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La microficción comparte espacio con poemas mínimos a lo largo de este volumen.
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EL LECTOR
Luego de unos meses y con algunos cuentos, ilegibles de tan corregidos, la idea de que no tenía sentido continuar escribiendo se volvía más recurrente y agobiante.
Fui perdiendo paulatinamente el entusiasmo.
En otoño comencé a sentir una levedad creciente.
Me fui transformando en un papel, con mis cuentos de mierda.
Me arrugué más y más… me hice un bollo… y caí en el cesto.
En el basural, un cartonero abrió el papel, leyó los cuentos y se emocionó.
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entra en mis poros
el sudor de tu constelación
ya no tengo sed

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