CUENTOS VERTIGINOSOS, Beatriz Valdivieso

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BEATRIZ VALDIVIESO, Cuentos vertiginosos, Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1994, 258 páginas.

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EL PUENTE

Estaba con un pie a punto de dar el salto y tirarse del puente, cuando acertó a pasar por allí otro hombre tan carente de esperanza como él, que le dijo:
—Si te matas, no te creas que vas a solucionar tu problema. Allá arriba— y señaló el cielo, muy seguro de lo que decía, —las cosas son igual o peor que aquí.
El presunto suicida se echó para atrás muy interesado por lo que le decía aquel hombre vestido de harapos y le pidió un cigarrillo y conversación.
—O sea, que si soy pobre aquí, ¿allí no seré rico?— preguntó, abatido.
—No, allí es lo mismo que aquí, sólo que allí ya no hay vuelta de hoja. Las cosas las tienes que demostrar aquí abajo.
—Pues vaya puro, menos mal que me has avisado.
Y se fueron los dos a una cantina donde le fiaban al de los harapos y se emborracharon con unas cuantas copas.
Cuando cerraron el bar, los dos salieron haciendo eses, agarrados del brazo y con una botella en el bolsillo que el presunto suicida había logrado distraer al encargado del bar.
—Menuda moña nos vamos a coger esta noche. Qué bueno que te encontré.
Y dieron unos tragos largos antes de emprender la caminata hacia el puente, esta vez debajo, donde pensaban pasar la noche; pero cuando iban a crum la calle, un autobús que al parecer se había quedado sin frenos, se llevó a los dos amigos al otro mundo.

TRAMPANTOJOS, Ramón Gómez de la Serna

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RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, Trampantojos, Clan Editorial, Madrid, 2002 (1947), 207 páginas.
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Un tercio de este original libro, profusamente ilustrado por el autor, lo componen Greguerías ilustradas (pp. 157-206). Los editores incluyen también la Nota biográfica a la primera edición de R.G.S. (pp. 207-208) y la Advertencia preliminar del autor a la primera edición (página 8).

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LA ÚLTIMA MOSCA
        
Estoy convencido de que hay lo menos mil millones de últimas moscas, sin contar las muchas que son penúltimas y antepenúltimas.
Las últimas moscas se ríen del tópico de la última mosca.
Lo vienen leyendo en los periódicos hace muchos años; pero como creen que eso las hace compadecidas y perdonadas, no se han ocupado de rectificar nunca el motivo de las crónicas anuales cuando ya llega la época del frío.
Las ultimas moscas se permiten todos los atrevimientos de las que saben la inagotable condescendencia que se suele tener con una última mosca.
—¡Si somos la última mosca! rezongan lagrimeantes al Ver que ya hemos fabricado el arma de papel con que matarlas.
Numerosos escritores, en distintas mesas, bajo distintas lámparas, con plumas de marca diferente y en muy separados pueblos, escriben en esa noche friolenta en que, como siempre, se hace raro ver una mosca más, un título común a sus crónicas, a sus sonetos, a sus dramas: La última mosca.
Después la observan, sin comprender la ironía con que se esta quieta y se deja mirar.

Esa última mosca
que en el hogar pernocta,
deja de ser la tosca
y se convierte en docta.
        
Comienza a escribir el poeta chirle que se deja inspirar por lo que es más chabacano entre las cosas inspiratrices.
Los hombres prosaicos la buscan más las vueltas, y pintan su miedo a morir, su viaje al fogón, siempre con algún rescoldo, y su amor por las perchas en que buscan los pliegues de las bufandas.
«Siempre hay un cuadro escribe el prosista número dos mil de los que concursan en la misma divagación acerca de la última mosca en que la mosca que quiere salvarse encuentra el paisaje primaveral que tiene por fondo, y allí se queda, poniendo su huevo en el lienzo, de cuyos árboles saldrán el año que viene moscas sin cuento como bandadas de pardales en la proporción.»
Entresacaré algunas ideas mosquiles tomadas del ejercicio escrito de todos los hombres livianos que escriben acerca de la última mosca.
«La última mosca ha leído todos los libros, y sabe la hora que es.»
«La última mosca ha agotado todo el repertorio de la cocina burguesa.»
«La última mosca pone ya los puntos sobre las íes.
«La última mosca es golosa como una mujer.»
«La última mosca llega a conocer los chorizos de cuelga, y las uvas de invierno, atracándose de jamón.»
«La última mosca sabe escuchar en las calvas el eco y el rumor de los pensamientos.»
«La última mosca llega a saber dos y tres idiomas, y ya pone sus nuevos con h.»
«La última mosca ha catalogado toda la casa, con paciente labor muy meritoria, y se ha explicado ya lo que son los espejos. »
«La última mosca siempre se ahoga.»
Y después de escribir esos pensamientos los sagaces escritores «mosquinómanos» se hacen los distraídos cuando ven revolotear numerosas moscas más a su alrededor, y consideran que se trata del plagio telepático cuando contemplan en la columna de la «crónica» en diferentes diarios las huellas inconfundibles, sui generis, dactilográficas y auténticas de otras últimas moscas, tan últimas moscas como las suyas.

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Hay unas calvas que parecen papel de música, pues sus cuatro pelos pentagramizan la pelada y sólo esperan que el maestro escriba las notas.
El gaitero es un músico que lleva la tráquea y los pulmones fuera y los va tocando al exterior y los llena de aire y de música.
He inventado el sofá eléctrico para facilitar la ejecución de los criminales, sobre todo cuando los autores, coautores y cómplices del asesinato han sido varios.

