SENDERBAR O LIBRO DE LOS ENGAÑOS DE LAS MUJERES

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Sendebar o Libro de los engaños de las mujeres, Castalia, Madrid, 1990, 160 páginas.

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 José Fradejas Lebrero ofrece en la Introducción (pp. 7-39) un completo estudio sobre el origen de la cuentística medieval. Los 26 cuentos (llegados desde Persia e India, a través de la literatura árabe), traducidos en 1253 por iniciativa de don Fadrique, hermano de Alfonso X el Sabio, están vinculados por un relato marco en el que el relato es el ejemplo del que mandatario obtendrá enseñanza.
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EJEMPLO DEL HOMBRE, LA MUJER, EL PAPAGAYO Y LA CRIADA

   —Señor: oí decir que un hombre era celoso de su mujer. Compró un papagayo, metiólo en una jaula y lo puso en su casa mandándole que le contase todo cuanto viese hacer a su mujer, y que no le encubriese nada. Después marchó a sus quehaceres e inmediatamente entró el amigo de ella. El papagayo vio cuanto ellos hicieron y cuando el hombre bueno vino de su trabajo, se sentó —sin que lo supiera su mujer—, mandó traer al papagayo y le preguntó lo que había visto y le contó todo lo que viera hacer a la mujer con su amigo. El hombre se ensañó contra ella y no volvió a hablarle ni a tener contacto con ella.
   La mujer creyó que la había descubierto la criada, la llamó y le dijo:
   —Tú contaste a mí marido todo cuanto hice.
   La moza juró que no había dicho nada: —Sino, sabed que fue el papagayo.
  Cuando anocheció, la mujer cogió la jaula, la bajó en tierra y comenzó a echarle agua con una regadera, como si fuera lluvia; tomó un espejo en una mano y lo puso sobre la jaula, con la otra mano tomó una candela y hacía guiños de forma que parecían relámpagos; la mujer, además, comenzó a mover un molino casero y el papagayo pensó que eran truenos. Ella estuvo haciendo este juego durante toda la noche, hasta que amaneció.
   Cuando por la mañana vino el marido, inmediatamente le preguntó al papagayo:
   —¿Viste esta noche alguna cosa?
   —No pude ver ninguna cosa con la lluvia, truenos y relámpagos que hubo esta noche.
   —Si todo cuanto me has dicho de mi mujer es tan verdad como esto, no hay ser más mentiroso que tú. Y lo mandó matar.
   Envió a buscar a su mujer, perdonóla e hicieron las paces.
   Y yo, señor, no te di este ejemplo sino para que sepas los engaños de las mujeres, que son muchos, y muy fuertes en artes y no tienen ni cabo ni fin.
   Mandó, pues, el rey que no matasen a su hijo.

LIBRO DE LOS CASOS, Ángel Bonomini

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ÁNGEL BONOMINI, Libro de los casos, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1975, 108 páginas.

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LOS AMANTES EJEMPLARES

   Tanto se amaban que los ojos celestes de la amada frieron obscureciéndose, y los ojos pardos del amante tomaron lentamente el color del cielo.
   Poco a poco la piel de la mujer fue conteniéndolo, y ella adquirió el pelo del hombre. Después el cambio se produjo en las manos, luego en la voz. Hasta que, por último, cada uno se convirtió en el ser que amaba.
   Y cuando ya no eran ellos sino sus cambios de uno en el otro, él advirtió —tan sólo él y con su nuevo oído— que la voz de la amada ocultaba escamas oprobiosas. Y ella notó que la sombra del hombre tenía costras y lacras que sólo podían verse con sus ojos actuales.
   Entonces, el amor se les borró como un papel delgado tomado de repente por las llamas.

SAKURA. DICCIONARIO DE CULTURA JAPONESA

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CARLOS RUBIO, HIROTO UEDA, JAMES FLATH & ANA ORENGA, Sakura. Diccionario de cultura japonesa, Satori, Gijón, 2016, 332 páginas.
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Historia, religión, gastronomía, arte, lengua, literatura... Alrededor de 3400 términos de la cultura japonesa se incluyen en este diccionario, en el que cada entrada contiene una información tan completa como precisa: el término japonés, escrito en rōmaji, hiragana (escritura simplificada) y kanji; el ámbito léxico al que pertenece y la sugerencia de adscripción a un género gramatical en español, y una definición en castellano y en inglés. En algunos casos, se agrega una frase de uso relativa al artículo presentado. El esfuerzo colaborativo entre distintos expertos y entidades deja como resultado un cuidado material tanto para consulta como también para el disfrute del lector, tras haber sido elaborado con "la meta de tender un hermoso puente entre dos universos culturales tan llamativamente diversos entre sí, un puente tanto más necesario cuanto más nos adentramos en la era de la globalización y más se intensifican los intercambios internacionales".
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dendentaiko でんでんたいこ | でんでん太鼓 > (et) /el/ Juguete infantil en forma de pequeño tambor unido a un mango con cascabeles colgantes de una cuerda a cada lado.

dorayaki どらやき | どら焼き > (co) /el/ Dulce de mermelada de alubias entre dos rebanadas redondas.

hanafuda はなふだ | 花札 > (ju) /la/ Baraja de cartas, con 12 palos, cada uno de los cuales consta de 4 cartas y todos simbolizados por una flor diferente que representa un mes.

kanji かんじ | 漢字 > (le) /el/ "Sinograma": signo gráfico de origen chino usado tradicionalmente para escribir en Japón y otras partes de Asia. // La mayor parte de los kanji poseen dos lecturas: una japonesa y otra china, pero algunos tienen más de diez.

koeoke こえおけ | 肥桶 > (tr) /el/ Antiguo sistema de transporte consistente en un palo sobre los hombros de cuyos dos extremos colgaban sendos cubos.

koi nobori こいのぼり | 鯉のぼり > (et) /la/ Carpa gigante hecha de papel o tela, desplegada al viento el Día de los Niños (5 de mayo).

mono no aware もの の あわれ | 物の哀れ > (es/li) /el/ Ideal estético y literario cultivado especialmente en la Era Heian (794-1185) consistente en un aprecio profundo y empatético de la belleza efímera de la naturaleza y la vida humano con tintes de suave melancolía.

omamori おまもり | お守り > (fo) /el/ Amuleto, talismán.

shōju しょうじゅ | 摂受 > (re) /el/ Método de exponer el budismo según el cual una persona lleva a otra gradualmente hacia la enseñanza correcta según la capacidad de la segunda persona y sin refutar su apego al error. 

torii とりい | 鳥居 > (arq) /el/ Edificación a modo de puerta de madera o de piedra levantada en los puntos clave de un recinto sintoísta o en la senda que lleva al mismo, y que funciona tanto como puerta que delimita el espacio sagrado como símbolo del santuario. // Me impresionó la serena majestad del torii, en medio de las aguas, del santuario de Itsukushima.

