AVISOS, Juan Ignacio Ferreras

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JUAN IGNACIO FERRERAS, Avisos, La Biblioteca del Laberinto, Madrid, 2012, 256 páginas.
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Si tiene un final es a causa de haber tenido un principio. La pescadilla del entendimiento no se muerde nunca la cola.
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Ni con el más refinado cálculo de probabilidades, es posible prever las reacciones de un cretino.
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Pueden ser buenos, pero desgraciadamente esperan ser felices.
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El ser tonto, no tiene por qué ser fácil, quizás tenga su mérito.
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El hombre que carece de imaginación es lo más parecido a una máquina. Naturalmente este hombre funcionará mucho mejor que el imaginativo, de aquí el triunfo de los soldados, de los burócratas y de los sacerdotes.
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El horror llega cuando los supervivientes son los heridos a los que mataron mal.
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La llamada industria cultural está basada en la economía, es decir en el beneficio. La cultura en manos del Estado produce la burocratización de la cultura, y de las dos maneras la cultura tiende a desaparecer.
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Horas vacías en la vida de un hombre, son las que se llenan con la inevitable banalidad, y es inevitable porque al menos, sirve para vivir en paz con la banalidad de los demás. 

TAJOS, Rafael Courtoisie

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RAFAEL COURTOISIE, Tajos, Lengua de Trapo, Madrid, 1999, 224 páginas.

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EL VENDEDOR DE ELEFANTES

   No vende elefantes de África o Asia. Vende nubes, nubes de aire soplado en recipientes grises de polietileno, de plástico, en grandes bolsas que una vez infladas se parecen a Dumbo.
No vende otra cosa, sólo elefantes inflables, de plástico.
Los vende en las ferias vecinales, a veces monta un puesto en la avenida 8 de Octubre, pero los otros vendedores, los oficiales u oficiosos, cuando falta lugar, lo corren.
Los elefantes tienen grandes orejas. La piel gris, lisa y dormida, apariencia de ratón iluso de juguetería.
   —¡Mira, mamá, ese elefante!
   —¿Cuánto cuesta?
   —Doscientos pesos.
   —Muy caro, Raúl.
   El vendedor baja la cabeza, mira al niño entusiasmado.
   —Para usted ciento ochenta —dice.
   La mujer piensa.
   —Muy caro —responde al fin.
   El niño se pone a gritar:
   —El elefante, mami, ¡quiero el elefante!
   Se emperra, porfía, patea el piso.
   —¡Callate, Tito!
   —¡No quiero!
   —Se lo dejo por ciento sesenta, inflado y todo...
   —Está bien —concede la madre.
   Y el niño y la madre se van satisfechos con el elefante hinchado, de la mano, alegres por la selva del mundo.

AFORISMOS, Leonardo Da Jandra

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LEONARDO DA JANDRA, Aforismos, Editorial Avispero, Oaxaca, 2017, 266 páginas.

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Heriberto Yépez en Las máximas mínimas de Leonardo da Jandra (pp. 3-4) anota sobre esta entrega aforística del filósofo y literato: «los libros de Da Jandra son un subsuelo literario, alterno, excéntrico, que persistirá para quien sepa comprenderlo».
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Es absurdo seguir sosteniendo que el rigor está en la ciencia y la fluidez en el arte, que aquélla busca decididamente el orden racional de lo existente, y éste tiende a la irracionalidad y el caos. La verdadera diferencia entre el arte y la ciencia está más allá de la posible dicotomía entre lo abierto y lo cerrado. La ciencia tiene como tarea conocer y transformar el mundo profano; el arte sólo quiere sublimar la cotidianidad para acercar al hombre a lo sagrado.
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Los hombres de talento que no han amado a sus semejantes suelen ser rencorosos e intolerantes. El ejemplo más a la mano en nuestro medio sigue siendo Octavio Paz. Walser: “¿De qué le sirve a un artista el talento si le falta el amor?”
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La efebolia que han difundido los neofenicios que controlan los me dios publicitarios es un claro ejemplo de complementación de ruindades. Por un lado: la gloricación de la inmadurez; por el otro: la exigencia desmedida de novedad. Y no nos debe caber la menor duda de que el deseo desmedido de novedad es propio de principiantes.
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Hay insectos que nunca duermen y peces que no dejan de nadar; de la misma manera, en el hombre moral el espíritu no cesa de crecer por el resto de la eternidad.
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“Amor” y “gratitud”: los dos ejes de la vida plena. Un ser amoroso y agradecido tiene garantizada la felicidad. Se entiende, entonces, que los intelectuales y los artistas sean los seres más infelices de la Tierra, pues donde hay envidia, odio y egoísmo no puede crecer la felicidad. 
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Nada es más patético que el orgullo de un imbécil triunfante.
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Es difícil que en la amistad no haya envidia; tan difícil como que nos envidien los que nos desconocen.
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Los verdaderos fracasados no son los que fracasan, sino los que se niegan a aprender del fracaso.

SOBRE NADA Y OTROS ESCRITOS, Mark Strand

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MARK STRAND, Sobre nada y otros escritos, Turner, Madrid, 2015, 174 páginas.

