LAS FILOFÁBULAS PARA APRENDER A CONVIVIR, Michel Piquemal

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MICHEL PIQUEMAL, Las filofábulas para aprender a convivir, Oniro, Barcelona, 2009, 144 páginas.
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En el Prólogo (pp. 3-5) Michel Piquemal, compilador de esta antología en el que coinciden Khalil Gibran, Platón, Goethe o Eduardo Galeano, señala: "La humanidad lleva cuatro mil años pensando, y no ha sido en vano. Es nuestro deber transmitirlo, como cada generación ha hecho antes con nosotros". El libro está ilustrado por Liora Grossman y cuenta con comentarios dirigidos a lectores en ciernes.
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EL LADO BUENO DE LA DESGRACIA Y EL LADO MALO DE LA FELICIDAD

   En cierto ocasión un campesino chino acudió a un mercado de primavera y se decidió a comprar una espléndida potranca en la que gastó todos sus ahorros. Por desgracia, aunque la encerró en el cercado, apenas llegó la noche el animal saltó la valla y escapó en dirección a la frontera de los mogoles, que en esa época eran enemigos acérrimos de los chinos. El campesino no podía plantearse siquiera correr en busca de la potranca. Todos los vecinos acudieron a ofrecerle consuelo, pero el campesino era un hombre sabio y sabía afrontar la adversidad con filosofía.
   —Las nubes en el cielo a veces traen lluvia, que es beneficiosa para los cultivos. De una desgracia a veces nace la felicidad. ¡Dejemos que la vida actúe! ¿Quién sabe qué ocurrirá?
   Efectivamente, unos días más tarde, la potranca regresó acompañada de un soberbio semental mogol. Todo el pueblo desfiló para admirarlo y felicitar al campesino por su buena suerte.
   —¿Suerte? ¡A lo mejor sí! Pero ¿quién conoce el sentido profundo de las cosas? El sol que nos ilumina también puede quemarnos.
   El porvenir, por desgracia, le dio la razón. Su hijo se encaprichó del semental y se propuso domesticarlo para montarlo. Pero el animal era fogoso y de una coz lo arrojó al suelo y con la caída el hijo se rompió una pierna. Los vecinos acudieron a visitar a padre e hijo. Y se hicieron muchos comentarios sobre la mala suerte del campesino. La cosecha se avecinaba y no podría contar con la ayuda de su hijo por su pierna rota. Pero el campesino les respondió con su sabiduría de siempre.
 —Este mundo es un perpetuo cambio. ¿Quién sabe si las calamidades no se convertirán en bendiciones? Pensad en la lava de los volcanes que todo lo devasta pero da un limo fértil.
   Antes de que llegara el tiempo de la cosecha, estalló la guerra con los mogoles, y todos los hombres jóvenes fueron movilizados, salvo el hijo del campesino, que yacía en la cama con su pierna quebrada. Fue uno de los pocos jóvenes que salvó su vida de las matanzas de la guerra... ¡Una pierna rota le salvó la vida!
        
                                                                              De un cuento chino

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