LA VIDA DE LAS PALABRAS, Salvador Robles Miras

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SALVADOR ROBLES, La vida de las palabras, M.A.R. Editor, Madrid, 2018, 264 páginas.

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EL CAMINO A DIEGO

   “El tiempo no pasa en balde”, se dijo Paula, contemplándose en el espejo del tocador, mientras trataba de disimular con una capa de maquillaje las ojeras, cada día más pronunciadas, que se extendían por debajo de sus párpados. “¿Dónde estará Diego ahora? ¿Se habrá olvidado de mí?”. Cinco años sin él. Cómo pudo ser tan estúpida. Era el hombre de su vida… “¿Y si…?” Paula se afanó en el maquillaje, escogió el vestido rojo que no había vuelto a ponerse en el último lustro, se calzó unos zapatos negros, los que más tacón tenían, se embutió en un chaquetón a juego y, colgándose del antebrazo el bolso que él le regaló en su trigésimo cumpleaños, salió a la calle sin saber qué camino tomar, aunque conocía su destino. Los treinta y cinco primeros años de su vida habían sido poca cosa, pero los próximos podrían convertirse en todo si él aún la estuviera esperando. Paula cogió un taxi.
   —¿A dónde vamos, señora? —preguntó el taxista.
   Paula se palpó el corazón. Latía muy fuerte.
   —Recto, hasta el final de la calle.
   —Y, luego, ¿qué dirección?
   —Se lo diré después.
   —¿Es que no sabe a dónde va?
   —Claro que lo sé. Voy hasta Diego.
   —Entonces, es a la izquierda.

LOS HERMANOS MAYORES, Ildiko Nassr

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ILDIKO NASSR, Los hermanos mayores, Maten al Mensajero, Buenos Aires, 2017, 72 páginas.

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MI PADRE

   Uno de los hombres que fue mi padre luchó en la guerra. Como las atrocidades que había visto eran incontables, decidió escapar. Una joven viuda le dio refugio en su casa y en su cuerpo. 
   Un buen día, se cansó y viajó como polizón en un barco que lo trajo a América. Allí, fue peón; luego, aprendiz de técnico reparador de máquinas de escribir. Después, fundó su propia empresa. Tuvo hijos. Murió. Resucitó. Puso un negocio. Tuvo otros hijos. Nietos. 
   Mi padre fue soldado, granjero, amante, polizón, peón, aprendiz, empresario, desempleado, esposo, viudo, padre, abuelo, contador de anécdotas... Y siguió siendo otros hombres alternadamente, hasta que perdió la memoria y fue todos a la vez. 

UNA LENGUA MUY MUY LARGA, Lola Pons Rodríguez

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LOLA PONS RODRÍGUEZ, Una lengua muy muy larga, Arpa Editores, Barcelona, 2017, 260 páginas.
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Un segundo adverbio le sirve a Lola Pons para ofrecer otros cien «relatos sobre el pasado y el presente de nuestra lengua».
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PALABRAS CON IDENTIDAD TRANSGÉNERO

   La celebración del Día del Orgullo Gay reivindica la igualdad de derechos para las personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, todas ellas recogidas en la sigla LGTB. La T de esa sigla, referente a la transexualidad y a lo transgenérico, bien podría aplicarse, con una mirada un poco amplia, a la historia de la lengua.
   El género es fundamentalmente algo gramatical (una ventana es de género femenino) y el sexo una cuestión de identidad (una ventana carece de sexo, pero es de género femenino). Las palabras del español que cabrían dentro de la T de transgénero de esa sigla LGTB serían todas aquellas que han cambiado de masculino a femenino o de femenino a masculino a lo largo de la historia. El español nos proporciona muestras de todo tipo de trasvases, ampliaciones y cambios de esta clase. De hecho, en esto del género vemos que en las palabras casi nada es para siempre y que en ellas, como en las personas, lo del género es más una opción que una obligación de naturaleza o nacimiento (lo que, para el caso de la lengua, viene a ser la etimología).
   Hoy separamos el calor, más benigno que la calor, pero otros cambios de género se dan sin que cambie el significado. Nuestros antepasados (y aún hoy algunos viejos del lugar) dijeron la dolor, la sabor, la humor, la honor y la sudor y tanto temían de la serpiente como del serpiente.
   Palabra con cambio de género fue valle. Fue femenina en latín y lo sigue siendo en catalán. Sin embargo, en el castellano, valle ha protagonizado un curioso cambio de género hacia el masculino. Si en catalán está la Vall d'Aran, en castellano se dice el valle de Arán. Cabe preguntarse: ¿por qué una palabra cambia de género? A diferencia de lo que ocurre en la sociedad, aquí no son, obviamente, las propias palabras las que deciden cambiar, sino los usuarios del idioma, los hablantes, los que reorientan el género original de la etimología, normalmente por influencia de otras palabras con las que se convive dentro de un mismo grupo. Si valle es complementario del masculino monte (del latín MONS-MONTIS, masculino), ¿pudo ser el monte el que se llevó al valle a su grupo? No es descabellado. No obstante, antes de cambiar de género, la valle dejó su rastro en español. Lo vemos poderosamente en todas esas localidades españolas llamadas Valbuena: formas de valle buena con eliminación de la terminación de valle por la apócope que se da en palabras de mucho uso. Hay Valbuena en Asturias y Salamanca, está Valbuena de Duero en Valladolid, Valbuena de Pisuerga en Palencia... Existen también pueblos y personas llamados Valbueno (Guadalajara, León), pero curiosamente son menos que los Valbuena primitivos.
   Sean hombres o mujeres, tengan sexo o no, los fantasmas han sido de género bastante fantasmagórico en español. Hoy los hacemos masculinos (decimos que hay un fantasma en un castillo), pero, como la palabra acaba en -a, en la lengua antigua los hablantes la interpretaron como femenina para decir la fantasma. Por la misma razón, hay quien se queja de la reúma a su médica, que llamará el reúma a este padecimiento. Profesora, tengo una problema, nos dicen muchos de los estudiantes extranjeros que aprenden español. Problema, cisma, reúma... son neutros griegos que se hicieron masculinos pero, como acababan en -a, los hablantes del español a veces reorientaron algunas de estas palabras hacia el femenino.
   Más raro es el recorrido de puente, palabra cuya identidad genérica ha sido muy trans-. Masculino en latín (PONS-PONTIS, desde aquí saludo a todos los Pons del mundo), femenino en castellano antiguo y de nuevo masculino en español moderno. El castellano medieval, como el portugués y algunos dialectos italianos y suizos, al femenino, la puente. El masculino original en español empezó a recobrarse en el siglo XVII, en una transición de identidad masculina hacia femenina y de femenina en masculina muy camaleónica. Ponte sigue siendo femenino en gallego y portugués, como se ve en Pontevedra (PONTE VETERA, «puente vieja»).
   Cambios de este tipo muestran cómo los hablantes somos bastante flexibles para modificar la herencia lingüística recibida. No es cuestión de antojo sino de la capacidad para el cambio que tiene una lengua viva. Y eso es para sentirse de lo más orgulloso.

