que encuentra en las cañerías (sin comentarios, por favor). Los productos químicos que echamos en nuestro retrete no le afectan en absoluto.
   De madrugada, cuando sospecha que no hay nadie en el baño, a menudo saca la cabeza por el inodoro. ¡Escucha detrás de la puerta, a ver si oyes un chapoteo chiquitín!
   Si sospechas que hay un trol en las cañerías de tu casa, tira a menudo perfume o ambientador; cómo mínimo no saldrá de ellas. Le horroriza todo lo que huela bien.
   Se dice que en la antigüedad, los antepasados de este engendro vivían en el fango y en los pantanos y ciénagas. Y lo que nosotros conocemos como arenas movedizas, se cree que no eran más que un montón de estos pequeños trols, que agarraban a los caminantes por los pies y los arrastraban al fondo de los barrizales.
   Dicen que lo peor de este trol es su aliento, capaz de asfixiar a un duende.
   ¡Qué horror!


CON DOS HUEVOS, Héloïse Guerrier & David Sánchez

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HÉLOÏSE GUERRIER & DAVID SÁNCHEZ, Con dos huevos, Astiberri, Bilbao, 2014, 104 páginas.

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En Nos están creciendo los enanos (pp. 4-5) Pablo Martín Sánchez presenta con acertado humor las virtudes de este libro "indicado tanto para lectores nativos que sientan curiosidad por los aspectos más desconcertantes de nuestro idioma, como para extranjeros en apuros frente a tan exuberante jerga". Héloïse Guerrier ilustra las entradas de David Sánchez.
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MONTAR UN POLLO

EN: To assemble a chicken
FR: Monter un poulet

Armar un escándalo, desencadenar una discusión. Me ha montado un pollo porque llegué tarde. El origen de la popular locución se encuentra en la palabra poyo, el banco de piedra que, arrimado a la pared, acostumbra a colocarse junto a la puerta de las casas de los pueblos. Derivado del latín PODIUM, se denominaba de esta manera en el siglo XIX al podio o pe­destal del que se valían algunos oradores en las plazas con­curridas para pronunciar discursos que podían terminar en encendidas discusiones y polémicas.

To stir up a racket, to cause an argument. Me ha montado un pollo porque llegué tarde (She kicked a fuss because I was late). This idiom originates from the word poyo (a stone bench that rests by the door of each house in small villages). It derives from the Latin word PODIUM. A word that was used in the 19th Century to name the podium or pedestal that some speakers used in order to give speeches in busy squares. These speeches were full of controversy and sometimes ended in furious argurments.

Faire un scandale, provoquer une dispute. Me ha montado un pollo porque llegué tarde ("II a fait un scandale parce que je suis arrivé en retard"). Cette expression populaire trouve son origine dans le terme poyo, un banc de pierre habituellement placé près de la porte des maisons de village. Dérivant du mot latin PODIUM, II désignait au XIXe siècle le piédestal qu’utilisaient certains orateurs pour proclamer leur discours au beau milieu de places très fréquentées, ces interventions tournant souvent en disputes et en polémiques enflammées.


RASTREO ÍNTIMO, Guillermo Puerto

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GUILLERMO PUERTO, Rastreo íntimo. Aforismos para mi supervivencia, Biblioteca Nueva, Madrid, 2011, 192 páginas.

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Lo opuesto al ser no es el no ser sino el no siendo.
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Sólo los cretinos pueden creer que el tiempo se mide en años y no en metamorfosis.
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El hombre nace para hacerse un sitio dentro de sí mismo.
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Nadie está libre de caer en el error. Muy pocos son libres para caer en la verdad.
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No quiero que mi luz adquiera velocidad, sino sedimento.
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Kandinski sabía que la retina es un pájaro de fuego hacia el espíritu.
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Uno no sabe quién es hasta que deja de serlo.
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Las grandes resurrecciones deben producirse en vida.

EL JABALÍ Y OTROS MICROCUENTOS , Fari Rosario

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FARI ROSARIO, El jabalí y otros microcuentos, Editorial Santuario, Santo Domingo, 104 páginas.

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ORÁCULO

   Mi madre me dijo que mi supuesto padre es un militar de los que lucharon en la guerra civil. Dijo también que de vivir aún mi padre es posible que resida en la frontera. Sí, es cierto lo que dicen todos: he recorrido todos los pueblos buscando a mi padre, pero hoy haré el último viaje.

