UN MUNDO DE MAMÁS FANTÁSTICAS

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MARTA GÓMEZ MATA & CARLA NAZARETH, Un mundo de mamás fantásticas, Comanegra, Barcelona, 2013, 64 páginas.

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Marta Gómez escribe estos veintisiete retratos sobre unas excepcionales madres de unos singulares hijos. Carla Nazareth da cuerpo con sus ilustraciones, desde a la madre de Sancho Panza, Einstein o el Lobo Feroz, hasta la del Rey Gaspar o Buster Keaton.
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MAMÁ DE FRIDA KAHLO

   La Mamá de Frida Kahlo apenas se atreve a mirar las radiografías nebulosas de la colunma vertebral quebrada de su hija. Prefiere cerrar los ojos y volver a ver a la niña que fue: morena, delgada, vivaracha e incansable, una niña con la que es imposible aburrirse. Cuando no hablaba de una amiga imaginaria que salía y entraba por las letras de una palabra, te regalaba una linda tablita de madera con su autorretrato o corría para ayudar a su padre con las cámaras fotográficas.
   ¡Cómo olvidar aquel torbellino, aquella alegría, aquella peonza llena de vida!
   La Mamá de Frida Kahlo bien sabe que la vida continúa. Su hija ahora tiene que pasar tiempo en la cama y a ella se le ha ocurrido colgar un espejo del techo para que, de esta manera, pueda dibujarse.Y por eso mismo, porque la vida no puede pararse, sigue rebuscando en los baúles. La ropa tradicional que a ella le encanta y... ¡ándale a preparar a Friducha sus platillos favoritos!

“PIES, PARA QUÉ LOS QUIERO...”)
Es lo que se dice Frida y añade: “… si tengo alas pá volar”. Y cierra los ojos y ve pies que se convierten en pequeños aviones que arrojan flores en cada esquina de Coyoacán. Ella no inventa, ella tan sólo cierra los ojos y pinta lo que ve: no son sueños, no son pesadillas, se llama realidad y la acompaña siempre. Y ahí están, sí, sus pies rotos, pero también las alas que le permiten volar.

LA CASA AZUL

   Frida regresa a La Casa Azul, como los pájaros que recuerdan su primer nido y buscan entre todos los árboles hasta encontrar el sitio exacto donde aprendieron a volar y fueron felices. La Casa Azul es ese nido, ese patio del recreo, esa finca de verano, aquel paseo, aquella playa, el diminuto punto en el mapa de una vida en el que se recogen todas las coordenadas de la felicidad. El lugar exacto en el que Frida se reconstruye y siente que por fin ha vuelto al lugar al que pertenecen, a su pequeña y verdadera patria.


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