FÁBULAS DE FANTASÍA, ESOPO ENMENDADO Y VIEJAS HISTORIAS REMOZADAS, Ambrose Bierce

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AMBROSE BIERCE, Fábulas de fantasía, Esopo enmendado y Viejas historias remozadas, Bosch, Barcelona, 1980, 432 páginas.

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En la Introducción (pp. 17-51) la también editora Maite Lorés señala las condiciones que exigía Bierce a los géneros cortos: «la lucidez del pensamiento, el ingenio, la precisión y el gusto».
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EL MALHECHOR DESCONTENTO

   Un Juez que había sentenciado a un Malhechor a la pena de cárcel, se disponía a señalarle las desventajas del crimen y los provechos de la enmienda.
   —Señoría — dijo el Malhechor interrumpiéndole—, ¿ten­dría la bondad de conmutarme la pena a diez años de pe­nitenciaría y nada más?
   —¿Por qué? — dijo el Juez sorprendido —. ¡Le he dado sólo tres años!
   —Sí, lo sé — asintió el Malhechor —, tres años de cárcel y un sermón. Se lo ruego, conmúteme el sermón.


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EL PESCADOR Y EL PESCADO

   Un Pescador que había cogido un Pez muy pequeño se disponía a ponérselo en la cesta cuando el Pez le dijo:
   —Te lo ruego, devuélverne al río ya que de nada voy a servirte. Los dioses no comen pescado.
   —Pero yo no soy un dios — dijo el Pescador.
   —Cierto — dijo el Pez — pero tan pronto como Júpiter se entere de tu hazaña te elevará a la categoría de dios. Eres el único hombre que se conforma con un pez pequeño.

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LOS NIÑOS Y LAS RANAS

   Los Directores de varios periódicos se comprometieron a desarrollar el nivel de inteligencia y elevar el sentido moral del público. Así lo hicieron durante un tiempo, hasta que un Eminente Político sacó la cabeza del charco de la política y hablando en nombre de los miembros de su profesión, dijo:
   —Amigos míos os suplico que desistáis. Ya sé que ganáis mucho dinero con estos negocios, pero pensad en el daño que hacéis a los negocios de los demás.

EL ESCÁNDALO DEL SIGLO, Gabriel García Márquez

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GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, El escándalo del siglo, Literatura Random House, Barcelona, 2018, 354 páginas.

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Cristóbal Pera, el editor de esta selección, que recoge artículos que fueron publicados entre 1950 y 1987, subraya el legado de un autor que siempre pensó que el periodismo era el mejor oficio del mundo.
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LA MUERTE ES UNA DAMA IMPUNTUAL

   Leyendo una noticia procedente de Middlesboro, Kentucky, he recordado la hermosa parábola del esclavo que huyó a Samara porque se encontró con la muerte en el mercado y ésta le hizo un gesto que el esclavo consideró como «una señal de amenaza». Pocas horas después el amo del esclavo que al parecer era amigo personal de la muerte, se encontró con ella y le preguntó: «¿Por qué hiciste un gesto de amenaza, esta mañana cuando viste a mi esclavo?». Y la muerte respondió: »No fue un gesto de amenaza sino de sorpresa. Me sorprendió verlo aquí, siendo que esta tarde tenía una cita conmigo en Samara».
   Esa parábola, es en cierta medida el otro extremo del hecho ocurrido hace dos días en Middlesboro, Kentucky, de un hombre que tenía esa mañana una cita con la muerte y por razones que aún no ha sido posible establecer, fue la muerte, y no el hombre, quien dejó de concurrir a la cita. Porque James Longworth, un montañés de 69 años, se levantó ese día más temprano que nunca, tomó un baño y se preparó como para hacer un viaje. Luego se acostó en su lecho, cerró los ojos y rezó todo lo que sabía, mientras afuera, apretujadas contra la ventana, más de doscientas personas aguardaban a que llegara el anunciado barco invisible que se lo llevaría para siempre.
   La expectativa había empezado hace tres años, una mañana en que el montañés habló de sus sueños a la hora del desayuno y dijo que en uno de ellos se le había aparecido la muerte y había prometido venir en su busca a las ocho y veinte minutas del 28 de junio de 1952. El anuncio trascendió a desde ese día diferente a la de sus vecinos, porque él era ya un mortal emplazado en hombre que habría podido hacerlo todo, incluso imponerse una dieta a base de sublimado corrosivo, en la seguridad de que la palabra de honor de la muerte, tan gravemente empeñada, no sería echada atrás después de tan precisa y perentoria notificación. Desde ese día. James Longworth, más que como cualquier otra cosa, era conocido en las calles y en el distrito de Middlesboro y en el estado de Kentucky, sencillamente como «el hombre que se va a morir».
   Así que al despertar, hace dos días, todos los habitantes del distrito recordaron que era 28 de junio y que dentro de dos horas la muerte vendría a cumplir su cita con James Longworth. La que había debido ser una mañana de duelo, fue en cierta manera una mañana de fiesta, en la que los curiosos ciudadanos retardaron su asistencia al trabajo para caminar un trecho y asistir a la muerte de un hombre. En realidad, no es probable que la gente hubiera pensado que la de James Longworth había de ser una muerte distinta. Pero de todos modos, en ella estaba en juego algo que a los mortales nos ha interesado comprobar desde el principio del mundo: la fidelidad de la muerte a su palabra de honor. Y a comprobarlo fueron hombres, mujeres y niños, mientras James Longworth se despedía de ellos desde el lecho como si lo hiciera desde el estribo de ese vehículo invisible que, tres años antes, le había permitido conocer uno de los innumerables millones de casillas que tiene su interminable itinerario.
   De pronto, con el corazón en el puño, los espectadores comprobaron que eran exactamente las ocho y veinte minutos y que aún la muerte no llegaba. Hubo una especie de soberbia desolación, de esperanza defraudada en las doscientas cabezas que se apretujaban sobre la ventana. Pero el minuto transcurrió. Y transcurrió el siguiente y nada sucedió. Entonces James Longworth, desconcertado, se sentó en la cama y dijo: «Me sentiré desilusionado si no muero pronto». Y es posible que a estas horas, las doscientas personas que madrugaron y caminaron un largo trecho y jadearon bajo la luminosa mañana de este verano abrasante, estén ahora en la mitad de la plaza llamando a la muerte. No para dejarse arrastrar por ella sino para lincharla.