MICROSEÑALES DE HUMO, David Moreno Sanz

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DAVID MORENO SANZ, microSeñales de humo, Bubok, Madrid, 2014, 136 páginas.

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ROMPECABEZAS

   De Sara me he quedado sus ojos verdes, de Noelia sus labios carnosos, de Alicia su cabello negro azabache, de Cristina sus largas piernas, de Patricia su generoso corazón y así he ido recomponiendo a la mujer de mis sueños. Ahora con las manos manchadas de sangre me pregunto qué hacer con todas las piezas que sobran.

SORITES, Vicente Núñez

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VICENTE NÚÑEZ, Sorites, Asociación Cultural Andrómina, Córdoba, 2004 (1999), 30 páginas.

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El solitario ya no come, rumia.
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Alguna vez no he escrito nunca.
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Muere menos el reptil que el ave.
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Caemos porque acertamos.
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Morimos porque somos seres de memoria.
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Un rostro no es más que el resultado de otra sombra añadida.
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La ceguera es la madre de la mirada lúcida.
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Sólo se huye de lo que no se puede abandonar.
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Qué horrendas son las ciudades bellas cuando hay que ir a ellas necesariamente.
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Viajar es inventar ciudades.
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La lentitud tarda en desenredarse de la prisa.

CUATRO CAMINOS, José Manuel Ortiz Soto

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JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO, Cuatro caminos, Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 2014.

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PARA MORIR IGUALES

   Por generaciones, crecimos fantaseando con la casa abandonada. En nuestra mente infantil a veces era un castillo cuidado por dragones; otras, la choza de una bruja come-niños. Por eso, cuando un temblor la derrumbó, todos los habitantes del pueblo corrimos a rescatar de entre sus escombros un pedazo de nuestra imaginación.

EL OJO DEL MANDRIL, Laura Cracco

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LAURA CRACCO, El ojo del mandril, Ediciones Actual, Mérida, 2014, 112 páginas.

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EL VACÍO DEL HÉROE

   Él es más duradero que sus anfitriones, ¿o huéspedes? Ha pasado de mano en mano, ha rodado, lo han pisado, vapuleado o ensalzado; para muchos ha sido piedra; para otros, vidrio o espejo. Ningún golpe ni ninguna alabanza han quebrantado o ablandado su única cualidad: durar. Pero otra cosa es la pregunta durar en qué, durar para qué, o si la duración de la nada es equiparable a aquella de lo que existe. ¿Radica su duración precisamente en su vacío? Quizás él, como el fuego, cobra existencia mientras consume en llamas, forja esculturas de ceniza y devasta.  Sin embargo, las preguntas sobre el vacío y su propia permanencia le son extranjeras. Las preguntas quedan para quienes lo tocan, lo miran o lo ignoran. Para la mujer que lo usa como excusa para un libro que, laboriosamente, llena con palabras que luego descubre de aserrín; para los nostálgicos que quisieran empadronarse de una realidad redonda; para los poetas que vanamente intentan restañar un mundo a punto de estallar entre el alarido y el gimoteo, entre la fosa común y la rosa irrealizable. 

BASURA ESPACIAL, Ángel Carrasco Sotos

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ÁNGEL CARRASCO SOTOS, Basura espacial, Eurográficas, Cuenca, 2014, 136 páginas.

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El subtítulo Microrrelatos vesiculares remite al momento de escritura —una convalecencia postoperatoria dolorosa, pero fecunda— de estos artefactos gnómicos que, en las modestas (e inexactas) palabras del autor, "no son sino la basura espacial de la gran Literatura".
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TRAPECISTA