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POESÍA NARRATIVA 


   Ayer en el supermercado oí a un hombre y a una mujer discutiendo sobre la poesía narrativa. Ella dijo: «Puede que todos esos llamados poemas narrativos no hagan más que señalar lo pobres que nos hemos vuelto, y cómo, cual utopistas sin esperanza, vivimos para el final. Muestran que nuestra vida está invalidada por las necesidades, sobre todo por la necesidad de seguir. He llegado a creer que la narrativa nace del odio a uno mismo». 
   Él dijo: «Lo que a mí me preocupa es el poema narrativo que no proporciona un marco coherente para medir el desplazamiento temporal y espacial, el poema narrativo en el que el héroe viaja, creyendo que avanza cuando en realidad está quieto, convertido en la encarnación de la poesía narrativa, su terrible engaño, la pesadilla de su propia irrealidad». 
   Quise recordarles que el poema narrativo ocupa el lugar de una narración ausente y absorbe en todo momento la ausencia del otro para poderla nombrar, a la vez que entrega su propia presentía a las soledades terribles del olvido. Quise decir que la narración ausente es aquella en la que nuestro destino está escrito. Pero se fueron antes de que yo pudiese hablar.
   Cuando llegué a casa, mi hermana me esperaba sentada en el salón. Le dije: «Verás, hermanita, se me ha ocurrido que algunos poemas narrativos se mueven tan rápidamente que no podemos seguirles el paso, por lo que su avance nos lo tenemos que imaginar. Son los que mas se parecen a la vida real y los menos reales». «Si —dijo mi hermana—, pero, ¿te has dado cuenta de que algunos poemas narrativos se mueven con tanta lentitud que nos adelantamos constantemente a ellos, imaginando lo que podrían ser?». «Sí —dije—, me he dado cuenta».
   Después me acordé de aquel verano en Roma cuando estaba convencido de que los poemas narrativos en los que la memoria desempeña un papel importante se derrotan a sí mismos. Comprendí que la memoria es un mausoleo de acontecimientos que no se sostendrían en el presente, y por ello está impregnada de lástima y su música es siempre un canto fúnebre.
   Sonó entonces el teléfono. Era mi madre, que llamaba para saber qué hacía. Le dije que estaba trabajando en un poema narrativo negativo, un poema que se niega a comenzar porque el comienzo es un sinsentido en un universo infinito, y que por esa misma razón se niega a terminar. Es, todo él, un espacio intermedio suprimido, una conjunción inagotable. «Y, mamá —le dije—, se niega a enmascarar la quietud esencial y universal, y por lo tanto limita sus observaciones a lo que nunca ocurre».
   Entonces dijo mi madre: «Tu padre me hablaba a menudo de la poesía narrativa. Decía que era una mujer con un vestido largo y que portaba flores. Era pelirroja y el pelo le caía suavemente sobre los hombros. Decía que la poesía narrativa sucedía habitualmente en primavera y que tenía que ver con un hombre. La mujer se acercaba a la casa de él, lo saludaba y dejaba caer sus flores. Por lo visto esto —añadió mamá— pretendía dar a entender la inutilidad de la poesía narrativa».
   «Pero mamá —dije—, lo que llamamos narración es simplemente la sumisión a los insufribles reclamos del predicado sobre el futuro; perpetúa su continuación, florece en otro predicado. ¡No pienses que las nociones de conclusión se fundan en nuestra añoranza de predicado estéril!» «Eso es absolutamente cierto —dijo mi madre—, no hay otra forma de concebirlo». Y colgó.

The Continuous Life, 1990, recogido en The Weather of Words, 2000.

TOTAL DE GREGUERÍAS, Ramón Gómez de la Serna

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RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, Total de greguerías, Aguilar, Madrid, 1962, 1598 páginas.
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Este amplio volumen de greguerías incluye alrededor de trescientas ilustraciones realizadas por el propio autor.
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En la botella del bebedor se refleja todo el desengaño y la muerte.
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El reloj picotea el maíz del tiempo.
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Cuando nos tardan en servir en el restaurante nos convertimos en xilofonistas de la impaciencia.
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Hay quienes creen que al prodigar una alabanza dan un cheque por una ventanilla para cobrarlo en la de más allá.
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El reloj de bolsillo es la pastilla de jabón del tiempo.
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El robo de estrellas que hacen los poetas no se descubrirá hasta el final del mundo.
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Cuando la joven pone una flor en el ojal del joven cree que va a ser eterna.
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Vejez: tener que contar ya en las emes que se escriben, si tienen todas sus patitas.
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El teatro es como el amor: nunca se sabe si es verdad o mentira.
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Al atardecer pasa en vuelo rápido una paloma que lleva la llave con que cerrar el día.
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El reloj es una bomba de tiempo, de más o menos tiempo.
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Los buzones callejeros olfatean la calidad de las cartas que reciben y a veces aprietan los dientes para que no pase la carta. 

TIERRA FIRME DE LA FANTASÍA, Rafael Gonzalo Verdugo

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RAFAEL GONZALO VERDUGOTierra firme de la fantasía, Gonzaver, Madrid, 2004, 112 páginas.
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El arte es la verdad de la ficción que nos permite superar la ficción de la verdad.
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Cuando damos limosnas repartimos la pobreza, no la riqueza.
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Ahora que te vas para siempre, déjame que te diga una cosa, solamente una última cosa: Quédate.
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Los enfermos mentales van creciendo al ritmo demandado por la producción de psicofármacos.
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El compromiso político ha hecho que ya no se tome en serio a los intelectuales.
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Con la liberación femenina, las mujeres han perdido la vergüenza, pero no el miedo.
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Los jirones de tela que se prenden en las alambradas son las banderas de la ley del inconformismo.
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Las nubes son puntos suspensivos escritos en la página del viento.

CONTRA EL SUEÑO PROFUNDO, Peter Handke

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PETER HANDKE, Contra el sueño profundo, Nórdica, Madrid, 2017, 210 páginas.

