RES NATA, Raúl Fernández Vítores

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RAÚL FERNÁNDEZ VÍTORES, Res Nata, Vitubrio, Madrid, 2008, 84 páginas.

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Beben sus hojas
el cielo y crece en busca
¡ay! de los muertos

EXORCISMOS DE ESTI(L)O, Guillermo Cabrera Infante

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GUILLERMO CABRERA INFANTE, Exorcismos de esti(l)o, Seix Barral, Barcelona, 1976, 304 páginas.

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Esta colección de piezas breves termina conjurando siempre al humor en sus continuos e ingeniosos juegos con el lenguaje.

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DOLORES ZEUGMÁTICOS

   Salió por la puerta y de mi vida, llevándose con ella mi amor y su larga cabellera negra.

LA GUERRA, EL MAR Y OTROS EXCESOS, Fernando Quiñones

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FERNANDO QUIÑONES, La Guerra, el Mar y otros Excesos, Emecé, Buenos Aires, 1966, 145 páginas.
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De los trece relatos que contiene, cuatro son microrrelatos.
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LOS TRES HOMBRES JUSTOS
        
   Y a los tres días de camino encontró el Señor a tres camelleros que corrieron hacia Él con humilde y ardiente amor, y se sintió hambriento de concederles una, gracia.
   Y el primer. camellero se llamaba Jazid, y era negro y de muy alta estatura y nacido en la mayor de las siete praderas que rodean el desierto de Lozothar. Y el Señor se dirigió a él preguntándole qué haría a un hombre que se lleva una sierpe a la cara. Y le respondió Jazid que huir de él, sin hacerle mal.
   Y el segundo camellero, Galaad, tenía las manos como dos bueyes, y el Señor se dirigió a él preguntándole por las tierras de los vecinos de sus bisabuelos. Y le contestó GaIaad que eran muy ricas en frutos y en miel, de que los vecinos obsequiaban a su gente.
   Y Terneth, el tercer camellero, que era pequéño y oscuro corno las aceitunas caídas, no había oído nunca, hablar del amor. Y el Señor le preguntó si, además de ello, existía algo que no conociera bien, a lo que Terneth, con lágrimas en los ojos, respondió.
   —Oh, Señor, no había una sola cosa que yo conociera bien, pues desde que era niño no sé sino de echar de comer a los camellos y de andar con las caravanas. Y ni siquiera puedo decir
que entiendo de camellos, pues se me han muerto muchos de los que crié, sin yo poder sanarlos ni saber de qué morían.
   Y el Señor, tornándoles los rostros sudorosos, no sabía por cual de los tres camelleros había más bien venido al mundo, y se alejó de ellos con una tristeza callada porque, como Jazid, no se podía limitar a huir del mal sin atacar al que lo llevase, ni era capaz, como Galaad, de sentir la carrera del Tiempo igual que un hombre cualquiera, y padecerla y tratar de oponerle la memoria, ni tampoco podía ignorar las cosas, como Terneth.

MIRADAS Y LETRAS II

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Miradas y letras II en el Camino de la Lengua Castellana, Fundación Lengua Castellana, Logroño, 2011, 178 páginas.

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Se recogen en este volumen 94 fotografías y 64 relatos de la segunda edición de los certámenes fotográfico y literario convocados anualmente por esta fundación.
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RODRIGO

   —Madre, dice Miguel que, si no lo dejo leer tranquilo, a la noche vendrá el gigante Caraculiambro y me llevará con él a su ínsula de Malindrania.
   —¿Y se puede saber que más te ha contado ese zascandil?
   —Pues que a padre le embargaron y lo metieron en la cárcel porque un mago llamado Frestón le tiene ojeriza y le ahuyenta la clientela, que por eso tuvimos que marcharnos de Valladolid. Y que él, de mayor, no quiere ser cirujano barbero, como padre, sino soldado, que la gloria no se consigue enderezando huesos ni poniendo cataplasmas.Y que no sabe si se enrolará en una armada para luchar contra el Gran Turco o se unirá al ejército de Pentapolín, el rey de los Garamantas. Y que no tiene miedo de que lo hagan prisionero, porque ya discurrirá él mil ardides para liberarse.
   —¡Qué voy a hacer con este hijo, Dios mío?! ¡Miguel! ¿Qué sabrás tú de gloria? ¡Suelta los libros y deja de asustar a tu hermano! Que con tantos Arnadises y Palmerines se te va a terminar secando el cerebro. ¡Como si no tuviésemos ya bastantes calamidades!