   El habilidoso trapecista está allá arriba. Como anunciaba el colorido cartel que han colgado por toda la ciudad, se dispone a efectuar ese salto mortal nunca visto. Saluda al público alzando la mano y asintiendo mínimamente con la cabeza. El público aplaude con estrépito. Coge el trapecio con ambas manos. El público mira hacia el cielo, en éxtasis, con el labio inferior apeado. El silencio puede cortarse en lonchas. El trapecista se descuelga y comienza a mecerse a un ritmo que se ve incrementado en cada balanceo. El público lo sigue al unísono, embobado, con los ojos. Nadie parpadea: ellos piensan que el trapecista es idiota por arriesgar así su vida; ellas mantienen la mente en blanco sobrecogidas por un terror inexplicable y telúrico. Una vez que el trapecista estima que la velocidad y la altura son suficientes, se suelta y comienza a girar sobre sí mismo; pero cuando sus manos quieren mecánicamente buscar el otro trapecio se encuentran con la nada. El trapecista comienza a caer a plomo atraído por una gravedad feroz que parece querer devorarlo enseguida. La gente grita. Al tomar tierra, el trapecista comprueba que ha salido ileso. Se frota las manos y hace una reverencia al público. Repite el número todos los días.

BESTIARIO, Jacques Fuentealba

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JACQUES FUENTEALBA, Bestiario, Amargord, Madrid, 2013, 260 páginas.

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[De la serie MORDISCOS]

   Todas las tardes, al caer la noche, venía y se instalaba al borde del canal y pescaba con caña. Un ribereño que había notado su tejemaneje acabó por acercarse a él, intrigado:
   —¿Pican a estas horas?
   El pescador levantó la cabeza, clavando sus ojos enrojecidos en él y, con una sonrisa que descubrió sus colmillos, dijo:
   —Sí, se puede decir así... Pican.

CORNELIA FRENTE AL ESPEJO, Silvina Ocampo

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SILVINA OCAMPO, Cornelia frente al espejo, Tusquets, Barcelona, 1988, 232 páginas.

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EL ZORZAL

   A mi rey del bosque cordobés le gustaba comer carne cruda, le gustaba imitar el ruido que hace un trapo cuando limpia los vidrios de las ventanas: ése era su canto y por eso dejé que se fuera y adopté un zorzal cordobés, recién nacido, que no aceptó la libertad, por más que se la brindara con la jaula abierta. No quiso dejarme: fue su tiranía. En vano le enseñaba a volar, lanzándolo al aire. En su vuelo más prolongado se posó un día en el techo de la casa. Volvió y corrió a mis pies, buscando su cautiverio. Así vivió, como un perro con alas, que me seguía hasta el fondo de la casa y que salía al jardín cuando yo salía. A mí todo esto me perturbaba. Lo llevé a San Isidro. Me ocupaba de él. Le hablaba. Abría la jaula. El zorzal salía, pero nunca se escapaba. Y qué hubiera hecho, yo pensaba, entre pájaros desconocidos y extranjeros. ¿Cómo viviría entre árboles?. Siempre me preocupaba las vidas de los animales como si fuesen de mi especie. Mi padre se enfermó gravemente en mi casa, y yo pensé que era por culpa del zorzal. Por una semana dejé de verlo y me fui a San Isidro. Cuando lo visité quiso clavarme el pico en la mano. Tanta furia me espantó. No podía reconciliarme con él. Tres días después volví. Había abierto los barrotes de la jaula y se había ido. Miré al cielo y pensé que no volvería a tener un zorzal porque no volvería a recuperar la amistad de ese único zorzal, que me torturaría con su canto todos los veranos. 

DEL HAZ FÚGIDO, J.L.M. Mallada

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J.L.M. MALLADA, Del haz fúgido, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2010, 84 páginas.
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PADRE

Sintámonos luz.
Más allá de la muerte
perduran nuestros lazos.

TECLEO EN VANO, Pilar Galán

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PILAR GALÁN, Tecleo en vanoDe La Luna, Mérida, 2014, 108 páginas.

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ORACIÓN LINGÜÍSTICA
Para Alfonso, que inventa palabras.

