viernes, diciembre 16, 2011

DIARIOS 1984-1989, Sándor Márai


SÁNDOR MÁRAI, Diarios 1984-1989, Salamandra, Barcelona, 2008, 224 páginas.

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La traducción de Eva Cserhati y A. M. Fuentes abre la puerta a los últimos diarios que el escritor húngaro completó antes de su suicidio. A veces en formato aforístico, a veces de modo más extenso, en ellos dibuja el conmovedor retrato de un hombre al que la vejez y la pérdida de sus seres queridos le empuja a respirar el abrazo de la muerte, afrontándolo con una lúcida serenidad, sintiendo su desgarro inevitable.

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«Muere, acéptame como hijo tuyo» (Kosztolányi). Sería mejor así: «Muerte, te acepto como padre».
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Hoy en día, el escritor que intenta crear algo diferente de lo que la industria del consumo produce para alimentar a los lectores es como el cojo que anda con prótesis, pero de todas formas intenta presentarse a una carrera de cien metros.
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La mala intención de la gente parece más tranquilizadora que aterradora: es bueno saber esa verdad inconmovible de que el hombre es capaz de todo tipo de maldades. En eso no hay sorpresas.
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Ocurre en mi interior un movimiento absurdo: furia, incapacidad de perdonar. Es imposible perdonar (¿a quién?) cuando un ser querido muere.
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Dos momentos míticos de la existencia: cuando en el óvulo fecundado empieza a manifestarse la vida, esa energía terrible e inabarcable, y cuando esa misma energía deja de activar las células, entregando el testigo a esa otra fuerza terrible e inabarcable, la muerte. Ésta es la realidad, todo lo demás son ilusiones triviales, repugnantes.
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Pobre Gutenberg. Pensaba que los tipos móviles salvarían la literatura. Hoy en día las ideas se suceden infinitamente, como las gotas en una cascada.

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