Elisa de Armas de la Cruz

Fotografía: Francisco Javier Díez Conde 

MIS PRIMERAS 80.000 PALABRAS, Vicente Ferrer (editor)

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VICENTE FERRER, Mis primeras ochenta mil palabras, Media Vaca, Valencia, 2002, 275 páginas.
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   Este Diccionario ilustrado ("que contiene las palabras favoritas de 231 artistas de 20 países oportunamente definidas y explicadas para lección y regocijo de todas las edades") está dedicado a Raymond Quenau (cuya Enciclopedia de las ciencias exactas no quiso editar nadie) y a Saul Steinberg (autor de The labyrinth, libro que compila sus ilusiones ópticas).
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Palabra árabe que da origen a la española "naranja", que a su vez proviene del persa "narandj" (y ésta del sánscrito "naranga"). La naranja es, como todas las frutas de pepitas, un símbolo de fecundidad. Por esta razón, en la antigua China, ofrecer naranjas a chicas jóvenes significaba una petición de matrimonio.

Hassan Musa

EL TESORO DE LA SOMBRA, Alejandro Jodorowsky

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ALEJANDRO JODOROWSKY, El tesoro de la sombra, Siruela, Madrid, 2003, 272 páginas.

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VELORIO

   La caja de un muerto se quejaba amargamente: "¡No es fácil ser ataúd: quien nos hace no nos quiere, quien nos compra no nos usa, y quien nos usa nunca nos ve!"

LA PALABRA ES EL FALO DEL ESPÍRITU, Gottfried Benn

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GOTTFRIED BENN, La palabra es el falo del espíritu. Aforismos, Verdehalago, México D.F., 2010 (1999), 86 páginas.
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Estos aforismos, vertidos originalmente en Das Gottfried Benn Brevier, un volumen preparado por Jürgen P. Wallmann, son obra de un escritor que, en palabras del traductor y prologuista, José Manuel Recillas, "ocupa un lugar privilegiado en la historia literaria de nuestro siglo (...) y es un ejemplo a no seguir —igual que Rimbaud— de quien, empero, muchas cosas se pueden aprender.

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El estilo es superior a la verdad; el estilo lleva en sí la prueba de la existencia. Forma: en ella está la distancia; en ella está la duración.
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En rigor, soy de la opinión que en el mundo intelectual han llegado más males de la bondad que de la crueldad.
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Ninguna frase, ninguna frase se pondrá realmente de pie;  en ella no está todo el pathos ni todo el sufrimiento interior de la personalidad.
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La humanidad entera se nutre de algunos auto-encuentros, pero ¿qué encuentra en ellos? Muy poca cosa y siempre en soledad.
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Sólo el momento vale, sólo el estado de ánimo cuenta, sólo la impresión tiene razón, sólo lo trágico perdura.

LOS NUEVOS INQUISIDORES, Javier Tomeo

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JAVIER TOMEO, Los nuevos inquisidores, Alpha Decay, Barcelona, 2004, 278 páginas.

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El volumen supone una muestra representativa de la obra narrativa breve de Tomeo desde 1950, en la que se barajan textos publicados en libros y revistas con inéditos.

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EL CIERVO VAMPIRO

   El ciervo atraviesa lentamente el calvero del bosque en busca del río donde abreva cada mañana. Sabe que su cabeza es un jeroglífico imposible de descifrar y se siente orgulloso de su cornamenta.
   «No quiero que pueda traducirme cualquier becario sin talento», piensa.
   Se detiene a orillas del río. El agua es roja. Recuerda que ayer noche hubo aguas arriba una batalla entre hombres que no pensaban del mismo modo y que estuvieron degollándose recíprocamente durante un par de horas. Muchos de los combatientes, al saberse heridos de muerte, prefirieron meterse en el agua hasta el cuello y morir desangrados.
   El dilema que se le presenta al hermoso ciervo es bastante peliagudo: o renunciar a beber y morir de sed, o arriesgarse a beber agua contaminada de sangre humana y convertirse en hombre.

MINIFICCIONES PALINDROMÁTICAS, Óscar René Cruz

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ÓSCAR RENÉ CRUZ, Minificciones palindromáticas, Publicaciones Cruz, México D.F., 2006, 222 páginas.

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Lauro Zavala prologa elogiosamente un volumen al que considera "una de las contribuciones más notables a la tradición lúdica de la minificción hispanoamericana".

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EL CANTO DE LAS SIRENAS

Es rica
Roma.
Le das oído,
Diosa del amor,
a Circe.

PIZCA DE SAL, Alejandra Díaz-Ortiz

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ALEJANDRA DÍAZ-ORTIZ, Pizca de sal, Trama, Madrid, 2012, 128 páginas.

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VIENTO SURESTE

   Se licenció de físico con honores. Gracias a ello, se hizo con una excelsa beca en la mejor universidad del viejo continente. Destacó como el mejor estudiante extranjero en el doctorado de Ciencias de la Atmósfera.
   Trabajó duro hasta convertirse en el más reputado de todos los meteorólogos del país y países circunvecinos. En la televisión consiguió lo imposible: pasar de una simple intervención en el noticiero, de apenas treinta segundos, a tener su propio programa nocturno en horario prime time.
   Justo es decir que su sonrisa, belleza y buena voz, contribuían a mantener una generosa audiencia femenina. Eso sin contar con los hombres del campo que tenían mucha confianza en sus predicciones. No se le recordaba fallo alguno.
   Sin embargo, siempre hay un sin embargo, a pesar de su muy valorada precisión, el atinado hombre del tiempo era incapaz de prever lo que le esperaba en casa.
   Por la luz que traspasaba la ventana, sospechó que esa noche cenaría siroco.