   Mi suegra dice me se y te se, y asín, mientras la eternidad es una tarde de domingo atrapada en la mesa camilla de su casa.
   Mi hijo pequeño dice sidericordia, y nos reímos. En el colegio estudia que los verbos indican acciones, y se buscan en el diccionario a través de los infinitivos. Ar, er, ir. También confiesa que confunde verbos y adjetivos, y que la lengua le aburre porque tiene que escribir renglones y renglones, y copiar los cuadros amarillos.
   Mi madre no dice nada. Musita palabras sin sentido, o te mira fijamente intentando reconocer el camino de vuelta ya olvidado. A veces tose, o empieza a gemir y sobrevuela un conato de esperanza, que se diluye enseguida.
   Mi hijo mayor escribe tqmuxo, y volveré trd. Bs.
   Mi jefe dice reestructuración y objetivización adaptizada de contenidos actitudinales. Y luego plis, traime un café, porfa, enseñando unos dientes manchados de nicotina.
   Durante el día, mi marido y yo cruzamos insultos y reproches, con el desafecto rápido de antiguos conocidos.
   Por la noche, cuando todos duermen, hablo sola.
   En el principio fue el Verbo, dicen.
   Del final no dicen nada.
   Porque estamos saciados de desprecios.
   Sidericordia, señor, sidericordia.

IDEARIO DE OTOÑO, Dionisia García

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DIONISIA GARCÍA, Ideario de otoño, Diputación de Albacete, 1994, 208 páginas.

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La noche nos disculpa. Comenzamos a ser reos con la luz.
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Los objetos nos pueblan, igual que nuestros años.
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Tal vez sólo seamos infancia.
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Guardamos en nosotros el paisaje del origen, lo demás son sobrepuestos.
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Lo indecible, único refugio de nuestra intimidad.
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La muerte es inquilina con aspiraciones de dueña.
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Vivir lo imprevisible, ya el tiempo nos va ordenando.
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Parte de la emoción hacia lo desconocido está en el tránsito.
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El vértice de la Tierra podría estar en nuestros ojos.
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El poeta no porta luces, las enciende.

EXTRAVÍOS O MIS IDEAS AL VUELO, Príncipe de Ligne

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PRÍNCIPE DE LIGNE, Extravíos o mis ideas al vuelo, Sexto Piso, Madrid, 2004, 128 páginas.


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Ignacio Díaz de la Serna en Príncipe color de rosa (pp. 7-18) repasa la biografía del contemporáneo de Rousseau o Voltaire.
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Todos los que escriben pensamientos o máximas son charlatanes que pretenden deslumbrar: nada más sencillo que escribir un libro de tal manera. Quiero intentarlo. A nada se está obligado; se abandona la obra y se regresa a ella cuando uno quiere. Eso me conviene mucho. Casi todos dicen cosas comunes, falsas o enigmáticas. No hay que ofrecer sobre qué disertar o interpretar, sino en qué pensar.

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Los locos tienen a ratos momentos de lucidez que los hacen desdichados. No me refiero a los que se encuentran en los manicomios, sino a los que corren sueltos por el mundo, a los galanteadores, a los enamorados, a los mili­tares: piensan a veces que la campiña, una pastora que ahí encuentran, y la vida apacible, valen más que la corte, que una mujer de gran mundo y que el ejército. Los tontos no son así; nunca examinan su conducta. Siempre están contentos consigo mismos y descontentos con los otros.

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Me disgustan los sabios, a menos que lo sean sin querer serlo y sin saberlo. Nada hay tan sencillo como convertirse en uno. Basta encerrarse en casa durante seis meses para adquirir conocimiento, y se logrará. Vale más tener ima­ginación que memoria. ¿Qué son todos esos diccionarios ambulantes? Los sabios solamente conocen palabras. Jamás me topo con sabios de cosas, pues éstos no tienen la reputación de serlo. Los otros son siempre engreídos, pedantes, y viven a costa de la sociedad. El mundo es el mejor de los libros.
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Hay síntomas del amor tan inequívocos como los sínto­mas de una enfermedad. Sentimos al mismo tiempo calor; tenemos frío. Compartimos sentimientos iguales. Coincidimos en la manera de juzgar. Damos nuestro consentimiento a las mismas cosas, tenemos los mismos gustos, nos agrada lo mismo, queremos a las mismas personas. Nos gustan los sitios donde comenzamos a amarnos, y todo ello sin que lo sospechemos.

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Hay personas tan enemistadas consigo mismas, que prefieren padecer una desdicha que previeron, a fuerza de predecirla, que disfrutar de una ventura inesperada.