FUEGO ENEMIGO, Carlos Almira

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CARLOS ALMIRA, Fuego enemigo, Nowevolution, Madrid, 2010, 116 páginas.

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LA COMPASIÓN

Cuando iban a dispararme fijé mi atención en uno de los soldados del pelotón y deseé con todas mis fuerzas cambiarme por él, pero él advirtió mi estratagema y apuntó al aire.

LOCO POR EL HAIKU, David G. Lanoue

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DAVID G. LANOUE, Loco por el haiku, Funambulista, Madrid, 2011 (2000), 256 páginas.
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En la portada, a modo de subtítulo, esta leyenda: La primera y verdadera novela-haiku de la historia. El profesor Lanoue, después de traducir a Kobayashi Issa, publicó en el 2000 Haiku guy, traducida al español por el uruguayo Carlos Freitas. En el 2004 apareció Laughing Buddha. Haiku wars, del 2009, es su tercera novela.  
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en los ojos del gato muerto
lunas
de otoño

VOCES DETENIDAS, Dionisia García

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DIONISIA GARCÍA, Voces detenidas (Aforismos), Renacimiento, Sevilla, 2004, 152 páginas.

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Presenta una organización tripartita (Al compás del tiempo, En torno a la escritura, La mirada insistente) a la que precede una Introducción (pp. 9-15) firmada por la autora.

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El silencio que precede a una nevada podría ser el del mundo en su comienzo.
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Estar en la fila del existir se sobrelleva; lo peor es aproximarse a la ventanilla.
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Desde que las cancelas desaparecieron, el horror puede estar detrás de cada puerta.
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Caso de suerte: cuando la luz aparece en el poema, la recibimos temblando.
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Oler el papel de un libro es acercarse a él antes de amarlo.
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Por más que nos empeñemos, al escribir no salimos de nosotros mismos.
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La esperanza no es una fórmula mágica, sino preferir que no se rompa todo.
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Cuando advierto que algo resplandece lo llamo realidad, a falta de otras claridades.
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Amemos el silencio, y algo se oirá.

RELATOS EN CADENA 2009-2010

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Relatos en cadena 2009-2010, Alfaguara, Madrid, 2010, 160 páginas.

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En Sellos de la Ser (pp. 9-15) Fernando Valls señala:  "Hoy por hoy, el microrrelato cuenta con dos enemigos: la supuesta facilidad, esto es, la peregrina idea de que unas pocas líneas puede escribirlas cualquiera, incluso en un pis pas; y lo que parece más grave: el escaso conocimiento que muestran algunos de sus cultivadores primerizos respecto de esa variada y compleja tradición literaria".
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CARNE REBOZADA

La cena se enfriaba en la mesa y nuestro vecino seguía igual. Desnudo, subido en una silla y con una soga al cuello. A veces, bajaba y deambulaba cabizbajo por la habitación. De aquí para allá. De allá para aquí. Luego volvía a subirse, se anudaba la cuerda y colocaba los pies en el filo. Así llevaba toda la tarde. Nosotros, desde la ventana, lo observábamos expectantes. Papá decía que sí. Mamá decía que no. Pero el hombre, que si sí, que si no, no se decidía nunca. Al final, corrimos las cortinas y nos sentamos a la mesa. La carne rebozada fría no vale nada.
AGUSTÍN MARTÍNEZ VALDERRAMA

TAIO, Araceli Palma-Gris

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ARACELI PALMA-GRIS, Taio, Carena, Barcelona, 2005, 74 páginas.

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Compuesto íntegramente por haikus, el libro se estructura en seis bloques: los correspondientes a las estaciones del año, Sendas de Oku, en homenaje a Bashô, y un Epílogo que contiene, como ya indica la escritora en sus palabras prologales, los poemas con mayor carga reflexiva.

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En armonía,
redes y pescadores
comparten cuna.

RELATOS EN CADENA 2008-2009

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Relatos en cadena 2008-2009, Alfaguara, Madrid, 2009, 160 páginas.

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ALAS DE MARIPOSA

Mientras me abalanzo sobre ella, pienso en un sobresaliente. En Ciencias nos encargaron capturar una mariposa. Cierro ambas manos. Noto las cosquillas de sus alas, mientras golpea aquí y allá buscando una salida. Es enorme, con unos colores preciosos, por lo que siento que ese sobresaliente está asegurado. Clavo el alfiler con cuidado de no estropear sus alas. Al enseñársela a la profesora, con los ojos muy abiertos y una expresión de repugnancia, retrocede pronunciando la misma palabra continuamente. Y aunque estoy seguro de saberme todas las especies de memoria y de haber repasado varias veces el temario, no consigo recordar qué es un "hada".

JORGE DANIEL ROMERO CASTILLO
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DECÁLOGO PARA ESCRIBIR MICROCUENTOS

1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces .

ESCUELA DE ESCRITORES

RELATOS EN CADENA

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Relatos en cadena, Alfaguara, Madrid, 2008, 184 páginas.

