HISTORIAS DE NINGUNA PARTE, Tim Bowley

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TIM BOWLEY, Historias de ninguna parte, Palabras del Candil, Guadalajara, 2008, 260 páginas [Edición bilingüe].

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DOMINAR LA IRA

   Todos los días, los aldeanos dejaban comida para el ermitaño que vivía en una cueva cercana al pueblo. Al cabo de treinta años, una tarde se oyó un retumbar como de trueno y por la boca de la cueva salió un vivo resplandor.
   Los aldeanos se congregaron rápidamente en el lugar y esperaron con reverencia. Al cabo de un rato apareció el ermitaño, rodeado de un resplandor sobrenatural y envuelto en un coro de voces celestiales perfectamente audible. Sobrecogidos, los aldeanos aguardaron humildemente a que el ermitaño les hablara.
   —He dominado la ira –dijo el monje al fin, con una beatífica sonrisa. Los aldeanos aplaudieron espontáneamente, pero enseguida volvieron a guardar silencio para escuchar qué más tenía el ermitaño que contarles. Él siguió mirándolos con su sonrisa esplendorosa, pero no dijo nada más.
   Al fin, uno de los congregados se atrevió a hablar.
   —¿Y qué más? -preguntó humildemente.
   Una expresión de perplejidad enturbió momentáneamente el rostro del monje. Luego, adoptando de nuevo la sonrisa de antes, carraspeó y contestó:
   —He dominado la ira.
   —Sí, sí -dijeron los aldeanos-, eso ya lo sabemos. Nos parece estupendo y estamos muy impresionados; pero ¿qué más has hecho?
   El ermitaño pareció contraer ligeramente el ceño durante un brevísimo instante, no obstante enseguida volvió a su radiante sonrisa.
   —Creo que no lo habéis entendido bien –repuso–. He dominado la ira; se trata de un logro excepcional.
   —Sí, lo es –asintieron sabiamente los aldeanos–. Pero llevas treinta años metido en esa cueva. ¿Seguro que no has hecho nada más?
   El monje cambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra y carraspeó; su sonrisa parecía ahora un tanto forzada.
   —He dominado la ira. No tengo nada más que decir.
   —Venga, hombre -dijo uno de los aldeanos-, a nosotros nos lo puedes contar. Al fin y al cabo, llevamos años manteniéndote. ¿Qué más has logrado?
   —¡Palurdos estúpidos! -chilló el monje-. ¡No hay nada más que decir! ¿Es que sois tan tontos que no os cabe en la mollera? Tras años de duro trabajo, privaciones y disciplina, he logrado la tarea sobrehumana de dominar la ira, pero ¡ya veo que es algo demasiado complicado para que lo comprendan unos idiotas como vosotros! ¡Marchaos a hacer puñetas, hatajo de mastuerzos!

EL GRAN CRIMINAL, Dionisio Cañas

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DIONISIO CAÑAS, El gran criminal, Ave del Paraíso, Madrid, 1997, 80 páginas.

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DADOS NEGROS
 
   Cuando no importa ya lanzar los dados, porque todas sus caras son oscuras superficies semejantes a sí mismas; cuando las sombras son iguales a los cuerpos, y la unica perspectiva es un horizonte ciego; cuando llegamos con nuestra roca a una cumbre sin cielo y sin mentiras, y no queremos bajar de ella; cuando andamos cabeza abajo y el cielo es el abismo; cuando el silencio devora el silbido, como si nos hubieran cortado la lengua; cuando sentimos que la vida es ya un dado negro, lanzado en la oscura página del tiempo; cuando somos lo negro... entonces es cuando empezamos a vivir de nuevo.

CUENTOS FILOSÓFICOS, Eugenio d'Ors

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EUGENIO D'ORS, Cuentos filosóficos, Gadir, Madrid, 2007, 156 páginas.

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Esta selección de breves textos narrativos, realizada por Carlos d'Ors, nieto del autor, se presenta acompañada de un sucinto prólogo (pp. 5-6) donde se advierte de que en las páginas siguientes el lector podrá "recrearse en sus líricas descripciones, en su sutil sentido del humor, entre lo satírico y lo melancólico, y en su rico empleo del lenguaje".

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MARZO

 Marzo es un mes color de perla; sobre un fondo gris palpita el punto luminoso de un oriente: la primavera próxima.
 Una vez, Marzo me cogió en tierras del Mediodía. De todo lo que me aconteció entonces ahora no recuerdo sino el aspecto de una grulla, que, inmóvil en un jardín aristocrático, se empapaba de lluvia tibia.
 Sabia grulla, si yo pudiese haría lo que tú. Me estaría quieto en mi jardín, aspirando con recogimiento la dulzura de la hora. Estoy convaleciente del mal de invierno, como Marzo, que es una convalecencia de inverno, que espera salud de primavera. Yo también esperaría primavera y salud, oliendo la lluvia con voluptuosidad. Si en la lluvia se abrazara el viento, escondería la cabeza entre plumas, como tú haces. Y, no pudiendo oler la lluvia, olería el rastro de la lluvia.

LENGUARAZ, Erika Martínez

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ERIKA MARTÍNEZ, Lenguaraz, Pre-Textos, Valencia, 2011, 84 páginas.

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La división tripartita de este lúcido volumen de aforismos arranca en La concentración, donde se invita a una primera degustación de un universo aforístico que da cabida a un inagotable abanico de sabores. En Las corredoras, la lengua revela su consciente pertenencia a una anatomía femenina, otorgando una aguda y necesaria voz a siglos de gargantas silenciadas, mientras que La ráfaga supone su certero lengüetazo a los mimbres que sustentan literatura y arte. Cierra el libro Hematomas, doce campanadas a modo de epílogo reticentes a enmudecer sus repiques en el paladar del lector.