 1 de julio de 1952, El Heraldo, Barranquilla

VIDA EN COMÚN, Antonio Rivero Taravillo

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ANTONIO RIVERO TARAVILLO, Vida en común, Libros al Albur, Sevilla, 2018, 54 páginas.

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Hay personas que viajan mucho. No suelen ir a ningún sitio.
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A menudo nos olvidamos de quienes somos, siempre con la vista puesta en quienes querríamos ser.
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Como la tinta simpática, que se borra, debería haber un eco simpático que borre las palabras de ayuda a quien no sabe agradecerlas.
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Sin nosotros, ¿qué son los lugares sino recuerdos?.
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La pobreza es un fenómeno rural; la miseria, urbano.
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A veces hay que mirar por el retrovisor para ver todo el camino que tenemos por delante.
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Lo mejor de regar no es el efecto de ello sobre las plantas, sino la sensación de sentirnos nube.
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Hay viajes que solo se pueden contar en sueños.

VII MICROCONCURSO LA MICROBIBLIOTECA

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VII Microconcurso La Microbiblioteca, Biblioteca Esteve Paluzie, Barberà del Vallès, 2018, 180 páginas.
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La VII edición del concurso de La Microbiblioteca (Biblioteca Esteve Paluzie) de Barberà del Vallès vuelve a dejar como fruto una antología que recoge, tanto en catalán como en castellano, algunas de las voces más destacadas de la microficción actual.

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UMBILICAL

   Llegó sofocada. Pálida pero radiante. Me dijo que venía de casa de Laura. Que habían visto una peli comiendo palomitas hechas en el microondas. Que tendríamos que comprar maíz porque es muy guay ver las pelis como en el cine.
   Bajé las gafas de leer por el tobogán de mi nariz y arqueé la ceja izquierda sobre la montura de pasta. Que qué tal me había ido el día, me soltó el perfil de su silueta mientras se esfumaba hacia su habitación.
   Cerré el libro dejando mi mano atrapada por el cepo de papel. La boca acompañó a la ceja en su movimiento ascendente. Bien. Luego se derrumbó todo el conjunto. No pregunté nada. Desde la primera explicación no pedida, supe que ese día había sido la protagonista de alguna escena crucial en su propia película, romántica o de terror. Que iba a ser rebobinada mil veces. Y que yo no estaba invitada al primer pase.
   Que quedaba inaugurado el tiempo del pudor, por su parte. La temporada de comer palomitas y morderme la lengua, por la mía.
   Y que mi niña estaba perfectamente equipada para construir un afilado y reluciente cuchillo hecho de pretextos, disimulos y mentiras, con cuyo filo cortaría de forma implacable y definitiva el sanguinolento cordón.

  Paz Monserrat Revillo 
Ganador mensual de abril y anual

HAIKUS SIN ESTACIÓN, José Antonio González Fuentes

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JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ FUENTES, Haikus sin estación, Carena, Barcelona, 2010, 84 páginas.

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Taxidermista:
se afana el tiempo solo
en secar la flor.

CONTRA TODO ESTO, Manuel Rivas

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MANUEL RIVAS, Contra todo esto, Alfaguara, Barcelona, 2018, 280 páginas.

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Subtitulado Un manifiesto rebelde, el libro recoge píldoras en las que el lector hallará antídotos contra «el triunfo del pensamiento grosero, descivilizador».
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ÓRDENES DE NO MOVERNOS