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Cecilia Dreymüller en Me importa el método (pp. -20) dice de Handke que es uno de los pocos intelectuales «capaz de plantar cara a la arrolladora maquinaria de opiniones prefabricadas de los medios».
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SOBRE FRANZ KAFKA 

   Hubo un tiempo en el que releía los diarios de Kafka, sus cartas y también lo que sus amigos en alguna ocasión habían escrito de él, con el único fin de averiguar si había tenido granos. Las descripciones de sus amigos, el tono de escritura de sus cartas, mostraban, sin embargo, el rostro indemne de una persona volcada por entero en la observación. 
   Max Brod escribía que Kafka había sido hermoso, una figura esbelta con un rostro moreno. Yo, sin embargo, siempre me imagino que Kafka tenía acné de adolescente, protuberancias dolorosas y supurantes en la cara y el cuello, de modo que le costaba afeitarse. Forúnculos, miedo al contacto. Una vez, él incluso volvía a casa del extranjero porque tenía un forúnculo; esto es un hecho. El extranjero y los forúnculos. ¡No hay que idealizar los hechos! Pues en la realidad no idealizada Kafka era hermoso. 
   Una vez, yo quería escribir una historia en la que alguien empieza a verlo todo con ojos distintos porque tiene acné. La historia iba a llamarse «Acné». Fue hace mucho tiempo, cuando mi mundo todavía era el mundo de Kafka y mi héroe el doctor Franz Kafka. «Todos los acusados son hermosos». 
   ¡Cómo me he reconocido en la vergüenza de Kafka!; no, reconocerme no, me descubría... y luego cada vez me redescubría. Y cuan temerosa, cuan timorata me parece esa vergüenza hoy, cuan altiva.
   Tal vez por no a menudo he husmeado en los documentos, como un detective privado, para saber si Kafka no se había acostado con mujeres. La lujuria en sus historias es un poco la lujuria del sueño, por un lado en su aspecto animal, entre charcos de cerveza, bajo una mesa de taberna, pero, por otro lado, maniatado por el miedo de no ensuciar de ninguna manera la sábana limpia que después verá la madre... También era un poco el mundo de un adolescente el que describía Kafka, y, en lo relativo a la sexualidad, un mundo todavía adolescente.
   Y su buen humor nunca es un buen humor por sí solo, sino siempre el resultado de una reacción física a un prolongado dolor; como si la gravedad de la muerte se volviera tan fuerte que se invirtiera en una divina ingravidez. Este buen humor (otros dicen el «sentido del humor» de Kafka) como resultado de un dolor me resulta ajeno ahora, incluso repulsivo; y, sin embargo, cuando pienso en la última frase de El proceso: «Era como si esta vergüenza le fuera a sobrevivir», me da la sensación como si no fuese sólo una frase, sino una ACCIÓN, más grande que todas las acciones de las que hasta ahora he tenido noticia.
   Cuando pienso en Kafka y lo veo ante mí, tengo la sensación de que si sólo lo mirara con la paciencia suficiente, bajando la cabeza de vez en cuando para no atormentarle demasiado, entonces, poco a poco, él dejaría de ser la mera imagen de una víctima y se convertiría en otra cosa muy distinta, de la que nos hablaría, pero con la misma meticulosidad de antes. 
(1974)

LAS FÁBULAS DE ESOPO, Esopo & Marisa Vestita

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MARISA VESTITA, Las fábulas Esopo, San Pablo, Madrid, 2015, 136 páginas.

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Marisa Vestita ilustra diez fábulas de Esopo que pueden ser leídas tanto por nuevos lectores como adultos que sepan gozar del buen hacer de esta ilustradora.
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EL CUERVO Y LA ZORRA


   Un cuervo había robado un trozo de carne y había ido a posarse en un árbol. Lo vio la zorra, que enseguida deseó zamparse ese rico bocado. El astuto animal, entonces, se paró bajo el árbol y empezó a adular al pájaro, elogiando su cuerpo perfecto, su belleza y el brillo de sus plumas, diciéndole que nadie mejor que él habría podido ser el Rey de los pájaros y que seguramente podría serlo, si también tuviera voz.
   El cuervo, halagado, quiso demostrar que también tenía voz y se puso a graznar con todas sus fuerzas, dejando así caer la carne.
   La zorra la cogió rápidamente y riéndose del cuervo dijo:
   —Si además, querido cuervo, fueras inteligente, ya no te faltaría nada para ser el rey.


NIEVE SOBRE NIEVE, Ricardo Virtanen

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RICARDO VIRTANEN, Nieve sobre nieve, El sastre de Apollinaire, Madrid, 2017, 214 páginas.

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Por más que escuchas,
no es ruidosa la lluvia,
casi invisible.

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KARLA BARAJAS, Neurosis de los bichos, La Tinta del Silencio, México, 2017, 22 páginas.

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 LA HORA EQUIVOCADA

   Doce horas secuestrados pasaron en el Congreso cuando empezó la trifulca entre policías y Chenalhoenses. Los hombres y mujeres corrieron al abrirse las puertas. Ella se movía rápidamente entre los pies de policías. Una macana le cayó cerca de la cabeza, chocó contra la pared.
   No supo si alguien la aventó, si fueron los gases lacrimógenos pero quedó panza para arriba y ahí amaneció. No la mataron los macanazos, ni golpes con tronco de árbol con que se sonaban los bandos en pugna, la mató el zapato del barrendero que al verla desprotegida la embarró con el pavimento.

AFORISMOS, Juan Ramón Jiménez

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Aforismos, Comares-La Veleta, Granada, 2007, 144 páginas.
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Andrés Trapiello selecciona para esta edición 656 aforismos de entre los (alrededor de 4000) que conforman la Ideolojía juanramoniana.
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Lo entrevisto se ve mejor y dura más que lo visto.
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Donde quiera que la jente se esté riendo, tened la seguridad de que allí hay algo que llorar.
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Creo en la inspiración, pero me fío poco de ella.
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Biombos y espejos. La vida.
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Ser breve, en arte, es, ante todo, suprema moralidad.
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Mucho, sí; pero a condición de que sea tan bueno como lo poco.
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El andamio no debe ser de roble, pero debe suponer el roble.
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Defectos con tal de que sean de calidad. Y cuando lo son, qué bello.
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Para que el arte no sea nunca "pasado", bastará con tenerlo desnudo.
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Todos tenemos la misma edad, la del mundo.
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Nostaljia es la pena de un recuerdo que no llega a precisarse.