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En el Prólogo (pp. 15-18) Carles Francino comienza diciendo que "este libro es el resultado de cuarenta y tres martes de relatos radiofónicos". Su definición del medio: "La radio es como la vida: una autopista de doble dirección por la que transitan personas y sentimientos". De la Introducción (pp. 9-14) es responsable Javier Sagarna, director de la Escuela de Escritores. Tras trazar la ideoneidad de la radio como difusor de la ficción, explica la mecánica del concurso Relatos en cadena. "Una propuesta sencilla: la última frase del relato ganador sería la primera de los relatos de la siguiente semana, tres días y cien palabras para escribir y unos minutos de radio en directo para los autores de los tres mejores textos".
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   Se lanzará desde el trapecio. Correrá a través de la raíz cuadrada, sintiendo cómo el aliento de la malvada hipotenusa se le acerca hasta casi atraparlo para siempre. En un intento vano por despistarla llega al abismo de la derivada. Se siente acorralado, pero no, encuentra una salida en la división y vuelve a escapar deslizándose por ésta. El número Pi se salva y llega hasta el infinito. Pero...
   —Andrés, ¿me escuchas?
   —Sí, maestra.
   —Muy bien, continuemos. Si un tren sale de Madrid a las ocho de la mañana y otro de Barcelona a las diez...
   La malvada hipotenusa capturó a Pi.


ESTEFANÍA MORÁN

CUENTOS DE X, Y, Y Z, F.M.

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F.M., Cuentos de X, Y, y Z, Lengua de Trapo, Madrid, 1997, 125 páginas. 

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MODOS DE TRANSPORTE

Es imprescindible que Y decida coger el automóvil para que su pelo se refleje en la ventanilla de Z, que va en autobús, ese día ha tomado el transporte público para desplazarse al trabajo. Un día después ocurrirá otro tanto, porque mientras Z está encabronado en el atasco, Y pasa debajo de él, a gran velocidad, apretada entre los viajeros anónimos del metro.
En este tipo de conexiones o desconexiones están los dos cuando llega el verano. Z planifica sus vacaciones en avión, por lo que sobrevuela el barco de Y, que miles de metros más abajo navega hacia una isla.
La isla resulta ser la misma para Y y Z, por lo que no es del todo extraño que casi se estrellen en un cruce, en el que la lentitud del burro de Z contrasta con la apresurada bicicleta de Y, que esquiva a Z con unos reflejos formidables. Ha bajado la cuesta sin tocar los frenos.
Tiempo más tarde, otra vez con el mismo país por destino, resulta que Z ruge en motocicleta por la costa, y cuando desvía la vista hacia el mar está mirando sin verla a Y, convertida en un punto, que se mece en una barca pesquera.
Así pasan los años hasta que un día, en el que la ausencia de horarios tolera coquetear con la pereza, los dos salen de paseo, a dar una vuelta. Entonces sí: se ven, se hablan, se tocan, se besan, se aman.

EL PARAÍSO INTERIOR, Jordi Nadal

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JORDI NADAL, El paraíso interior: Reflexiones, aforismos y guiones de vida, Plataforma, Barcelona, 2009, 88 páginas.
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A las 86 reflexiones en busca de la felicidad (pp. 21-37) les acompañan otros cuatro bloques, denominados cuadernos: Escribe el guión de tu vida, 52 libros para vivir mejor, El cuestionario Proust y Liderazgo afectivo / liderazgo efectivo. Cristina de Alzaga firma un Prólogo (pp. 11-15) y un Colofón (pp. 79-82) a modo de marco de las palabras de Nadal.

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¿Qué hacer con las alegrías hechas a medida de otros?
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La mayoría llevamos una mochila de piedras en la espalda.
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El espacio de no decir nada es tan grande que para soportarlo hemos creado las palabras. Son ellas las que callan.
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El amor no deja rastro, por eso hemos de interpretar el silencio.
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Las ideas no son de nadie, pero como mínimo que no sean de quien menos son.

ZOOM, Manuel Espada

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MANUEL ESPADA, Zoom, Paréntesis, Alcalá de Guadaira, 2011, 192 páginas.

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LOS CUENTOS

Fui a acostar a los niños. Cerré la puerta y comencé a leerles un cuento. Hablaba de un ogro que comía críos y usaba botas de siete leguas. Se asustaron. Cogí otro. Una bruja cebaba a dos hermanos en una casita de chocolate para zampárselos. Comenzaron a temblar. Les dije que sólo eran historias irreales, fábulas, pero no quisieron escuchar lo que le ocurría  a la abuela de Caperucita ni al pastorcillo mentiroso. Eligieron Los siete cabritillos. Cuando iba por la mitad escuchamos un sollozo. Provenía de la cocina. El pequeño me preguntó si yo era el lobo. Me limpié una mancha de harina y susurré: "No, sólo soy el canguro".

"CAPICÚA" DE 5555, Antonio Solano

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ANTONIO SOLANO, "Capicúa" de 5555, Tipografia Empòrium, Barcelona, 1985, 440 páginas.

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El subtítulo, Pensamientos, aforismos, ideas, consejos, impresiones, sugestiones, deducciones, recomendaciones, opiniones, apotegmas, frases y quizás, esquizofrenias, sandeces y tonterías,  incide en el carácter misceláneo de esta colección. En su Prólogo (pp. 5-6), el autor destaca su trabajo de selección (los 9000 aforismos originales se quedaron en 5555) y el esfuerzo que éste ha conllevado: "si llego a saber de antemano la laboriosidad de tal tarea, no sé si hubiera coleccionado mis pensamientos".

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El portarse bien con una persona, en el fondo sólo es aguantarle sus impertinencias.
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La esperanza frecuentemente es el proyecto del fracaso.
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Un alarde de síntesis conduce al silencio.
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Lo más real suele ser lo invisible.
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El amor es la forma más refinada y delicada del egoísmo.
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Por el dinero, la gente se empeña y se despeña.
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Hay que ser muy parcos en el afirmar y en el negar.
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Pocas veces el traidor es leal a su traición.
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Recordar suele ser imaginar y fantasear al compás de unas fechas determinadas.
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Irrita más la incomprensión que la ingratitud.