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Somos capaces de sentir con cada parte del cuerpo. Quisiéramos poder pensar de esa manera.
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Todo el mundo cae. Sólo en algunos permanece la altura.
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Sólo es alto quien ve lo más pequeño.
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Perdonarse como quien repuebla un bosque.
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Un padre y una madre son una deuda que nos hace ricos.
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Del infinito podemos abrazar una columna.
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Nos han privado de tantas cosas, que necesitamos recuperarlas. Aunque sólo sea para descubrir que nunca fueron nuestras.
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Construir una voz defrauda expectativas.
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La buena literatura aparca en prohibido, la mala crítica en zona para minusválidos.
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Escribir es un acto. Escribir bien, una acción.
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Detrás de cada conclusión hay algo roto.

JE ME SOUVIENS, Juan Bonilla

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JUAN BONILLA, Je me souviens, Algaida, Madrid, 2005, 168 páginas.

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En "Me acuerdo de Je me souviens" (pp. 7-16) Juan Bonilla se confiesa coleccionista de ejemplares del libro de Perec, casi siempre editados con páginas en blanco que invitan al lector a proseguir la tarea. "Coleccionando ejemplares de Je me souviens lo que hacía era coleccionar experiencias que me faltaban y repasar o darle vida nueva a las que ya tenía".
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ME ACUERDO DE LA VOZ DE UN MUERTO

   Es fácil engañarse confiando en que los textos que uno escribe se las arreglan para trenzar una cartografía fiel de lo que ha sido su vida, como si esperase que alguien al leerlos pudiera adivinar (o hacerse una idea de) qué clase de hombre es o fue y, leyendo esas páginas, adquiriera la convicción, tenue o nítida, de que ha llegado a conocerle. Pero una vez desaparecido el autor de un texto, nada de lo que fue perdurará en lo escrito —y en esa frase hay otra ingenuidad pomposa, pues no hace falta siquiera desaparecer para que esa presencia   diluida en lo que fue escrito no pase de ser un fantasmal simulacro. Una vez le pregunté a Terenci Moix, del que había leído muchos libros, qué sabía yo de él gracias a esa insistencia mía en su literatura. Me respondió que lo sabía todo, refiriéndose sin duda a que lo fundamental de lo que era había sido depositado en sus libros. Contrariamente creo que si alguien me formulase la misma pregunta no tendría más remedio que responder, acudiendo a una sinceridad tal vez decepcionante: no sabes nada de mí. Pues yo mismo, visitando escritos de años atrás o de ayer mismo, soy incapaz de hallar en ellos el menor rastro de quién pude ser que esté de acuerdo con la imagen de aquel que la memoria pinta conforme voy agrandándola, cuando cometo la imprudencia de sumergirme en el pasado para renovarlo con una nueva mano de pintura que avive sus matices— y por lo tanto de averiarlo para siempre.
   Señalaba Agustín García Calvo, en un precioso texto sobre Rosalía de Castro, cómo uno de los vicios más perniciosos de la crítica literaria consistía en convertir las obras sobre las que reflexionaba en respuestas a una encuesta policial encargada de determinar qué tipo de persona era el que las había escrito. Y sin embargo, en la última estrofa de su emocionado A un poeta futuro, Luis Cernuda nos susurra: "Cuando en días venideros (...) lleve el destino tu mano hacia el volumen donde yazcan olvidados mis versos, yo sé que sentirás mi voz llegarte, no de la letra vieja, mas del fondo vivo en tu entraña.(...) En sus limbos mi alma quizá recuerde algo, y entonces en ti mismo mis sueños y deseos tendrán razón al fin, y habré vivido.” Para García Calvo nada hay de valor en un poema si no logra el texto saltar por encima de quien lo escribió y consigue perder de vista el nombre propio que le dio origen. Para Cernuda, la poesía levanta el testimonio de una existencia (cuyo sentido último radica precisamente en llegar a dar testimonio de sí misma para no ser tragada del todo por las aguas del olvido).
   Sea como fuere, cualquier texto lleva en su revés adherida la voz de un muerto. Leer poemas es practicar la ouija: aquella conversación con los difuntos de la que hablaba Quevedo. Pero ese difunto que hay en los textos que uno ha escrito, no es propiamente ~ lo sabe uno porque cuando lee sus textos, puede que Ia voz sea la suya y se reconozca en ella, pero lo que es, lo que fue su vida, no está transcrita, no puede estarlo, en las palabras de esa voz: la vida como sustancia superior a la que no se le puede poner coto con palabras. ¿Fracaso inevitable del poema? ¿Ambición ilimitada del poeta? Leo a Cernuda en los altillos de la madrugada, y la voz que rebota en las paredes de mi cerebro es suya —o sea, es la voz de la idea que yo me he hecho de Cernuda—, pero lo que dice esa voz es una pálida acuarela comparada con la vida inaprehensible que quedó sin decir, que se escapó como agua entre las manos del poeta, alguien que sólo es capaz de enseñarnos el leve rastro de humedad en las palmas que la sostuvieron.
   La idea de que lo mejor, lo más digno de una criatura que se pasa la vida tratando de dar testimonio de su existencia mediante unos versos, está precisamente en esos versos, es una torpe estrategia para asaltar el rotundo desconsuelo definitivo de la inexistencia: una manera de agarrarse a la certeza de que las vidas no se acaban, de que se prolongan en las palabras que esas vidas generaron y, de alguna manera milagrosa, son capaces de quintaesenciar lo que un día fue una vida. Pero esa certeza no pasa de cómo acabar una necrológica (de ahí que se repita en esos textos el latiguillo~ “pero aunque muriera ayer el hombre, seguirá viviendo en los versos —o en las películas, o en los cuadros, o en los hijos— que creó”). Nada más lejos de la impertinente realidad. Por mucho que Sainte Beuve pusiera en marcha una docta manera de hacer crítica que consistía en estudiar las obras pegándose a sus circunstancias biográficas —una llovizna de anécdotas para explicar el charco de una obra literaria—, lo cierto es que tales circunstancias biográficas acaban perdiendo su peso específico antes o después, y las obras quedan solas enfrentadas al presente, sin que en sus huesos resida más que una leve carga de información biográfica de quienes las compusieron, una carga que apenas habrá de ser tenida en cuenta por quienes las reciben. Terenci Moix pudo decir, en efecto, que quien se asomara a sus novelas, sobre todo a los tres espléndidos tomos de sus memorias, podía asegurar sin temor a equivocarse que lo había conocido, pero eso no pasaba de ser una de sus muchas y entusiasmadas coqueterías: al ahormar una vida para generar una biografía, lo que se consigue es un relato en el que, precisamente, se entierra en literatura lo que un día fue vida, se congela el cuerpo para mantenerlo con apariencia de vida, pero ésta ha huido del único lugar donde puede fraguarse: el presente. Nadie mejor que Lucrecio dijo a lo que nos dedicamos: a ser una espuria ficción para periodistas que no saben generar simulacros. Y eso son las memorias y las biografías por intensas que sean, por bien escritas que estén. Nadie mejor que Eliot formuló una pregunta que impugna la propia tarea de escribir: ¿dónde quedó toda esa vida que hemos gastado precisamente en no vivirla?
   Por eso lee uno cosas propias de hace algún tiempo, que escribió con ánimo de que de alguna manera quedara algo de lo que es en los posos del texto, y advierte que ni se reconoce ni puede esperar que alguien le reconozca en la sustancia que empleó para tratar de decirse. Por eso leer poemas es practicar la ouija, oír la voz de un muerto que, ahí su radiante intensidad, no trata de decirnos nada acerca de sí mismo, porque no está entre sus capacidades hacerlo aunque fuera lo que pretendió en su día, sino acerca de quien se aviene a leerlo, el dueño del presente: lo convierte en un recipiente donde arrojar la derrota —todo poema es un fracaso si se le compara con la experiencia de la que nace— de no haber podido retener en las palmas de las manos más que un leve rastro de humedad, memoria de todo un torrente de agua que acabó fugándose para siempre.