GINGIVAL, Francisco Ferrer Lerín

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FRANCISCO FERRER LERÍN, Gingival, Menoscuarto, Palencia, 2012, 248 páginas.

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El volumen, cimentado en las entradas que el escritor ha ido publicando en su blog, contiene un epílogo firmado por Fernando Valls.

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LA VIDA

   La piel ya quebradiza (ni gota de sol le dijo el médico). Las rodillas machacadas por kilos y kilos de carroña en sacos cargados a la espalda por duras pendientes. Sentado. En la silla de ruedas. Ante el gran ventanal. Que da a la sierra de Onete donde los milanos reales planean al sol. Y ahora, un grupo de estólidas vacas llevan días pastando en el claro del bosque. Pide ayuda al enfermero. Cazador. Corrupto. Que le facilita el arma. El viejo ornitólogo ajusta los pernos. Apoya lento el brazo de trapo. El frío rifle pegado a la cara. Y dispara. Al amanecer una nube de buitres cae del cielo sobre la carne vacuna. Vísceras. Huesos. Ferrer Lerín cree que sueña. Felicidad olvidada. En esta agonía.

LAS GEMAS DEL FALSARIO, Raúl Brasca

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RAÚL BRASCA, Las gemas del falsario, Cuadernos del Vigía, Granada, 2012, 84 páginas.

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DISCONFORME

   Lo tenía todo, un trabajo agradable y bien remunerado, salud, buen porte. Las mujeres morían por él. Sin embargo, nunca estaba del todo conforme y se quejaba ante sus compañeros de copas de su mala fortuna. Cuando se encontró la lámpara creyó que por fin iba a tener lo que ambicionaba. Le pidió al genio que le diera riqueza inagotable, fogosidad extrema y acostarse todas las noches con el cuerpo femenino más hermoso del mundo: los ojos de Lucía, los pechos de Carmen, las nalgas de Paca y las piernas largas y torneadas de Josefa. Primero murió su tío, que le dejó una fortuna imposible de calcular. Luego comenzó a sentir un tremendo vigor sexual que le exigía prodigarse. Más tarde vio como se le abultaban el pecho y las nalgas, se le alargaban las piernas y se embellecían sus ojos. Vio la expresión lasciva en las caras de sus compañeros de copas. Y él, tan fogoso... 

DÍAS Y NOCHES DE AMOR Y DE GUERRA, Eduardo Galeano

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EDUARDO GALEANO, Días y noches de amor y de guerra, Laia, Barcelona, 1981 (1978), 206 páginas.

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SUEÑOS

   Los cuerpos, abrazados, van cambiando de posición mientras dormimos, mirando hacia aquí, mirando hacia allá, tu cabeza sobre mi pecho, el muslo mío sobre tu vientre, y al girar los cuerpos va girando la cama y giran el cuarto y el mundo. «No, no —me explicas, creyéndote despierta—. Ya no estamos ahí. Nos mudamos a otro país mientras dormíamos.»

PARAÍSO POSIBLE, Pilar Galán

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PILAR GALÁN, Paraíso posible, De La Luna, Mérida, 2012, 84 páginas.

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DESPEDIDA

   Vete a tomar por culo, Margarita, me escribió en el móvil. Solo un poeta como él podía despedirse en endecasílabos.

LA LUNA EN LOS PINOS

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La luna en los pinos, Gaia Ediciones, Móstoles, 2001, 96 páginas.

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La selección de estos haikus zen y su versión es obra de Jonathan Clements. Los grabados y las pinturas proceden del Instituto de Arte de Chicago. A los textos, agrupados en cuatro bloques temáticos (Amanecer, Luz de día, Oscurecer y Luz de luna) le sucede un comentario sobre los poemas y otro sobre las ilustraciones, éste a cargo de Bernd Jesse, director asistente de arte japonés del Instituto de Arte de Chicago.  

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Sobre la gran campana
Se detiene una mariposa
Y duerme.


                          Yosa Buson

ARTICUENTOS COMPLETOS, Juan José Millás

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JUAN JOSÉ MILLÁS, Articuentos completos, Seix Barral, Barcelona, 2012, 960 páginas.

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El autor explica en el Prólogo que, a pesar de las dos cribas impuestas para la selección de sus textos, que no guarden relación con "un tipo de realidad perecedera" y que ya no le parezcan "conmovedores", el volumen ha quedado "algo incómodo" y "apto para ser utilizado como almohada": casi un millar de páginas que nos recuerdan la llave hacia la reflexión a la vez que perfilan la puerta a nuestros sueños.