   De Kafka aprendemos que los grandes crímenes se gestan en las “oficinas”. Sabemos que hay una cultura estupefaciente, y una presunta civilización que empapela la barbarie, pero lo que nos resulta más difícil de digerir es constatar que algunos referentes culturales que asociamos con el librepensamiento, mentes lúcidas que suponemos alertas a los prejuicios y los dogmas, van a descarriar siempre en la misma estación. Y es cuando se detienen en el mundo femenino. Cuando hablan de las mujeres.
   De acuerdo o no con él, es difícil no sentirse atraído por Rousseau. Es el pensamiento salvaje, el piel roja, en el territorio de la Ilustración donde abundaban los rostros pálidos. El más pálido de los pálidos había sido Descartes, que establecía una desconexión total entre el humano y los otros seres animales. Para Descartes, los animales eran máquinas biológicas, autómatas físicos incapacitados para los sentimientos. Rousseau encarnaba el contrapunto a ese racionalismo cartesiano, que no dejaba de ser un fanatismo. Él devolvía la vida al cuerpo de la filosofía: en el mundo animal podemos encontrar inteligencia, afectos y formas de comunicación.
   Bien. Muy bien. Pero hay un conformismo regresivo con el que Rousseau no es capaz de romper. El que afecta directamente a media humanidad. No corresponde a las mujeres la condición de “ciudadanía”. Su función “natural” es la maternidad: “Es verdad que no están preñadas todo el tiempo, pero su destino es estarlo”. En Emilio, una obra que tanta influencia tuvo en generaciones de educadores, Rousseau defiende una educación contrapuesta para niños y niñas. Para ellos será el camino de la emancipación. Para ellas, el de la sumisión: “No debéis consentir que no conozcan el freno durante un solo instante de su vida”.
   Rousseau defiende una educación contrapuesta para niños y niñas. Para ellos será el camino de la emancipación. Para ellas, el de la sumisión En Mujeres de ojos rojos, de Susana Carro Fernández, se cuenta la lucha pionera de una profesora inglesa, Mary Wollstonecraft, para desmontar esta gran avería de Rousseau. Ella era, en principio, una apasionada de la filosofía del ginebrino, pero sufre una gran desilusión con sus tesis discriminatorias en la educación. El gran revolucionario deja de serlo cuando tiene que definirse sobre el lugar de hombres y mujeres en la vida. Lo “natural” es la subordinación de la mujer. ­Wollstonecraft se rebeló ante esta falacia y escribió una obra germinal del feminismo, Vindicación de los derechos de la mujer (1792), que dejaba con el culo al aire al imperio masculino, ilustrado o no.
   El libro de Wollstonecraft causó un fuerte impacto en Europa y Estados Unidos. Pero, al poco tiempo, pasó a la condición de un bicho raro que había que esconder. Según testimonios de la época, que recoge Susana Carro Fernández, la sola mención de la obra “bastaba para ruborizar a quienes en algún momento la habían apreciado o simplemente leído”. Había triunfado en la cultura otra forma de misoginia, la que arrasó con envoltura romántica.
   Un gran filósofo, Schopenhauer, por lo demás genial, es otro que en 1851 va a descarriar, y de qué manera, en la estación de siempre: “Las mujeres son el sexus sequior, el sexo segundo de todos los puntos de vista, hecho para que esté a un lado y en un segundo término”. Un siglo después, Simone de Beauvoir volteará la torpe expresión para provocar, con El segundo sexo, una revolución óptica equivalente, para la humanidad, a la de Copérnico en astronomía.
   Esta vez sí. Eso parecía. El feminismo se convertiría en un movimiento social que acabaría con las desigualdades, no solo económicas. La emancipación de las mujeres significaría un cambio de vida, un cambio cultural, en el sentido más profundo, que también liberaría a los hombres con prejuicios milenarios. Parecía que ese nuevo sentido común se extendía. Hasta que llegó, de nuevo, el carpetazo. La contraofensiva del machismo. Del de siempre. Y, lo que es peor, el machismo de una misoginia “culta”, de la nueva “ilustración” regresiva: “¡Las feministas, con tanto feminismo, perjudican a las mujeres!”.
   Lo ideal para estos críticos sería un feminismo “bien entendido”. Es decir, un feminismo no feminista. Poner fin, como dice uno de estos detractores hablando de mujeres artistas, a “un extendido frenesí exhibicionista de victimación y autocompasión”. Pero ahí están las mujeres de ojos rojos. Barbara Kruger publicó a todo esto una respuesta irónica titulada Hemos recibido órdenes de no movernos.
   E pur si muove!

PARADOJAS Y DEVOCIONES, John Donne

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JOHN DONNE, Paradojas y devociones, Cuatro, Valladolid, 1997, 112 páginas.

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En El otro John Donne (pp. 7-15) advierte el editor que este volumen contiene dos libros independientes: las Paradojas las habría escrito Donne alrededor de 1595 siendo aún «estudiante de leyes»; en 1623, las Devociones: «obra fundamental de la literatura y el pensamiento ingleses, severa, implacable y poblada de intensas imágenes».
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PARADOJA V. QUE SÓLO LOS COBARDES SE ATREVEN A MORIR 

   Los extremos se hallan igualmente alejados del medio, de modo que la desesperación altiva ofende tanto al verdadero valor como la humillante cobardía. Pongo en la cuenta de ambas, justamente, todas las muertes no forzosas.
   ¿Cuándo morirá un hombre valiente? ¿Forzado? Los cobardes sufren también por lo que no puede evitarse; y correr hacia la muerte, sin estar obligado, es correr hacia la primera desesperación condenada. ¿Morirá cuando es rico y feliz? Hará mejor viviendo. En los momentos de prueba y desgracia, la muerte es el refugio de los cobardes. Fortiter ille facit qui miser esse potest («Actúa con valentía el que, en la miseria, acepta vivir»). Pero, según se observa y procede entre los valientes, antes de manchar su reputación o rebajar su persona, ofrecería el pecho a la boca de los cañones o bien a la punta de la espada. Y esto lo asemeja a un valiente, a un fiero estallido y a una resolución altanera, aunque no sea, en realidad, más que un estado de espíritu cobarde, rastrero y vulgar.
   ¿Por qué se encadena a los esclavos a las galeras sino porque añoran la muerte y, a la primera ocasión, saltarían al mar? ¿Para qué se quita las armas a los condenados sino para impedir el alivio que place a los cobardes, una muerte pronta? Verdaderamente, esta vida es una tempestad, una batalla, y quien osa morir para escapar a sus angustias me parece tan valiente como quien se deja colgar ante el miedo de ser enviado al frente.
   He visto alguno que, en su extrema melancolía, llegó hasta la locura de esforzarse por hacer de su propio aliento un medio para sofocar ese aliento y forzar así su ahogo: pero, ay, se trataba de un loco. Y hemos conocido a otro que languidecía de tal modo bajo la opresión de una leve desgracia que se tomó tantas molestias para morir como las que le hubiesen bastado para alimentar su vida y su espíritu hasta sobrevivir a su desventura. ¿Qué necio llamará valor a esta cobardía, humildad a esta bajeza?
   Finalmente, entre los hombres muertos por esa muerte alegórica que consiste en tomar los hábitos, ¡qué poco se encuentra de ese temple que es muestra de valentía, y cuanto de metal blando y dócil, bueno para una cobarde soledad!

ÍNFULAS ÍNFIMAS, Piero De Vicari

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PIERO DE VICARI, Ínfulas ínfimas. Bazar de brevedades y otras minucias, Macedonia, Morón, 2018, 64 páginas.