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Toda nuestra vida discurre, como mi libro, de error en error. Si hay una cosa que siempre parece la misma, significa que es certera. Si hay un hombre que, luego de recapitular desde cuándo lo conocéis, os parece el mismo, quiere decir que sigue siendo tal como lo habéis juzgado.
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Un guerrero que ha ganado una batalla, ¿por cuánto tiempo disfruta de esa dicha que es tan rara y la más esplendorosa de a cuantas aspiramos? Al día siguiente, ya lo desgarran la calumnia y la ingratitud. El amante que obtiene una victoria sobre el pudor de una mujer, goza al menos hasta que otro lo reemplaza entre sus brazos. He ahí el tiempo ganado.

ESTE PÍCARO MUNDO, Ana María Shua

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ANA MARÍA SHUA, Este pícaro mundo, Anaya, Madrid. 2007, 112 páginas.

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Ana María Shua reescribe estos cuentos populares protagonizados por personajes de probada inteligencia al servicio de la astucia y la burla. Las ilustraciones son de Noemí Villamuza.
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EL HOMBRE QUE FUE MOISÉS

   En cierto país de la Europa medieval, un mal consejero logró convencer al rey de que los judíos, con sus malas artes de brujería, habían logrado conservar entre ellos a Moi­sés, el hacedor de milagros que los sacó de Egipto.
   El rey concedió a los judíos tres días para que Moisés se presentara ante él o todos mo­rirían.
   Al tercer día, cuando toda la comunidad es­taba lamentándose en la sinagoga, uno de los judíos propuso:
   —Voy a disfrazarme de Moisés. Si no me cree, el rey me mandará matar. Pero ¿qué pier­do por intentarlo? Si no aparece Moisés, nos matará de todos modos.
   Dicho y hecho, el hombre se puso una túni­ca anticuada, tomó un bastón y se presentó ante el rey.
   —Soy Moisés, el que condujo a los judíos a la Tierra Prometida —dijo, tan sonoramente como pudo.
   El consejero trataba de disimular la risa.
   —Si es Moisés, que lo pruebe ahora mismo con un milagro —le susurró al rey, que inme­diatamente dio la orden.
   —¿Un milagro? Nada más sencillo —con­testó el supuesto Moisés—. Traigan una olla de aceite hirviendo. Arrojaré allí al consejero, y no solo lo sacaré vivo, sino veinte años más joven.
   El consejero se puso pálido.
   —Su Majestad —dijo, temblando—. La prueba no es necesaria: ¡no hay duda de que este hombre es verdaderamente Moisés!

Cuento judío

REPERTORIO DE IDEAS DEL SURREALISMO (1919-1970), Ángel Pariente

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ÁNGEL PARIENTE, Repertorio de ideas del surrealismo (1919-1970), Pepitas de calabaza, Logroño, 2014, 178 páginas.


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En A veces ruina, siempre Fénix (pp. 7-12) Ángel Pariente explica el proyecto: recopilar "las opiniones que el grupo surrealistas sostuvo desde 1919 hasta 1978".
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AMOR

Hay más amor bajo el lóbulo de tu oreja que esperanza en la cabecera de la cama de un padre moribundo.
Jacques Rigaut, c. 1920
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El amor es como un incendio. La llama que lo inaugura es espléndida y orgullosa. Las que vienen después sólo queman, consu­men y al final dejan cenizas.
Simone Breton, 1924
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He soñado tanto contigo, caminado, acos­tado, hablado tanto con tu fantasma, y, no obstante, quizás sólo me queda ser fantas­ma entre los fantasmas y cien veces más sombra que la sombra que se paseará ale­gremente sobre el reloj de sol de tu vida.
Robert Desnos, 1926
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ARTE