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LA CONCIENCIA

   En la antigüedad teníamos más metros cuadrados que cosas. Ahora, en cambio, tenemos más cosas que metros cuadrados. Hace años, podías recorrer un pasillo de 15 metros sin tropezar con un solo mueble. Ahora no puedes dar dos pasos sin estrellarte contra una bicicleta estática, una vajilla de Chillida o la armadura de una tienda de campaña. Mucha gente cambiaría los objetos por metros cuadrados; el problema es que la mayoría de esos trastos sólo tienen un valor romántico, que no cotiza ni en los mercadillos de pueblo. Ya me dirán para que sirve la maleta de madera con la que papá se fue a Alemania, el televisor en blanco y negro que conservamos absurdamente debajo de una cama o la impresora portátil que compramos hace 15 años por si acaso (¿por si acaso qué?).
   Lo bueno, ahora lo comprendemos, eran los metros cuadrados. No hay cosa mejor que cien o doscientos metros cuadrados, todos juntos, sin más objetos que la foto del abuelo en la pared del pasillo y una alacena en el comedor. Construir viviendas pequeñas por sistema es como escribir frases cortas por obligación. La frase corta funciona bien como desván, como cuarto trastero, como altillo en el que introducir una o dos ideas pequeñas (las que caben en una columna, por ejemplo). Pero para vivir, para respirar, para estar a gusto, nada como un piso de seis o siete habitaciones, cuatro exteriores y tres interiores, además de la cocina, el baño y los aseos. Ahora, dada la escasez de metros cuadrados y la abundancia de cosas, ha aparecido un negocio nuevo, el de los trasteros que guardan toda esa basura doméstica. Hemos vendido el alma (o los metros cuadrados) a cambio de cosas que brillaban, de espejuelos con los que no sabemos qué hacer. Deberíamos regresar a la frase larga, a la oración compuesta, al pasillo de 15 metros de largo. A la conciencia.

HAIKUS JAPONESES DE VUELO MÁGICO

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Haikus japoneses de vuelo mágico, Azul Edición, Barcelona, 2005, 125 páginas.

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El traductor de esta edición bilingüe es Vicente Haya; las caligrafías proceden de la mano de Nagamatsu Kazue. En el prólogo Más leves que el aire (pp. 11-12), Vicente Haya apunta: "En Japón, el haiku es un derecho de cada hombre y cada mujer. No hay nada especial que saber para escribir un haiku. Hay únicamente que sentir." Los 43 haikus se organizan en tres bloques temáticos: los referidos a las libélulas, a las luciérnagas y a las mariposas. A cada haiku le sucede un comentario hecho por Vicente Haya, José Manuel Martín Portales y Abdennur Prado. Estos dos últimos reflexionan sobre el haiku en sendos epílogos que completan este bello libro.

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夜が明けて虫になりたる蛍かな

Yo ga akete
mushi ni naritaru
hotaru kana
Con el amanecer
la luciérnaga pasó a ser
¡un simple insecto!





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Somos la decepción de los que esperan que nos convirtamos en lo que sea. Somos lo que somos y no como nos ven. Somos lo que queda tras la noche. Lo que queda tras el fuego en que nos incendiamos. La noche se ha abierto. Se ha rasgado en día. Ha muerto para que el tiempo tuviera lugar. Y el tiempo tiene lugar para que cambien los seres que en él viven y mueren. Por eso somos en un tiempo. Somos un cuándo. La luciérnaga no sabe si es lo que es de día, o es lo que es de noche. Si es decepción o maravilla. Con sus dos naturalezas a cuestas —luz y sueño— desafía a la noche y al día. Porque es luz cuando no hay luz; y es insecto dormido cuando los insectos bullen de vida a su alrededor.

UNA FORMA DE RESISTENCIA, Luis García Montero

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LUIS GARCÍA MONTERO, Una forma de resistencia (Razones para no tirar las cosas), Alfaguara, Madrid, 2012, 224 páginas.