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MAL LLEVADO

Es una persona rara. Nunca sale de su casa. No se le conocen parientes, amigos o allegados. No participa de fiestas, cumpleaños o reuniones de trabajo. No tiene relación alguna con sus vecinos. No se sabe nada de él. Los inquilinos del consorcio trataron su tema y ya saben qué hacer, le pedirán que se mude a otro panteón. 

PARPADEOS, Eloy Tizón

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ELOY TIZÓN, Parpadeos, Anagrama, Barcelona, 2006, 144 páginas.

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SOBREMESA O FIN DEL MUNDO

   Hoy después de comer he retirado el mantel, he lavado los platos, y un día estaré muerto.

LA CIENCIA DE LO INÚTIL, Juan Manuel Uría

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JUAN MANUEL URÍA, La ciencia de lo inútil, Trea, Gijón, 2018, 80 páginas.

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¿Un pensamiento definitivo? Dejarlo atrás y comenzar a pensar de nuevo.
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No entiendo nada. Y nace en mí una flor. Y no me lo explico.
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Escribir para saber qué es la poesía. Aproximarse lo más posible como una mano se acerca al fuego, como un niño que aprende a hablar.
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Y tu compañera durmiendo a tu lado, más poderosa que el dios de la conciencia, que el café de los mineros, mientras escribes.
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Escapa la poesía de la definición cerrada, del dictado. Escapa de mí.
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El poema coloca las cosas en su sitio: la sangre en su curso; el pensamiento en su pujanza; la salud en la verdad de un espíritu que cuaja en cada célula.
***
La voluntad ata su pie derecho al pie izquierdo de la conciencia para caminar juntas alrededor de una hoguera como una realidad que hay que definir.
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La concentración de un matemático que calcula la existencia de dios, un todo abstracto; la divinidad como un sinsentido hermoso y subversivo.
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Palabras hilvanadas de oscuridad, preñadas de futuro y esperanza. He aquí todo en realidad, todo lo que hay que decir: la esperanza. La que el poeta lleva encerrada en una mano cuando llora, cuando sufre, cuando calla.
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Un origen que siempre nos esperará con manos de partera.

MINIFICCIONES DE DIVÁN, Atilano Sevillano

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ATILANO SEVILLANO, Minificciones de diván, PiEdiciones, Grado, 2018, 112 páginas.

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HERENCIA

   Cuando mi madre murió, si digo que no acepté llevarme nada de su casa, miento. Si digo que solo acepté llevarme su antiguo sillón en el que dormitaba por la noches, no digo toda la verdad. Pues, lo que no supe en ese momento es que junto al sillón heredaría también todos sus sueños y todas sus pesadillas que no han sido pocas. 

CANTOS AL CAMINO, Isabel Alamar

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ISABEL ALAMAR, Cantos al camino, Playa de Ákaba, Madrid, 2017, 92 páginas.

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Tarde invernal
a solas con mis recuerdos
apresuro el paso

BREVERÍAS II, Beatriz Aloé

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BEATRIZ ALOÉ, Breverías II. Microrrelatos, Piso 12, Buenos Aires, 2018, 72 páginas.

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TERMAS

   Juan llegó al hotel con la noticia: Hiro y su mujer los habían invitado a pasar un día en las termas de Hakone. Conocerían el Japón auténtico, el corazón profundo de la isla, se entusiasmó el marido. Pero ella se mostró reticente. Había leído que se bañaban desnudos hombres, mujeres y niños. Juan insistió: para Hiro y Kaori era el mejor regalo que podían brindarles en retribución a los tangos en San Telmo y el viaje a Cataratas. No podían desairarlos. Llegado el día, Kaori la instruyó con una sonrisa amable: desnudarse y ponerse yukatas, ir a la sala de duchas y bañarse largo rato con diferentes jabones y esponjas. Finalizada la sesión de higiene, se sumergieron en distintas piscinas. Las había de piedra y de madera, con cascadas y sin cascadas, tibias y calientes. Afortunadamente había sólo mujeres. Kaori era blanca como talco y flaca como junco. Después se instalaron en una sala aséptica con un revestimiento brillante y asientos bajos, donde vio a Kaori multiplicada por veinte, todas iguales, puro talco y junco, delicadas, amables, completamente desnudas, conversando y riendo. Y ella, ojerosa y con diez kilos de más.

FABULACIONES EN PROSA, Gastón Baquero

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GASTÓN BAQUERO, Fabulaciones en prosa, Fundación Banco de Santander, Madrid, 2014, 218 páginas.

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En el Prólogo (pp. 11-17) Alberto Díaz-Díaz sostiene: «Un estudioso en profundidad de la obra de Gastón Baquero no tarda en percatarse de que sus escritos en prosa no son otra cosa que una extensión de sus poemas».
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¿DEBEMOS CELEBRAR EL QUINTO CENTENARIO?