El arte es el producto de expresiones perso­nales de una sucesión de individuos; no es cuestión de progreso. El progreso es, sim­plemente, una gran pretensión por nuestra parte. No existe progreso, por ejemplo, en Corot en relación con Fidias y «abstracto» y «figurativo» sólo son expresiones a la moda de hoy. No está ahí el problema: una pintura abstracta quizás no parecerá abstracta den­tro de cincuenta años. [..]
En arte no existe la perfección. Y se produce siempre una pausa artística cuan­do los artistas de una época determinada se contentan con proseguir el trabajo donde su predecesor lo ha abandonado, continuando lo que este hacía.
Marcel Duchamp, 1946
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La consecuencia más grave de esta situación es que en arte la relación entre la producción y el consumo está completamente falseada: la obra de arte, con raras excepciones, esca­pa de los que le profesan un amor desinte­resado para convertirse, entre indiferentes y cínicos, en simple pretexto de inversión financiera. De valor emancipador que debería ser, se transforma en instrumento de opresión en la medida en que contribuye, de forma notable, al crecimiento de la propie­dad privada.
André Breton, 1947
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El arte es un fruto que brota del hombre como el fruto brota de la planta o el niño del seno de su madre. Pero mientras que el fruto en la planta, el fruto en el animal, el fruto en el seno de la madre adopta formas autóno­mas y naturales, el arte, fruto espiritual del hombre presenta la mayoría de las veces un parecido ridículo con otra cosa. Es en nues­tra época cuando la pintura y la escultura se han liberado de parecerse a una mandolina, a un presidente trajeado, a una batalla, a un paisaje. Amo a la naturaleza pero no a sus sucedáneos. El arte naturalista, ilusorio, es un sucedáneo de la naturaleza.
Jean Arp, c. 1947
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CADÁVER EXQUISITO

A menudo y voluntariamente, varios de no­sotros nos hemos reunido para juntar pala­bras o para dibujar fragmentariamente un personaje. ¡Cuántas tardes pasadas creando con amor una multitud de cadáveres exquisi­tos! Nos esforzábamos por ser el que encon­trase más encanto, más unidad, más auda­cia en esta poesía producida colectivamente. Ningún otro cuidado, ningún otro recuerdo de la miseria, del aburrimiento, de la cos­tumbre. Jugábamos con las *imágenes y no había perdedores. Todos querían que ga­nase otro y cuanto más mejor para dárselo todo. La maravilla ya no pasaba hambre. Su rostro desfigurado por la pasión nos pare­cía infinitamente más bello que todo lo que podríamos decirnos cuando estamos solos—pues entonces no sabemos responderle. 
Si uno de nosotros planteaba una pre­gunta, la angustia o la confianza sólo le lle­gaba de la respuesta obtenida. Había escrito su pregunta sin enseñarla, no se la había planteado más que a sí mismo y he aquí que otro respondía con seguridad, desconocien­do la pregunta.
Paul Eluard, 1932
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DEPORTE


«Creo firmemente que el deporte es el me­dio más seguro de producir una generación de perniciosos cretinos», escribió Léon Bloy, sin sospechar que estas proféticas palabras podrían pronto aplicarse a numerosas ge­neraciones de todos los continentes. Bajo la máscara del juego, del que es la caricatura si no es la negación, o mejor aún del apoliticis­mo y de esa forma falaz de internacionalis­mo del que ya Charles Maurras decía: «este internacionalismo no matará a las patrias, más bien las fortalecerá», el deporte progre­sa desde hace un siglo como una inmunda elefantiasis. Para el deporte, los dirigentes de todos los países no escatiman medios, no solamente porque lo consideran comple­mentario del servicio militar, sino porque como «forma de embrutecimiento», denun­ciado nuevamente por Benjamin Péret, se lleva seguramente la palma.

Georges Sebbag, 1965
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POESÍA


En primer lugar pongamos como axioma que la poesía, a partir de cierto nivel, se burla absolutamente de la salud mental del poeta. Su más alto privilegio es extender su influjo mucho más allá de los límites fijados por la razón humana. No puede haber para ella más escollos que la trivialidad y el con­sentimiento universal. Desde Rimbaud y Lautréamont sabemos que los cantos más bellos son también a menudo los más hura­ños. Aurelia, de Nerval, los Poemas de la locu­ra, de Hólderlin, las pinturas de la época de Arles de Van Gogh, son lo que colocamos en lo más alto de su obra.