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JERSEY

   Un jersey es un animal doméstico que veranea dentro de los armarios. Pero sus vacaciones están llenas de ejercicios espirituales, porque los armarios son una cueva familiar en la que se aprenden los secretos de la memoria, las manías y los vicios inconfesables. Junto a la ropa, aunque esté pensada para salir a la calle, respiran mejor que en ningún otro sitio los silencios que componen una intimidad para cada nombre. 
   Cuando el otoño firma los contratos laborales del frío, el jersey sale del armario tejido por esas sombras volubles que confundimos con nuestros recuerdos. Hay prendas que necesitan una mancha grave, un acontecimiento amoroso o el final de un día para separarse de sus cuerpos. Dependen de un accidente del destino, una inauguración o una clausura. Asuntos importantes. Pero el jersey, desde que existen las calefacciones, sabe que sólo cuenta con un alma de quita y pon. Uno se quita el jersey en medio de una conversación, según aconsejen los humildes cambios climáticos de una cafetería o de una casa. Como un animal doméstico, con más espíritu de perro que de gato, el jersey se deja caer en el brazo de un sofá, en una silla, en cualquier rincón modesto de la vida cotidiana. 
   Aquello que mejor nos define a primera vista es lo que más cambia, lo que más se mueve. Las definiciones son un pacto con la realidad, una manera de esconder los intereses transitorios. Nos hemos acostumbrado a vivir en una ética cotidianizada. La gente se quita y se pone un jersey con la misma naturalidad con la que asume u olvida una exigencia moral. Y así se va viviendo, entre amores sin sorpresas, adornando el deseo de salvar un escollo, de hacer política o carrera en la oficina. Los recursos de la existencia, del derecho o del revés, por la cara de la humildad o de la ambición, cosen los rotos con la aguja de la necesidad.
   Entre los restos arqueológicos de mi armario duerme un jersey de lana gruesa. Domina los estratos en los que mi infancia sacrificó su paz en nombre de la rebeldía juvenil. Cuando era niño, a mi madre, reina de las visitas familiares, le gustaba llevar a sus seis hijos con el mismo modelo de jersey. Componíamos una tribu uniformada, una escalera textil de edades y estaturas ordenadas, que no recuerdo ahora con la congoja de los rebaños, sino con la melancolía del mundo panorámico y no matizado de los años inocentes. Como soy el mayor, me tocó a mí aventurarme en los colores tricotados de la diferencia. En medio de una fiesta colegial, al final del bachillerato, encendí un cigarrillo, me quité el jersey de los domingos y me puse un himno latinoamericano de lana gruesa, un compañero fiel para asistir a las representaciones del teatro independiente o a los conciertos de la canción protesta. Me lo regaló una novia. Pasé con ella tardes y noches en pisos de estudiantes. Esa extraña conspiración que llamamos memoria ha decidido que recuerde poco las escenas en las que me desnudaba con mi viejo amor y vuelva con frecuencia a las horas en las que el jersey permanecía en su puesto de trabajo, en el invierno de la discusión, alejado del reino de las calefacciones. Animal doméstico, sí, pero en una casa prestada.
   Luego dejé la naturalidad del torpe aliño indumentario en busca de una incertidumbre cuidada, como un ejercicio de conciencia, un modo de dibujar las fronteras que separan la madurez y el conformismo, el profesor sensato y el poeta rebelde. Y así voy haciendo punto en la negociación electoral de la existencia. Sólo debe regalarnos un jersey la persona que nos conoce de verdad, porque hay que ser prudentes a la hora de inmiscuirse en el futuro de los demás. Aquel jersey era tan ancho, tan generoso, que todavía puedo jugar a ponérmelo. El espejo, que es el único enemigo real de las chapuzas de una ética cotidianizada, murmura que no me sienta mal.

CALIGRAFÍAS, Raúl Fernández Vítores

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RAÚL FERNÁNDEZ VÍTORES, Caligrafías, Endymion, Madrid, 2012, 148 páginas.

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21 poemas completan este tratado sobre la caligrafía: Los seis trazos fundamentales, Diez nociones imprescindibles para nombrar nuevos trazos, Nuevos trazos, Tres nuevas nociones para nombrar otros tres trazos, Los otros trazos y Escritura del carácter chun (primavera).

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Bifurcación:
no des la bienvenida
mejor di adiós

LAS FILOFÁBULAS PARA APRENDER A CONVIVIR, Michel Piquemal

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MICHEL PIQUEMAL, Las filofábulas para aprender a convivir, Oniro, Barcelona, 2009, 144 páginas.
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En el Prólogo (pp. 3-5) Michel Piquemal, compilador de esta antología en el que coinciden Khalil Gibran, Platón, Goethe o Eduardo Galeano, señala: "La humanidad lleva cuatro mil años pensando, y no ha sido en vano. Es nuestro deber transmitirlo, como cada generación ha hecho antes con nosotros". El libro está ilustrado por Liora Grossman y cuenta con comentarios dirigidos a lectores en ciernes.
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EL LADO BUENO DE LA DESGRACIA Y EL LADO MALO DE LA FELICIDAD