47 IDEAS PARA UNA NOVELA, Rubén Martínez

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RUBÉN MARTÍNEZ, 47 ideas para una novela, Palabras del Candil, Guadalajara, 2008, 72 páginas.

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DE PIE (O CAÍDA LIBRE II)

Gran confusión sí hubo entre los presentes, pero todo quedó aclarado cuando el niño explicó, mientras se elevaba, que no era que él se estuviese elevando, como parecía, sino que era la tierra la que se estaba hundiendo mientras él solo estaba allí, de pie.

PRELUDIOS, INTERLUDIOS & MINIFICCIONES, Esteban Dublín

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ESTEBAN DUBLÍN, Preludios, interludios & minificciones, Adéer Lyniad Ediciones, Bogotá, 2010.

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Subtitulado Relatos e imaginarios para digerir en 5 actos en el Prólogo Daniel Frini avisa: Esteban Dublín compone 95 magníficos ejemplos de "la fuerza de la ficción mínima". A cinco ilustradores les compete embellecer cada una de las secciones del libro.

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TRASTORNO

   El pastor no lograba explicarse por qué siempre después de las noches de luna llena desaparecía una de las ovejas, y, menos aún, la razón por la que amanecía desnudo, empapado en sangre y cubierto de huesos en medio del rebaño.

PEQUEÑO MANUAL DE MADRES DEL MUNDO, Gustavo Martín Garzo

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GUSTAVO MARTÍN GARZO, Pequeño manual de madres del mundo, RqueR Editorial, Barcelona, 2003, 190 páginas.
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59 microrrelatos que cuentan con ilustraciones alusivas de Cristina Blanch.

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LAS QUE SE INFANTILIZAN
                                                                         
Y había mujeres que parecían volverse niñas cuando parían. Como si no fueran ellas las que habían traído al mundo a su bebé, sino que hubieran llegado los dos a la vez, en el mismo y doloroso parto, como sucedía con los hermanos gemelos. Solían modular su voz hasta hacerla parecer infantil, ponerse vestidos holgados, y hasta imitar los gestos bruscos y luminosos de su pequeño, ya que en todo se confundían con él. Vivían para cuidarlo y darle cuanto necesitaba, como hacían las otras madres del mundo, pero con esa actitud encantada y condescendiente con que éstas solían hacerlo, sino como si fuesen su igual. Por eso, nada les gustaba más, al llegar la noche, que acostarse a su lado y cerrar los ojos con el pensamiento puesto en ese sueño en que volverían a encontrarse lejos de la tristeza y los peligros del mundo.Tan iguales en todo como dos gotas de agua, como las alas de los pájaros, como las manecillas de un reloj.
 

LO TUYO SOY YO, Elena Santiago

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ELENA SANTIAGO, Lo tuyo soy yo, Junta de Castilla y León, Valladolid, 2003, 64 páginas.

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Conjunto de 17 cuentos breves, ilustrados por Pablo Ransa.

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ESTREMECIDA MEMORIA

Palpitante momento aquel de salir andando del cementerio de los judíos en Praga. Pesaban sus pasos como si llevara el mundo en ellos y supo que nadie que cruzara la puerta de entrada consolaría la emoción y el estremecimiento ante el horror de sus tumbas ocultando miles de judíos. Nadie, ya, podría abandonar aquel silencio, dejarlo atrás. Se abría intenso y se hacía temblor por minutos. En ninguna otra parte del mundo permanecía tan entero. Ni el leve viento rozaba la imagen clavada en la tierra. Ni el ruido de la hoja de muerte de un cuchillo asesinando la palabra Humanidad. Derramada la memoria por la tierra hasta caer enterrada y, sin embargo, viva en todas las conciencias.
Profundamente de rodillas ante las sencillas lápidas, se pide perdón por estar vivo. Por esta mirada abarcando este bosque de tumbas.
Lo cierto es que sólo existe quedarse en el escalofrío, y quedarse a morir con ellos.


CUENTOS A LA INTEMPERIE, Juan José Millás

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JUAN JOSÉ MILLÁS, Cuentos a la intemperie, Acento Editorial, Madrid, 1997, 207 páginas.