   Sigue en pie —y en aumento de énfasis y de mal humor— la polémica en torno a si fue malo o bueno que Colón y los españoles de su tiempo llegaran a América, al Continente Desconocido, cinco siglos atrás. Como en toda polémica, lo que realmente cuenta en esta es el carácter de cada individuo, su condición de optimista o de pesimista en cuanto a la historia de la humanidad, y su dosis de conocimientos o de desconocimientos sobre la historia verdaderamente producida a partir de aquel ano 92 en el escenario novísimo para los europeos y viejísimo para los hijos de aquellas tierras. El pesimista es una especie de tuerto con un daltonismo oscurecedor de cuanto hecho, persona o paisaje pasa ante su mirada, su incompleta y parcial mirada. Si habla del desembarco, de la conquista y de la colonización del Nuevo Mundo, solo alcanza a ver el lado oscuro de toda la acción humana.
   ¿Cuántos indios murieron como colofón de aquel desembarco? ¿Cuántos y cuáles fueron los padecimientos de aquellos pueblos? ¿Cuántos códices o libros y obras de arte desaparecieron, y cuántos poetas y pintores vieron truncadas sus obras, frustradas sus vocaciones, arruinadas sus facultades? Por este camino, con este modo de razonar, toda la historia del género humano es tan solo una sucesión de desgracias o de destrucciones. ¿Cuántos millones de esclavos y de muertos produjo el imperio romano? ¿Y a qué costo de vidas se erigieron los grandes monumentos de todas las civilizaciones anteriores a la actual? ¿Sabemos cuántos horrores de carácter social y político hay detrás de la cultura del Renacimiento, como detrás de las otras culturas conocidas? Hasta de una obra muy cercana a nosotros, el Canal de Panamá, ¿cabe olvidar todo lo que representó para el comercio y la convivencia internacional, para recordar únicamente que allí perecieron varios millones de seres humanos? Y la enorme acumulación de horrores que conllevaba la esclavitud de los negros para crear la belleza de las ciudades modernas y las riquezas de la industria y la agricultura de nuestro Siglo XIX, ¿nos impide o nos obliga a no apreciar las maravillas de la civilización? Si nos enteramos de que el día en que Mozart concluyo el concierto 9 de piano no había en su casa ni comida ni fuego, ¿dejaremos por eso de disfrutar la belleza del milagro musical, que tiene, como toda belleza, su intima porción de fealdad y de tristeza?
   Frente a la postura negativista del pesimista, que solo ve en el proceso histórico iniciado en 1492 en el Continente Desconocido, los actos de destrucción y crueldad que haya en todo choque entre pueblos (estos que ahora mismo presenciamos en la Guerra del Golfo o en la feroz rivalidad que hay entre judíos y palestinos, entre chiitas y cristianos, entre curdos e iraquíes), está la postura, igualmente simplista e inculta, de los optimistas, que ven solo la bondad de los misioneros, la creación del mestizaje, la fundación de universidades, sociedades y naciones, la adscripción a la vida internacional de aquellos territorios y gentes, las Leyes de Indias, el Padre de Las Casas, Vitoria, Valdivia, Cortes, Ximéenez de Quesada... Todo rosado, todo cristiano, todo bueno. Decir que todo fue bueno es tan infantil como decir que todo fue malo. Aquello fue un episodio más en la larga historia de la humanidad que sigue siendo cada siglo y cada día, en grande o en pequeño, la historia de Caín y Abel. Ráfagas de amor y relámpagos de odio. Alegría y dolor, blanco y negro.
   Santos y demonios. Eso tanto en el Siglo XVI, como en el Siglo X antes de Cristo y en el XX de la que decimos Era Cristiana. Afirmar que no hay que conmemorar el Quinto Centenario del Descubrimiento de América por los españoles, y del Descubrimiento de los europeos por los indios, porque hubo mucho dolor y mucha destrucción (seguidos de muchas construcciones y muchas alegrías, no lo olvidaremos), es algo tan absurdo como decir que no debemos evocar ni festejar al Creador del Cielo, de la Tierra y de los humanos porque una mujer o un hombre, un joven o un anciano, pueden ser arrasados por el cáncer o por el SIDA. El autor es un poeta y escritor cubano. El pesimista es una especie de tuerto con un daltonismo oscurecedor de cuanto hecho, persona o paisaje pasa ante su mirada, su incompleta y parcial mirad.

RELÁMPAGOS, Ethel Krauze

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ETHEL KRAUZE, Relámpagos, CNCA-Instituto Coahuilense de Cultura, Saltillo, 1995, 130 páginas.
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LABOR DE ESCRITORA

   Lavó la verdura, la cortó y la puso a cocer. Luego el arroz y las papas al vapor. Siquiera para tres días. En fin. Ni modo. Son cosas que deben hacerse. Dejó las ollas en el fuego y se fue al escritorio. El capítulo no sale, el diálogo no cuaja, hay que rehacer el párrafo, sí, mejor desde el punto de vista del narrador, tal vez agregando esta escena... Alzó de pronto la vista. Sí, el olor era inconfundible.

TERAPIA BREVE, Pablo Melicchio

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PABLO MELICCHIO, Terapia breve: relatos para pensar (y no tanto), Macedonia, Morón, 2018, 82 páginas.
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Con ilustraciones de Matías De Brasi.
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SUERTE

   El linyera sueña que es rico y que duerme en una habitación inmensa. Lo despierta la dueña del local donde él soñaba bajo el techo que lo protegía de las inclemencias del tiempo. Durante la noche, la dueña del local duerme despatarrada sobre su cama king size. De pronto la despierta el linyera. Pero por suerte sólo era una pesadilla. 

LAS COSAS QUE NO PUEDEN SER, Pedro Letai & Lidia Toga

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PEDRO LETAI & LIDIA TOGA, Las cosas que no pueden ser, La Huerta Grande, Madrid, 2018, 236 páginas.
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Entre los aforismos de Pedro Letai se intercalan las ilustraciones de Lidia Toga.
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Las ojeras son como el cine mudo.
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Las relaciones humanas no son más que luchas de fuerzas. Suerte que podemos engañarnos y revestirlas de literatura.
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Las margaritas siempre dicen no, digan lo que digan las margaritas.
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Madurar: tomar las riendas del fracaso.
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¿Para qué queremos a Dios si tenemos ibuprofeno, que perdona igual pero no juzga?
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Quisieron ser libres, pero se quedaron en independientes.
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Si ves la película Titanic al revés trata de un montón de zombies que salen del mar, toman un barco y se van a Inglaterra a jugar al póker.
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La genética es una estafa piramidal.
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¿Tú me echarás de menos en septiembre?

HAIKUS DE KOKÍN, William Guillén Padilla

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WILLIAM GUILLÉN PADILLA, Haikus de Kokín, Petroglifo, Cajamarca, 2013, 34 páginas.
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Acompañan a los haikus las ilustraciones de Gloria Espinosa Uceda.

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Mira tu sombra,
nunca te ha abandonado.
La muerte ríe.