   En cierto ocasión un campesino chino acudió a un mercado de primavera y se decidió a comprar una espléndida potranca en la que gastó todos sus ahorros. Por desgracia, aunque la encerró en el cercado, apenas llegó la noche el animal saltó la valla y escapó en dirección a la frontera de los mogoles, que en esa época eran enemigos acérrimos de los chinos. El campesino no podía plantearse siquiera correr en busca de la potranca. Todos los vecinos acudieron a ofrecerle consuelo, pero el campesino era un hombre sabio y sabía afrontar la adversidad con filosofía.
   —Las nubes en el cielo a veces traen lluvia, que es beneficiosa para los cultivos. De una desgracia a veces nace la felicidad. ¡Dejemos que la vida actúe! ¿Quién sabe qué ocurrirá?
   Efectivamente, unos días más tarde, la potranca regresó acompañada de un soberbio semental mogol. Todo el pueblo desfiló para admirarlo y felicitar al campesino por su buena suerte.
   —¿Suerte? ¡A lo mejor sí! Pero ¿quién conoce el sentido profundo de las cosas? El sol que nos ilumina también puede quemarnos.
   El porvenir, por desgracia, le dio la razón. Su hijo se encaprichó del semental y se propuso domesticarlo para montarlo. Pero el animal era fogoso y de una coz lo arrojó al suelo y con la caída el hijo se rompió una pierna. Los vecinos acudieron a visitar a padre e hijo. Y se hicieron muchos comentarios sobre la mala suerte del campesino. La cosecha se avecinaba y no podría contar con la ayuda de su hijo por su pierna rota. Pero el campesino les respondió con su sabiduría de siempre.
 —Este mundo es un perpetuo cambio. ¿Quién sabe si las calamidades no se convertirán en bendiciones? Pensad en la lava de los volcanes que todo lo devasta pero da un limo fértil.
   Antes de que llegara el tiempo de la cosecha, estalló la guerra con los mogoles, y todos los hombres jóvenes fueron movilizados, salvo el hijo del campesino, que yacía en la cama con su pierna quebrada. Fue uno de los pocos jóvenes que salvó su vida de las matanzas de la guerra... ¡Una pierna rota le salvó la vida!
        
                                                                              De un cuento chino

CÁMARA OBSCURA, Pilar Vera

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PILAR VERA, Cámara obscura, Paréntesis, Alcalá de Guadaíra, 2010, 212 páginas.

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FRESH CAPTURED FAIRY

   —¡Dios mío, otra vez! —dijo mamá—. Se nos ha vuelto a caducar.
   Estaba al fondo de la alacena, entre latas de tomate y botes de espárragos. El hada, con las alas deshechas, yacía muerta en un tarro de cristal cuajado de pequeños arañazos.

EN HOJAS DE CEREZO, Cuca Serratos

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CUCA SERRATOS, En hojas de cerezos, Nostra Ediciones, México, 2010, 30 páginas. 

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En El haiku, de Japón a México (pp. 5-8) es la propia autora quien traza la historia de la divulgación y extensión en México de este género, ya universal, de origen japonés. Las Ilustraciones son de Paulina Barraza.
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 Serán ciruelas
pequeñas flores blancas,
en primavera.

AFORISMOS Y PRONÓSTICOS, Hipócrates

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HIPÓCRATES, Aforismos y pronósticos, Maxtor, Madrid, 2008, 168 páginas.

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Edición facsímil de 1904 traducida y prologada por Antonio Zozaya, que recoge el legado de un "genio superior que en la antigüedad sólo puede ser comparado a Sócrates, Platón y Aristóteles".
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Corta es la vida, el camino largo, la ocasión fugaz, falaces las experiencias, el juicio difícil. No basta, además, que el médico se muestre tal en tiempo oportuno, sino que es menester que el enfermo y cuantos lo rodean coadyuven a su obra.
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La Medicina es el arte de curar las enfermedades por sus contrarios. El arte de curar, el de seguir el camino por el cual cura espontáneamente la Naturaleza.
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Cuando la enfermedad en su vigor estuviere, es menester usar del régimen más riguroso.
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Es bueno el sueño que calma el delirio.
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Muy ligera es el agua que pronto se calienta y se enfría.

FÁBULAS MORALES, Grassa Toro y Meritxell Duran

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CARLOS GRASSA TORO & MERITXELL DURÁN, Fábulas morales de una vez para siempre, A Buen Paso, Mataró, 2010, 96 páginas.

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FÁBULA DEL TIGRE QUE PASÓ DE LARGO