EL MUCHACHO AMARILLO, Rafael Pérez Estrada

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RAFAEL PÉREZ ESTRADA, El muchacho amarillo, Plaza & Janés, Barcelona, 2000, 192 páginas.

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LA BUHARDILLA

   A base de esfuerzo y ahorro habían conseguido un mar en la buhardilla. Sólo los domingos lo visitaban, el resto de los días debían contentarse con oírlo bramar. En ocasiones, una mancha extensa y salina de humedad en el techo del salón delataba la existencia de un secreto compartido por todos los de la casa.
   —Cuando consigamos nuevos ahorros —decían— compraremos gaviotas y peces voladores.
   Y es que trataban a aquel mar casero como si fuera un árbol de Navidad hambriento de sorpresas. Pero nunca pensaron en subirle la maqueta, deslucida, de un transatlántico varado durante décadas en el mostrador de la agencia de viajes de un antiguo huésped:
   —Con los barcos llegan los naufragios —advertían precavidos.
   Sufrían privaciones con tal de mantenerla y palpitante aquella ilusión, pero no se quejaban.
   —Un mar —decían— debe ser parte del destino de los hombres.
   De vez en cuando abrían la puerta de la buhardilla, y lo miraban y también lo olían, cuidando siempre de que las olas no acabaran escaleras abajo. Pero sobre todas las cosas lo soñaban, y cada amanecer se intercambiaban sus sueños nunca repetidos.
   Y sí alguno sufría de insomnio, se dedicaba a hojear catálogos de aves marinas, pensando cuáles de ellas irían mejor en los amaneceres de aquel mar cautivo. El albatros, quedaba eliminado a la primera: Excesivo —aseguraban—para un mar tan pequeño. Y volvían a remirar en los catálogos por si encontraban una especie de colibrí marino.
   Sólo uno de ellos, proclive a las alarmas y a invocar infortunios, les prevenía:
   —Cuidado, mucho cuidado —susurraba— pues de estar tanto tiempo encerrado es fácil que acabe por convertirse en un mar pálido, un mar de escaso azul y mucha ojera.
   Entonces, subían todos, y, ante las aguas contenidas, derramaban unas cucharadas de tinta estilográfica. Y el mar azuleaba agradecido, salpicando con su espuma las paredes tapizadas de la vieja buhardilla.

RETRATOS LITERARIOS, Laura Freixas

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LAURA FREIXAS, Retratos literarios, Espasa, Madrid, 1997, 360 páginas.
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Laura Freixas, como indica el subtítulo de su obra, recoge retratos de 46 Escritores españoles del siglo XX evocados por sus contemporáneos, (de Azorín, los Machado, Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset, León Felipe, Federico García Lorca, Ramón Gómez de la Serna, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Rosa Chacel, Rafael Alberti, a Carmen Martín Gaite o Ana María Matute). «El contenido y el tono de muchos de los recuerdos aquí recogidos es el de las tertulias de café: jovial, cómplice, pintoresco».
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Max Aub era un personaje muy singular. Estaba en todo, lo había escrito todo, lo estaba publicando todo, pero, principalmente, lo sabía todo. Había leído mis primeros versos, quién sabe dónde, así como los de cualquier poeta de provincia español que se me ocurriera citar. Y tenía ideas clarísimas, y me atrevería a añadir que sensatas, sobre la jerarquía de valores literarios y, en contraste, sobre el orden de los falsos prestigios. Se sabia injustamente inapreciado en las nóminas de la literatura española, pero yo creo que no le importaba en absoluto. Sólo estaba preocupado por lo que aún no había escrito, por una idea aplazada o por lo que estaba empezando a hacer. Era en eso realmente admirable. Lo traté mucho en sucesivos viajes, y también, ya en el posfranquismo, en los suyos a esta España que tanto le decepcionó, yo creo que a causa de la fatiga de sí mismo. Durante largo tempo fue uno de los eslabones más sólidos que me mantuvieron en contacto con un pasado histórico mayormente imaginario. 

CARLOS BARRAL, Cuando las horas veloces.

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La otra tarde, Max Aub firmaba ejemplares de una obra suya de teatro, No, en Cultart, la librería «in» del momento. Era un hombre bajo, con gabardina, vestido de gris, muy miope, con el pelo blanco y mal cortado, que no miraba a nadie, que tomaba y devolvía los libros sin levantar la cabeza, poniendo en ellos la firma solamente, sin interés por su público. «Max Aub. No», se lee en la primera página de la obra, o sea, autor y título. Él escribió debajo, en el ejemplar de una bella amiga: «Max Aub, quizá...» Ingenioso y cierto. Porque él y todos los otros vuelven gloriosos, pero vuelven tarde. Son los tíos de América de la cultura española. No dijeron su palabra en su momento y ya es tarde para que la digan. El retomo de los brujos nos les trae desembrujados. Les amamos, les esperamos. Pero es difícil, ya, que nos embrujen. 

FRANCISCO UMBRAL, «El retorno de los brujos», Ya, 30 de octubre de 1969.