LOS 100 AFORISMOS, Franz Marc

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FRANZ MARC, Los 100 aforismos: La segunda visión, Árdora Exprés, Madrid, 2001 (1915), 64 páginas.
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Incluye notas y Epílogo (pp. 45-60) de Javier Arnaldo, traductor de este conjunto de pensamientos pertenecientes al pintor expresionista.

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Las más grandes hazañas siempre se producen inconscientemente, con pequeños pretextos. El ser humano no es lo suficientemente dios como para querer historia. Pero la hace.
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La tradición es al arte lo que la obra es a su creador. La obra da testimonio del espíritu de su creador.
Tradiciones son una bella cosa; pero sólo el crear tradiciones, no vivir de tradiciones.
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Vi la imagen que se refracta en los ojos de la gallineta cuando se sumerge en el agua: los miles de anillos que engastan todos los detalles de la vida, el azul del cielo susurrante que bebe el mar, el extático emerger en otro lugar. Reconoced, amigos míos, lo que son los cuadros: un emerger en otro lugar.
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Dios creó el mundo y lo sometió a discusión.

MEMORIA DEL FUEGO 2: LAS CARAS Y LAS MÁSCARAS, Eduardo Galeano

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EDUARDO GALEANO, Memoria del fuego 2: Las caras y las máscaras, Siglo XXI, Madrid, 2005 (1984), 354 páginas.
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Sucesor de Los nacimientos, es éste el segundo volumen de la trilogía Memoria del fuego, que abarca los siglos XVIII y XIX en un recorrido fronterizo entre historia y creación literaria.

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TOUSSAINT

Entró en escena hace un par de años. En París lo llaman el Espartaco negro.
Toussaint Louverture tiene cuerpo de renacuajo y los labios le ocupan casi toda la cara. Era cochero de una plantación. Un negro viejo le enseñó a leer y a escribir, a curar caballos y a hablar a los hombres; pero solito aprendió a mirar no solamente con los ojos, y sabe ver el vuelo en cada pájaro que duerme.

EL JARDÍN DE LAS DELICIAS, Marco Denevi

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MARCO DENEVI, El jardín de las delicias. Mitos eróticos, Thule, Barcelona, 2005 (1992), 80 páginas.

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JUSTICIA

En la nación de los feacios el adulterio cometido por la mujer estaba castigado con la pena de muerte (al hombre se le propinaba una reprimenda, pero sólo si su cómplice era fea).
Nausicaa se libró de morir ajusticiada porque delante de los jueces se excusó diciendo:
"No recaí en el adulterio sino en la gula", y levantó la túnica de su amante hasta más arriba del pubis.
Como la gula no es un delito, los jueces dejaron en libertad a Nausicaa pero confiscaron al amante.

TODOS LOS MONOS DEL MUNDO, Roger Wolfe

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ROGER WOLFE, Todos los monos del mundo, Renacimiento, Sevilla, 1995, 128 páginas.
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El pensamiento de Roger Wolfe oscila en este volumen entre reflexiones de varias páginas de extensión y el encapsulamiento aforístico de algunas de sus ideas.

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Cuando alguien me habla de lecturas absolutamente imprescindibles, como el Ulises de Joyce, me permito recordarle que Cervantes no leyó a Joyce.
Y de buena se libró, por cierto.
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La fama, como la muerte, es esa cosa que les ocurre siempre a los demás.
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El problema de muchos escritores que si quisieran hasta podrían ser medianamente decentes es que andan al perpetuo acecho de ese fatuo espejismo que ellos mismos han denominado «inmortalidad».
Se escribe como si la inmortalidad pendiera del extremo de cada palabra, cuando lo único que pende, el único verdadero apéndice que nos iguala, es la muerte.
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Con dinero cualquiera puede permitirse ser buena persona.
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No hay peor especie de ignorante que el ignorante culto.
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Nada es bueno ni malo, porque todo es defendible. Sólo hace falta labia y un buen surtido de diccionarios. Y en la mayor parte de los casos, la labia basta.
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La consciencia del absurdo es el único pasaporte a la serenidad.

MEJORES DÍAS, José Luis Morante

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JOSÉ LUIS MORANTE, Mejores días, De la Luna Libros, Mérida, 2009, 72 páginas.

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Tiene una memoria prodigiosa, capaz de hacer real una mentira.
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Tiene un sentido del orden y de la etiqueta impropio de sus años. Colecciona poemarios. Los agrupa por colores, los colores por épocas; las épocas por tendencias, las tendencias por autores; los autores por el estado de conservación de su pelo. Apunta a crítico literario.
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El cinismo trasforma la sonrisa en una inscripción ilegible.
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Recordar es un ejercicio de resistencia.
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Se ha llenado la noche de oscuros minotauros. Pero no soy Teseo.
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Escucho. Habla la lluvia con excepcional elocuencia.
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En la era informática los espejos de Narciso se llaman blogs.
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Tras llegar a su destino, los reproches tienden a recorrer el camino de vuelta.
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A la luz del día el insomnio parece un hábito curable.
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Un buen poema refleja el rostro del lector.

