100 LIBROS QUE CAMBIARON EL MUNDO, Scott Christianson & Colin Salter

0


SCOTT CRISTIANSON & COLIN SALTER, 100 libros que cambiaron el mundo, Blume, Barcelona. 2019, 224 páginas.

**********
«Todos los libros, sean de ficción o de divulgación, pueden cambiar el mundo», leemos en la Introducción de este libro ilustrado que se abre con reseñas de libros como I Ching o La epopeya de Gilgamesh, La Torá, La Ilíada o La Odisea, y se cierra con Maus de Art Spiegelman o Esto lo cambiatodo: el capitalismo contra el clima de Naomi Klein.
**********

JOHN BERGER, Modos de ver, 1972.

   Artista, profesor y crítico de arte, novelista, dramaturgo, ensayista y poeta, John Berger [1926-2017], fue un hombre con una visión global que mostró casi todo su potencial al mundo en 1972, el año en que presentó en el Reino Unido una serie de televisión de la BBC en el mes de enero y en que recibió el segundo de dos premios de primer nivel por su novela experimental G. en diciembre. En medio, encontró tiempo para escribir siete ensayos que contenían las ideas expresadas en los programas de televisión, los cuales fueron publicados en un libro homónimo.
   El modo que tenía Berger de ver el arte, desde una perspectiva sociopolítica, logró transformar nuestra percepción del mismo. Modos de ver sintonizaba con el pensamiento progresista y radical de finales de la década de 1960 y principios de 1970. El mismo autor era un marxista comprometido: el título escogido para una temprana colección de sus ensayos fue Rojo permanente y la cubierta de su novela G. de 1972 era roja con la letra del título. Por otra parte, donó la mitad de los fondos del Premio Booker con el que fue galardonado por G. al movimiento de las Panteras Negras británico. 
   Modos de ver consiste en una serie de discusiones filosóficas sobre nuestra manera de ver el arte. Con «ver» Berger se refiere tanto a la forma que tiene el artista de acercarse al tema como a la forma que tiene el espectador de considerar la obra de arte producida. Se trata de un libro relativamente corto, que se aproxima a diversas teorías además de a la suya propia, presentándolas de una manera simplificada y muy clara. Sigue tratándose de una lectura esencial tanto para los estudiantes de arte como para los de ciencias sociales.
   Berger sostiene que la percepción de un artista se basa en las creencias y valores de su tiempo; de este modo, los artistas medievales representaban el infierno como un lugar en llamas porque así es como la gente pensaba que era y otras escenas se representan de maneras concretas en función de los valores culturales de la época. Los bodegones no eran meros objetos, sino ostentosos símbolos del lujo, la riqueza y la propiedad.
   Los retratos que a menudo se pintaban con la intención de agradar a los patriarcas que los encargaban, pretendían asimismo representar la propiedad, en este caso de un título, de una posición social o de una familia. Esto sucede asimismo con las figuras de las pinturas bíblicas alegóricas que, si bien con cierra piedad aparente, se representan del mismo modo. Berger presta especial atención a los desnudos pictóricos, en particular a los femeninos. El autor observa la diferencia semántica entre las palabras inglesas naked, que significa «sin ropa», y nude, que se aplica al arte y que significa «sin vestir», ampliando así el alcance al hecho de ser percibido sin ropa; lo cual en cierto modo expresa una contraposición entre el hecho de no llevar ropa y aquel de convertirse en la propia vestimenta.
   La mayor parte de los pintores clásicos representan formas idealizadas del desnudo femenino en mujeres que a menudo no miran hada el resto de las figuras de la composición, sino hacia fuera de la pintura, al espectador, el cual vendría a ser ante todo el hombre que encargó la pintura, su propietario. Berger sugiere que las mujeres han aprendido a mirarse a sí mismas del mismo modo que las miraba el propietario de la pintura, desde el punto de vista masculino en lugar de desde el femenino, y afirma: «Los hombres miran a las mujeres. Las mujeres se contemplan a sí mismas mientras son miradas. Esto determina no solo la mayoría de las relaciones entre hombres y mujeres, sino también la relación de las mujeres consigo mismas».
   La publicidad moderna, concluye, funciona del mismo modo, imponiendo un ideal masculino en imágenes de mujeres y objetos, algo relacionado con la propiedad y no con la realidad. Si la belleza está en el ojo del espectador, Berger nos anima a que miremos más allá para comprender el contexto de esa belleza para el artista, el mecenas y el espectador moderno.

0 comentarios en "100 LIBROS QUE CAMBIARON EL MUNDO, Scott Christianson & Colin Salter"