MÁS ÁRBOLES QUE RAMAS, Jorge Wagensberg

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JORGE WAGENSBERG, Más árboles que ramas. 1116 aforismos para navegar por la realidad, Tusquets, Barcelona, 2012, 256 páginas.
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Ser se es siendo.
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El gozo intelectual es lo más parecido a una experiencia mística que puede disfrutar alguien negado para las experiencias místicas.
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Sólo se puede tener fe en la duda.
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Un aforismo es una conserva de comprensión.
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Si no fuera por la crisis, aún seríamos todos bacterias.
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La simbiosis es un buen negocio; el parasitismo mata.
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Cambiar de respuesta es evolución, cambiar de pregunta es revolución.
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Pregunta con garantía de respuesta negativa: ¿duermes?
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Todo el tiempo que el buen mediocre no emplea para intentar sustituir a alguien, lo emplea para evitar que le sustituyan a él.

INVENCIONES, Tommaso Landolfi

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TOMMASO LANDOLFI, Invenciones, Siruela, Madrid, 1991, 414 páginas.
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LA MALETA

   El muchacho fue confiado a un joven tío y, durante un tiempo, mientras se buscaba un alojamiento conveniente, los dos se conformaron con dormir en la misma habitación (de alquiler, y que era la habitación de soltero del tío). Por la mañana salían juntos para dirigirse el uno a la escuela y el otro a la oficina. Se citaban en algún sitio para comer y volvían a separarse, y, finalmente, volvían a encontrarse para la cena y el sueño.
   Cuando se quedaba solo en aquellas largas y gélidas tardes, el muchacho, en primer lugar, hacía sus deberes escolares y luego escribía poesías carduccianas en las que ponían gran cuidado en escindir las preposiciones articuladas y en mostrar una cierta suficiencia hacia algunas reverendas autoridades pero en las que también, a veces, transmitía algo de sus genuinas, inermes melancolías (y entonces la pluma parecía moverse por su propia virtud y la lengua se depuraba mágicamente). Por último, cuando la sombra se espesaba en la habitación y la lámpara empañada no lograba ponerla en fuga del todo, ya no hacía nada más. Miraba inmóvil el rectángulo de cielo cada vez más sombrío, se dejaba invadir por el frío y, con todo y con eso, de vez en cuando su frente ardía y sudaba. Vagaba en un extravío sin límites y, sin embargo, aquel mismo cielo sombrío tenía el poder de hacerle imaginar destinos radiantes, prodigiosas aventuras, misterios nunca resueltos y, por tanto, eternamente provocadores y halagüeños…
   Resumiendo, el muchacho había alcanzado la edad de las ansiedades y de las languideces que, por otra parte, aún no se concentraban ni fijaban en ningún objeto visible. Naturalmente, en sus fantasías y melancolías el lugar de honor estaba reservado a las figuritas femeninas vistas, entrevistas, rozadas en la escuela o por la calle. Pero de ello a una completa clarificación y justificación de sentimientos tan inseguros y hasta desconocidos el paso era largo, por lo que se quedaba turbado e impotente, ávido y desilusionado.
   ¿O tal vez su tío habría debido proporcionarle una clave? Éste era un guapo joven moreno y de pelo rizado, seguro de sí, por lo menos en apariencia. Cuando iban juntos por la calle el muchacho acostumbraba a defenderse de la tramontana caminando detrás de su robusta persona, de cuya física protección se podía solicitar o esperar ayuda en las actuales volcar la plenitud de su ánimo cuanto la búsqueda de sí mismo y del cauce que habría de dar a sus propias y tumultuosas facultades. Búsqueda que, por otra parte —era lícito pensarlo y el muchacho lo pensó—, no podía no resultar favorecida por estas recientes adquisiciones o logros de la consciencia.
   No fue así: la ciencia, o consciencia, se reveló singularmente severa, no sólo para la paz del corazón sino también para la posibilidad misma de reconocerse en alguna criatura o cosa. Y, tal vez, sea efecto inevitable: si una imagen suprema resplandece dentro de nosotros, ¿podríamos resignarnos a una pálida falsificación?
   El muchacho creció, envejeció y su búsqueda no dio fruto. Hasta que debió convencerse de que aquella lejana revelación había al mismo tiempo inaugurado la verdadera y gran melancolía, en la que, perdidos, y en una causa perdida, estamos obligados a hacernos pasar por los demás para atribuirles sentimientos definidos o vivificantes. Que al menos ellos, los homúnculos de la pesadilla, del terror y de la delirante fantasía, obtengan algún beneficio de ello.

INDAGACIÓN DE LA BASE Y DE LA CIMA, René Char

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RENÉ CHAR, Indagación de la base y de la cima, Árdora, Madrid, 1999, 288 páginas.
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Artículos, sentencias, aforismos, poemas en prosa... que dialogan de magnífica forma alrededor de la acción, el pensamiento y el arte. Por su trabajo a la hora de verter desde el francés este volumen, Jorge Riechmann recibió en el año 2000 el Premio Stendhal de traducción.
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TRES RESPIRACIONES

   Existe una primavera inaudita desparramada por las estaciones y hasta bajo las axilas de la muerte. Transformémonos en su calor: llevaremos sus ojos.
   Levanta tierra el sepulturero, pero más levanta la palabra.
   Nunca estaremos lo suficientemente atentos a las actitudes, la crueldad, las convulsiones, las invenciones, las heridas, la belleza, los juegos de ese niño que vive cerca de nosotros con sus tres manos,  y que se llama el presente.

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Lo esencial está amenazado sin cesar por lo insignificante. Ciclo rastrero.
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El amor que traza surcos es preferible a la aventura que humilla, la herida al humor.
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Somos de esos que miran adrede por la puerta del vagón, pues nos gusta ese segundo tan grávido que todavía arde después de que aquello que nos transporta ha desaparecido. Ay, qué precio el de esa carbonilla.