   Discutían un tigre y un jaguar acerca de quién era el más rápido de los dos y las palabras no les ayudaban a ponerse de acuerdo, pues no se mide la velocidad con adjetivos.
   —Será necesario que dirimamos nuestra controversia en una carrera—propuso el jaguar.
   —Estoy de acuerdo, corramos hasta donde pastan las gacelas —concretó el tigre—. Quien llegue primero, recibirá honores como animal más veloz de la estepa y se llenará el estómago con cuanta comida encuentre, bien merecido lo tendrá.
   Salieron a la de tres con calcado ímpetu, cabeza por cabeza, tan igualados que animal situado en la orilla del camino no distinguiera a su paso uno o dos cuerpos. Y así fue durante algunos kilómetros hasta que el jaguar empezó a reducir la velocidad para, al poco, frenar en seco.
   No se le habían acabado las fuerzas, tampoco una espina había atravesado su pie, ni siquiera la conciencia le había dictado en contra de la soberbia actitud; simplemente, acababa de ver una manada de gacelas y no había querido dejar pasar la ocasión. El jaguar comió abundantemente.
   Mientras tanto, el tigre siguió corriendo y era tanta la velocidad alcanzada que, por más que mirara a lado y lado, el paisaje se le presentaba como confusión de líneas y manchas, sin promesa ni distingo.
   Varias veces volvió a detenerse el jaguar en su camino; otras tantas comió mientras imaginaba la dicha del tigre arribando en solitario al refugio de las gacelas. No se equivocaba: cuando después de haber dado buena cuenta de gacelas, tapires, chigüiros y roedores de toda casta y condición, llegó a donde el tigre se encontraba desde hacía rato, lo encontró radiante y ávido de reconocimiento.
   —Ya no hay duda, eres el más rápido —aduló el jaguar mientras se limpiaba los labios.
   —Nunca la ha habido. Te veo cansado —se regocijó el tigre.
   —Mi cansancio honra todavía más tu victoria —adornó el jaguar.
   —Quiero que toda la estepa conozca y loe mi triunfo. Anúncialo—ordenó el tigre.
   —Así lo haré —obedeció el jaguar—. No veo huesos.
   —Las gacelas habían partido antes de que yo llegara. Tengo hambre—se lamentó el tigre.
   —Regresemos—invitó el jaguar.
   Regresaron sin prisa. A cada paso, se sorprendía el tigre de que todo el camino estuviera regado de despojos de animales.
   —Alguien ha debido de darse un festín —anheló el tigre.
   —¿Y cómo piensas festejar el triunfo? —desvió la atención el jaguar.
   —Ayunando, amigo, ayunando, no puedo perder esta excelente forma —concluyó el tigre, mientras en la ancha estepa resonaba el escandaloso vacío de sus tripas.      

CRUENTOS EJEMPLARES Y OTRAS MICROFICCIONES, David Vivancos

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DAVID VIVANCOS, Cruentos ejemplares y otras microficciones, Editorial Seleer, Málaga, 2012, 136 páginas.

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   No soportaba sus rancias canciones, tan mal tocadas, ni sus ridículas medias negras. Aborrecía la bandurria, la pandereta y las cintitas de colorines. Y aquella especie de escarapela también me sacaba de quicio... Y su perilla de gañán. Además, debo confesarle que me descomponen los sujetos que utilizan capa, como Jaime de Marichalar y, sobre todo, Ramón García. Desde siempre. No me pregunte por qué maté al tuno. Pregúntese, mejor, por qué no lo hizo nadie antes.

JUAN DE MAIRENA, Antonio Machado

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ANTONIO MACHADO, Juan de Mairena: sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, Castalia, Madrid, 1971, 284 páginas.

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José María Valverde repasa en la Introducción biográfica y crítica cómo las influencias de Nietzsche, Valéry o Scheler se hallan detrás de estos "apuntes ágiles, bienhumorados y profundos", que constituyen "un logro expresivo mayor que su verso".

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Hay escritores cuyas palabras parecen lanzarse en busca de las ideas; otros, cuyas ideas parecen esperar las palabras que las expresen. El encuentro de unas y otras, ideas y palabras, es muchas veces obra del azar. Hay escritores extraños -y no son los peores- en quienes la reflexión improvisa y la inspiración corrige.
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Uno de los medios más eficaces para que las cosas no cambien nunca por dentro es renovarlas —o removerlas— constantemente por fuera. Por eso —decía mi maestro— los originales ahorcarían si pudieran a los novedosos, y los novedosos apedrean cuando pueden sañudamente a los originales.
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Cuando nuestros políticos dicen que la política no tiene entrañas, aciertan alguna vez en lo que dicen y en lo que quieren decir. Una política sin entrañas es, en efecto, la política hueca que suelen hacer los hombres de malas tripas.
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Poco he de decir de la vejez, porque no creo haberla alcanzado todavía. Noto sin embargo, que mi cuerpo se va poniendo en ridículo; y esto es la vejez para la mayoría de los hombres. Os confieso que no me hace maldita la gracia.
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Uno de los signos que mas acusan cambio de clima espiritual es la constante degradación de lo cómico y su concomitante embrutecimiento de la risa. La verdad es que nunca ha habido en el mundo, como hay en nuestros dias, tantas gentes que parezcan rebuznar cuando ríen.

ARTICUENTOS, Juan José Millás

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JUAN JOSÉ MILLÁS, Articuentos, Alba, Barcelona, 2001, 296 páginas.

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En esta antología se reúnen algunos de los textos de Millás publicados entre 1993 y 2000 en la prensa. Fernando Valls, encargado de la edición, concreta las dos claves de su brillante escritura: por un lado, la "hibridez genérica" que enriquece el conjunto de su obra; por otro, cómo sus palabras nos han "enseñado a percibir la realidad de una manera distinta", "articulando lo real con lo irreal" y agrietando, en definitiva, los sinsentidos que cobijan la existencia humana.