PEQUEÑA GALAXIA, Ramón Eder

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RAMÓN EDER, Pequeña galaxia. Sobre el aforismo, Libros al Albur, Sevilla, 2018, 46 páginas.
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"Un buen aforismo no puede contentarse con ser rápidamente deglutido, ni un buen lector de aforismos se siente satisfecho cuando comprende a vuelapluma lo que el aforista ha escrito; se ha de producir un pulso, una suerte de danza entre la voluntad de decir del autor y la capacidad de entender del lector." José Luis Trullo edita y prologa a uno de los más destacados bailarines de aforismo español actual.
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La ética del aforismo reside en no decir tonterías.
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Generalmente al escritor de aforismos no le queda más remedio que pulir una piedra semipreciosa, porque no tiene piedra preciosa que pulir.
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No todas las frases buenas son aforismos: el aforismo tiene que tener algo de autónomo y desconcertante.
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En todo libro de aforismos, cada aforismo es una pincelada cuyo conjunto forma el autorretrato del autor.
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En los libros de aforismos se agradece que, por lo menos, en cada página haya alguno que nos haga sonreír.
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Los aforismos sin punta son como escotes puritanos.
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El escritor de aforismos, si se descuida, puede acabar convirtiéndose en un sabio de almanaque.
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Los aforismos «jarro de agua fría» pueden ser muy buenos.
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Los libros de aforismos son diarios sin fechas.

COMO SI NADA, Nélida Cañas

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NÉLIDA CAÑAS, Como si nada, Macedonia, Morón, 2018, 132 páginas.

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EN LA FOTOGRAFÍA

Mi padre, con los brazos abiertos, cabalga de pie sobre el lomo de su caballo. Tiene apenas veinte años. Sonríe. Es feliz. Debe haber sentido la plenitud de un pájaro ingrávido. Su vuelo quieto. Su libertad. Luego vino la vida y sus vaivenes. Se borró su sonrisa y los ojos fueron para siempre tristes. De un mirar lejano, desolado. 

HOMBRES FELICES, Felipe R. Navarro

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FELIPE R. NAVARRO, Hombres felices, Páginas de Espuma, Madrid, 2016, 120 páginas.

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ARGOS

   El hombre que avanza oculto por andrajos que son en realidad restos de memoria que lo ocultan del doloroso presente encuentra al perro, y el perro entreabre los ojos y lo mira, cansado, apenas alcanza a olfatearlo y mover la cola de alegría, Y encuentra su pasado sentado al telar, pero también recuerda cómo el espacio lo enmarcan blancas, líquidas, gaseosas crestas, y vuelve a mirar al perro que otra vez dormita, camino de la muerte, y se recuerda en el espejo del mar mientras navegaba los años, y se contempla en él, los brazos fuertes cubiertos de sal seca, la inestabilidad de las corrientes tatuada en las plantas de sus pies, y se gira, entonces se gira y sale del lugar, y olvida al perro que muere o está muriendo o ha muerto, y olvida a la mujer que teje, y se olvida a sí mismo, se intenta olvidar a sí mismo al menos, y regresa a su barco que se mece en el puerto con la bodega anegada de soledad, y parte de nuevo en cuanto el viento hace vivir las velas, y con el sol a la espalda un griego llora sentado en una colina desde la que contempla rodar la tierra en dirección al mar y ve empequeñecerse los mástiles, llora por un perro muerto, por una mujer sola, por un hombre solo, y llora por una historia que nunca concluirá, y que no cantará nunca.

VERSUS, Karlos Linazasoro

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KARLOS LINAZASORO, Versus (Estampas de un náufrago). Versión del autor, Jekyll and Jill, Zaragoza, 2018, 112 páginas.

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Versus tiene sesenta y pico años. Para decirlo con exactitud, cuarenta y ocho. Es del cuatro de noviembre, no  sabe  de  qué  signo  zodíaco.  Cuando  el  barco  se  hundió, era soltero. Versus, todas las cartas que escribía, las firmaba  siempre  con  un  vs.,  siempre.  Una  vez,  aunque  hace ya mucho tiempo, le llegó a la isla una muñeca hinchable.  Era  preciosa.  La  recogió,  la  infló  bien  inflada,  y se la quedó mirando largo rato. Del sexo de la muñeca salieron cuatro peces de color oro. Versus, inevitablemente, se acordó de Jonás. No le agradó la triste obscenidad de la muñeca. Versus no cree en el sexo sin amor. Sobre el amor sin sexo, sin embargo, nada sabe. Afiló la navaja casi hasta perder el conocimiento, y despedazó la muñeca: piernas, brazos, tronco, cabeza. (Se guardo para él el dedo  meñique  de  la  mano  izquierda.)  Luego,  ya  de  noche, la arrojó al mar. Con mala saña. Las piernas, hacia el norte; los brazos, hacia el sur; el tronco, hacia el este; la  cabeza,  hacia  el  oeste.  A  la  mañana  siguiente,  tampoco tuvo Versus la suerte de avistar barco alguno en el horizonte.

HOY SUPE, Silvia Sánchez

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SILVIA SÁNCHEZ, Hoy supe, Macedonia, Morón, 2018, 74 páginas.

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JUSTICIA CLÁSICA

   Hoy supe que dos borrachitos apuraron al viejo para que les entregara 300 pesos. Enseguida llegó un policía en el patrullero, después de bajar con las sirenas puestas, abrazó a los chicos y les dijo que ya estaba todo arreglado. La cosa quedó calmada, pero el viejo hizo la denuncia contra el policía porque la idea no era que se apaciguasen, sino que fueran presos. 

ENORMIDAD, Sihara Nuño

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SIHARA NUÑO, Enormidad, La Isla de Siltolá, Sevilla, 2018, 72 páginas.

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La humedad: chiquilla inquieta que dibuja en los rincones.
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Que nos duela el hambre.
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Abandonó la academia. Compró una lupa. Se hizo investigador de las cosas minúsculas.
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Cualquier cosa puede caber en la enormidad [incluso cuando no hay lugar].
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Sucesión de ideas: cae una gota de agua, un pétalo..., explota el mundo.
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Algunos acontecimientos estropean la Historia
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Deshojar una margarita moldea el carácter.
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Hay palabras con la densidad de una supernova.
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Soñamos con la verdad. La verdad está ahí. Sólo nos falta el poema.

CINCUENTOS, José Luis Bulacio

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JOSÉ LUIS BULACIO, Cincuentos. Cuentos en cincuenta palabras, Macedonia Ediciones, Morón, 2018, 64 páginas.

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CÁLIDO HOMENAJE

   Para homenajearlo, ella preparó el asado como a él le gustaba, con papas bien doradas, cebolla crujiente, y tiras de ají morrón. Mucha sal sobre la carne, mucha pimienta. Sonrió al pensar que el condimento lo haría estornudar, pero no, él ni pareció sentirlo antes de entrar en el horno.