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CONFUSIÓN
 
   Antes de que hubiera terminado de desenvolver el regalo de cumpleaños, sonó dentro del paquete un timbre, así que adiviné que era un móvil. Lo cogí y oí que mi mujer me felicitaba con una carcajada desde el teléfono del dormitorio. Esa noche, ella quiso que habláramos de la vida: los años que llevábamos juntos y todo eso. Pero se empeñó en que lo hiciéramos por teléfono, de manera que se fue al dormitorio y me llamó desde allí al cuarto de estar, donde permanecía yo con el móvil colocado en la cintura. Cuando acabamos la conversación, fui al dormitorio y la vi sentada en la cama, pensativa. Me dijo que acababa de hablar con su marido por teléfono y que estaba dudando si volver con él. Lo nuestro le producía culpa. Yo soy su único marido, así que interpreté aquello como una provocación sexual e hicimos el amor con la desesperación de dos adúlteros.
   Al día siguiente, estaba en la oficina, tomándome el bocadillo de media mañana, cuando sonó el móvil. Era ella, claro. Dijo que prefería confesarme que tenía un amante. Yo le seguí la corriente porque me pareció que aquel juego nos venía bien a los dos, así que le contesté que no se preocupara: habíamos resuelto otras crisis y resolveríamos ésta también. Por la noche, volvimos a hablar por teléfono, como el día anterior, y me contó que dentro de un rato iba a encontrarse con su amante.
   Aquello me excitó mucho, así que colgué en seguida, fui al dormitorio e hicimos el amor hasta el amanecer.
   Toda la semana fue igual. El sábado, por fin, cuando nos encontramos en el dormitorio después de la conversación telefónica habitual, me dijo que me quería pero que tenía que dejarme porque su marido la necesitaba más que yo. Dicho esto, cogió la puerta, se fue, y desde entonces, el móvil no ha vuelto a sonar. Estoy confundido.

QUÉ DEMASIADO, David Baird (editor)

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DAVID BAIRD, Qué demasiado..., Pearson, Madrid, 2004 (2003), 98 páginas.

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Selección de frases de diversa procedencia acompañadas por imágenes que componen un "recordatorio de que, para todas las criaturas, la vida es a veces demasiado".

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Sé siempre considerado con las personas mientras subes, porque volverás a encontrártelas cuando tengas que bajar. [Wilson Mizner]





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El aprendizaje consiste en seguir intentándolo hasta que te enteras de lo que pasa. [Robert Frost]



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El viaje de mil kilómetros comienza con un único paso. [Proverbio chino]






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Nunca hace mucho aquél que reflexiona demasiado. [Johann Friedich von Schiller]






Fotógrafos (por orden de imágenes): JEAN MIELE, ROY MORSCH, JOHN CONRAD, RALPH A. CLEVENGER

SONRISAS, Antonio Carbonell Soler

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ANTONIO CARBONELL SOLER, Sonrisas: selección, Antinea, Vinaròs, 1996, 208 páginas.

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Entre estas frases, que oscilan entre la greguería y la ocurrencia cómica, se intercalan algunos chistes-viñeta del propio autor.

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Sólo a la barra de pan le permitiremos estar con los codos encima de la mesa.
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El viento es de los que nunca dejan los papeles donde estaban.
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Pitágoras se resfriaba cada dos por tres.
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Sobre la piscina erizada por los pellizcos de la lluvia, suena el pizzicato musical del agua.
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A pesar de todo, Venecia no se ve a gusto porque siempre has de estar cambiando de canal.
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El rombo es un cuadrado al que se le aflojaron los tornillos.
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La mar no tiene un día fijo semanal de plancha.
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La rosa blanca vive con el temor de pincharnos y que nuestra sangre la salpique.

NOVELAS EN TRES LÍNEAS, Félix Fénéon

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FÉLIX FÉNÉON, Novelas en tres líneas, Impedimenta, Madrid, 2011 (1948), 224 páginas.

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Antonio Jiménez Morato en Antes de que la bomba estalle (pp. 9-26) perfila la "figura ubicua" de Félix Fénéon: promotor de Rimbaud, Lautremont o descubirdor de Seurat y promotor de Toulouse-Lautrec o Van Goth; confeso anarquista, que pasó tres meses en prisión preventiva por al atentado en el Café Terminus del que fue exculpado, pero que provocó la pérdida de su plaza de funcionario y su salto al periodismo: editor primero de Revue Blanche, colaborador después de Le figaro, fue en Le matin donde publicó sus noticias comprimidas a las que denominó Novelas en tres líneas.

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Louis Lamarre no tenía ni trabajo ni vivienda, pero sí algún dinero. Compró en una tienda de ultramarinos de Saint-Denis un litro de petróleo y se lo bebió.
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Los peones franceses de Florac protestan, incluso a navajazos, contra el exceso de elementos españoles en la obra.
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Una cuestión de farolas, que el tribunal de Nancy se tomó muy a mal, le cuesta un mes de prisión al agitador Diller.
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A la llegada del expreso de París a Marsella, se procedió a detener al conductor, un hombre funesto para los paquetes postales.


GREGUERÍAS, Ramón Gómez de la Serna

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RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, Greguerías, Cegal, Madrid, 1988, 116 páginas.

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Ricardo Senabre en Ramón y la greguería (pp. 7-10) desmonta,  atinadamente, la definición  insuficiente, acuñada por el propio autor: "humorismo + metáfora = greguería". Para superar un lenguaje anquilosado, Ramón acude a "la experimentación tenaz con las palabras, la búsqueda constante de nuevas relaciones y significados, la utilización del instrumento verbal como objeto".
Para esta edición no venal del año 1988, selecciona en bloques temáticos las greguerías.

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La muerte es la abrepuertas fatal. Tiene ganzúa para todas.
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El epitafio es la última tarjeta de visita que se hace el hombre.
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El más pequeño ferrocarril es la oruga.
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La lechuga es toda enaguas.
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El encanto de la mujer tirada en la arena es que parece la estatua a medio desenterrar.
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Sólo la mujer da cuerda a los corazones.
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LA B es el ama de cría del alfabeto.
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Hay un momento en que al bandoneón parece que se le cae una pila de libros que no ha podido abarcar con las dos manos.