JUEGO DE NIÑOS, Diego Sañudo

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DIEGO SAÑUDO, Juego de niños, La Tinta del Silencio, México, 2016, 22 páginas.

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Jorgito estaba deprimido. Desde que su amigo imaginario se echó novia imaginaria no tenía con quien jugar.

LA VIDA EN UN INSTANTE, Herme G. Donis

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HERME G. DONIS, La vida en un instante, Cuadernos de Humo, Nueva York, 2015.
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JUEGOS DE ARTIFICIO, Antonio Toribios

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ANTONIO TORIBIOS, Juegos de artificio, Asociación Cultural La Armonía de las Letras, León, 2016, 236 páginas.

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LA SIESTA DEL POETA

   Los niños jugaban a atrapar la luz. Hacían cestillas con las manos, la aventaban, levantaban efímeras empalizadas, pero ella se les escabullía entre los dedos con astucias de minúscula alimaña. Los chiquillos se empujaban y reían con la fiereza dichosa de los cachorros sanos. La luz volvía a su ser y les embromaba fingiendo una quietud de eras. Los niños, cansados, salieron al jardín y quedé solo en la penumbra de la galería. El haz brillante partía de una rendija y moría a mis pies. En el charco de luz naufragaron de pronto mis buenos propósitos. Supe entonces que tarde o temprano volvería a matar.

EL BOSQUE DE LAS PALABRAS, Alejandro Garaizar

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ALEJANDRO GARAIZAR, El bosque de las palabras, Cincuenta palabras, 2016, 142 páginas.

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Garaizar selecciona y edita 200 relatos publicados previamente en el portal 50 palabras.  
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SEIS MIRADAS

   Miraba al pelotón, sin miedo. Los soldados al apuntarle pensaban:
   «Nada me ha hecho».
   «Lo conozco desde niño».
   «A sangre fría no puedo».
   «Su mirada es íntegra».
    Los disparos dibujaron una silueta en la pared.
   «Tiene los ojos de padre».
   El capitán apoyó el arma en su cabeza y disparó.

Salvador Esteve

VIVIR ES ARRIESGARSE, Gabriel Ramos

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GABRIEL RAMOS, Vivir es arriesgarse, La Tinta del Silencio, México, 2017, 22 páginas.

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La Tinta del Silencio edita este feliz artefacto creativo de Gabriel Ramos, conocido divulgador de microformas literarias a través de Literatura minimalista.
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AMNESIA

   El doctor se declara incompetente para responder cuándo recuperaré la memoria. Mi mujer me trae fotos para que recuerde quién soy. Yo pregunto la fecha de nuestro aniversario, cuántos hijos tenemos, por todo, menos por la dama que me acompañaba en el automóvil.

PERSONAJES SECUNDARIOS, Manu Espada

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MANU ESPADA, Personajes secundarios, Menoscuarto, Palencia, 2015, 100 páginas.

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En Personajes secundarios, héroes clásicos, protagonistas de la Historia o estrellas de cine desfilan por unas páginas donde toda narración es posible, donde la literatura es a la vez hogar y herramienta a la hora de compartir y (re)descubrir el mundo. La imaginación, los juegos tipográficos o intertextuales van entretejiendo una búsqueda ya esbozada en los títulos de las tres secciones que organizan el libro (El silencio, El ruido, La palabra); una búsqueda que se construye, y en especial se disfruta, en cada uno de los textos de este maestro de la narrativa breve.

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CAMBIO CLIMÁTICO

   El hombre del tiempo predijo una borrasca de letras «e». Me puse las katiuskas y salí a la calle. Todo comenzó con un leve sirimiri. Unas pequeñas y finísimas «es» Times New Roman cuerpo siete mojaron mi pelo. Abrí los brazos y un chaparrón de Tahoma veinte (mayúsculas) me caló hasta los huesos. Emocionado, chapoteé en un charco de «es» Courier New en negrita hasta que se pusieron en cursiva. Tras dos días de incesantes chubascos, el viento alejó los oscuros nubarrones de Arial Black. Ahora brilla el sol y el hombre del tiempo predice una feroz sequía. Mientras escribo este texto compruebo, aterrado, cómo comienzan a evaporarse hacia la página anterior las «es» de los jardines, de los carteles, de los letreros, de las canciones, de los sermones, incluso de este mismo cu nto.

EL ESPEJO DE LA DIOSA, Francisco Giménez Gracia

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FRANCISCO GIMÉNEZ GRACIA, El espejo de la diosa, Biblioteca Nueva, Madrid, 2005, 64 páginas.
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Todo empieza por una putada (el nacimiento) y termina en otra mayor (la muerte). Entre medias aún hay gentuza que pretende que nos pongamos a dieta.
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Cualquier persona sensata termina por darse cuenta de lo poquísimo que le une al resto de sus semejantes.
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Que los Evangelios son obra de unos individuos de lo más siniestros es algo que se desvela desde el mismo título. En efecto, el que se califique de “buena nueva” el anuncio de que el fin de los tiempos está próximo; que muchos serán los llamados, pero muy pocos los elegidos, y que para esos muchos será el fuego eterno, el llanto y el crujir de dientes, que se tenga todo esto por una grata noticia, digo, es algo que sobrepasa todos los límites del resentimiento.
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Me gustaría saber de qué podrida región del cerebro puede nacer la vocación de predicar.
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El bajo índice de suicidios demuestra que el hombre padece un síndrome de Estocolmo con la vida.
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¿Cómo no desconfiar de todos esos que gustan de hablar en nombre de los demás?
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Las caricias que te han negado, ¿te han endurecido o son la raíz de tu fragilidad?
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Cualquier persona sensata termina por darse cuenta de lo poquísimo que le une al resto de sus semejantes.