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EL TIEMPO

   Entró en el dormitorio y vió a su mujer doblando el año 1997. «¿Qué haces?», preguntó. «Lo he rescatado de la basura», respondió ella, «por si nos hiciera falta más adelante». Dicho esto, lo introdujo en una bolsa y lo guardó en el armario. Él llevaba puesto el 98 desde hacía dos semanas, pero tenía manchas de aniversarios y de desastres coloniales, así que no acababa de encontrarse cómodo dentro de él. «Si te queda muy bien», aseguró su esposa, «con los rostros de la generación del 98 adornando las semanas igual que los dibujos de topos las corbatas de Aznar». «Pues no me gusta», contestó él; «saca otra vez el 97, por favor». 
   Se pusieron los dos el año viejo y durante la cena hablaron como si el tiempo no hubiera transcurrido. Los días tenían las mangas deshilachadas y brillos en los codos, pero eran familiares y suaves lo mismo que unas zapatillas de andar por casa. A los postres recordaron el accidente de la bañera que en septiembre les había obligado a pintar el techo de los vecinos. Pese a todo, habían sido muy felices, especialmente teniendo en consideración que el gato no se murió hasta agosto, y para eso faltaba más de medio año.
   Ya en la cama, ella dijo que habría que ir pensando en recoger el siglo, pues era enorme y si lo dejaban para última hora no serían capaces de doblarlo. Al hombre le pareció mejor desprenderse de él cuando se terminara. Pero la mujer insistió en que le había cogido cariño. Entonces lo repasaron juntos, y aunque tenía algunas partes destrozadas, había otras, como el psicoanálisis, las vanguardias o el movimiento obrero, prácticamente sin usar. Hicieron el amor igual que antes, y esa noche decidieron que el primer día del 2000 volverían a ponerse el siglo XX hasta que se les cayera a trozos. El XXI estaba nuevo, pero tenía un corte espeluznante.

HOJAS PEQUEÑAS DEL TIEMPO

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Hojas pequeñas del tiempo. Antología de haikús brasileños, Ediciones El Naranjo, México, 2004, 64 páginas.


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En Breves fuegos de artificio (pp. 5-7), Agustín Jiménez Sánchez, editor y traductor de esta antología de autores brasileños, señala el año 1919 como el de la llegada del haiku a Sudamérica. Tras la publicación del poemario de Juan José Tablada Un día, se extendería por el continente. Las ilustraciones son obra de Aleida Ocegueda.

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Un cielo cintilante
mil luciérnagas brincando:
mil sueños vagando.

Aída Godinho

MI PEQUEÑA FÁBRICA DE CUENTOS, Bruno Gibert

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BRUNO GIBERT, Mi pequeña fábrica de cuentos, Thule, Barcelona, 2008, 44 páginas.

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Bajo la apariencia de libro infantil de cuatro pestañas intercambiables, la siempre sugerente Thule presenta un queneautiano ejercicio de permutaciones matemáticas del que se pueden obtener 194.481 microrrelatos o deliciosas greguerías.
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Por la noche el marciano se entretiene con tres sardinas pequeñas.


FÁBULAS, Italo Svevo

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ITALO SVEVO, Fábulas, Gadir, Madrid, 2008, 116 páginas.

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En traducción de Carlos Manzano y con ilustraciones de Pablo Auladell, Gadir edita todas las fábulas de Svevo.

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ARTE
        
   Nació un artista y miró en derredor en busca de ideas, pero, además de éstas, tuvo en seguida —cosa curiosa— experiencia y concluyó: «Primero debo tener el dinero suficiente y después vendrá el arte». Siguió mirando el mundo, pero, en lugar de obtener de él imágenes y colores, estudió, con ojos de zorro, su propio interés. Después, cuando tuvo el dinero, pensó que había llegado el momento de dejar actuar al alma de artista que, como sabía, abrigaba dentro de sí y esperó las imágenes, los colores y las ideas, pero nada se le ocurrió y permaneció solo y desconsolado con su dinero, mientras el deseo de la única vida animada, la del pensamiento, ya no le permitía disfrutarlo, y entonces pensó: «Tal vez este pesado dinero me tenga acogotado, sometido como una cadena». Se apresuró a desprenderse de él y volvió a esperar que su destino se vivificara, pero ni siquiera entonces obtuvo satisfacción, porque su pensamiento seguía colmado con el recuerdo del dinero que había logrado y de aquel del que se había desprendido. Cuando murió, preguntó, afligido, a su Creador: «¿Por qué me hiciste creer que me habías concedido un alma de artista?»
   Y el Creador le respondió: «El alma que ahora vuelve hasta mí es la de un artista, pero olvidaste traer contigo tu organismo para que yo viera por qué tu alma resultó sofocada por él».
   «Apestaba tanto», dijo el artista, «que no podía traerlo conmigo».
   «Yo creo que ya antes apestaba», dijo el Creador.