POR FAVOR, SEA BREVE 2. ANTOLOGÍA DE MICRORRELATOS

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Por favor, sea breve 2. Antología de microrrelatos, Páginas de espuma, Madrid, 2009, 256 páginas. Edición de Clara Obligado. Prólogo de Francisca Noguerol.

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FANTASMA
 

El hombre que amé se ha convertido en un fantasma. Me gusta ponerle mucho suavizante, plancharlo al vapor y usarlo como sábana bajera las noches que tengo una cita prometedora.
PATRICIA ESTEBAN ERLÉS

HAIKÚ ROMANO, Uberto Stabile

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UBERTO STABILE, Haikú romano, Ed. Víctor Orenga, Valencia, 1985, 64 páginas.

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No todo es completo
Incluso la luz
Está plagada de sombras

HISTORIAS ENCONTRADAS, Eduardo Berti (editor)

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EDUARDO BERTI (Editor), Historias encontradas, Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2009, 200 páginas.

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En el Prólogo (pp. 7-9) Berti explica cómo las novelas acogen, "como muñecas rusas", historias que podrían vivir autónomamente. La nómina de autores atraviesa, como cabía esperar de tan sutil lector, todas las lenguas y épocas: Ciceron, junto a, por ejemplo, Bolaño o Auster.
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LA ENVIDIA

Cierta vez, mientras el demonio atravesaba el desierto de Libia, llegó a un lugar donde un grupo de amigos suyos trataba de atormentar a un santo ermitaño mediante imágenes de los siete pecados capitales. Pero la fuerza de voluntad de aquel santo hombre era demasiado poderosa para ellos, de modo que éste pudo desbaratar fácilmente sus diabólicas intenciones.
Tras observar el miserable fracaso de estos diablillos, el demonio avanzó dispuesto a darles una lección. “Lo que están haciendo es muy torpe”, les dijo. “Permítanme un momento.” Y le susurró al santo: “Tu hermano acaba de ser nombrado obispo de Alejandría”.
En el acto, una mueca de maligna envidia nubló el rostro sereno del ermitaño.
“Esta —explicó el demonio a sus diablillos—, es la clase de cosa que suelo recomendar.”

ARTHUR CONAN DOYLE

CUENTOS VAGOS, Marcos Giralt Torrente

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MARCOS GIRALT TORRENTE, Cuentos vagos, Alfabia, Barcelona, 2010, 79 páginas.

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PASADENA

La primera vez que dejó de fumar fue cuando su hermano enfermó. Una noche, al regresar del hospital, expiró el humo de un cigarrillo y lo apagó diciéndose que jamás volvería a encender uno. La última calada se la dio, en realidad, veinte años después, en Pasadena, al cigarrillo de un amigo. Se llevó el cilindro encendido a los labios y, mientras el humo saturaba sus pulmones, sintió por primera vez que todas las enseñanzas, todas las pérdidas, todos los triunfos y fracasos que el transcurrir del tiempo le había deparado, no eran hechos aislados, como atolondradamente los había juzgado, sino que conformaban una vida, su propia vida.

CON LAS PALABRAS, Manuel Arranz

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MANUEL ARRANZ, Con las palabras, Pre-Textos, Valencia, 1992, 38 páginas.

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105 aforismos que reflexionan sobre el pensamiento y la literatura.

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El aforismo es como el dardo, que no siempre acierta.
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Hay autores que cuando por fin encuentran su estilo, pierden su inspiración.
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Hay escritores que deciden dejar de escribir antes de haber comenzado.
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Pero el hombre siempre tendrá algo que decir; algo también que callar. De esta encrucijada surge la literatura.
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La contradicción es la espuela del pensamiento.
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Elegir un camino equivocado a sabiendas, es la forma más segura de alcanzar una meta cierta.
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La verdad también es perecedera.

DÍAS IMAGINARIOS, José María Merino

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JOSÉ MARÍA MERINO, Días imaginarios, Seix Barral, Barcelona, 2002, 256 páginas.

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ACECHOS CERCANOS

Las tazas tienen el asa a la izquierda, pero los tazos la tienen a la derecha. Los cucharos ofrecen una concavidad menor que las cucharas. Las púas de los tenedores son menos afiladas que las de las tenedoras. ¿Qué resultará cuando empiecen a reproducirse?
Eso que parece desvanecimientos del azogue, no son sino los ojuelos con los que los espejos nos miran. En el extremo de los brazos de los sillones permanecen disimuladas unas largas garras. Los colchones ocultan los estómagos y los intestinos de las camas. Por ahora se han alimentado de sueños.
Fue comprendiendo poco a poco que los objetos domésticos parecían inertes, pero que estaban al acecho. La noche de fin de año abandonó la casa con toda su investigación. Cuando lo encontraron en la habitación del hotel, el agua rebosante del baño casi había disuelto la tinta de los documentos. Enroscada con fuerza en el cuello, la goma de la ducha parecía una serpiente.

101 PULGAS, Paula Carballeira, Pablo Albo, Pep Bruno, Pepe Maestro y Félix Albo

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PAULA CARBALLEIRA, PABLO AMO, PEP BRUNO, PEPE MAESTRO & FÉLIX ALBO, 101 pulgas, Palabras del candil, Guadalajara, 2011, 124 páginas.

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PERRO

Mi perro no sabe que es un perro.
Su comportamiento es prácticamente humano. Lo que más me incomoda es cuando me coloca el collar para sacarme de paseo.
Siempre le ladro.
Pepe Maestro
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El bebía los viento por ella.
Ella no soportaba su aerofagia.
Pablo Albo

LA PALABRA DESTINO, Rafael Pérez Estrada

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RAFAEL PÉREZ ESTRADA, La palabra destino, Hiperión, Madrid, 2001, 256 páginas. Edición de Juan Carlos Mestre y Miguel Ángel Muñoz Sanjuán.