CRÓNICAS DE LILIPUT, Alejandro Badillo

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ALEJANDRO BADILLOCrónicas de Liliput, BUAP, Puebla, 2017.
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BOOMERANG

   La mujer, víctima de la depresión, decidió acabar con su vida e ingirió varias cajas de medicamentos. No sólo no murió sino que, casi al instante, se curó de todas sus enfermedades.

SEGÚN LA COSTUMBRE DE LAS OLAS, Jenaro Talens & Clara Janés

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JENARO TALENS & CLARA JANÉS, Según la costumbre de las olas, Salto de Página, Madrid, 2013, 82 páginas.

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He aquí el resultado del diálogo creativo de los poetas Jenaro Talens y Clara Janés: «Clara se decantó por continuar expresando su desconcierto mediante fotomontajes. Yo respondía a sus sugerencias visuales con poemas en prosa».
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UTILIDAD DEL DISCURSO VERDADERO

   De noche, cuando los amantes bajo la influencia sólo intercambian su respiración, las palabras no dicen ni conocen. Puro sonido sin significado, son apenas escombros de otros balbuceos donde el anciano antaño quiso reconocerse al despertar. Toda lección se aprende de las ruinas. ¿Podrá la luz un día señalarle un camino? Vagamente se escuchan en el horizonte voces que claman la intemperie del animal que fue. 
 

ANDAR EN LA NIEBLA, Ricardo de la Fuente

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RICARDO DE LA FUENTE, Andar en la niebla, Cuadernos del Vigía, Granada, 2017, 82 páginas.
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Esta excelente colección de aforismos fue distinguida, por un jurado compuesto por Erika Martínez, Carmen Canet y Jordi Doce, con el IV Premio Internacional José Bergamín de Aforismos.
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Cada día nos cambia el futuro.
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Nada se descubre sin salirse del sendero.
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Mis contradicciones no saben que les seré infiel con otras.
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Aforista: instinto de cazador, paciencia de pescador.
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Para no saber a dónde vamos, vamos demasiado deprisa.
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Las palabras se van con los poetas porque las sacan de su rutina.
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Cómo se las arreglarán los buenos escritores para escribir un libro distinto para cada lector.
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Para no tener malos recuerdos hay que tener buenos olvidos.
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El corazón y la cabeza se entienden a nuestras espaldas.
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La tecnología tiene los humos muy subidos.
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La pasión de mayor quiere ser ternura.

POEMAS, RELATOS Y REFLEXIONES, Conchita Bermejo

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CONCHITA BERMEJO, Poemas, relatos y reflexiones, Universidad de Murcia, Murcia, 2006, 176 páginas.

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LA CARAVANA Y EL DESIERTO

   Arena. Puntos y horizonte. Lejanía. Pero me muevo y el círculo y el torbellino siguen dentro. El sol. La línea forzosa de la caravana. Linealidad. Y el mundo vertiginoso de la mente. Rodear, avanzar en línea... Ha muerto el tiempo. Pero yo no he muerto. Quiero avanzar pero sólo puedo hacerlo en línea, solo puedo esperar un grano de arena y después otro y otro, como las palabras, pero no como el pensamiento. Este me rodea, me asume y me atrapa en espiral, en vorágine. Y quiero conducir mi pensamiento en línea, “arenosamente”, punto a punto, pero es imposible. Quiero escaparme de la caravana. Quiero girar totalmente.
   Voces. Ordenes, multiplicidad, simul, y el hilo de la vida allí lineal, dependiendo una hora de la hora anterior, un minuto del minuto anterior, un segundo del segundo. Urgencias. La vida en simultaneidad apresurada. Y la vida gota a gota. Arena, caravana... Un hematíe se añade a otro hematíe. Pero...
   –Tecla correctora. Pero sólo puede borrar letra a letra. Hay que renunciar.-
   Hay un estoicismo necesario y doloroso. Una letra sigue a una letra, una palabra sigue a una palabra. Pero yo soy un todo sin porvenir atómico.
   La bolsita del té y el agua. Nada puede interrumpirse gestando sus burbujas una a una. Y las burbujas, cada una, subiendo a la superficie. Y el telediario, pesadillas simul. Hasta estallar el sufrimiento y la resistencia de cada circunvalación de mi cerebro, ¡por fin! no lineal, clave descifradora de mi confusión. El solo él, la explicación del todo y la línea, de mi desierto y de mi irrenunciable caravana.

EL RÍO, Miguel Ángel Bernat

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MIGUEL ÁNGEL BERNAT, El río, Pre-Textos, Valencia, 1991, 28 páginas.

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Detrás de mí y reflejándose en el río, caminan, mientras yo les miro en el espejo del agua.
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Miro largamente a los ancianos y sus hijos. Las mujeres solas, los hombres cansados y vigorosos.
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Los sueños de los niños y los hombres de traducen en gestos. Gestos de fuego deslizándose sobre el hielo de cada día.
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Guardo lo que me da fuerza. Guardo lo que me hace débil para que no lo haga.
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Ahora me aparto del dolor. Entorno mis ojos. Intento apartarme del dolor. Puede tocarme si quiere, pero no es mío. La herida que el dolor me hace, el agua del dolor la borra.
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Oigo volces que traman y sonríen. Voces de trueno y sonríen. Voces sin eco, sin descanso. Voces brumosas. Voces que me golpean y me dañan y quizá sólo me rozan.
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Y la mano corrige al corazón, y el corazón corrige a la mano, el río sigue al río.