LAS BUENAS INTENCIONES Y OTROS CUENTOS, Ángel Zapata

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ÁNGEL ZAPATA, Las buenas intenciones y otros relatos, Páginas de Espuma, Madrid, 2011 (2001), 106 páginas.
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JUSTO Y EL ÁNGEL

Justo me dice que no haga caso. Me dice que haga como si no le viera. «Tú, ni caso», me dice Justo. Me insiste en que el precio del piso ha sido una ganga. Y en que el ángel de la anunciación, con sus bucles dorados y sus alas de nieve, se cansará algún día de aparecerse a las doce, junto a la máquina de coser, y llamarme «bendita seas entre las mujeres».
—A ti qué más te da lo que te llame —me dice Justo—. Tú piensa en que este piso tiene un balcón hermoso, Antonia; y en que está bien comunicado.
Eso me dice.
—Bendita tú entre las mujeres —me dice el ángel todos los días.
Y a pesar de sus bucles dorados y sus alas de nieve, yo me pongo roja como una manzana, porque me lo dice con mucha intención.
—Tú ni caso —me insiste Justo.
Y entre Justo y el ángel van a volverme loca.


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1
El cuento debe conmover, herir, maravillar; algo en el cuento debe llamar por su nombre al lector: forzarlo a que despierte.
2
Como los individuos, como las sociedades, un cuento no debe «funcionar», sino existir.
3
Las tramas narrativas no reflejan el modo en que las cosas ocurren en la realidad, sino las redes que empleamos para apresar lo que ocurre. El cuento indaga precisamente aquello que las tramas convencionales no sabrían captar: es el intento de rodear un resto siempre inaprensible.
4
En la novela la trama es causa. En el relato, mero efecto.
5
El cuento debe parecerse a la vida en esa cualidad que tiene la vida de no parecerse a nada.
6
Es verdad que el avance del cuento debe ir despertando en el lector el deseo de saber, a condición de que el deseo no se vea realizado sino de un modo irónico: a condición de que el cuento desemboque en eso que el lector sabía sin querer.
7
El cuento es una ética de la escritura, y por eso un buen cuento siempre deja algo que desear: le hace un sitio al deseo del otro.
8
En la novela (o por lo menos en la gran novela clásica, burguesa) la escritura se subordina a la historia, sirve a la historia: las partes trabajan en beneficio de un todo, que les es exterior y heterogéneo. En el cuento la escritura emerge, la producción textual no resulta alienada como producto en el todo de la representación: el trabajo es soberano, y hace su historia.
9
El despliegue del universo novelesco exige la constancia de lo positivo y lo dado; el cuento nace de un rechazo, devuelve el acto de narrar a la pregunta pos sus condiciones.
10
El realismo desvía al cuento de su vocación. Al igual que el poema, el cuento no apunta a la realidad, sino a lo real en tanto lo imposible de decir.
11
Dentro del cuento, no se trata tanto de escribir una historia, como de inscribir aquello que la interrumpe.
12
El cuento no debe ayudamos a soportar la realidad (esta es la exigencia falsamente benévola a la que apelan todos los conformismos), sino a situar en nuestra realidad lo insoportable, y a situarnos frente a ello.
13
En cierto modo, el cuento no es una narración en la que se ha eliminado todo lo insignificante, sino una narración en la que se ha eliminado todo menos lo insignificante, esto es: aquello que aún debía reapropiarse su potencia de significar.
14
La novela clásica tiende a la acumulación (de referencias, de hechos, de sentido); se apuntala sobre el imaginario de la totalidad y la riqueza. El cuento sabe de la castración, de la pobreza de la realidad, y es —como el Eros platónico— hijo de la escasez y del recurso.
15
El rechazo a llegar, la pasión de ir, son distintivos tanto del cuento como del cuentista. El cuento es lo que siempre está en camino. En un cuento, lo único falso o engañoso ha de ser, justamente, su brevedad.

EL SILENCIO DEL CUERPO, Guido Ceronetti

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GUIDO CERONETTI, El silencio del cuerpo, Versal, Barcelona, 1986 (1979), 224 páginas.

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Conjunto de pensamientos enmarcados entre el mensaje introductorio (pp. 11-12) y una Despedida de la Medicina (pp. 217-220), la forma que autor elige para denominar a estos "materiales de uso y de desahogo, base a veces de alguna pequeña aventura erudita" extraídos "de la oscuridad de [sus] cuadernos-tumba" (p. 12).

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El optimismo es como el óxido de carbono: mata dejando sobre los cadáveres una impronta de rosa.
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Ir por el campo, hoy, es como pasar por un viejo barrio en demolición.
***
Si el Mal ha creado el mundo, el Bien tendría que deshacerlo.
***
La caricia viene como el viento; abre un postigo, pero no entra si la ventana está cerrada.
***
La elección profunda del hombre será siempre un infierno apasionado, antes que un paraíso inerte.
***
Isabel Wittelsbach, emperatriz de Austria, padecía de fobia de la mirada (abanicos y sombrillas y huidas siempre para hurtarse a las miradas). Su asesino le espetó en el corazón un punzón sin mirarla. Los médicos, si hubiese muerto entre encajes y bajo baldaquinos, la hubieran hecho sufrir mucho más, al mirarla a la cara.
***
La guerra nos cura de las heridas de la paz, pero haciendo morir en masa a sus pacientes.

MEMORIA DEL FUEGO 1: LOS NACIMIENTOS, Eduardo Galeano

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EDUARDO GALEANO, Memoria del fuego 1: Los nacimientos, Siglo XXI, Madrid, 2007 (1982), 348 páginas.

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El autor, en su introducción (pp. XV-XVII), rechaza encorsetar en una rígida caracterización a estos breves textos: "No creo en las fronteras que, según los aduaneros de la literatura, separan a los géneros." Lo que sí explica es la naturaleza de esta obra, inauguradora de una trilogía: "Está dividido en dos partes: en una, la América precolombina se despliega a través de los mitos indígenas de fundación; en la otra, ocurre la historia de América desde fines del siglo XV hasta el año 1700" (p. XVI).