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Antología de la amplia producción literaria del autor, en la que no resulta sencillo establecer los límites entre géneros como la poesía, el aforismo y el microrrelato. El Prólogo (pp. 7-17) ya permite un primer acercamiento a su obra: "Escribía Wallace Stevens que con nada congenia tanto la imaginación como con la retórica, y la retórica imaginativa de Rafael es propicia a su propósito: inaugurar cada mañana el mundo; ennoblecer hasta lo adorable la dignidad humana" (p. 11).

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CONFIDENCIAS Y MELANCOLÍA

Una tarde de densa melancolía, tomándome del brazo dijo confidente: Sólo tengo un deseo, levitar; si lo consigo, lo demás se me dará por añadidura. Y, aprovechando la ocasión que me brindaban sus confidencias, me atreví a estrecharla a preguntas: ¿Y para qué levitar? -le grité varias veces. Y ella, con lágrimas en los ojos y un denso olor a jacinto en el cuerpo, me contestó asustada: Para llover luego. Entonces supe que nuestro amor sería imposible, pues su ilusión verdadera era ser nube.

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Cree el ángel en su inocencia que hay hombres de la guarda.
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La muerte de un hombre es también el fracaso de un ángel.
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La sombra de la palabra es el eco.
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Toda muerte es violenta, incluso la «natural».
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Los muertos pobres mendigan tumbas.
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¿Qué hacen los espejos cuando nadie los mira?

LOS CUATRO ELEMENTOS, David Lagmanovich

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DAVID LAGMANOVICH, Los cuatro elementos, Menoscuarto, Palencia, 2007, 168 páginas.

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VICISITUDES DEL TEXTO

Una noche el texto se removió con furia, y las contorsiones hicieron cambiar su equilibrio interno. Los párrafos se alteraron, muchos diacríticos sollozaron con desesperación, y el interlineado comenzó a expandirse, víctima de una hinchazón infinita. Por la mañana, cuando el escritor volvió al texto para una revisión definitiva, cada uno de sus habitantes estaba sentado en el margen con aire desolado y ojos enrojecidos. Uno se deslizó hacia la nota a pie de página más próxima, pero fue expulsado por un par de referencias bibliográficas enfurecidas. Meneando tristemente la cabeza, el escritor constató que no faltara ninguna de sus ideas, y ellas en efecto estaban allí, aporreadas pero reconocibles. Las limpió del barro circundante, las depositó con cuidado al alcance de la vista, y reflexionó: «Es difícil darles libertad a mis textos. Alguien debería enseñarles la diferencia entre libertad y libertinaje». Minutos más tarde estaba tecleando a toda velocidad.

ESCRITOS Y DICHOS SOBRE EL LIBRO

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Escritos y dichos sobre el libro, Edhasa, Barcelona, 2000, 194 páginas. Edición de Manuel Bartolomé y María Vidal.

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Sus 11 bloques temáticos (Los libros, La lectura, La literatura, La poesía, La narrativa, Autores y tradiciones, De la inspiración al plagio, pasando por el estilo, la gramática y otras artes del escritor, Editores y agentes literarios, La censura, La crítica, Premios y concursos) se presentan flanqueados por el Prólogo (pp. 7-16) y una Cronología (pp. 137-164) que recorre los momentos más destacados en la historia del libro.

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Un libro ha de ser un hacha con la que romper el mar helado dentro de nosotros. [Franz Kafka]
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Los libros tienen los mismos enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, los bichos, el tiempo, y su propio contenido. [Paul Valéry]
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En literatura, el medio más seguro para tener razón es estar muerto. [Victor Hugo]
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La poesía es el intento impío de pintar el color del viento. [Maxwell Bodenheim]
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La novela es una suma de mentiras cuyo producto es la verdad. [Juan Rulfo]
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El que escribe para comer, ni come ni escribe. [Francisco de Quevedo]
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Escribir no es una profesión, sino una vocación de infelicidad. [Georges Simenon]
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Buscar la inspiración es la mejor manera de no encontrarla. [Adolfo Bioy Casares]
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Crítico: persona sin piernas que enseña a los demás a correr. [Channing Pollock]

CRÓNICA DE LA LLUVIA, Rafael Pérez Estrada

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RAFAEL PÉREZ ESTRADA, Crónica de la lluvia, Edhasa, Barcelona, 2003, 158 páginas.
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El editor José Ángel Cilleruelo señala en Una nota escueta sobre la brevedad en la obra literaria de Rafael Pérez Estrada (pp. 9-14) señala la "condición de escritor casi secreto" hasta la década de los 90. Pérez Estrada considera estas piezas "verdaderas greguerías... ínfimas veleidades poéticas, mínimos relatos, intenciones epigramáticas, sentencias, pensamientos surgidos de lo inesperado (muchas veces de las aristas provocadoras de la realidad) y extrañas máximas llenas de provisionalidades surrealistas". 
Concluye Cilleruelo: "Lo breve es también para Rafael Pérez Estrada un medio para superar los géneros tradicionales, aun las formas más elementales del género: el verso, la prosa y el diálogo".

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La sonrisa es enemiga del sueño. Junto al ángel de mármol de las alas truncadas un niño juega con el frío.
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La muerte, pececillo de plata del olvido.
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El espejo acaba por obligarnos a parecernos a nosotros mismos.
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La luna reflejándose en el estanque es el nenúfar de la noche.
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Dormir es un placer, la necesidad de dormir una humillación.
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Puntos suspensivos: también el vuelo de un pájaro es simetría.
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Incluso las nubes, ocultándonos la luz, nos acompañan.
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El beso, como una cremallera, depende del labio de enfrente.
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Él era muy guapo, y ella muy rica. Él se comió el capital de ella; y ella, la belleza de él, y con este ejemplo, el profesor Evans dio por terminada la conferencia sobre Justicia distributiva.
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Justificativo, me explicaba el moralista perverso: los terremotos aman a los pobres.
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El ahogado es un espantapeces.