SOBRE LA IMPOSIBILIDAD DE PUBLICAR, Antonio Fernández York

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ANTONIO FERNÁNDEZ YORK, Sobre la imposibilidad de publicar, Ediciones del Viento, A Coruña, 2017, 128 páginas.
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Algunos de los treinta relatos que componen esta ópera prima de Fernández York son microrrelatos.
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TOLSTOIEVSKI

   Tras presentarme a las oposiciones de profesor de Lengua Castellana y Literatura tuve la desdicha de ser calificado con la nota más baja jamás obtenida por un opositor en España.
   Aunque no pude conocer todos los criterios que motivaron la decisión del tribunal, un amigo mío, que a su vez es amigo de uno de los miembros del jurado, me comentó que mi pésima calificación se atribuía a una subversiva y deplorable interpretación de la Literatura. Transcribo algunos fragmentos de anotaciones del tribunal a las que mi amigo pudo tener acceso:
   «El opositor pretende hacernos creer que algunos escritores, fusionados, serán más fácilmente comprendidos por el alumno». «El presidente [del tribunal] le pregunta:
   —¿Quién es ese del que usted habla? —el opositor menciona con desasosegante naturalidad a un tal Tolstoievski.
   —Tolstoievski —responde el opositor— es Tolstoi y Dostoyevski. Los he unido por su afinidad. Así son más asequibles para el alumnado, que en vez de estudiar a dos autores por separado se limita al estudio de uno. Tolstoievski es autor de obras como Crimen y castigo o Guerra y paz».
   «Otros autores a los que cita el opositor son Pío Galdós Baroja y Adolfo Borges Casares. Un compañero [del tribunal] comienza a sentirse indispuesto. La prueba ha de suspenderse durante veinte minutos».
   «Cuando el opositor menciona a Camilo Asimov Cela Eisenhower, un compañero le propone al presidente dar por concluida la exposición».
   «El desatino carece de límite. La mención de que la Generación del 27 al completo forma un único autor vuelve a detener la prueba, esta vez durante casi cuarenta minutos. El motivo es la crisis de ansiedad de un examinador».
   «No podemos hacerlo callar porque ha pagado las tasas del examen y porque no nos ha faltado al respeto a ninguno de los examinadores».
   Si conservo estas anotaciones se debe más a un no querer repetir mis errores que a un mero deseo de mortificarme. Lo iconoclasta y novedoso, ahora lo sé, no es bien recibido en el ámbito académico.

CUENTOS DE BUENAS NOCHES PARA NIÑAS REBELDES, Elena Favilli & Francesca Cavallo

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ELENA FAVILLI & FRANCESCA CAVALLO, Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, Planeta, México, 2017, 224 páginas.

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Elena Favilli y Francesca Cavallo reúnen en este libro, sufragado por micromecenazgo, cien biografías (desde la matemática Ada Lovelace a la arquitecta Zaha Haddid) inspiradoras para que todas las niñas rebeldes del mundo «sueñen en grande, aspiren a más, luchen con fuerza».
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ADA LOVELECE (10 de diciembre de 1815-27 de noviembre de 1852)

Matemática 

   Había una vez una niña llamada Ada a quien le encantaban las máquinas.
   También le fascinaba la idea de volar. 
   Estudió a muchas aves para descifrar el equilibrio exacto entre el tamaño de las alas y el peso del cuerpo. Probó distintos materiales y realizó múltiples diseños. Nunca logró planear como un ave, pero creó un hermoso libro de ilustraciones llamado Flyology (Vuelología), en donde anotó todos sus hallazgos.
   Una noche, Ada asistió a un baile donde conoció a un viejo matemático cascarrabias llamado Charles Babbage. Ada también era una matemática brillante, así que no tardaron en convertirse en buenos amigos. Charles la invitó a ver una máquina que había inventado. Se llamaba máquina diferencial, y podía sumar y restar números de forma automática. Nadie nunca había hecho algo así.
   Ada estaba fascinada.
  —¿Y si construimos una máquina que haga cálculos más complejos?—le preguntó a Charles. Ambos pusieron manos a la obra. Estaban muy emocionados. La maquina era descomunal y requería un enorme motor de vapor.
   Pero Ada quería llegar más lejos.
   —¿Y si logramos que esta máquina toque música y muestre letras además de números?
  Lo que Ada estaba describiendo era una computadora. ¡Mucho antes de se inventaran las computadoras modernas!
   De hecho, Ada creó el primer programa computacional de la historia.


LECCIÓN DE MAGIA, Pelayo Fueyo

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PELAYO FUEYO, Lección de magia, Oviedo, Eikasia, 2005, 76 páginas.

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Tergiversar la realidad sin que la realidad cambie: he aquí el misterio de la poesía.
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Toda poesía coherente tiende a una poética.
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Hay una forma de "democracia" en la poesía, que consiste en respetar a todo poeta, por muy distinta de la nuestra que fuera su visión del mundo, si es que goza de un estilo propio.
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Todo poema, aunque su tema exponga la tristeza de su autor, produce, no obstante, el placer de ser representación de una realidad personificada.
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Hasta el poema más austero tiene por origen inconsciente un "collage" de imágenes.
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Escribir poesía como "pasar a limpio" un desastre microhistórico, conjurado por la belleza expresiva de esa evasión.
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Concebir la poesía como un espejo formante y como un cuadro deformante; o, si acaso, como un cuadro que va diluyendo la expresión del rostro hasta convertirse en la falsilla del espejo, que es lo saben los lectores de nosotros.
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Cuando escribimos poesía tratamos, bajo cualquier pretexto humano, recrear nuestra personalidad en relación a las cosas del mundo, a fin de crear un canon intemporal que lleve nuestro nombre como referencia.
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La lectura esencial de todos mis poemas no revela la figura de lo que he sido, sino de lo que debí ser.
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No es que el tema favorito para los poetas sea el amor de forma directa, sino que todos los objetos poéticos están en armonía metafísica con un amor por todo lo humano.