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EL AMOR

En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas.
—¿Te han cortado? —preguntó el hombre.
—No —dijo ella—. Siempre he sido así.
Él la examinó de cerca. Se rascó la cabeza. Allí había una llaga abierta. Dijo:
—No comas yuca, ni plátanos, ni ninguna fruta que se raje al madurar. Yo te curaré. Échate en la hamaca y descansa.
Ella obedeció. Con paciencia tragó los menjunjes de hierbas y se dejó aplicar las pomadas y los ungüentos. Tenía que apretar los dientes para no reírse, cuando él le decía:
—No te preocupes.
El juego le gustaba, aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida en una hamaca. La memoria de las frutas le hacía agua la boca.
Una tarde, el hombre llegó corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba:
—¡Lo encontré! ¡Lo encontré!
Acababa de ver al mono curando a la mona en la copa de un árbol.
—Es así —dijo el hombre, aproximándose a la mujer.
Cuando terminó el largo abrazo, un aroma espeso, de flores y frutas, invadió el aire. De los cuerpos, que yacían juntos, se desprendían vapores y fulgores jamás vistos, y era tanta su hermosura que se morían de vergüenza los soles y los dioses.

AJUAR FUNERARIO, Fernando Iwasaki

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FERNANDO IWASAKI, Ajuar funerario, Páginas de Espuma, Madrid, 2004, 126 páginas.

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EL HORÓSCOPO

Antes de disparar restalló en mi memoria aquel mensaje definitivo que leí en el periódico: «Tenga cuidado con esa persona de su entorno que se propone arruinar todos sus planes». Pero de pronto ella se volteó y sin darme tiempo a reaccionar me clavó un cuchillo en el corazón. Nunca debí dejarle el periódico. Ella también era Tauro.

AFORISMOS, Francisco Bengochea

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FRANCISCO BENGOCHEA, Aforismos, Papelería de Mingo, Guadalajara, 1992, 56 páginas.

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Estar vivo es siempre un riesgo que hay que asumir.
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Para vivir se necesita de la necesidad o de la esperanza.
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El que quiere comérselo todo, acaba mordiendo las piedras.
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El mayor problema que puede enfrentarse es el de dilucidar qué hay tras la muerte, pues vivimos unos años, pocos o muchos, pero la muerte es para siempre.
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Si el tiempo ha de darte la razón, espera en silencio.
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Acostumbrarse no es aprender a no quejarse, sino aprender a no sufrir.
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Un mundo hecho sólo de palabras es siempre algo frágil.

MISTERIOS DE LAS NOCHES Y LOS DÍAS, Juan Eduardo Zúñiga

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JUAN EDUARDO ZÚÑIGA, Misterios de las noches y los días, Alfaguara, Madrid, 1992, 184 páginas.

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EL ÁNGEL

La mujer cruzaba la gran plaza en cuyo centro se alzaba la columna rematada por una enorme estatua, un ángel con alas desplegadas que parecía a punto de volar.
La mujer solitaria cada mañana ponía en él sus ojos admirados, temiendo que en las ráfagas de otoño o en las nieblas de frío, desapareciera y no le viese más, y aunque sabía que para el ángel ella tan sólo era un punto negro en la inmensidad, de la plaza desierta, le rogaba la acompañase en el largo trayecto cotidiano.
Y fue tal su vehemencia que el ángel la escuchó y entendió su insistente llamada y un día descendió de la columna y fue hacia ella con pasos vacilantes. Ante aquella figura gigantesca con las alas abiertas, la mujer sintió nacer la esperanza de ser correspondida pero al acercarse  el ángel, vio que tenía los ojos vacíos.
Aun así, ella le preguntó: —¿Vienes conmigo?—, pero el ángel titubeaba, no respondió y poco después volvió a su lugar en lo alto de la columna.
Se quebró el fugaz proyecto de amor: ella sintió que terminaba su vida y estuvo a punto de hundirse en la tierra al comprender que no había sido mirada, que el ángel no vio nunca su gesto enamorado. Pero pensó en el deber del trabajo y en el camino que la esperaba recorrer como cada día y se resignó a seguir adelante. Ya nunca más buscaría el amor, ni el ángel bajaría al suelo.
Los solitarios cruzan la inmensa plaza pero ninguno hacia él levanta su mirada; saben que el ángel que está allí es ciego, un ángel solitario como ellos.

LA RONDA / ANATOL / ENSAYOS Y AFORISMOS, Arthur Schnitzler

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ARTHUR SCHNITZLER, La ronda / Anatol / Ensayos y aforismos, Cátedra, Madrid, 1996 (1967), 384 páginas. Edición de Miguel Ángel Vega.

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Precedidos por una minuciosa Introducción (pp. 7-95), los ciclos de escenas La ronda y Anatol acompañan al bloque Ensayos y aforismos, en donde figura una selección de máximas publicadas originariamente en dos volúmenes: el Libro de los dichos y de la reflexión y Aforismos y reflexiones.

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El humorista deambula en el interior de lo infinito.
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Ser artista significa saber pulir las ásperas superficies de la realidad tan lisamente que puedan reflejar toda la infinitud, desde las alturas del cielo hasta las profundidades del infierno.
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Cuando el odio es cobarde, anda enmascarado en sociedad y se llama justicia.
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Dos espejos enfrentados: para el corto de vista significa confusión, para el de larga vista, infinitud.
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Es consustancial a la revolución ser malentendida por los pedantes, manipulada por los maliciosos y ser tomada por la masa como un destino.
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Las cosas en la noche del no ser vistas se aferran a la mirada humana en cuya luz se bañan.
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Para aquel que alguna vez haya comprendido totalmente que es mortal, la agonía ha comenzado ya.
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No hay verdades nuevas bajo el sol; y, ¿precisamente, en estas breves frases esperaste encontrarlas?

