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Las 101 greguerías fino-lenceras y los relatos que a continuación las acompañan integran un conjunto, en palabras de Luis López Molina en su Prólogo (pp. 7-10), "con el denominador común de un fetichismo sano, alegre, inocuo y, en consecuencia, bien asumido".
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Gustav Klimt soñaba a la mujer en lencería dorada.
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El sujetador nos muestra la timidez de los senos.
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La lencería fina es la única obra de arte que está permitido tocar.
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Paradoja de la lencería: cuanto más cara es menos tiempo está en el cuerpo de la mujer.
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Ningún caleidoscopio como la mujer en lencería apoyada en el espejo.
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La lencería suscita en el hombre la adoración... y luego la profanación.
Un guarda-jurado ha amanecido muerto por estrangulamiento en la fábrica de una conocida marca de lencería francesa. Lo curioso es que la muerte del vigilante se debió a la manera extravagante en que incumplió su deber. Al parecer, el vigilante, P.L.S., se había quedado traspuesto en el mullido depósito de piezas desechadas del Departamento de Control de Calidad. La máquina que vaciaba el foso sorprendió al guarda dormido, con la mala fortuna de enganchar el body de malla que rodeaba su cuello. Según fuentes policiales, el sueño pudo llegarle al vigilante cuando seleccionaba prendas, algunas de las cuales encontraron en su bolsillo. Las muestras halladas indican que el incauto tenía predilección por los cullottes de raso y los bodys de redecilla.
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El sujetador nos muestra la timidez de los senos.
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La lencería fina es la única obra de arte que está permitido tocar.
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Paradoja de la lencería: cuanto más cara es menos tiempo está en el cuerpo de la mujer.
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Ningún caleidoscopio como la mujer en lencería apoyada en el espejo.
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La lencería suscita en el hombre la adoración... y luego la profanación.
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UN GUARDA-JURADO ESTRANGULADO CON UN BODY DE MALLAUn guarda-jurado ha amanecido muerto por estrangulamiento en la fábrica de una conocida marca de lencería francesa. Lo curioso es que la muerte del vigilante se debió a la manera extravagante en que incumplió su deber. Al parecer, el vigilante, P.L.S., se había quedado traspuesto en el mullido depósito de piezas desechadas del Departamento de Control de Calidad. La máquina que vaciaba el foso sorprendió al guarda dormido, con la mala fortuna de enganchar el body de malla que rodeaba su cuello. Según fuentes policiales, el sueño pudo llegarle al vigilante cuando seleccionaba prendas, algunas de las cuales encontraron en su bolsillo. Las muestras halladas indican que el incauto tenía predilección por los cullottes de raso y los bodys de redecilla.
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