RÍO ARRIBA, Juan Ramón Jiménez

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Río arriba. Selección de aforismos, Visor, Madrid, 2007, 320 páginas. Recopilación y prólogo de Juan Varo Zafra.

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La división de este volumen en tres bloques ("Ética", "Metapoética" y "Conciencia") se anuncia ya en la Introducción (pp. 7-20) indicando la flexibilidad de sus fronteras: "Estas tres partes se hallan dispuestas en mutua correspondencia. (...) El lector podrá comprobar por sí mismo la imposibilidad de trazar un límite rígido entre estas secciones". (p. 13). La Justificación (pp. 21-22) explica la procedencia de estos aforismos, con origen en "los dos volúmenes de Ideolojía editados respectivamente por Antonio Sánchez Romeralo y Emilio Ríos".

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El paisaje del amor es siempre el infinito.
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Las casas no las hacen los arquitectos sino los habitantes.
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Cuando el amor está con nosotros lo tenemos fuera, en él; cuando está lejos, lo tenemos dentro, en nuestro corazón.
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La poesía es como un pájaro que nos llega, en instante de arrobamiento, del cielo al corazón. La virtud está en saberla lanzar al cielo nuevamente.
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Bello es lo que el tiempo no vuelve vulgar.
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El día en que os deis bien cuenta de que lo vuestro no le interesa a nadie como a vosotros mismos, habréis hecho la conquista definitiva de vuestra vida y de vuestra obra.
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Tener mucha memoria no es una facultad superior a tener olvido.
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"Dime con quien...". Ando solo. Dime quién soy.
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La sombra está llena de luz, como el cuerpo de sangre. No hay más que cortar, que herir, y la luz, la sangre brotan, chorrean.
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La ausencia es corta si el silencio no tiene tiempo para endurecerse.

EL MICRORRELATO HISPANOAMERICANO, Guillermo Siles

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GUILLERMO SILES, El microrrelato hispanoamericano, Corregidor, Buenos Aires, 2007, 317 páginas.
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Subtitulado La formación de un género en el siglo XX, ya en su Introducción (pp. 9-16) Siles defiende su hipótesis: "el microrrelato es un género nuevo e independiente, no una subespecie del cuento".

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INTRODUCCIÓN [9]

CAPÍTULO I
El microrrelato y la crítica [17]

1. El problema nominal [19]
    1.1. La literariedad: una norma de carácter institucional [22]
    1.2. La convención de la ficcionalidad [26]
    1.3. Microrrrelato: una designación posible [30]
2. Lecturas críticas [33]
    2.1. Primeras aproximaciones [35]
    2.2. Hacia la autonomía del género: la década de 1980 [36]
    2.3. Otras contribuciones críticas en la década de 1980 [39]
    2.4. Los estudios sistemáticos del género: las décadas de 1980 y 1990 [42]
    2.5. Últimas contribuciones en la década de 1990 [44]
3. Función de la crítica [49]
    3.1. La canonización [49]

CAPÍTULO II
La formación del género [55]

1. El estudio del género  [56]
2. La tradición y el proceso de formación del género [62]
    2.1. Primera fase: entre el modernismo y la vanguardia [64]
           2.1.1. Julio Torri, un precursor [76]
           2.2.1. Las vanguardias [84]
3. Segunda fase: la renovación del cuento [93]
4. El microrrelato: un género híbrido [102]
5. Proyecciones [106]

CAPÍTULO III
Bajo un breve cielo: Augusto Monterroso y Jorge Luis Borges [111]
1. Brevedad y fragmentarismo [113]
2. Monterroso dos veces bueno [120]
    2.1. Las trampas al lector [126]
           2.1.1. La constelación del dinosaurio [130]
           2.1.2. Los pactos de lectura [133]
    2.2. El éxtasis: las formas de la lectura [136]
    2.3. Las lecturas [139]
           2.3.1. Un lectura errónea [140]
           2.3.2. Los juegos eruditos. ¿Una lectura adecuada? [141]
           2.3.3. Lectura de lecturas [144]
3. Borges, el hacedor de lo breve [146]
    3.1. Tirando a perro o a pájaro [154]
    3.2. Piezas que mueven la literatura [165]

CAPÍTULO IV
Microrrelato y género sexual [171]
1. Continuidades y variables de las últimas décadas [171]
2. Luisa Valenzuela y Ana María Shua [177]
3. Luisa Valenzuela: la transición entre las décadas de 1970 y 1980  [184]
    3.1. Cosas raras [190]
    3.2. Textos que no muerden [203]

CAPÍTULO V
Sueños, geishas y ejemplares raros [215]
1. Microrrelato y globalización [215]
2. Sueños [221]
    2.1. La tradición oral [224]
    2.2. La serie kafkiana [225]
    2.3. La literatura y los sueños [234].
3. Geishas [239]
    3.1. Transformaciones [246]       
    3.2. Simulacros [249]
    3.3. El paradigma del orientalismo [258]
4. Ejemplares raros [262]
    4.1. El herbario [268]

Conclusiones [279]
Agradecimientos [285]
Bibliografía [287]

LAS PALABRAS ANDANTES, Eduardo Galeano

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EDUARDO GALEANO, Las palabras andantes, Siglo XXI, Madrid, 1993, 318 páginas. Ilustraciones de José Francisco Borges.

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VENTANA SOBRE EL ADIÓS

No podía dormir. Él había guardado todos los sueños juntos, en una bolsa de supermercado, y la bolsa se había abierto y los sueños se habían escapado, y él ya no podía dormir porque no tenía ningún sueño que soñar.
Eso decía. También decía que se habían perdido dos días, un lunes y un martes, y él los buscaba, desesperado, y esos días no estaban en ningún lugar.
No fue breve la agonía. Cada vez tenía menos aire. Al final, crucificado por las sondas, sólo conseguía balbucear:
—Qué repecho tan largo.
Y se murió, sin encontrar los sueños ni los días que había tenido y se le habían ido.
Poca cosa más había tenido. Fernando Rodríguez nunca quiso tener. Fue dueño de nada, hombre desnudo; y desnudo anduvo, perseguido por los niños y los locos y los pájaros.