ALUMBRAMIENTO, Andrés Neuman

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ANDRÉS NEUMAN, Alumbramiento, Páginas de Espuma, Madrid, 2005, 168 páginas.

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LA CURIOSIDAD

Aquel miércoles desapacible corría un aire a ráfagas. Posando de pie, rígidas, las putas del Paseo del Salón se habían abrigado de cintura hacia arriba. Aparcados junto a la biblioteca pública, dos coches con las lunas empañadas las vigilaban. Con el semáforo a punto de cambiar tuve un extraño impulso y, sin saber por qué, le anuncié al taxista que me bajaba allí mismo. ¿Aquí?, me preguntó el taxista, primero incrédulo y enseguida pícaro. Estúpidamente avergonzado, pretexté que un amigo vivía enfrente.
Al salir del taxi me asaltó una vaharada de colonia. Siguiendo su rastro divisé a una señora algo gruesa, calzada con unas botas rojas que le cubrían media pierna. Observando cómo los pliegues de las rodillas le asomaban por encima del plástico, sentí cierta repugnancia y también que inexplicablemente me excitaba. Ella estudió mi traje con la perezosa atención de las meretrices veteranas. Desvié la mirada incómodo y me alejé unos pasos. Bajo la marquesina, apoyada en uno de los postes, una mulata se fumaba la noche exhibiendo un hondo escote. Vistos de perfil, sus glúteos parecían un dibujo exagerado. Pensé en que jamás me había acostado con una mujer negra. Noté que la mulata miraba mi traje. Al dar un paso atras vi una figura esbelta, alta y de muslos trabajados que permanecía inclinada sobre la ventanilla abierta de un coche en marcha. Empujado por la curiosidad, me aproximé a ella hasta poder oír fragmentos de su conversación. El conductor del coche lanzaba exclamaciones roncas, la figura esbelta y alta reía mecánicamente. Contemplé sus rizos rubios. Sus brazos musculosos. Su espalda vigorosa. Sus pies demasiado grandes. Comprendí demasiado tarde. Antes de poder alejarme, escuché que alguien decía a mis espaldas: ¿Tienes un cigarrillo? Di media vuelta y me topé con un tipo de mi misma edad, asomado a la ventanilla de un Peugeot azul. El motor de su coche subía y bajaba de revoluciones. ¿Me hablas a mí, tesoro?, preguntó con voz cavernosa la figura esbelta y alta, irguiendose y acomodandose los rizos. Pero el tipo le contestó: No, a ti no; le hablo al del traje. A lo lejos, la mulata de la marquesina me miró con sorna.
Qué rápido sucede todo por la noche y hasta dónde nos empuja nuestra curiosidad. Eso pienso, nervioso, cada vez que paso en taxi junto al Paseo del Salón y me acuerdo de aquel miércoles desapacible, de aquel Peugeot azul.

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DODECÁLOGO DE UN CUENTISTA
        
I
Contar un cuento es saber guardar un secreto.
II
Aunque hablen en pretérito, los cuentos suceden siempre ahora. No hay tiempo para más y ni falta que hace.
III
El excesivo desarrollo de la acción es la anemia del cuento, o su muerte por asfixia.
IV
En las primeras líneas un cuento se juega la vida; en las últimas líneas, la resurrección. En cuanto al título, paradójicamente, si es demasiado brillante se olvida pronto.
V
Los personajes no se presentan: actúan.
VI
La atmósfera puede ser lo más memorable del argumento. La mirada, el personaje principal.
VII
El lirismo contenido produce magia. El lirismo sin freno, trucos.
VIII
La voz del narrador tiene tanta importancia que no debe escucharse demasiado.
IX
Corregir: reducir.
X
El talento es el ritmo. Los problemas más sutiles empiezan en la puntuación.
XI
En el cuento, un minuto puede ser eterno y la eternidad caber en un minuto.
XII
Narrar es seducir: jamás satisfagas del todo la curiosidad del lector.
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NUEVO DODECÁLOGO DE UN CUENTISTA
I
Si no emociona, no cuenta.
II
La brevedad no es un fenómeno de escalas. La brevedad requiere sus propias estructuras.
III
En la extraña casa del cuento los detalles son los pilares y el asunto principal, el tejado.
IV
Lo bello ha de ser preciso como lo preciso ha de ser bello. Adjetivos: semillas del cuentista.
V
Unidad de efecto no significa que todos los elementos del relato deban converger en el mismo punto. Distraer: organizar la atención.
VI
Anillo afortunado: a quien escribe cuentos le ocurren cosas, a quien le ocurren cosas escribe cuentos.
VII
Los personajes aparecen en el cuento como por casualidad, pasan de largo y siguen viviendo.
VIII
Nada más trivial, narrativamente hablando, que un diálogo demasiado trascendente.
IX
Los buenos argumentos jamás pierden el tiempo argumentando.
X
Adentrarse en lo exterior. Las descripciones no son desvíos, sino atajos.
XI
Un cuento sabe cuándo finaliza y se encarga de manifestarlo. Suele terminar antes, mucho antes que la vanidad del narrador.
XII
Un decálogo no es ejemplar ni necesariamente transferible. Un dodecálogo, muchísimo menos.

FALSIFICACIONES, Marco Denevi

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MARCO DENEVI, Falsificaciones, Thule, Barcelona, 2006 (1966), 160 páginas.