André Breton, 1959

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La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los inocentes. No es una puerta ce­rrada con llave o con cerrojo, pero su estructura es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla, mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática a cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos.
[...] La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.
Aldo Pellegrini, 1961
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La poesía tiene el triste privilegio de hacer ratificar más tarde por la vida, sus premoniciones más pesimistas, sus desolaciones más cabales. No es, sin embargo, el rol esencial de la poesía el fatalismo, ni el anun­cio de la ruina o de la miseria. La vida, la sociedad actual la confinan, al confirmar a los seres sensibles, lúcidos, en los extremos límites de la desesperación.
César Moro, c. 1950

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SATIE, ERIK [1866-1925]


Satie ha querido decir que el piano «como el dinero sólo es agradable al que lo toca»: esto me ha hecho sentir cómodo, ya que soy contrario a la música instrumental desde siempre. Lo lamento más por haber com­prendido demasiado tarde, después de su muerte, el ser excepcional que fue y que una cortina de espinas —su malicia, sus estudia­dos tics— me ocultaba. [...] El paso del siglo XIX al siglo XX no ha supuesto ninguna evo­lución del espíritu más cautivadora que la de Satie. Tendido entre estos dos puntos extre­mos, los místicos y Platón, durante treinta años la fatalidad del espíritu moderno ha he­cho vibrar esta cuerda al unísono con la de su compatriota Alphonse Allais y más aún con la de Alfred Jarry. [...J No existe escuela más alta de libertad con respecto a las con­venciones, ni sonrisa más traviesa y, a fin de cuentas, tan conmovedora por encima de su abismo interior, de la más negra especie, de la cual se escapa la nube de estos dibujos e inscripciones caligráficas en total soledad.
André Breton, 1955

ESTO, LO OTRO Y LO DE MÁS ALLÁ, Julio Camba

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JULIO CAMBA, Esto, lo otro y lo de más allá, Cátedra, Madrid, 1994, 220 páginas.

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Como era de esperar, Cátedra presenta la reedición de este libro de artículos de Julio Camba con el aparato crítico del editor Mario Parajón, quIeN tras glosar vida y obra del autor, celebra la publicación de esta obra poco conocida de Camba, publicada por primera vez en 1945 por la editorial Plus Ultra.
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LA CAVERNA LINGÜÍSTICA

   El ido, el novial, el interlingua, el esperanto, el volapuk, el interglossa y el inglés básico: todos estos idiomas, unos sintéticos y otros reconstruidos, estarán muy bien, yo no lo dudo; pero hay quien opina que, tanto en materia de sim­plificación como en materia de internacionalismo se po­dría ir todavía bastante más lejos. Por ejemplo:
   Tengo frío: —¡Brrr!
   Tengo hambre: —¡Guau!
   Tengo sueño: —¡Aaaaaaaaau!
   Te quiero: —¡Reee! ¡Rrrr! ¡Rrrr!
   Te odio: —¡Jjjj! ¡Jjjj! ¡Jjjj!
  Se me dirá que este vocabulario, llamémosle así, es insu­ficiente para expresar las necesidades del hombre; pero, ¿quién puede afirmar que los vocabularios de que el hom­bre se sirve actualmente son una consecuencia de sus nece­sidades y no sus necesidades una consecuencia de sus voca­bularios? Enséñenle ustedes a un salvaje a decir corbata e inmediatamente el salvaje les pedirá a ustedes una; pero manténgalo ustedes en una total ignorancia respecto a esa prenda del atuendo masculino y el salvaje no sentirá jamás el menor deseo de ataviarse con ella. En realidad, nuestras verdaderas necesidades no son nunca más que dos. Así lo proclamaba ya la filosofía antigua, y así lo reconoció también nuestro delicioso Arcipreste:
   
   Según dise Aristóteles, cosa es verdadera, el hombre por dos cosas se mueve: la primera por haber mantenencia. La otra cosa era por haber yuntamiento con fembra placentera.
  
   Dejémonos, por lo tanto, no ya sólo de adjetivos, con­junciones, preposiciones, etc., sino también de sustantivos y de verbos, y hagamos un lenguaje cuyos principales ele­mentos sean el ladrido, que, por cierto, los perros apren­dieron de los hombres —está ya archidemostrado que los perros primitivos no ladraban, limitándose a aullar como los lobos—, el arrullo («rrr, rrr»), el bostezo («aaaaaaau»), el escalofrío («brrr») y algunos otros sonidos que nuestro alfa­beto no se presta a reproducir, pero que podrían ser repre­sentados por medio de unos símbolos especiales. Haga­mos este lenguaje, instalémonos en las primeras cavernas que encontremos a mano, vistámonos de pieles sin curtir y entonces será cuando, al fin, podremos alardear de haber simplificado realmente nuestra vida y de haber borrado todas las diferencias que hoy separan a unos hombres de los otros...