martes, enero 24, 2012

UNA CASA EN MANGO STREET, Sandra Cisneros

SANDRA CISNEROS, Una casa en Mango Street, Ediciones B, Barcelona, 1992, 164 páginas.

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CUATRO ÁRBOLES DELGADUCHOS

   Son los únicos que me entienden. Yo soy la única que los entiende. Cuatro árboles delgaduchos con cuellos delgaduchos y codos puntiagudos como los míos. Cuatro que no pertenecen a este mundo pero están en él. Cuatro excusas raquíticas plantadas por el Ayuntamiento. Desde nuestra habitación se los puede oír, pero Nenny duerme y no aprecia estas cosas.
   Su fuerza es secreta. Envían raíces feroces bajo tierra. Crecen por arriba y por abajo y agarran la tierra con los peludos dedos de sus pies y muerden el cielo con dientes violentos y nunca pierden su rabia.
   Así resisten.
   Bastaría que uno olvidara la razón de su existencia para que se inclinaran todos como los tulipanes en un jarrón, cada uno rodeando al otro con los brazos. Resistir, resistir, resistir, dicen los arboles mientras duermo. Es una lección.
   Cuando estoy demasiado triste y demasiado débil para seguir resistiendo, cuando soy una menudencia contra tantos ladrillos, entonces miro a los árboles. Cuando ya no queda nada más que mirar en esta calle. Cuatro que crecen a pesar del cemento. Cuatro que llegan y no se olvidan de llegar. Cuatro cuya única razón es ser y ser.

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