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Reedición de este clásico de los libros de microrrelatos, publicado por primera vez en 1966, que toma como materia prima la historia y la literatura para falsificarlas bajo la genialidad del autor argentino. Cierran el volumen las Imposturas del señor Perogrullo, envueltas en formato aforístico.

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LAS GRANDES MURALLAS CHINAS

Despiertan, en los chinos, la nostalgia de salir. Y en los tártaros, la de entrar. Finalmente todos se dan el gusto y las murallas quedan convertidas en ruinas admiradas por los turistas.

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Dios es para mí lo que la redondez de la tierra para el arquitecto.
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El imán humilla al hierro. Es una teoría sobre el amor. Toda revolución quiere ser la última revolución.
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Mi culpa marcha tan lenta que siempre la alcanzan el perdón y el olvido.
***
Moraleja de todas las fábulas: el hombre es un animal.
***
Paradoja: los aforismos me aburren.

TIERRA EN EL CIELO, Antonio Cabrera

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ANTONIO CABRERA, Tierra en el cielo, Pre-Textos, Valencia, 2001, 88 páginas.

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60 tipos de aves se recogen aquí poetizadas en la forma del haiku, en "una apuesta por la esencialidad y una huida de la descripción", como se sugiere en la breve Nota del autor (pp. 9-11). Cada composición aparece titulada con el nombre del pájaro en castellano, acompañado por su nomenclatura latina, y se presentan ordenadas según "la secuencialización taxonómica de K. H. Voous, habitual en la moderna literatura ornitológica".

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JILGUERO
(Carduelis carduelis)


Azufre y sangre
que no dañan. Canción
desde una espina.

A MÁS CÓMO, MENOS POR QUÉ, Jorge Wagensberg

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JORGE WAGENSBERG, A más cómo, menos por quéTusquets, Barcelona, 2006, 200 páginas.

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Subtitulado 747 reflexiones con la intención de comprender lo fundamental, lo natural y lo cultural, el volumen se divide en dos partes: La intención es comprender y La intención es conocer (Epílogo). La primera, como afirma el autor en el Prólogo (pp. 13-17), sería la continuación natural de Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?, y en ella afronta diversos modos de aproximarse a la realidad en el molde del aforismo. La segunda supone otro prisma a través del cual profundizar sobre los mismos temas. Así se explica en el Prólogo al Epílogo (pp. 145-146): "En veinte palabras la intención es más bien comprender, en mil palabras la intención es más bien conocer. ¿Qué gana una idea de veinte palabras cuando consigue crecer en un espacio de unas mil palabras? Trascendencia".

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La armonía es repetir en el espacio.
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El ritmo es repetir en el tiempo.
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Tengamos presente que en el futuro nunca sabrán cómo viajar al pasado.
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Un aforismo es el mínimo de algún máximo.
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Cuando una idea no cabe en una frase es porque le falta esencia y (o) porque le sobran matices.
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Una verdadera pregunta es la que permite, al menos, imaginar una respuesta, aunque ésta resulte ser falsa.
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El empeño en perseguir la perfección es rentable; el empeño en alcanzarla, una ruina.
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La nostalgia es placer de tristeza.
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Una cosa es descubrir la rueda, otra es percatarse de su trascendencia y otra convencer de ello a legos y colegas.

EL MICRORRELATO ESPAÑOL, Irene Andres-Suárez

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IRENE ANDRES-SUÁREZ, El microrrelato español. Una estética de la elipsis, Menoscuarto, Palencia, 2010, 368 páginas.

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Dividido en dos partes (una primera que atiende a la historiografía y a la teoría literaria; una segunda que analiza la obra de los autores más representativos desde la década de los 60), el manual de referencia de Irene Andres-Suárez, subraya la idea de que, a pesar de que estas microformas pueden ser rastreadas desde la antigüedad, su profusión a partir del primer tercio del pasado obedece al ideal de depuración que surge de las Vanguardias históricas. En "Prólogo: la Literatura del nuevo milenio" sentencia: "El microrrelato, por su brevedad (minituarización extrema) y por su naturaleza elíptica, es una de las formas literarias más idóneas para representar los profundos cambios que se han operado en el mundo durante el siglo XX".  

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ÍNDICE

Prólogo: La literatura del nuevo milenio [9]

PRIMERA PARTE: HISTORIA Y TEORÍA

Estado de la cuestión [19]
Denominaciones y conceptos. Microrrelato y minificción, dos términos no necesariamente sinónimos [25]
Genealogía y desarrollo [33]
Rasgos distintivos [49]
Poligénesis del microrrelato y estatuto genérico [69]
Tres estrategias para reducir el microrrelato a su mínima expresión: [79]
   La intertextualidad temática y formal [80]
   Lo fantástico [104]
   El humor [120]
Formas fronterizas: [133]
   Microtextos de naturaleza teatral [134]
   Los diálogos en prosa de Federico García Lorca. Microteatro narrativo [145]
   Microtextos de naturaleza ensayística [157]

SEGUNDA PARTE: AUTORES Y OBRAS
Antonio Fernández Molina: El microrrelato surrealista [177]
La estética de la brevedad en la obra de Javier Tomeo [189]
Relatos hiperbreves de Luis Mateo Díez [221]
Números pares~impares e idiotas de Juan José Millás [243]
Los “nanocuentos” de José Mª Merino y su universo iconotextual [259]
Juan Pedro Aparicio y la literatura cuántica [281]
Menudos universos de Julia Otxoa [297]
Relatos mínimos de Hipólito G. Navarro [311]
Ángel Olgoso. Un maestro de la brevedad [323]
Bibliografía sobre el microrrelato español [353]