DISPARATES Y OTROS CAPRICHOS, Ramón Gómez de la Serna

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RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, Disparates y otros caprichos, Menoscuarto, Palencia, 2005, 264 páginas. Edición de Luis López Molina.

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La Introducción (pp. 7-36), donde se encuadra al escritor al lado de otros precursores del microrrelato como Juan Ramón Jiménez y Max Aub, estudia algunos de los temas más recurrentes de su obra, como el erotismo, la fantasía, la muerte o el humor. Además, se justifica la selección de los 200 textos que integran la antología atendiendo "ante todo, aunque no solamente, a la brevedad y a la narratividad".

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EL GAS DEL DIABLO

Lucifer, en esta hora de los negocios, ha pensado hacer la competencia a las fábricas de gas.
Él puede dar el metro cúbico a céntimo chico. La competencia con las fábricas va a ser ruinosa, además de que el gas infernal tendrá un poder calorífero mucho mayor y las cazuelas de aluminio se calentarán en menos tiempo que en las cocinas de gas municipal.
Algo compremeterá a las almas el gastar gas del infierno, aunque quizá por eso ha envuelto su propaganda en el socorrido antifaz de las compañías anónimas.

DICCIONARIO DEL DIABLO, Ambrose Bierce

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AMBROSE BIERCE, Diccionario del diablo, Ediciones del Dragón, Madrid, 1986 (1911), 180 páginas.

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La traducción de Rodolfo Walsh. En Ambrose Bierce: un retrato imaginario (pp. 7-12) José Mª Álvarez presenta en su primera sección un poema (valga un verso: totalmente decidido a quemarlo todo); en la segunda y tercera, una apretada biografía que traza el perfil convulso de un involuntario aventurero. 
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Adagio, s. Sabiduría deshuesada para dentaduras débiles.
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Belladona, s. En italiano, hermosa mujer; en inglés, veneno mortal. Notable ejemplo de la identidad esencial de ambos idiomas.
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Camino, s. Faja de tierra que permite ir de donde uno está cansado a donde es inútil ir.
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Decálogo, s. Serie de diez mandamientos: número suficiente para permitir una selección inteligente de los que se quiere observar.
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Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.
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Filosofía, s. Camino de muchos ramales que conduce de ninguna parte a la nada.
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Gramática, s. Sistema de trampas cuidadosamente preparadas en el camino por donde el autodidacto avanza hacia la distinción.
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Historia, s. Relato casi siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi siempre pillos o por militares casi siempre necios.
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Inmigrante, s. Persona inculta que piensa que un país es mejor que otro.
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Justicia, s. Artículo más o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad, sus impuestos y sus servicios personales.
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Korán, s Libro que los mahometanos, neciamente, creen escrito por la inspiración divina, pero que los cristianos consideran una perversa impostura, contraria a las Sagradas Escrituras.
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Lenguaje, s Música con que encantamos las serpientes que custodian el tesoro ajeno.
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Malhechor s. El pirncipal factor en el progreso de la raza humana.
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Nepotismo, s. Práctica que consiste en designar a la propia abuela para un cargo público, por el bien del partido.
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Odio, s. Sentimiento cuya intensidad es proporcional a la superioridad que lo provoca.
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Peligro, s. Bestia salvaje que el hombre desprecia cuando está dormida, y de la que huye cuando despierta.
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Quiromancia, s. Método número 947 (según la clasificación de Mibleshaw) de obtener dinero con engaños. Consiste en "leer el carácter" en las líneas de las manos. El carácter puede realmente leerse de este modo, ya que cada mano exhibida al quiromántico lleva escrita en sus líneas la palabra "tonto". El engaño consiste en no decirlo en voz alta.
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Realidad, s. El sueño de un filósofo loco. Lo que queda en el filtro cuando se filtra un fantasma. El filtro de un vacío.
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Sabiduría, s. Tipo de ignorancia que distingue al estudioso.
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Teléfono, s. Invención del demonio que suprime algunas de las ventajas de mantener a distancia a una persona desagradable.
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Urbanidad, s . La forma más aceptable de la hipocresía. Especie de cortesía que los observadores urbanos atribuyen a los habitantes de todas las ciudades, menos Nueva York. Su expresión más común consiste en la frase "Usted perdone"; no es compatible con el desprecio de los derechos ajenos.
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Vanidad, s. Virtud que rinde un tonto al mérito del asno más cercano.
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Wall Street, s. Símbolo de pecado expuesto a la execración de todos los demonios. Que Wall Street sea una cueva de ladrones, es una creencia con que todo ladrón fracasado sustituye su esperanza de ir al Cielo.

QUÉ HERMOSA CARGA, Juan Ramón Jiménez

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Qué hermosa carga (Aforismos y notas - 1940-1949), Instituto de Bachillerato "La sisla", Sonseca, 1994, 40 páginas.

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Juan Luis Puerto, en la Nota de presentación(pp. 5-6), anuncia el carácter inédito de estos 54 aforismos y notas "pertenecientes todos ellos a la década de los cuarenta", que define como "breves prosas que constituyen fulgores, iluminaciones sobre la poesía, sobre el hombre, sobre el mundo, sobre la vida entera". También aquí se advierte de la ausencia de cualquier modificación sobre la ortografía juanramoniana.

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Al correjir pensemos que no hemos de terminar, que no estamos haciendo ni haremos nunca nada definitivo.

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A UN NOSTÁLGICO PERMANENTE

Adondequiera que lleguemos, amigo, encontraremos una falta o una sobra que nos eche.

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Ella dijo: "Tú tienes una guitarra azul. Tú no cantas las cosas como son".
Contestó el hombre: "Las cosas son como son cuando las canta una guitarra azul".

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SOLISOMBRA

Si no hubiera sombra no habría sol, si no hubiera sol no habría sombra. Sombra y sol son una misma cosa.
Mi sombra es lo que queda de la nada cuando a mí me da el sol.